Para ser concreto, permíteme que me concentre en el
campo en el que me formé, es decir, la física de altas ener-
gías, o de partículas, que es también el campo principal de
Feynman. Resulta interesante que en la física de partículas
el formalismo de las integrales de caminos estuviese du-
rante mucho tiempo en tercer lugar, a una buena distan-
cia del resto en la carrera entre los tres formalismos. (Por
cierto, no hay nada que diga que sólo pueda haber tres.
¡Algún tipo joven y brillante podría perfectamente descu-
brir un cuarto!) De hecho, el formalismo de las integrales
de caminos resultaba tan poco manejable para la mayoría
de problemas que, hacia finales de la década de 1960,
prácticamente se había sumido en la más completa oscu-
ridad. Por entonces, la teoría cuántica de campos se ense-
ñaba casi exclusivamente utilizando el formalismo canó-
nico, que no es más que otra palabra para el formalismo
de Heisenberg, aunque la misma palabra «canónico» ya
nos dice qué formalismo gozaba de mayor estima. Por ci-
tar tan sólo un caso que conozco bien, yo nunca escuché
hablar de las integrales de caminos durante mis días de es-
tudiante, a pesar de que fui a dos universidades razona-
blemente reputadas de la Costa Este para mis estudios de
grado y postgrado. (Menciono la Costa Este porque, hasta
donde yo sé, cabe la posibilidad de que las integrales de
caminos se estuvieran enseñando a fondo en un enclave
oriental en Los Ángeles.) No fue hasta que llegué a ser in-
vestigador postdoctoral en el Instituto de Estudios Avan-
zados cuando, como la mayoría de mis colegas, fui alerta-
do sobre el formalismo de las integrales de caminos por
un artículo ruso. E incluso entonces varias autoridades
expresaron dudas sobre ese formalismo.
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