"Ars longa, vita brevis..." - (Citas en griego y latín)
“Ars longa, vita brevis.”
La vida es breve, el arte largo.
Lucio Anneo Séneca
En “De brevitate vitae” (I, 1)
La frase se ha hecho conocida como atribuida a Lucio Anneo Séneca. En realidad esta frase no es de Séneca sino que es citada por éste en el libro I “De brevitate vitae” (De la brevedad de la vida) escrito en el 55 dC.
“Ars longa, vita brevis” es la cita abreviada de la frase original en griego dicha por Hipócrates en sus “Aforismos”. En la original frase completa Hipócrates nos dice lo siguiente:
"Ὁ βίος βραχὺς, ἡ δὲ τέχνη μακρὴ, ὁ δὲ καιρὸς ὀξὺς, ἡ δὲ πεῖρα σφαλερὴ, ἡ δὲ κρίσις χαλεπή."
"Vita brevis, ars longa, occasio praeceps, experimentum periculosum, iudicium difficile."
"La vida es breve, el arte largo, la ocasión fugaz, la experiencia confusa, el juicio difícil."
Valga aclarar que con la palabra “arte” (“ars” en latín) Hipócrates aludiría a la idea griega de “ciencia” o más precisamente de “téchné” (técnicas, saberes, herramientas necesarias dentro de un determinado campo del conocimiento) y no debería ser traducida por “arte”.
El sentido de esta frase ha sido objeto de varias interpretaciones. De todos modos la frase hipocrática alude indiscutiblemente a que la vida es demasiado corta y el tiempo apremia a quien desea acopiar la extensa cantidad de conocimientos que debemos-queremos aprender en un campo de saber. Adquirir una determinada “expertise” tomaría mucho más tiempo que toda una vida. A esta brevedad temporal de una existencia le debemos agregar que lo que experimentan nuestros sentidos y procesa nuestro pensar no es algo nítido sino más bien una lluvia de perceptos que debemos ubicar (no siempre con acierto) entre las brumas de nuestras arbitrarias representaciones cognitivas-mentales. El “padre de la medicina” concluye a partir de estas condiciones así enunciadas que la oportunidad de intervenir con nuestro saber es como un chispazo, y que abrir juicio correctamente sobre algo es sin duda, algo complejo y difícil. Por otra parte es necesario aclarar que los adjetivos latinos «longus» y «brevis» intentan plasmar esta frase el constraste y dicotomía entre la mera existencia de un mortal y la continuidad imparable de la producción de saberes y conocimientos. Mientras nosotros somos seres temporalmente acotados por la muerte y la finitud, los saberes nos pre-existen, nos exceden y nos sobreviven. Desde este punto de vista, debemos racionalmente comprender que –mal que pese a ciertos omnipotentes narcisismos pedantísimos- aún escogiendo una fragmento-área de conocimientos no podremos abarcar completamente desde el conocer todo su vasto territorio de saberes.
Probablemente una actitud inteligente sea la de sostener un constante entusiasmo por “aprender-comprender-conocer” pero dentro de una perspectiva abarcadora realista y positivamente desesperanzada respecto a la posibilidad de exhaustivizar esos mismos saberes. En tal dirección me gustaría aportar el concepto de “inquietud” por parecerme atinado para pensar este asunto. Creo que, para aquellos que eligen el camino del conocimiento, el asunto es cómo lograr no ser “inquietado” por lo que no se sabe. O dicho de otro modo, saber escoger de un modo delicadamente selectivo qué constituye una “inquietud” por saber e ir tramando la red de nuestro aprendizaje de acuerdo a ese cualitativo tamiz.
En las letras esta frase abreviada también ha sido retomada y traducida por diversos autores. Lo ha hecho así Goethe en el primer Fausto («Ach Gott! Die Kunst ist lang, und kurz ist unser Leben»), Henry Wadsworth Longfellow en «Psalm of Life» («Art is long, and Time is fleeting»), y Juan Carlos Onetti (“La vida es breve”) por citar a algunos grandes literatos entre otros.
Pero volvamos a Séneca. Para el tutor y consejero de Nerón -quien cita el comienzo de la frase hipocrática en su “De brevitate vitae”- no es acertado pensar que la vida sea corta ni que tengamos poco tiempo. Séneca considera que la vida no es en sí misma breve, sino que somos nosotros quienes la desaprovechamos y tiramos nuestro valioso tiempo en la gran bocaza de las inutilidades cotidianas. Malgastamos tiempo. Perdemos nuestro precioso tiempo en infinidad de tonterías y actos irrelevantes, desperdiciando así nuestra existencia y descuidando constantemente el valor de "estar con los pies en el presente". En este sentido existe un cierto acercamiento conceptual interesante a destacar entre el filósofo romano y el budismo (la filosofía budista insiste en la importancia de ese "estar en el presente" pues pese a su transitoriedad es lo único que auténticamente podemos experimentar como tiempo, ya que por definición el pasado "ya ha sido" y el futuro "aún no es").
La actitud del sabio es aquella que intenta equilibrar complementariamente las singularidades de los tres tiempos de la existencia: recuerda con serenidad el pasado, aprovecha los transitorios instantes que ofrenda el presente, y espera libre de temores la incertidumbre desde la que se va configurando el misterio de lo venidero.