domingo, 6 de marzo de 2016

MARCUS AURELIUS

2. Esto es todo lo que soy: un poco de carne, un breve hálito vital, y el guía interior. ¡Deja
los libros! No te dejes distraer más; no te está permitido. Sino que, en la idea de que eres
ya un moribundo, desprecia la carne: sangre y polvo, huesecillos, fino tejido de nervios,
de diminutas venas y arterias. Mira también en qué consiste el hálito vital: viento, y no
siempre el mismo, pues en todo momento se vomita y de nuevo se succiona. En tercer
lugar, pues, te queda el guía interior. Reflexiona así: eres viejo; no consientas por más
tiempo que éste sea esclavo, ni que siga aún zarandeado como marioneta por instintos
egoístas, ni que se enoje todavía con el destino presente o recele del futuro.

Aparta
tu sed de libros, para no morir gruñendo, sino verdaderamente resignado y agradecido de
corazón a los dioses.

Caso de que no aproveches esta oportunidad para serenarte, pasará, y tú también
pasarás, y ya no habrá otra.

Habite en ti la serenidad, la ausencia de necesidad de ayuda externa
y de la tranquilidad que procuran otros.


ibro 4

Remember too on every
occasion which leads thee to vexation to apply this principle: not that this is a misfortune,
but that to bear it nobly is good fortune.

nobly

adverbio
noble
con nobleza
generosamente


Quod reliquum est, memento in omni re, quae ad dolorem te impellit illius decreti,
 id non esse infortunium, sed generose id ferre esse felicitatem.

49

Acuérdate, a partir de ahora, en todo suceso que te induzca a la aflicción, de utilizar este
principio: No es eso un infortunio, sino una dicha soportarlo con dignidad.

"Acuérdate en adelante, cada vez que algo te contriste, de recurrir a esta máxima: 
que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha."

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49. Ser igual que el promontorio contra el que sin interrupción se estrellan las olas. Éste
se mantiene firme, y en torno a él se adormece la espuma del oleaje. «¡Desdichado de mí,
porque me aconteció eso!» Pero no, al contrario: «Soy afortunado, porque, a causa de lo
que me ha ocurrido, persisto hasta el fin sin aflicción, ni abrumado por el presente ni
asustado por el futuro.» Porque algo semejante pudo acontecer a todo el mundo, pero no
todo el mundo hubiera podido seguir hasta el fin, sin aflicción, después de eso. ¿Y por
qué, entonces, va a ser eso un infortunio más que esto buena fortuna? ¿Acaso
denominas, en suma, desgracia de un hombre a lo que no es desgracia de la naturaleza del
hombre? ¿Y te parece aberración de la naturaleza humana lo que no va contra el designio
de su propia naturaleza? ¿Por qué, pues? ¿Has aprendido tal designo? ¿Te impide este
suceso ser justo, magnánimo, sensato, prudente, reflexivo, sincero, discreto, libre, etc.,
conjunto de virtudes con las cuales la naturaleza humana contiene lo que le es peculiar?
Acuérdate, a partir de ahora, en todo suceso que te induzca a la aflicción, de utilizar este
principio: No es eso un infortunio, sino una dicha soportarlo con dignidad.



51. Corre siempre por el camino más corto, y el más corto es el que discurre de acuerdo
con la naturaleza. En consecuencia, habla y obra en todo de la manera más sana, pues tal
propósito libera de las aflicciones, de la disciplina militar, de toda preocupación
administrativa y afectación.

2. ¡Cuán fácil es rechazar y borrar toda imaginación molesta o impropia, e inmediatamente
encontrarse en una calma total!



Nayela

son pensamientos que utiliza tu mente para torturarse, debes de pensar

que tu no puedes estar con Paty, 

porque estas peleando a cada rato.


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Nayela

es muy peligroso tartar de no sentir dolor y olvidarse

pork luego ese dolor regesa con más fuerza, lo importante es
irlo.


dejar sentir ese dolor, y tratar de superaro al sen
ella fisicamente me gusta, pero su manera de ser no

ni su pasado tampoco

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Nayela: afrontar la situacion como adultos

comentarle tu punto de vista


“Death smiles at us all, all a man can do is smile back.”


? Marcus Aurelius, Meditations


From Ignorance to Innocence
Chapter
 15:
They Say Believe; I Say Explore  on Marcus aurelius



3. De mi madre: el respeto a los dioses, la generosidad y la abstención no sólo de obrar
mal, sino incluso de incurrir en semejante pensamiento; más todavía, la frugalidad en el
régimen de vida y el alejamiento del modo de vivir propio de los ricos.

el estar dispuesto a aceptar con indulgencia la llamada y la reconciliación con
los que nos han ofendido y molestado, tan pronto como quieran retractarse;

y el no dar mi asentimiento
con prontitud a los charlatanes; el haber tomado contacto con los Recuerdos de Epicteto,
de los que me entregó una copia suya.

8 De Apolonio: la libertad de criterio y la decisión firme sin vacilaciones ni recursos
fortuitos; no dirigir la mirada a ninguna otra cosa más que a la razón, ni siquiera por poco
tiempo; el ser siempre inalterable, en los agudos dolores, en la pérdida de un hijo, en las
enfermedades prolongadas; (CAPITULO 1, APARTADO 8)

el haber visto claramente en un modelo vivo que la misma
persona puede ser muy rigurosa y al mismo tiempo desenfadada; el no mostrar un carácter
irascible en las explicaciones; el haber visto a un hombre que claramente consideraba
como la más ínfima de sus cualidades la experiencia y la diligencia en transmitir las
explicaciones teóricas; el haber aprendido cómo hay que aceptar los aparentes favores
de los amigos, sin dejarse sobornar por ellos ni rechazarlos sin tacto.

9. De Sexto:la tolerancia con los ignorantes y con los que opinan sin reflexionar;
el no haber dado
nunca la impresión de cólera ni de ninguna otra pasión, antes bien, el ser el menos
afectado por las pasiones y a la vez el que ama más entrañablemente a los hombres; el
elogio, sin estridencias; el saber polifacético, sin alardes.


11. De Frontón: el haberme detenido a pensar cómo es la envidia, la astucia y la hipocresía
propia del tirano, y que, en general, los que entre nosotros son llamados «eupátridas»,
son, en cierto modo, incapaces de afecto.

15. De Máxirno: el dominio de sí mismo y no dejarse arrastrar por nada;el buen ánimo en
todas las circunstancias y especialmente en las enfermedades; la moderación de carácter,
dulce y a la vez grave; la ejecución sin refunfuñar de las tareas propuestas; la confianza
de todos en él, porque sus palabras respondían a sus pensamientos y en sus actuaciones
procedía sin mala fe

el no sorprenderse ni arredrarse; en ningún caso precipitación o
lentitud, ni impotencia, ni abatimiento, ni risa a carcajadas, seguidas de accesos de ira o
de recelo. La beneficencia, el perdón y la sinceridad; el dar la impresión de hombre recto
e inflexible más bien que corregido; que nadie se creyera menospreciado por él ni
sospechara que se consideraba superior a él; su amabilidad en...2

16. La experiencia
para distinguir cuando es necesario un esfuerzo sin desmayo, y cuándo hay que relajarse.
El saber poner fin a las relaciones amorosas con los adolescentes.
La autosuficiencia en todo y la serenidad. La previsión desde
lejos y la regulación previa de los detalles más insignificantes sin escenas trágicas.

sobriedad en todo y firmeza,
ausencia absoluta de gustos vulgares y de deseo innovador

El uso de los bienes que
contribuyen a una vida fácil y la Fortuna se los había deparado en abundancia, sin orgullo
y a la vez sin pretextos, de manera que los acogía con naturalidad, cuando los tenía, pero
no sentía necesidad de ellos, cuando le faltaban.

El cuidado moderado del propio cuerpo, no como quien ama la vida, ni con
coquetería ni tampoco negligentemente, sino de manera que, gracias a su cuidado
personal, en contadísimas ocasiones tuvo necesidad de asistencia médica, de fármacos
o emplastos.

Además, no era propicio a desplazarse ni a agitarse
fácilmente, sino que gustaba de permanecer en los mismos lugares y ocupaciones.

Y encajaría bien en él lo que se recuerda de Sócrates: que era capaz de
abstenerse y disfrutar de aquellos bienes, cuya privación debilita a la mayor parte,
mientras que su disfrute les hace abandonarse a ellos.

Su vigor físico y su resistencia, y
la sobriedad en ambos casos son propiedades de un hombre que tiene un alma equilibrada
e invencible, como mostró durante la enfermedad que le llevó a la muerte.

y llevarme a comprender que es posible vivir en palacio sin tener necesidad de guardia
personal, de vestidos suntuosos, de candelabros, de estatuas y otras cosas semejantes
y de un lujo parecido; sino que es posible ceñirse a un régimen de vida muy próximo al
de un simple particular, y no por ello ser más desgraciado o más negligente en el
cumplimiento de los deberes que soberanamente nos exige la comunidad.

la resistencia de
mi cuerpo durante largo tiempo en una vida de estas características; el no haber tocado
ni a Benedicta ni a Teódoto, e incluso, más tarde, víctima de pasiones amorosas, haber
curado

libro 2

Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un
indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable.
Pero yo, que he observado que
la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso,

no puedo recibir
daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme
con mi pariente ni odiarle.

Sino que, en la idea de que eres
ya un moribundo, desprecia la carne: sangre y polvo, huesecillos, fino tejido de nervios,
de diminutas venas y arterias.

Reflexiona así: eres viejo; no consientas por más
tiempo que éste sea esclavo, ni que siga aún zarandeado como marioneta por instintos
egoístas, ni que se enoje todavía con el destino presente o recele del futuro

Sean suficientes para ti estas reflexiones, si son principios básicos. Aparta
tu sed de libros, para no morir gruñendo, sino verdaderamente resignado y agradecido de
corazón a los dioses.

Caso de que no aproveches esta oportunidad para serenarte, pasará, y tú también
pasarás, y ya no habrá otra.

Y conseguirás tu propósito,
si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda
irreflexión, de toda aversión apasionada que te alejara del dominio de la razón, de toda
hipocresía, egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino.

Estás viendo cómo son
pocos los principios que hay que dominar para vivir una vida de curso favorable y de
respeto a los dioses. Porque los dioses nada más reclamarán a quien observa estos
preceptos.

Pero quienes no siguen con atención los movimientos de su propia
alma, fuerza es que sean desdichados.

Sin embargo, muerte y vida, gloria
e infamia, dolor y placer, riqueza y penuria, todo eso acontece indistintamente al hombre
bueno y al malo, pues no es ni bello ni feo. Porque, efectivamente, no son bienes ni males.

13. Nada más desventurado que el hombre que recorre en círculo todas las cosas y «que
indaga», dice, «las profundidades de la tierra», y que busca, mediante conjeturas, lo que
ocurre en el alma del vecino, pero sin darse cuenta de que le basta estar junto a la única
divinidad que reside en su interior y ser su sincero servidor.
Porque sólo se nos puede privar del
presente, puesto que éste sólo posees, y lo que uno no posee, no lo puede perder.
¿Qué, pues, puede darnos compañía?
Única y exclusivamente la filosofía. Y ésta consiste en preservar el guía interior, exento
de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, si hacer nada al azar, sin valerse de la
mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún,
aceptando lo que acontece y se le asigna como procediendo de aquel lugar de donde él
mismo ha venido.

Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la
convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está
compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho
de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación
y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo
si es conforme a la naturaleza.

4. No consumas la parte de la vida que te resta en hacer conjeturas sobre otras personas,
de no ser que tu objetivo apunte a un bien común; porque ciertamente te privas de otra
tarea; a saber, al imaginar qué hace fulano y por qué, y qué piensa y qué trama y tantas
cosas semejantes que provocan tu aturdimiento, te apartas de la observación de tu guía
interior.

Pero si nada mejor aparece que la propia divinidad que en ti habita, que ha
sometido a su dominio los instintos particulares, que vigila las ideas y que, como decía
Sócrates, se ha desprendido de las pasiones sensuales, que se ha sometido a la autoridad
de los dioses y que preferentemente se preocupa de los hombres;

Porque no es lícito oponer al bien de
la razón y de la convivencia otro bien de distinto género, como, por ejemplo, el elogio de
la muchedumbre, cargos públicos, riqueza o disfrute de placeres.


Todas esas cosas,
aunque parezcan momentáneamente armonizar con nuestra naturaleza, de pronto se
imponen y nos desvían. Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera
en ello. «Pero lo mejor es lo conveniente.» Si lo es para ti, en tanto que ser racional,
obsérvalo. Pero si lo es para la parte animal, manifiéstalo y conserva tu juicio sin orgullo.
Trata sólo de hacer tu examen de un modo seguro.

Porque la persona que prefiere, ante todo, su propia
razón, su divinidad y los ritos del culto debido a la excelencia de ésta, no representa
tragedias, no gime, no precisará soledad ni tampoco aglomeraciones de gente. Lo que es
más importante: vivirá sin perseguir ni huir.

Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y persevera
en ello. «Pero lo mejor es lo conveniente.»Si lo es para ti, en tanto que ser racional,
obsérvalo. Pero si lo es para la parte animal, manifiéstalo y conserva tu juicio sin orgullo.
Trata sólo de hacer tu examen de un modo seguro.

Y
si todos los hombres desconfían de él, de que vive con sencillez, modestia y buen ánimo,
no por ello se molesta con ninguno, ni se desvía del camino trazado que le lleva al fin de
su vida, objetivo hacia el cual debe encaminarse, puro, tranquilo, liberado, sin violencias
y en armonía con su propio destino.


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34. Al besar a tu hijo, decía Epicteto, debes decirte: «Mañana tal vez muera.» «Eso es mal
presagio.» «Ningún mal presagio, contestó, sino la constatación de un hecho natural, o
también es mal presagio haber segado las espigas.»


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LIBRO IV
1. El dueño interior, cuando está de acuerdo con la naturaleza, adopta, respecto a los
acontecimientos, una actitud tal que siempre, y con facilidad, puede adaptarse a las
posibilidades que se le dan.

No tiene predilección por ninguna materia determinada, sino
que se lanza instintivamente ante lo que se le presenta, con prevención, y convierte en
materia para sí incluso lo que le era obstáculo

3. Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte. Tú también sueles anhelar
tales retiros. Pero todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te
apetezca, retirarte en ti mismo.

En ninguna parte un hombre se retira con mayor
tranquilidad y más calma que en su propia alma;

sobre todo aquel que posee en su interior
tales bienes, que si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total.


Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden. Concédete, pues, sin
pausa, este retiro y recupérate. Sean breves y elementales los principios que, tan pronto
los hayas localizado, te bastarán para recluirte en toda tu alma y para enviarte de nuevo,
sin enojo, a aquellas cosas de la vida ante las que te retiras.

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Reconsidera también cuántos, declarados ya enemigos, sospechosos u
odiosos, atravesados por la lanza, están tendidos, reducidos a ceniza.

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Dirige tu mirada a la prontitud con que se olvida todo y al abismo del tiempo
infinito por ambos lados, a la vaciedad del eco, a la versatilidad e irreflexión de los que dan
la impresión de elogiarte, a la angostura del lugar en que se circunscribe la gloria.

Te resta, pues, tenlo presente, el refugio
que se halla en este diminuto campo de ti mismo.

Y entre las máximas que tendrás a mano y
hacia las que te inclinarás, figuren estas dos: una, que las cosas no alcanzan al alma, sino
que se encuentran fuera, desprovistas de temblor, y las turbaciones surgen de la única
opinión interior. Y la segunda, que todas esas cosas que estás viendo, pronto se
transformarán y ya no existirán.

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16. Dentro de diez días les parecerás un dios, a quienes das la impresión ahora de ser una
bestia y un mono, si vuelves de nuevo a los principios y a la veneración de la razón.

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18. Cuánto tiempo libre gana el que no mira qué dijo, hizo o pensó el vecino, sino
exclusivamente qué hace él mismo, a fin de que su acción sea justa, santa o enteramente
buena. No dirijas la mirada a negros caracteres, sino corre directo hacia la línea de meta,
sin desviarte.

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Lo que en verdad es realmente bello, ¿de qué tiene necesidad? No más que la
ley, la verdad, la benevolencia o el pudor. ¿Cuál de estas cosas es bella por el hecho de
ser alabada o se destruye por ser criticada? ¿Se deteriora la esmeralda porque no se la
elogie? ¿Y qué decir del oro, del marfil, de la púrpura, de la lira, del puñal, de la florecilla,del arbusto?


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«Abarca pocas actividades, dice, si quieres mantener el buen humor.»

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libro 4, 26

26. ¿Hasta visto aquello? Ve también eso. No te aturdas. Muéstrate sencillo. ¿Yerra
alguien? Yerra consigo mismo. ¿Te ha acontecido algo? Está bien. Todo lo que te sucede
estaba determinado por el conjunto desde el principio y estaba tramado. En suma, breve
es la vida. Debemos aprovechar el presente con buen juicio y justicia. Sé sobrio en
relajarte.


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Desterrado es el que huye de la razón social; ciego
el que tiene cerrados los ojos de la inteligencia; mendigo el que tiene necesidad de otro
y no tiene junto a sí todo lo que es necesario para vivir.

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30. El uno, sin túnica, vive como filósofo; el otro, sin libro; aquel otro, semidesnudo. «No
tengo pan», dice, «pero persevero en la razón». Y yo tengo los recursos que
proporcionan los estudios y no persevero.


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31. Ama, admite el pequeño oficio que aprendiste; y pasa el resto de tu vida como persona
que has confiado, con toda tu alma, todas tus cosas a los dioses, sin convertirte en tirano
ni en esclavo de ningún hombre.
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34. Confíate gustosamente a Cloto y déjala tejer la trama con los sucesos que quiera.
35. Todo es efímero: el recuerdo y el objeto recordado.

Todo ser, en cierto modo, es semilla del que de él surgirá. Pero
tú sólo te imaginas las semillas que se echan en tierra o en una matriz.Y eso es ignorancia
excesiva.



ESTOICOS 


Del griego stoá, pórtico. Se conoce con este nombre a los representantes del estoicismo, escuela filosófica fundada hacia el 300 a. C. por Zenón de Citio, que impartió sus doctrinas en un pórtico ateniense pintado por Polignoto (stoá poikíle), por lo que también se le ha llamado «escuela del Pórtico» o «la Stoa».
      
      La filosofía estoica, que junto con el epicureísmo (v.) y el escepticismo (v.) constituye el núcleo básico del pensamiento filosófico posaristotélico (V. ARISTOTÉLICOS), perduró a lo largo de toda la época helenística y se extendió al Imperio romano; este enorme lapso de tiempo tenía que introducir necesariamente mutaciones en el seno de las doctrinas estoicas, por lo que se ha dividido en tres grandes periodos: la Stoa, antigua, la Stoa media v la Stoa nueva, romana o imperial.
      
      1. Estoicismo antiguo. Entre los e. pertenecientes a la Stoa antigua hay que destacar a Zenón (n. en Citium, en la isla de Chipre, ca. 336 a. C.; m. ca. 264), fundador de la escuela y que fijó las líneas esenciales de su doctrina; discípulo de los megáricos Estilpón y Diodoro Cronos, de los académicos Jenócrates y Polemón, y del cínico Crates -que influiría poderosamente en las tesis éticas del estoicismo-, fue autor de numerosos escritos de los que se conservan algunos fragmentos y, en ciertos casos, únicamente el título. Los otros dos grandes representantes de esta Stoa son Cleantes y Crisipo. Cleantes (n. en Assos ca. 331 a. C.; m. ca. 232) sucedió a Zenón como escolarca y fue un fiel seguidor de sus doctrinas; su actividad se consagró, más que a la creación de nuevas teorías, a la propagación de las de su maestro, en gran parte mediante el ejemplo que dio con su modo de vivir, basado en la austeridad; no fue un gran teórico, pero sí un hombre que hizo del estoicismo una vivencia; su obra más conocida es el Himno a Zeus, que influyó decisivamente en la religiosidad estoica. Crisipo (n. en Soli ca. 281 a. C.; m. ca. 208 en Atenas) sucedió a Cleantes como escolarca y fue el gran teórico de la escuela; su producción literaria fue enorme, ya que, según Diógenes Laercio, pasarían de setecientas sus obras (Vida, opiniones y apotegmas de filósofos ilustres, VII,180); su profundo espíritu sistematizador y dialéctico dio lugar a que estructurase el pensamiento estoico y lo defendiese brillantemente frente a las otras escuelas, por lo que se decía en la Antigüedad que «si no hubiera existido Crisipo, no hubiera existido la Stoa» (Diógenes Laercio, o. c. VII, 183).
      
      Otros e. notables de este periodo fueron Aristón (n. en Quíos ca. 320 a. C.; m. ca. 250), discípulo de Zenón y que intentó hacer del estoicismo una doctrina exclusivamente ética, negando valor a los problemas lógicos y físicos; Herilo de Cartago (s. in a. C.), también discípulo de Zenón, que se opuso a la interpretación dada a las doctrinas de éste por Cleantes y Crisipo, sosteniendo una ética de índole intelectualista en la que la virtud se adecuaba con la ciencia; Perseo de Citio (s. in a. C.), amigo de Zenón y que introdujo en la Stoa elementos tomados de los socráticos menores de Elis y Eretria; Dionisio de Heraclea (s. iii a. C.), discípulo de Zenón, y que fue llamado «el metathémenos» (tornadizo), pues, aquejado de una oftalmía, y a causa de los dolores que padeció, abandonó la tesis estoica de la apátheía (imperturbabilidad) ante el dolor y aceptó el hedonismo (v.) cirenaico; Esfero del Bósforo (s. ni a. C.), discípulo de Cleantes, y que siguió con la idea de ejemplificar el estoicismo con el modo de vivir, tal como había hecho su maestro; Zenón de Tarso (s. ni-n a. C.), que sucedió a Crisipo como escolarca, difundió con su fácil palabra las doctrinas estoicas; Arquidemo de Tarso (s. n a. C.), seguidor de Crisipo; Boecio de Sidón (s. n-i a. C.) que, aunque fundamentalmente peripatético y escolarca de esta escuela a la muerte de Andrónico de Rodas, recogió muchos elementos del estoicismo, haciendo una especie de síntesis sincrética de ambos sistemas; Apolodoro de Seleucia (s.la a. C.), escolarca y defensor' de la Stoa frente a los ataques del académico Carnéades, que fue maestro de Panecio de Rodas, por lo que representa el enlace del estoicismo antiguo con el medio.
      
      2. Estoicismo medio. La Sioa media representa una profunda mutación en el seno de las doctrinas estoicas; mientras que el estoicismo antiguo es reacio, en general, a admitir la influencia de otras escuelas, quizá por tratarse de un momento inicial en el que está comprometido en la lucha con ellas, especialmente con el escepticismo de los académicos, los e. medios se abren a numerosas influencias, dando con ello la característica fundamental de este periodo de la Stoa, la tendencia al sincretismo; además, frente al cultivo de la lógica y la física por los antiguos e., centrarán su atención en los problemas éticopolíticos, dando a la Stoa un giro práctico que influyó definitivamente en el peso que la escuela ejerció sobre el mundo romano a partir del s. i a. C. Los dos grandes representantes del estoicismo medio son Panecio y Posidonio.
      
      Panecio (n. en Rodas en 185 a. C.; m. en 110) introdujo en el pensamiento estoico numerosas doctrinas platónicas, pitagóricas y aristotélicas, especialmente en psicología; en ética atenuó el rigorismo primitivo de la escuela, defendiendo el valor que para la felicidad y la perfección del hombre tienen los bienes materiales recta y prudentemente usados; su influencia sobre la intelectualidad romana fue profunda, a través del círculo de Escipión Emiliano; Cicerón (v.) se inspiró para su De officüs (Sobre los deberes) en el Perí toú kathékontos (Sobre el deber) de Panecio. La culminación de la Stoa media está encarnada en la persona de Posidonio (n. en Apamea, en Siria, ca. 135 a. C.; m. ca. 51) que, con su enciclopedismo famoso en el mundo antiguo, llevó a cabo el sincretismo iniciado por Panecio, acentuando el dualismo alma-cuerpo de origen pitagórico-platónico, con la consideración del segundo como la cárcel de la primera; la influencia de Posidonio en el mundo romano es patente si tenemos en cuenta que entre sus discípulos se cuentan Pompeyo y Cicerón;- a través de este último, que en su De natui a deoruan y De divinatione expuso detenidamente las doctrinas de su maestro, Posidonio extendió su influjo por todo el pensamiento romano, llegando hasta el neopatonismo y la patrística (v.).
      
      Otros- representantes de la Stoa media son Dionisio de Cirene (s. ii a. C.), discípulo de Panecio y gran matemático; Hecatón de Rodas (s. ii a. C.), discípulo de Panecio y que acentuó la importancia de la ética sobre la lógica y la física; Mnesarco de Atenas (s. n-i a. C.), discípulo de Panecio; los miembros de la escuela estoica de Rodas, fundada por Panecio y engrandecida por Posidonio, entre los que destacan Asclepiodoto, Fenias y f asón.
      
      3. Estoicismo nuevo. La Stoa nueva acentúa la preponderancia que la ética había ya adquirido en el estoicismo medio, dándole un fuerte matiz religioso del que había carecido con anterioridad; en este periodo se encuentran los representantes más conocidos -aunque quizá no los más fieles- del estoicismo, encabezados por la gran tríada de Séneca (v.), Epicteto y Marco Aurelio (v.), con los que el estoicismo centrará su temática en los problemas ético-religiosos. Epicteto (n. en Hierápolis ca. el 50 d. C.; m. ca. 138), esclavo emancipado, enseñó en Nicópolis, en el Epiro (Grecia), teniendo como discípulo a Arriano de Nicomedia, que recogió sus doctrinas en las Disertaciones y en el Enquiridón o Manual de Epicteto; con Epicteto sigue el proceso de similitud entre el estoicismo y el cristianismo, hasta el punto de que, del mismo modo que con Séneca, ha surgido modernamente la tesis de la influencia cristiana en el pensador estoico, como lo ha hecho en 1894 -aunque sin éxito- Th. Zahn en su Der stoiker Epiktet und sein Verhültnis zuna Christentum. El emperador Marco Aurelio (n. en Roma el 26 abr. 121; m. en Vindobona -la actual Viena- el 17 mar. 180) ha dejado en sus Soliloquios -cuyo título original era Tá eís heautón (A sí mismo) y constituía una especie de diario personal- una bella muestra de la espiritualidad estoica; se acentúa en él la temática religiosa y el cosmopolitismo estoicos, que desembocan en la noción de una solidaridad entre todos los humanos regida por el principio del amor mutuo (Para Séneca, v. su artículo).
      
      Otros e. de este periodo son Cayo Musonio Rufo (s. i d. C.), que renovó la afinidad del estoicismo antiguo con el cinismo; Hierocles (s. i-n), que en su Ethiké stoicheíosis (Elementos de Ética) tiene grandes semejanzas con Epicteto; Lucio Anneo Cornuto (s. i d. C.), autor de un estudio sobre la teología griega en el que desarrolla la tesis de que el politeísmo heleno es aparente, ya que cada uno de los dioses no es más que la personificación de un atributo de un único principio divino; con él se inicia de forma plena el intento del paganismo (v.) de ofrecer una concepción religiosa superadora del politeísmo (v.) antropomórfico tradicional.
      
      4. Caracteres generales del estoicismo. Por lo que respecta al complejo doctrinal del estocismo, es fácil darse cuenta de que la extensión cronológica de la escuela originó numerosas variaciones de pensamiento entre los representantes de la misma. No obstante, se pueden considerar como puntos básicos y comunes a los e. los siguientes:
      
      1) División de la Filosofía en tres disciplinas: lógica, física y ética; esta tripartición del saber filosófico tiene un sentido jerárquico; la cúspide de la misma está ocupada por la ética, ya que el único problema realmente trascendente para el hombre es el moral; los demás saberes sólo tienen valor en la medida en que representan un medio necesario para la recta comprensión del orden moral; la lógica, por ser el instrumento para alcanzar la verdad; la física, como medio para develar los secretos de la naturaleza de la que forma parte integrante el hombre. Para aclarar este escalonamiento jerárquico los e. propusieron diversas comparaciones, entre las que es famosa la que asemeja la Filosofía a un huevo, en el que la cáscara representa la lógica, la clara la física y la yema la ética.
      
      2) La 'lógica queda dividida en lógica formal y teoría del conocimiento. La aportación de los e., en especial de la Stoa antigua, a la primera fue de gran importancia; desarrollaron la teoría del razonamiento hipotético, la lógica proposicional y la teoría de los signos y la significación -precedente de la semiótica moderna-; puede decirse que los e. representan la única nueva aportación de importancia en lógica formal que el mundo antiguo hizo a la lógica aristotélica. En teoría del conocimiento predominó en la Stoa el sensismo (v.); una de las preocupaciones fundamentales de los e. fue el hallar un criterio de verdad (v.), siendo ellos los que elevaron esta cuestión a una de las capitales dentro de la problemática filosófica; el criterio de distinción entre lo verdadero y lo falso lo situaban en la fantasía kataleptiké, en la representación comprensiva, la cual gozaba de una evidencia (enárgeia) que se imponía al espíritu humano.
      
      3) La física estoica deriva de la heraclítea, basándose en las nociones de fuego y de lógos; aceptando la teoría aristotélica del hilemorfismo (v.), los e. establecieron como materia del universo el fuego y como forma el lógos; todo el proceso dinámico cósmico, en el que del fuego primigenio se formarán los múltiples seres, está regido y ordenado por el lógos universal, razón suprema reguladora de la pluralidad de ciclos cósmicos, en los que el universo nace del fuego para volver a aniquilarse en él y volver a renacer; en el lógos están presentes todas las. diversas manifestaciones que adopta el devenir cósmico -teoría del lógos spermatikós-, entre las que el hombre ocupa un puesto destacado, ya que en él se manifiesta de modo especial el lógos universal; el lógos humano no es sino una participación de la razón cósmica, con lo que adquiere relieve el carácter de microcosmos del ser humano.
      
      4) Por lo que la ética estoica cifrará la felicidad en el vivir conforme a la naturaleza, lo que equivale a vivir de acuerdo con la razón; el deber (tó kathékon) radica en dominar las pasiones, perturbadoras de la racionalidad, con lo que se alcanzará la apatía (apátheia); el único mal es el. vicio, la conducta pasional e irracional; el único bien, la virtud; todas las demás cosas -bienes materiales, salud o enfermedad, dolor o placer- son indiferentes; de ahí se deriva la fortaleza estoica, enunciada en el famoso «soporta y abstente» (ésta es la postura de la Stoa antigua; poco a poco los e. otorgaron algún valor, al menos relativo, a los bienes materiales); el que alcanza la apátheia con su vivir racional es el «sabio», término que en el estoicismo tiene un alcance más ético que especulativo.
      
      El estoicismo resurge en el Renacimiento con 1. Lipsius (1547-1606), continuándose en C. Schoppe (15761649), Th. Gataker (1574-1654) y D. Heinsius (1580-1655), y extendiendo su influjo por diversos pensadores, entre los que destaca Kant (v.). En cierto modo el «espíritu estoico» ha sido una constante no sólo en la Filosofía, sino también en la Literatura universal.
      
      V. t.: HELENÍSTICA, FILOSOFIA; GRECIA VII, 7; ASCETISMO II, 3; DEBER; etc.
      
      
BIBL.: H. v. ARNIM, Stoicorum veterum fragmenta, Leipzig 1903-24; N. FESTA, I frammenti degli stoici antichi, Bar¡ 1932-35; P. BARTH, La Stoa, Madrid 1930; M. POLENZ, Die Stoa. Die Geschichte einer geistigen Bewegung, 2 ed. Gotinga 1959; P. ROTTA, Gli stoici, Brescia 1953; 1. BRUN, Le stoicisme, París 1958; B. MATES, Stoic Logic, Berkeley, 1953; K. REINHARDT, Kosmos und Sympathie, Mónaco 1920; R. KIRK, The Moral Philosophy of the Stoics, Nueva Brunswick 1951; L. ZANTA, La renaissance du stoicisme au XVIe siécle, París 1914. 

1. BARRIO GUTIÉRREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
Estoicismo
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Busto de Zenón de Citio, fundador del estoicismo, en Atenas, Grecia.
El estoicismo es uno de los movimientos filosóficos que, dentro del periodo helenístico, adquirió mayor importancia y difusión. Fundado por Zenón de Citio en el 301 a.C., adquirió gran difusión por todo el mundo greco-romano, gozando de especial popularidad entre las élites romanas. Su período de preeminencia va del siglo III a.C. hasta finales del siglo II d.C. Tras esto, dio signos de agotamiento que coincidieron con la descomposición social del Alto Imperio romano y el auge del cristianismo.
Contenido
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* 1 Perspectiva histórica 
o 1.1 Fases 
* 2 Filosofía estoica 
o 2.1 Teoría estoica del conocimiento 
* 3 La moral estoica 
* 4 Algunas citas estoicas 
* 5 Véase también 
* 6 Referencias 
* 7 Bibliografía 
* 8 Enlaces externos 
Perspectiva histórica [editar]
El estoicismo fue fundado por Zenón de Citio (340-260 a.C) –a veces llamado Zenón el estoico para distinguirlo de Zenón de Elea–, de origen chipriota y posiblemente de ascendencia mixta, griega y oriental.[1] Se trasladó a Atenas en el 311 a. C. después de una vida agitada. Por aquél entonces Atenas era el centro cultural del mundo griego, donde se congregaban las principales escuelas de filosofía. Durante su estancia, tomó contacto con la filosofía socrática, en especial la de la escuela cínica, y la megárica. Según Diógenes Laercio, inicialmente se inclinó por el cinismo, siendo alguien especialmente cercano a Crates, pero pronto abandonó esta escuela al rechazar las numerosas "exageraciones" en que estos incurrían, porque no podían ofrecerle ningún programa de vida válido. Tras este abandono del cinismo, estudió con otros filósofos de las escuelas académica, aristotélica y megárica pero, insatisfecho con ellas, acabó creando su propia escuela, en la que combinaba múltiples aspectos cínicos con los de otros filósofos como Heráclito.[2] Desde la antigüedad, se estudió la posible influencia sobre Zenón de doctrinas semíticas tales como el judaísmo o las filosofías del oriente medio; el considerable parecido entre el estoicismo y el cristianismo en algunas doctrinas, sobre todo en la ética y en la cosmología, sugirieron a panegiristas cristianos como Quintiliano y Tertuliano que Zenón estaba familiarizado, por su origen semita, con el judaísmo.[3]


Zenón de Citio
El término estoicismo proviene del lugar en el que Zenón comenzó a dar sus lecciones en el año 301 a.C., a saber, la Stóa poikilé (en griego ????, stoa, pórtico), que era el “Pórtico pintado” del ágora de Atenas. Pronto atrajo a numerosos seguidores quienes, tras la muerte de Zenón, continuarían y expanderían su filosofía. El estoicismo fue la última gran escuela de filosofía del mundo griego en ser fundada, y continuó existiendo hasta que en el año 529 d.C. el emperador Justiniano clausuró la Escuela de Atenas.
El corpus doctrinal del estoicismo se basó en las escrituras de Zenón, hoy en día perdidas; no obstante, se sabe que escribió numerosas obras entre cuyos títulos destacaban: De la vida conforme a la naturaleza; De los universales; Argumentos dialécticos y De las pasiones. Cuando Zenón muere en el 261 a. C. se hacen cargo de la escuela Cleantes y Crisipo. A decir de Laercio, a este último se le debe que el estoicismo perdurase: Sin Crisipo no habría habido la Estoa.. En efecto, Crisipo, que dirigirá la Stóa desde el 232 a. C. hasta su muerte, acaecida en el 208 a. C., fijó el canon del estoicismo, perfeccionó las investigaciones lógicas y sistematizó las enseñanzas de Zenón. Desgraciadamente de su obra sólo han sobrevivido algunos escasos fragmentos y unas pocas referencias hechas por otros autores, resultando complicado discernir qué partes del ideario se deben a Zenón, a Crisipo y a Cleantes. En general, apenas si se han conservado algunos fragmentos de los textos estoicos más antiguos.


Crisipo de Soli
Con la muerte de Crisipo, se dio por concluida la primera fase del estoicismo, llamada Estoicismo antiguo. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por el establecimiento formal de la doctrina. Tras Crisipo, dirigieron la escuela Diógenes de Babilonia y Antípater de Tarso, comenzando la época denominada estoicismo medio. Durante la misma se da la expansión del estoicismo por todo el mundo mediterráneo, aprovechando el impulso del mundo helenístico y las redes comerciales surgidas con el auge de Roma. Sus principales figuras fueron Panecio de Rodas (185-109 a. C.) y, sobre todo, Posidonio de Apamea. Quizá el hecho más destacado de este período fue la introducción del estoicismo entre las élites romanas. La sociedad aristocrática romana de los siglos II y I a.C. valoraba en mucho los tiempos de "nuestros padres", refiriéndose a los siglos anteriores en que la relevancia económica y militar de Roma todavía era escasa. Se idealizaba y exaltaba la sencillez y la sobriedad de la vida de aquellos tiempos y, como en todo el mundo griego, se miraba con desconfianza a los lujos y a las costumbres modernas, más sofisticadas, que se habían ido introduciendo conforme la República Romana ganaba preminencia. La doctrina estoica, muy favorable a esos puntos de vista, fue introducida con éxito, y ganó adeptos tan conocidos como Catón el Viejo, Escipión el Africano y Catón el Joven; la notable fama de estos favoreció aún más al estoicismo, que pronto fue la escuela filosófica más admirada por los romanos.
Los estoicos antiguos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica (teoría del conocimiento y de la ciencia), la física (ciencia sobre el mundo y sobre las cosas) y la ética (ciencia de la conducta). Todas ellas se refieren a aspectos de una misma realidad: el universo en su conjunto y el conocimiento sobre él. Este puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una estructura organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante, siendo la faceta más importante la ética.


Busto de Séneca, parte de una doble herma (Antikensammlung Berlin).
De los escritos del período medio apenas se conservan, de nuevo, más que unos pocos textos fragmentados. Usualmente, se considera que tras la muerte de Catón el Joven y la resolución de las guerras civiles que condujeron al establecimiento del Imperio romano, surge la última etapa del estoicismo, el llamado Estoicismo nuevo o Estoicismo romano. Los filósofos de esta etapa han llegado a ser mucho más famosos y conocidos que los estoicos antiguos (y sus obras son las conservadas en mayor número), y materializaron la implantación del estoicismo como la principal doctrina de las élites romanas. El estoicismo romano destaca por su vertiente eminentemente práctica, donde las consideraciones lógicas, metafísicas o físicas del estoicismo antiguo pasan a un segundo plano para desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la escuela. Los principales exponentes de esta etapa, y posiblemente los estoicos más famosos, fueron Lucio Anneo Séneca (4 a. C.-65 d. C.), uno de los escritores romanos más conocidos y quizá el estoico mejor conocido, Epicteto (50-130 d.C), nacido esclavo, y que no dejó obra escrita, y el emperador Marco Aurelio (121-180 d.C). La obra de Séneca, Marco y Epicteto permite acercarse, de manera sencilla y didáctica, a los principales aspectos del estoicismo, si bien no introdujeron ningún elemento esencialmente original en la doctrina.
Tras la muerte de Marco Aurelio, se considera que el estoicismo entra en decadencia. Las sucesivas crisis políticas, económicas y militares que asolan el Imperio romano durante el siglo III tienen como consecuencia una revalorización de la espiritualidad que el estoicismo no puede afrontar, surgiendo el Neoplatonismo, que, a partir del 250 d.C., desplazará al estoicismo como principal doctrina de las élites. El giro cultural de esta época provoca que el plan de vida estoico pase a ser negativamente considerado; será esencialmente en esta época en la que el estoicismo se ganará su fama de envarado y rígido. Igualmente, el auge del cristianismo afecta negativamente a todas las escuelas filosóficas helenísticas, al ser rechazadas muchas de sus enseñanzas por contrarias a la doctrina cristiana. Para el año 300, la única de éstas capaz de objetar algo al cristianismo es el neoplatonismo, y el triunfo de aquél sentencia definitivamente al movimiento helenista en general, que formalmente concluye en el 529 d.C., cuando Justiniano cierra las escuelas filosóficas de Atenas (el Liceo, la Academia, la Stoa).
No obstante, el estoicismo influirá en numerosas corrientes filosóficas posteriores, desde los primeros padres de la Iglesia hasta Descartes y Kant. Como se ha dicho, los primeros padres de la Iglesia admiraron del estoicismo su ética, que consideraba especialmente cercana a la suya propia; su calma, su serenidad, así como su posición frente a las adversidades hicieron que algunos cristianos como Tertuliano trataran a estoicos como Séneca en los términos de "saepe noster" (" a menudo, uno de los nuestros"), mientras que San Jerónimo lo incluyó en su catálogo de santos. Incluso se difundió la leyenda de que Séneca había sido bautizado antes de morir por San Pablo, con quien además habría mantenido correspondencia, y que Marco Aurelio habría igualmente mantenido correspondencia con el Papa y algunos cristianos romanos. Durante el Renacimiento, el estoicismo ganó difusión entre las corrientes humanistas y universitarias: la primera obra de Calvino fue una edición de De clementia de Séneca, y las referencias al estoicismo nuevo son constantes en Erasmo, Juan Luis Vives y Michel de Montaigne. En esta época se revalorizó la actitud vital estoica; en la actualidad, se utiliza cotidianamente el término “estoicismo” para referirse a la actitud de tomarse las adversidades de la vida con fortaleza y aceptación.
Fases [editar]


Posidonio
* Estoicismo Antiguo (siglos III-II a. C.): 
o Zenón de Citio 
o Cleantes 
o Crisipo 
* Estoicismo Medio (siglos II-I a. C.): 
o Panecio (180-110 a. C.) 
o Posidonio (155-51 a. C.) 
* Estoicismo Nuevo o romano (siglos I ddC-III ddC): 
o Séneca 
o Epicteto 
o Marco Aurelio 
Filosofía estoica [editar]
La filosofía no promete asegurar nada externo al hombre: en otro caso supondría admitir algo que se encuentra más allá de su verdadero objeto de estudio y materia. Pues del mismo modo en que el material del carpintero es la madera, y el del escultor, bronce, el objeto del arte de vivir es la propia vida de cada cual
Epicteto.[4]
Los estoicos proclamaron que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo ajeno a las comodidades materiales, la fortuna externa, y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud (tal es la idea de la imperturbabilidad o ataraxia). Asumiendo una concepción materialista de la naturaleza, siguieron a Heráclito en la creencia de que la sustancia primera se halla en el fuego y en la veneración del logos, que identificaban con la energía, la ley, la razón y la providencia encontradas en la naturaleza. La razón de los hombres se consideraba también parte integrante del logos divino e inmortal. La doctrina estoica que consideraba esencial cada persona como miembro de una familia universal ayudó a romper barreras regionales, sociales y raciales, y preparar el camino para la propagación de una religión universal. La doctrina estoica de la ley natural, que convierte la naturaleza humana en norma para evaluar las leyes e instituciones sociales, tuvo mucha influencia en Roma y en las legislaciones posteriores de Occidente. Además tuvo importancia en corrientes y filósofos posteriores como Descartes y Kant. Hoy en día se utiliza el término estoico para referirse a la actitud de tomarse las adversidades de la vida con fortaleza y resignación.
En el campo de la lógica desarrollaron la lógica inductiva. Dividieron la lógica en Retórica (ciencia del recto decir) y Dialéctica.
En el campo de la física retornaron a la filosofía de Heráclito: todo está sometido al cambio, al movimiento. La física, según el estoicismo, es el estudio de la naturaleza tanto del mundo físico en su totalidad como de cada uno de los seres que lo componen, incluidos los seres divinos humanos y animales. Fundamentalmente especulativa, y en clara deuda con el pensamiento de Parménides (unidad del ser) y Heráclito, la física estoica concibe la naturaleza como un fuego artístico en camino de crear.
El universo es un todo armonioso y causalmente relacionado (es decir, todo esta relacionado por una serie de causas), que se rige por un principio activo, el Lógos cósmico y universal del que el hombre también participa. Este lógos cósmico, que es siempre el mismo es llamado también Pneuma (soplo, Fatum en latín), aliento ígneo, ley natural, naturaleza (physis), necesidad y moira (destino, Fatum en latín), nombres todos ellos que hacen referencia a un poder que crea, unifica y mantiene unidas todas las cosas y que no es simplemente un poder físico: el pneuma o lógos universal es una entidad fundamentalmente racional: es Dios (panteísmo), un alma del mundo o mente (razón) que todo lo rige y de cuya ley nada ni nadie puede sustraerse. Inmanente al mundo, el lógos es corpóreo, penetra y actúa sobre la materia (hylé): principio pasivo, inerte y eterno que, en virtud del pneuma o lógos, produce todo ser y acontecer. Todo en la naturaleza es mezcla de estos dos principios corpóreos (materialismo).
Aunque la naturaleza (physis) es plenamente racional, no rige de la misma forma a todos los seres:
* Los hombres nacen con un alma[5] como si fuera una "tabla rasa" pero cuando adquieren cierta madurez pueden, mediante el uso de una "fantasía" aceptar o rechazar las impresiones que los "iconos" que desprenden las cosas fijan en el alma como conceptos. Cuando el hombre maduro ejerce una "fantasía cataléptica" es capaz de comprender la verdad de los conceptos, a partir de dichas impresiones y elaborar a partir de los mismos juicios verdaderos y razonamientos verdaderos. 
* En los animales irracionales mediante un alma sensible que percibe pero no conoce. 
* Mediante un alma vegetal en las plantas. 
* Mediante el movimiento local de los átomos regidos por el fatum o destino.[6] 
La teología estoica es panteísta: no hay un Dios fuera de la naturaleza o del mundo; es el mismo mundo en su totalidad el que es divino, lo que justifica que la creencia en los dioses, pese a su heterogeneidad, sea universal.
La concepción de un cosmos dotado de un principio rector inteligente desemboca en una visión determinista del mundo donde nada azaroso puede acaecer: todo está gobernado por una ley racional que es inmanente (como su lógos) y necesaria; el destino no es más que la estricta cadena de los acontecimientos (causas) ligados entre sí: Los sucesos anteriores son causa de aquellos que les siguen, y en esta manera todas las cosas van ligadas unas a las otras, y así no sucede cosa alguna en el mundo que no sea enteramente consecuencia de aquélla y ligada a la misma como a su causa. (SVF, II, 945).
El azar no existe; es el simple desconocimiento causal de los acontecimientos. Si nuestra mente pudiera captar la total trabazón (conexión) de las causas podría entender el pasado, conocer el presente y predecir el futuro. Este mundo es el mejor de todos los posibles y nuestra existencia contribuye a este proyecto universal, por lo que, como veremos, no hay que temer al destino, sino aceptarlo.
El lógos que todo lo anima está presente en todas las cosas como lógoi spermatikoi, razones seminales de todo lo que acontecerá. Como el mundo es eterno y el lógos es siempre el mismo inevitablemente habrán de repetirse todos los acontecimientos (eterno retorno) una y otra vez. El mundo se desenvuelve en grandes ciclos cósmicos (aión, año cósmico), de duración determinada, al final de los cuales todo volverá a comenzar de nuevo, incluso nosotros mismos. Cada ciclo acaba con una conflagración universal o consumación por el fuego de donde brotarán de nuevo los elementos (aire, agua y tierra) que componen todos los cuerpos, comenzando así un nuevo ciclo.
Teoría estoica del conocimiento [editar]
Los escépticos, muy influyentes a partir del siglo II a.C. trataban de independizar al hombre del mundo mediante la abstención de juicio. Dudaban de la posibilidad de conocimiento sensible, mediante el pensamiento discursivo y de los resultados de combinar ambos. El relativismo de Protágoras es la base de la duda escéptica respecto a los sentidos. No pueden ser una reproducción inmediata de las cosas si la percepción varía de individuo en individuo y entre distintas situaciones del mismo individuo o del objeto. Estas contingencias no se pueden evitar, así que no hay posibilidad de conocimiento sensible. Por otra parte, las opiniones vienen condicionadas por la costumbre. Ante la contradicción de opiniones no se puede distinguir la veraz. El método de deducción silogística de Aristóteles depende de las premisas. Estas premisas ni se pueden admitir sin demostración ni pueden ser simplemente hipotéticas. Por tanto, el camino del conocimiento de lo general a lo particular mediante el silogismo es imposible, pues el punto de partida es incierto. De modo que lo mejor desde el punto de vista escéptico es abstenerse de juzgar, pues no se puede decir nada más allá del parecer.
Frente a ellos, los estoicos, filósofos preocupados esencialmente por problemas éticos, sostienen que se llega a la virtud por el saber. Por tanto, deben buscar el conocimiento pese a todas las objeciones, y para ello deben encontrar un criterio de verdad certero. Consideran que la percepción deja la impresión de lo externo en el alma, que al nacer sería como una tabla de cera en la que lo exterior imprime sus signos. Las representaciones generales se deben al enlace entre impresiones o a su permanencia. No hay pues ni ideas platónicas ni una energía externa que produzca conceptos. A partir de esta base, el argumento principal de los estoicos para afirmar la existencia de un criterio de verdad es que las impresiones son iguales para todos los individuos. Consideran que el consenso de los hombres sobre las representaciones se puede tomar como punto de partida para la demostración. Sin embargo, en el último estoicismo hay cambios respecto a este punto. Para Cicerón no se trata del consenso entre los individuos, sino de representaciones innatas, presentes desde el nacimiento en cada uno. Según Cicerón el nombre nace con unos principios morales, la creencia en Dios y otros.
Respecto a las percepciones, los estoicos consideran que el criterio del conocimiento verdadero es la evidencia de la percepción. Las percepciones son verdaderas, el error cuando hay contradicciones está en la opinión, no en las percepciones, que son veraces al mostrar algo en unas determinadas circunstancias.
La moral estoica [editar]
Al estar todos los acontecimientos del mundo rigurosamente determinados y formar parte el hombre del logos universal, la libertad no puede consistir más que en la aceptación de nuestro propio destino, el cual estriba fundamentalmente en vivir conforme a la naturaleza. Para ello el hombre debe conocer qué hechos son verdaderos y en qué se apoya su verdad.
El bien y la virtud consisten, por lo tanto, en vivir de acuerdo con la razón, evitando las pasiones (pathos). Que no son sino desviaciones de nuestra propia naturaleza racional. La pasión es lo contrario que la razón, es algo que sucede y que no se puede controlar, por lo tanto debe evitarse. Las reacciones, como el dolor, el placer o el temor, pueden y deben dominarse a través del autocontrol ejercitado por la razón, la impasibilidad (apátheia, de la cual deriva apatía) y la imperturbabilidad (ataraxia). Éstas surgirán de la comprensión de que no hay bien ni mal en sí, ya que todo lo que ocurre es parte de un proyecto cósmico. Sólo los ignorantes desconocen el lógos universal y se dejan arrastrar por sus pasiones.
El sabio ideal es aquél que vive conforme a la razón, está libre de pasiones y se considera ciudadano del mundo. El cosmopolitismo, que defiende la igualdad y solidaridad de los hombres.
Algunas citas estoicas [editar]
De Lucio Anneo Séneca:
* “Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida.” 
* “Niego que las riquezas sean un bien: pues si lo fuesen, harían hombres buenos; ahora bien, como lo que se encuentra entre los malos no puede llamarse un bien, les niego ese nombre. Por lo demás, concedo que han de tenerse, que son útiles y proporcionan grandes comodidades a la vida.” 
* “Esto dirá aquél a quien ha sido dada la sabiduría, a quien su alma libre de vicios ordena reprender a los demás, no porque los odie, sino para curarlos: “Vuestra opinión me afecta, no por mí sino por vosotros: odiar y atacar la virtud es renunciar a la esperanza de enmienda” No me hacéis ninguna injuria, como no la hace a los dioses los que derriban sus altares.” 
* “Seguir la vida mejor, no la más agradable, de modo que el placer no sea el guía, sino el compañero de la voluntad recta y buena. Pues es la naturaleza quien tiene que guiarnos; la razón la observa y la consulta. Si conservamos con cuidado y sin temor nuestras dotes corporales y nuestras aptitudes naturales, como bienes fugaces y dados para un día, si no sufrimos su servidumbre y no nos dominan las cosas externas; si los placeres fortuitos del cuerpo tienen para nosotros el mismo puesto que en campaña los auxiliares y las tropas ligeras (sirven para servir, no mandar).” 
De Marco Aurelio:
* ¡Asia, Europa: rincones del mundo; todo el océano: una gota del universo! El Athos: un minúsculo terrón en todo el universo; todo el presente, un instante en la eternidad. 
* Aunque vayas a vivir tres mil años o tres mil veces diez mil, recuerda que nadie deja atrás otra vida que esa que está viviendo y tampoco está viviendo otra que no sea la que deja atrás. Se iguala por tanto lo más duradero con lo más breve: el presente es igual para todos, como también lo que muere, y lo que dejamos atrás se manifiesta efímero por igual. 
Véase también [editar]
* Historia de la Filosofía 
Referencias [editar]
1. ? Vid. Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos, Zenón, 2 
2. ? Störig, H.J., Historia de la filosofía, ed. Tecnos, pp. 227-229 
3. ? Zeller, Grundriss, pp 250-251 
4. ? Cfr. Flavio Arriano en su compilación de los Discursos de Epicteto, Discursos 1.15.2 
5. ? Para los estoicos, como para todo el mundo griegos, y antiguo en general, el alma es ante todo principio de "automovimiento", lo que constituye el alma del mundo como movimiento, y en las plantas como vida vegetativa, en los animales como vida sensible y en el hombre con capacidad de vida racional 
6. ? En los hombres la libertad entendida como posible aceptación del fatum para llegar a la ataraxia es posible porque en ciertos casos el alma racional puede producir una "declinatio" o "inclinación" en la trayectoria de los átomos produciendo cierta modulación en el rígido determinismo de la naturaleza 
Bibliografía [editar]
* Boeri, Marcelo D. (2004). Los Estoicos Antiguos. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. 
* Intr., trad. y notas de Á. J. Cappelletti. Rev.: P. Ortiz García (1996). Los estoicos antiguos. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1843-9. 
* Ferrater Mora, J. (1984). Diccionario de Filosofía: (Estoicismo, Cataléptico). Barcelona: Alianza Editorial. ISBN 84-206-5202-4. 
* Hirschberger, J. (1968). Historia de la Filosofía, Tomo I. Barcelona: Editorial Herder. 
* Sánchez Meca, Diego (2001). Teoría del conocimiento. Madrid: Dykinson. ISBN 84-8155-775-7. 
Enlaces externos [editar]
* Estoicismo en Ecuador: Proyecto para difundir la filosofía estoica por Internet 
* Textos de los estoicos 
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Estoicismo"
Categorías: Doctrinas filosóficas | Filosofía antigua
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
JAIME BALMES (1810-1848) - Índice general





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XXV - ESTOICOS
  133. La escuela estoica, fundada por Zenón de Citium, y que tomó el nombre del pórtico en que éste enseñaba, se ha hecho célebre por la severidad de su moral. Adoptó el rigor de los cínicos, mas no su impudencia. Zenón fue discípulo del cínico Crates; pero se instruyó posteriormente en la escuela de Megara bajo la enseñanza de Stilpon, y en la platónica, oyendo primero a Xenócrates y después a Polemón. 
  134. Según los estoicos, nada hay bueno sino la virtud, nada malo sino el vicio. La virtud es la felicidad, el vicio, la desdicha. La virtud es sabiduría, el vicio, insensatez. El sabio o virtuoso, que para ellos significa lo mismo, es feliz, sean cuales fueren sus aparentes infortunios; si le atormentan en el potro, le meten en el toro de Falaris, o le destrozan lentamente sus carnes, continuará dichoso: su ventura es imperturbable; nada pueden contra ella los hombres; la conciencia es un cielo. Verdad es que a más de la virtud y el vicio hay en el mundo otras cosas que parecen buenas o malas; mas los estoicos, temerosos de contaminarse, no les daban estos nombres, sino el de preferibles o posponibles; los de bien y de mal los reservaban a la virtud y al vicio. 
  135. El sabio de los estoicos es una especie de ser impasible, a quien nada puede perturbar. Todo lo tiene y nada puede perder, y así no teme; nada le falta, y así nada desea; las pasiones que se levantan en los demás hombres, el sabio las conserva encadenadas, siempre, en todas ocasiones, en la fortuna próspera o adversa. La familia perece, los amigos mueren, la patria se hunde, el mundo se desploma: el sabio está sereno; el gozo retoza, la alegría se derrama, el dolor gime, la tristeza suspira, el asombro se petrifica, el terror se hiela y enmudece: el sabio continúa impasible.
     ¿Dónde está ese hombre? Entre los antiguos no se le encuentra; es un ser ideal que ellos concebían, nada más. 
  136. ¿Cuáles eran las doctrinas en que pretendían apoyar tanta virtud? Es sensible que tan bellos sentimientos no tuviesen por cimiento una sólida teoría. ¿Cuál era el Dios de los estoicos? El fuego: uno de los cuatro elementos. ¿Qué era el alma ? Una centella de fuego. ¿A qué condiciones está sujeto el ejercicio de su acción? La necesidad. El hado, fatum: el alma, según los estoicos, no es libre. ¿Cuál el porvenir que nos espera, en recompensa o castigo? El alma, o muere con el cuerpo, o vive sólo por largo tiempo; a la manera de las cornejas, como dice con. gracia Cicerón (Tusc., lib. I).
     Por manera que con un dios corpóreo, un alma material, sin libertad ni vida futura, querían cimentar una moral tan severa; no es más difícil el levantar una pirámide como las de Egipto sobre un montón de arena. 
  137. El estoicismo continuó por algún tiempo aún después de haber aparecido sobre la tierra la religión cristiana; estoicos fueron Epicteto y el emperador Marco Aurelio. Por lo que nos ha quedado de los escritos de aquella época, parece que el estoicismo se elevaba a mayor altura. ¿Cuál es la causa? La influencia del cristianismo. A la sazón se leían ya por todo el mundo romano los Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento; y Atenágoras y San Justino dirigían a los emperadores las apologías de la religión cristiana. Villemain, en su obra de la Filosofía estoica y del cristianismo, ha hecho notables observaciones en confirmación de esta verdad (Misceláneas, t. II). 
  138. La cosmología de los estoicos se reducía a explicar el mundo por la acción del fuego, materia pasiva, y fuego que da movimiento, acción viva; helo aquí todo. Esto ni siquiera tiene el mérito de la novedad: lo hemos hallado en escuelas anteriores. 
  139. Su ideología estaba conforme con sus principios materialistas: no habiendo más que cuerpos, no hay más inteligencia que la sensación; toda la actividad del alma se dirige a ésta, y de aquí no puede pasar, porque fuera de esto no hay nada.
    Sin embargo, ocupándose el alma de los materiales ofrecidos por la sensación, se forman varias clases de conocimiento: sus grados los explicaba Zenón con gestos. Abría la mano y mostraba el reverso de ella. «He aquí —decía— la representación: visus.» Encorvaba un poco los dedos. «He aquí el asenso: assensus.» Cerraba la mano y mostraba el puño. «He aquí la comprensión: comprehensio.» Con la mano izquierda cogía el puño de la derecha y le apretaba fuertemente: «He aquí la ciencia, patrimonio del sabio» (Cic., I. Acad., lib. II). 
  140. El método de los estoicos era oscuro, sutil, como de quien descarna huesos o saca espinas con alfileres: nec more hominum acu spinas vellentium, ut Stoici, nec ossa nudantium (Cic., De finibus, lib. IV). 
  141. Su lógica abundaba de sutilezas: ocupándose sólo de la parte relativa al arte de disputar, se olvidaban de la inventiva. 
  142. No siempre estuvieron de acuerdo los discípulos de Zenón; profesaban con harta frecuencia opiniones encontradas, que no hay necesidad de exponer aquí. Se distinguen en esta escuela Perseo, Aristón, Herilo, Cleantes, descollando Crisipo, llamado la columna del Pórtico. 
  143. Los estoicos fueron poco felices en el arte de hablar. Zenón era tan frío que era capaz de apagar el fuego en quien lo tuviese: Restinguet citius, si ardentem acceperit (Cic., De finib., lib. IV). Cleantes y Crisipo escribieron un arte retórica; de la de Crisipo dice Cicerón, con mucho donaire: «Si alguien quiere aprender a callar, no debe leer otra cosa.» Si quis obmuttescere concupierit, nihil aliud legere debeat (Ibid).

El  Estoicismo
por  Jorge Raúl Olguín.
                   El estoicismo  es una corriente filosófica  creada 

                             por un mercader fenicio llamado  Zenón de Citio 

                             (335 - 264  a.C.)

                             La misma no consiste en satisfacer la curiosidad

                             de  los  sabios,    sino   en   tratar   de   llegar   a

                             captar el conocimiento de la virtud y su enseñanza,

                             mediante  el ejercicio  de  la misma.  Los estoicos

                             definían  como   virtudes   a  las  tres  principales

                             divisiones  de  la  filosofía  corriente  de  aquella

                             época: la lógica, la física y la ética. Sostenían que

                             la virtud en sí  y  la aceptación  de  la adversidad

                             eran el medio de lograr la felicidad.  Admitían la

                             existencia  del  alma,  pero  de  forma  corpórea,

                             material.  Decían  que  no  podían  explicar  su

                             influencia  sin esa cualidad.  El  mismo  Platón

                             había escrito:  "Un ser es lo que tiene poder de

                             actuar o ser actuado"  y los estoicos agregaban:

                             "Y la acción sin contacto es inconcebible. Todo

                             lo que existe  es capaz de obrar,  de actuar  y de

                             ser accionado".  En  lo  que  se  refiere  al alma

                             humana, el estoicismo  la interpreta  como una

                             cualidad de la mayor pureza e intensidad, pero

                             concebida  como sutil corriente  de aire  o gas

                             (pneuma).
(2º Parte)

                  En lo que respecta a religión, los estoicos amaban

                              y creían  en  un Dios omnipotente,  rector  de un

                              mundo que había creado  de sí mismo.  Hay que

                              destacar  un  pensamiento  de  Zenón: "El mejor

                              templo de Dios  es  el corazón  del hombre  y  la

                              mejor oración, el deseo de amarle".

                              La escuela estoica  de Atenas  se desarrolló

                              entre el 300 a.C.  y  el 200 d.C.

                              El estoicismo  parecía  una corriente precursora

                              cristianismo, aunque este último  es una religión

                              y no una corriente filosófica. El imperio romano,

                              considerado el mundo civilizado,  fue  de a poco

                              degenerando  y  empobreciéndose.   Aparecieron

                              las hordas bárbaras de las regiones del norte que,

                              en  lugar  de  imponer  sus  ideas,  adoptaron  la

                              nueva religión. 

(3º Parte)
                   Los ritos paganos  y  los mitos nórdicos  se fueron

                              disipando  y  dieron  lugar  al  surgimiento  de un

                              nuevo  poder:  el  papado,  de  fuerza  irresistible.

                              La Iglesia predomina sobre todo y sobre todos. El

                              dogma reemplaza  a la filosofía.  La ciencia queda

                              estancada y así transcurren los siglos  sin que una

                              chispa   de   discernimiento   ilumine   el   negro 

                              firmamento  del  pensamiento  humano.

                              Una muestra de ello se ve  cuando el emperador

                              Justiniano  cierra la escuela filosófica  de Atenas

                              y luego presiona al Papa Virgilio a que concuerde

                              en un todo con él.  Al no lograrlo, lo destierra a 

                              una isla  en el mar  de  Mármara  y convoca  un

                              concilio ecuménico en Constantinopla. Corre el

                              553  y,  en confabulación  con  la curia,  cambia 

                              muchas palabras  del mensaje de Jesús, logrando

                              distorsionar el evangelio y sembrando sin piedad 

                              el sometimiento de las masas mediante el temor

                              religioso a un "castigo divino". 
Estoicismo
La filosofía estoica tuvo una notable infuencia muchos siglos después de su desarrollo. En los siglos XVI y XVII hay en Europa un viguroso renacimiento de doctrinas estoicas que influirán en Descartes, Kant y Hegel. 
Los estodicos redujeron las cuatro causas aristotélicas a dos únicos principios: 
1. Un principio pasivo: la materia 
2. Un princpio activo: el logos universal. 
El Logos no es inmaterial sino de naturaleza corpórea. Sólo es real lo que actúa o padece una acción y como sólo un cuerpo puede actuar o padecer, todo lo real es corpóreo. La doctrina estoica es estrictamente materialista. La materia carece de cualidades y es pasiva, siendo equivalente a la materia prima aristotélica. 
El principio activo es simultáneamente causa eficiente y también, en cierto sentido, causa formal de cuanto acontece ya que contiene las "semillas" a partir de las cuales se desarrollan todas las cosas. Solo falta la causa final aristotélica. 
El principio activo (razón universal, fuego activo y artista que rige y produce todo y todo lo penetra, es llamado "Dios". EL universo es, por tanto, un Todo animado y divino, lo cual se corresponde con una visión panteista del universo. Nada escapa a la ley inmanente que rige el Todo porque los acontecimentos están determinados por una cadena causal inexorable. Esa "necesidad" que rige el cosmos, es llamada destino o providencia pero no se correponde con el Hado ciego de la Mitología griega, es un orden necesario, pero absolutamente racional 
Pananimismo e Individuación
El mundo,que es un ser animado y armonioso, posee vida propia: 
El "gran año", que es un ciclo, parte del fuego original, se desarrolla por la aparición (a partir del fuego) del aire, el agua, la tierra y todos los cuerpos que se componen de estos cuatro elementos, volviendo finalmente al fuego. 
Una conflagelación universal termina el ciclo del mundo, que vuelve a recomenzar de nuevo, y como todos los acotecimientos de cada ciclo son necearios, cada ciclo repite exactamente el ciclo anterior. 
Tampoco existen sino "individuos" concretos, los cuales son siempre diferentes entre sí, dice Cicerón: "Cada cosa posee su propio carácter y nada es idéntido a otra cosa" Cada individuo está caracterizado por una tensión interior, una manera de ser o estrucutra que no puede repetirse en otro. Lo universal (del mismo modo que las Ideas en Platón o la forma en Aristótles) carece de realidad. Pero aunque sólo existen individuos, éstos están ligados entre sí y todo el mundo es una gigantesca armonía de correlaciones e interdependencias. Y una ley rige a toda esta diversidad, surgiendo el concepto de "ley natural" y "providencia". 
Para los estoicos, carece de sentido hablar del mal en el mundo, porque nada de lo que sucede puede ser un mal en sí mismo ya que juzgarlo así es consecuencia de la limitada visión que tenemos del acontecer mundano. 
El hombre para los estoicos
El hombre es una parte del universo armónico y destaca de igual forma tanto la individualidad como la necesidad de somterse a un orden universal. 
El alma humana es corpórea ("un soplo ígeneo y vivificante que procede de los padres, que se extiene por todo el cuerpo y que es mortal"). Contrasta este enfoque con el de Platón e incluso Aristóteles ya que no se contemplan divisiones sino que se sostiene la unidad anímica destacando la unidad de las partes, habiendo un pricipio racional y hegemónico del cual irradia una suerte de "tensión" hacia todas las partes del cuerpo y se extiende hacia los cinco sentidos, la parte reproductiva y la palabra. 
No hay acuerdo respecto a la localización física de esta concepeción del alma (hegemonikón), algunos se inclinan por ubicarla en la cabeza y otros en el corazón. En cualquier caso, del mismo modo en que el fuego sería el principio del mundo, el alma sería la que da origen al cuerpo modelándolo y desarrollándolo desde el estado embrionario. 
Etica estoica
"A los hombre les ha sido dada la razón como función más perfecta, de tal modo que para ellos vivir según la razón es vivir según la naturaleza, ya que esta es guía de las tendencias. Por esta razón Zenón dijo -y fue el primero en decirlo- en su libro sobre 'La naturaleza humana', que el fin supremo del hombre es vivir conformidad a la naturaleza, que es lo mismo que vivir según la virtud, a que la naturaleza nos conduce a la virtud."Diógenes Laercio 
El bien moral del hombre consiste en vivir de acuerdo con la naturaleza total y con la pria naturaleza, que no es otra sino parte de aquella. Esto es lo mismo que vivir de acuerdo con la razón. Se refiere pues a la Razón Universal que es la que rige el orden de la Naturaleza, lo que significa vivir en armonía con el Todo o más bien, realizar el deber que no es otra cosa que lo que la razón manda a hacer. Este pensamiento evolucionará hacia la ética Kantiana en donde la relación entre ética y razón alcanzará su máxima expresión. 
En línea, la virtud es la disposición permanente de vivir en armonía con la razón y el deber. Los estoicos sostienen que la virtud es una sola y no admite grados: se es o no se es virtuoso porque quien tiene una virtud las tiene todas. 
La Escuela Estoica nació en Atenas hacia el año 300 a.C. Su nombre lo debe al lugar en el que sus miembros se reunían: la puerta o pórtico (stoa) de columnas decoradas por Polignoto. Su fundador, Zenón de Citio, fue discípulo del cínico Crates, el megárico Estilpón y el académico Jenócrates, siendo el cinismo quien ejerció sobre ella la mayor influencia. 
Fue Cleantes de Assos quien sucedió a Zenón al frente de la escuela a la muerte de éste. (Algunas fuentes sostienen que Zenón se suicidó en el año 262 a.C.). Cleantes murió a causa de un ayuno voluntario (233)[*]. 
El estoicismo fue, además de una escuela, un modo de vivir y de concebir el mundo que proyectó su influencia sobre la cultura griega, la romana y, a través del tiempo, sobre todo el pensamiento occidental. 
La grandeza de la escuela, tanto por la cantidad, calidad y variedad de sus representantes, así como por su prolongada presencia a lo largo de los siglos, llevó a los investigadores a dividirla en tres:  
1. Estoa Antigua (siglos III y II a.C.): Zenón de Citio, Aristón de Quíos, Cleantes de Assos y Crisipo de Soles;  
2. Estoa Media (siglos II y I a.C.): Panecio y Posidonio; y  
3. Estoa Nueva o "estoicismo romano" (siglos I, II y III después de Cristo): Séneca, Epicteto, Marco Aurelio. 
Esta misma diversidad relativiza el valor de una presentación general de las teorías de la escuela, ya que las mismas tuvieron matices muy diversos según las épocas y los autores. De todos modos, a continuación se señalan algunos de los rasgos comunes. 
Los estoicos sostenían que en toda proposición pueden distinguirse tres elementos: la palabra o significante, la cosa significada y el significado. Las palabras y las cosas son materiales, el significado, por el contrario, es inmaterial y actúa como nexo de unión entre los otros dos elementos. La verdad y la falsedad sólo pueden atribuirse al significado. Las diversas posibilidades de conexión entre proposiciones constituyen las condiciones formales de la verdad lógica. 
En el campo de la Lógica merecen destacarse los aportes de la escuela al Cálculo Proposicional. Mientras la lógica aristotélica hace hincapié en los términos, la lógica estoica pone el acento en las proposiciones. En cuanto a la Teoría del Conocimiento, afirmaban que el alma es una "tabla rasa" que no cuenta con ningún conocimiento a priori, y que en ella se imprimen las representaciones, copias o imágenes de las cosas sensibles a través de la "representación cataléptica" (comprensión conceptual de la sensación). La mente forma la representación a partir de las señales que recibe de la sensación. La impresión puede o no ser aceptada por el sujeto, con lo que la voluntad —que juega un papel importante en la antropología estoica— tiene aquí también un lugar de relevancia. 
En Física son materialistas. El ser es extensión y energía. Todos los cuerpos (el alma incluida) se componen de dos co-principios: uno pasivo, la materia, y otro activo, fuego, razón o pneuma. El pneuma es corpóreo aunque no material. Lo único incorpóreo es el vacío que rodea al Universo, el espacio, el tiempo y los significados. Todo está penetrado por el pneuma (los estoicos niegan la impenetrabilidad de los cuerpos), aunque en diverso grado. En los seres inorgánicos el pneuma simplemente está: en los vegetales genera el crecimiento; en los animales actúa como alma; y en el hombre se presenta como razón. Y así como puede afirmarse, por un lado, que todo es materia, también puede decirse que todo es "fuerza vital". Este fuego que todo lo penetra es la razón divina que contiene dentro de sí, en forma seminal, las ideas de todo lo que ha de acontecer ("razones seminales"). El continuo cambio que genera el pneuma se desarrolla en ciclos idénticos que se repiten eternamente ("eterno retorno") incluso en los detalles. Cada ciclo culmina en una gran conflagración universal. Todo vuelve al primitivo fuego, luego de lo cual comienza un nuevo ciclo. El proceso en su conjunto está regido por el destino. El pneuma, alma o razón del mundo (providencia) no es un ser personal y libre sino el orden inmanente que rige la materia. 
La ética estoica se halla en relación directa con su física determinista. En un universo regido por la razón, al sabio sólo le cabe aceptar su destino. Sucede lo que debe suceder, según el destino y la providencia. Todo es racional y justo. El ideal de los estoicos es "vivir de acuerdo con la Naturaleza". Para alcanzarlo uno debe superar la intranquilidad que generan las pasiones, con su pretensión de que las cosas sean de un modo diferente al determinado por la providencia. Las pasiones se dominan mediante la apatía. Quien logra dominarlas alcanza la tranquilidad de ánimo. Quien acepta el destino y supera las pasiones alcanza la virtud. 


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