miércoles, 1 de septiembre de 2021

I CHING El Libro de las Mutaciones Versión del chino al alemán, con comentarios, por RICHARD WILHELM

 COLECCIÓN ORIENTE Y OCCIDENTE

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"Chou I" es el título abreviado de este libro en chino: "Las Mutaciones (I) de los Chou". El texto procede de comienzos del reinado de la dinastía de los Chou, circa 1122 a 221 antes de nuestra era.

El grabado que adorna las guardas de la encuadernación representa una doble consulta al oráculo, mediante el capa razón de tortuga y los tallos de milenrama, ante el semi legendario emperador Shun y sus ministros (ca. siglo xxiv antes de nuestra era), entre los que figura Yü el Grande.

I CHING El Libro de las Mutaciones

Versión del chino al alemán, con comentarios, por

RICHARD WILHELM

Traducción al español,

con presentación y notas, por D. J. VOGELMANN

Prólogos de

C. G. JUNG, RICHARD WILHELM y HELLMUT WILHELM

y el poema:

"Para una versión del I King" de JORGE LUIS BORGES

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EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES


Consulte nuestra página web: www.edhasa.com En ella encontrará el catálogo completo de Edhasa comentado.

Título original: I Ging, das Buch der Wandlung

Primera edición: octubre de 1977 Trigésimo tercera reimpresión: junio de 2010

ⒸEugen Diederichs Verlag, Düsseldorf, 1960 Ⓒ de la traducción: Herederos de D. J. Voglemann ©1977, de la presente edición: Edhasa Avda. Diagonal, 519-521.08029 Barcelona Tel. 93 494 97 20 E-mail: info@edhasa.es http://www.edhasa.com

ISBN: 978-84-350-1902-6

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Dirijase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Impreso por Brosmac

Depósito legal: M-26.853-2010

Impreso en España

Para una versión del "I King"

El porvenir es tan irrevocable Como el rígido ayer. No hay una cosa Que no sea una letra silenciosa De la eterna escritura indescifrable Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida Es la senda futura y recorrida. El rigor ha tejido la madeja. No te arredres. La ergástula es oscura, La firme trama es de incesante hierro, Pero en algún recodo de tu encierro Puede haber una luz, una hendidura. El camino es fatal como la flecha. Pero en las grietas está Dios, que acecha.

JORGE LUIS BORGES


Presentación

Esta primera edición completa en nuestro idioma del anti quísimo Libro de las Mutaciones (o de los Cambios) chino, en estricta traducción de la versión alemana de Richard Wil helm con sus comentarios antiguos y actuales, va precedida de la publicación autorizada de los prólogos de Carl Gustav Jung y de Hellmut Wilhelm que aparte del prefacio y la amplia introducción del propio Richard Wilhelm- nos pro porcionan todo lo que es útil saber acerca del origen, el sen tido y la milenaria vida de este texto. Sería, pues, superfluo repetir, variar o ampliar en otro prólogo más esas exposi ciones exhaustivas.

Sin embargo, como traductor de la presente versión no puedo dejar de señalar y de justificar ciertas particularidades lingüísticas tal vez censurables a primera vista y sin conoci miento de causa. Por otra parte, este libro ha sido para mí objeto de intenso estudio en varias versiones durante mu chos años y siento así la pertinencia y quizás el compromiso de anticipar ciertas respuestas, mejor dicho un ensayo de respuestas, a los numerosos interrogantes que un acercamiento serio a este libro suele provocar. Hay también un tercer mo tivo que no permite eludir esta nota preliminar: el de anun ciar con ciertos pormenores la decisión editorial de ampliar esta ya voluminosa publicación con un volumen complemen tario basado en un cotejo critico con otras versiones, al que ocasionalmente se hace referencia en el texto en notas al pie de página. En dicho volumen se prestará particular atención precisamente a los mencionados interrogantes, de los que me

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Para una versión del "I King"

El porvenir es tan irrevocable Como el rígido ayer. No hay una cosa Que no sea una letra silenciosa De la eterna escritura indescifrable Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida Es la senda futura y recorrida. El rigor ha tejido la madeja. No te arredres. La ergástula es oscura, La firme trama es de incesante hierro, Pero en algún recodo de tu encierro Puede haber una luz, una hendidura. El camino es fatal como la flecha. Pero en las grietas está Dios, que acecha.

JORGE LUIS BORGES


Presentación

Esta primera edición completa en nuestro idioma del anti quísimo Libro de las Mutaciones (o de los Cambios) chino, en estricta traducción de la versión alemana de Richard Wil helm con sus comentarios antiguos y actuales, va precedida de la publicación autorizada de los prólogos de Carl Gustav Jung y de Hellmut Wilhelm que -aparte del prefacio y la amplia introducción del propio Richard Wilhelm- nos pro porcionan todo lo que es útil saber acerca del origen, el sen tido y la milenaria vida de este texto. Sería, pues, superfluo repetir, variar o ampliar en otro prólogo más esas exposi ciones exhaustivas.

Sin embargo, como traductor de la presente versión no puedo dejar de señalar y de justificar ciertas particularidades lingüísticas tal vez censurables a primera vista y sin conoci miento de causa. Por otra parte, este libro ha sido para mí objeto de intenso estudio en varias versiones durante mu chos años y siento así la pertinencia y quizás el compromiso de anticipar ciertas respuestas, mejor dicho un ensayo de respuestas, a los numerosos interrogantes que un acercamiento serio a este libro suele provocar. Hay también un tercer mo tivo que no permite eludir esta nota preliminar: el de anun ciar con ciertos pormenores la decisión editorial de ampliar esta ya voluminosa publicación con un volumen complemen tario basado en un cotejo crítico con otras versiones, al que ocasionalmente se hace referencia en el texto en notas al pie de página. En dicho volumen se prestará particular atención precisamente a los mencionados interrogantes, de los que me

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ocuparé ahora en primer término, con el deseo de facilitar al lector algunas, tal vez útiles

Aclaraciones sobre la filosofía y praxis del Libro de las Mutaciones.

El clima de desconcierto espiritual que caracteriza las últi mas décadas de nuestro siglo dio lugar, entre muchos otros lamentables despropósitos similares, a una singular, casi asom brosa divulgación del I Ching* (no tanto de su lectura como de su uso). Es evidente que la posibilidad de utilizar este libro como oráculo en la mayoría de los casos como juego oracular- da origen a su éxito exotérico. La abundancia de buenas y no tan buenas versiones del I Ching surgidas en los últimos años se debe así a la misma causa que promueve la búsqueda de soluciones astrológicas (más que de información astrológica). Se esperan respuestas procedentes de una ins tancia externa, situada fuera de uno mismo, y en apariencia se obtienen. Pero se descuida de este modo la verdadera in dagación que sólo es realizable en el ámbito del sí mismo, de la propia interioridad, de la cual procede toda respuesta váli da y también toda apertura hacia nuevas indagaciones válidas. Las múltiples versiones modernas (conocemos cerca de trein ta) fomentan de este modo la experiencia superficial, contin gente, que no conduce a la real dilucidación de un problema y mucho menos a una verdadera iluminación respecto del mismo. Tal es la norma, salvo en el caso de unos pocos que tienden realmente a escrutar su interior, en este caso con la valiosa ayuda del Libro de las Mutaciones. De esos pocos ya hablan, como se verá, los antiguos comentarios.

En la historia de las escrituras, que es la historia del hom bre, es este un libro único en más de un sentido: es al mismo

Adoptamos esta fonetización (entre otras como I King, Yi King, Yi Ching) por ser la más difundida en Occidente, aunque a veces la variemos recordando que ha de pronunciarse Yi Ching (la y como se pronuncia en España en la palabra yo). En ge neral tuvimos que renunciar a una fonetización más concorde con nuestra lengua, debido a la ya muy aceptada de Wade Giles, más adaptable al idioma inglés (V. indicaciones fonéticas en la pág. 78). Con respecto al título de nuestro libro se encon trarán mayores referencias más adelante.

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Presentación

tiempo un libro y una herramienta. En una amalgama para lela, es también un cruzamiento de ciencia y ética, de ciencia y religión. No es extraño entonces que demuestren el mayor interés por este libro y le dediquen con frecuencia años de estudio e investigación quienes de algún modo se hallan en uno de los dos aparentes extremos de la vocación humana: por un lado sabios en el sentido moderno, científicos y técnicos, y por el otro sabios a la antigua, filósofos y sacerdotes. Es digno de tenerse en cuenta el hecho de que todos los primeros traductores de este libro a lenguas occidentales hayan sido religiosos cristianos, católicos o protestantes, y que sus ver siones y comentarios hayan cundido en Occidente principal mente en el mundo filosófico-matemático o filosófico-científi co, desde Leibniz hasta Joseph Needham.*

En la bifurcación del sentido de este libro-herramienta, se considera que es al mismo tiempo un libro puramente sapien cial y un libro de práctica divinatoria u oracular. Richard Wilhelm lo trata así expresamente: como libro sapiencial es fuente de una irreversible sabiduría de la vida que consiste fundamentalmente en lograr la armonía del individuo con el cambiante fluir de las corrientes universales; en adaptarse -activa o pasivamente según lo dicte el tiempo dado- a los cambios, las mutaciones del acontecer. Como libro oracular provee un instrumento auxiliar para hallar esta posible ar monía: una brújula virtualmente infalible para la orientación correcta. (La lectura atenta de la Introducción de Wilhelm y de muchos pasajes de los textos llevará a la comprensión de que entre los dos aspectos del libro no hay escisión alguna:

Needham debe su doble fama a sus aportes a la bioquímica y embriología y a su apasionada dedicación a los estudios sino lógicos que dieron un fruto sin precedentes en la obra enciclo pédica Science & Civilization in China (Cambridge University Press, 1954 y sigs.). Una singular atención al I Ching se advier te también en importantes instituciones, desde el Musée Gui met de Paris (que entre 1885 y 1893 publicó en francés la volu minosa traducción de P. L. F. Philastre) hasta la Fundación Bollingen que en Estados Unidos subvencionó la versión inglesa de la versión Wilhelm y la publicación en inglés de los comen tarios de Hellmut Wilhelm, y el Instituto Tecnológico de Massa chusetts que en 1968 publicó The man of many qualities a legacy of the I Ching, de R. G. S. Siu.

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es como si la faz sapiencial del libro correspondiera a su ener gia yang, espiritual, y la oracular a su energía yin, terrenal. Ambas se complementan formando una indisoluble unidad.) En su origen, el I Ching es un libro sin palabras. Es una sucesión finita de signos no idiomáticos con significados infi nitos: un perfecto sistema algebraico. Como tal su lectura, su aplicación e interpretación es igualmente ilimitada y univer sal. Gracias a su total abstracción, puede verse en él una sintesis enciclopédica de la realidad, desde los más diversos ángulos; puede interpretarse como una cosmogonía, como un sistema de lógica, o de matemática, en última instancia como una representación de la trama evidente mundo, o más allá de ésta, como una representación de su trama secreta.

El texto verbal que se le adscribió y que llegó a nosotros -una de las infinitas traducciones verbales posibles de los signos es una creación epistemológica humana inspirada en una visión metafísica de ese ciclo de cambiantes imágenes gráficas de significación omnivalente. Como toda gran obra filosófica es también necesariamente, siendo creación verbal, una precipitación poética, materialmente poética. El texto del I Ching es uno de los grandes libros poéticos y como tal vir tualmente intraducible, y no sólo porque su original esté redactado en chino... Tal vez la versión de Wilhelm sea en tre todas las existentes la que más deja traslucir la arcaica belleza poética del texto e incite en mayor grado a las posibles asociaciones universales.

En lo concreto, este legado de la antigüedad china es una versión "humanista" del lenguaje de los signos, que en sí es abstracto y omnicomprensivo, pues se refiere fundamental mente a la trama del mundo humano, a la vida de los hombres en todas sus circunstancias. Y como este texto verbal trans mitido es una amalgama de sabiduría taoísta con los principios de la filosofía moral confuciana, se presenta virtualmente co mo un tratado de ética. Es como si el acatamiento de los

Así, como jerarquía ética, debe entenderse en el texto la constante división entre hombres "nobles" e "innobles" o vul gares. El libro se dirige fundamentalmente al "noble" que, en otras versiones, se traduce por el "hombre superior", ya cer cano al "hombre verdadero" de las tradiciones esotéricas.

Presentación

principios éticos fuese condición sine qua non para que en su función oracular- las predicciones puedan darse y los va ticinios puedan cumplirse. El sistema originario, de un orden semiótico no valorativo, se ha alterado; en los términos hu manos a que se reduce sobre todo a través de las escuelas. confuciana y neo-confuciana- hay valoraciones casi pura mente humanas. Es por cierto el único modo en que el natural vacío de los signos (vacío en el sentido del Tao) puede vol verse útil a la vida del género humano, a su vida histórica que conduce al así llamado progreso. Es notorio que los taoís tas negaron el valor del progreso material, materialista. Los remotos precursores (si no se trata de un anónimo precursor único o bien del mítico Fu Hsi) de los Padres del Taoísmo (Lao Tse, Chuang Tse, Lie Tse) fueron sin duda quienes intu yeron la secuencia cíclicamente infinita de los 64 signos, denominados "hexagramas" en Occidente, aunque Wilhelm insiste en llamarlos correctamente signos, como los llaman en chino: kua. Intuyeron los signos en sus infinitos atributos no valorativos, que desde luego también comprenden en un tono menor a los valorativos. Ahora bien, el mundo de iluminación espiritual que pudo dar lugar a esta concepción, individual o colectiva, de semejante sistema de relaciones, decae necesa riamente en forma inversamente proporcional al incontenible "progreso" de la civilización. En proporción directa al acele rado incremento del progreso con sus conquistas, se intensifica en cambio la lucha competitiva por la vida y con ella el sen timiento de inseguridad. El hombre ha perdido su Tao, el sentido de su vida, su camino, y el que pierde el camino se ve invadido por la angustia de lo incierto. En primer término se le presenta lo incierto del paso siguiente, del porvenir inmediato, lo radicalmente incierto del futuro. Y entonces, en busca de algún indicador de camino, recurre a la versión ora cular de la trama omnisciente de los signos. El oráculo refleja la encrucijada y suele ofrecer una salida, pero una salida condicional: es condición fundamental la plena receptividad in terior, que en chino equivale a "veracidad".

Es sin duda curiosa la coincidencia, tanto ideológica como formal, entre este arcaico sistema de predicción y los métodos modernos de prospectiva o "informática" con aplicación de la

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cibernética. Ambos sistemas obedecen si se quiere a una "pro gramación" para obtener respuestas a preguntas concretas y en el "procesamiento" destinado a la elaboración tanto del dictum oracular como de la decisión del computador, se sirven de un mismo orden aritmético: el sistema binario.* Pero entre la respuesta dada por el procedimiento que se sirve de ele mentos electrónicos y la que brinda el oráculo divinatorio -por vía acaso electrofisiológica a través de las neuronas hay una importante diferencia: la primera es producto de un proceso puramente causal que pretende prescindir de even tuales factores irracionales cuya posible intervención es infi nita, mientras que la segunda es fundamentalmente acausal y toma en consideración las posibilidades tanto racionales como irracionales. Tal vez las células nerviosas humanas constituyen un instrumento más adecuado para la exploración de incóg nitas humanas que las células electrónicas de las computadoras más perfectas.

El Libro de las Mutaciones es una fuente que alimentó las diversas religiones y filosofías extremo-orientales, precisa mente porque constituye una clave que procura una relativa estabilidad y certidumbre, y al mismo tiempo ayuda a la comprensión del relativo remanente de inseguridad y por lo tanto trata de conducir a un sereno y despreocupado equili brio. El que lo estudia como libro sapiencial y se sumerge en sus profundidades (para ello resulta muy recomendable la atenta lectura de todo el Libro Segundo de esta edición), sale sabiendo que "lo inmutable es la mutación" (como reza una antigua máxima) y su vida podrá adaptarse a esta realidad última. Y el que, en una encrucijada de la existencia, recurre al Libro como oráculo, consultándolo sobre una incierta deci sión, podrá tal vez aprender a elegir entre los senderos inciertos

Ya en 1703 Leibniz declara su sorpresa frente a la total coincidencia matemática de la estructura y ordenamiento de los hexagramas del I Ching con el sistema numérico binario ideado por él (para fines diferentes), coincidencia descubierta gracias a su relación epistolar con el Padre Bouvet, misionero en Pekin. Esto sucedió ciento treinta años antes de conocerse en Europa una primera versión del I Ching, publicada en latin por el sacerdote jesuita P. Regis. (Edición J. Mohl, Stuttgart y Friburgo, 1835.)

Presentación

el más adecuado para transitar por determinada situación en un tiempo determinado. Tal actitud será el fundamento de la buena praxis en este terreno. Se verá que cada hombre tiene su tao y que lo mejor para él es seguirlo. El oráculo lo pone en contacto con el Tao de las leyes universales y le señala así su propio tao-cuya traducción corriente es "camino"- nada fácil de dilucidar en momentos difíciles.

En su revelación verbal, el Libro traduce lo intemporal, que es su esencia, a términos de tiempo. De ahí que la pro yección que se ha dado a sus sentencias se oriente hacia el futuro. Si el consultante sólo puede servirse del texto (a veces críptico y acaso apócrifo) y no de la visión esencial, intem poral, de los signos, su pregunta habrá de proyectarse siempre hacia el futuro. El texto se muestra condescendiente y adecua sus dictámenes a los requerimientos de la vida en el tiempo. Acerca de la relación pregunta-respuesta podrían llenarse páginas con citas y máximas coincidentes; palabras pronuncia das tanto por filósofos de C idente como or sabios o maes tros orientales. La coincidencia se expresa en una afirmación sustancial: toda pregunta clara lleva en sí misma la respuesta. Cuando se pronuncia la pregunta es como si la respuesta es tuviese en acecho. Las preguntas que implican una indagación oracular, en verdad las dirige uno a sí mismo y en uno mismo está la respuesta. De ahí la sabia inscripción clave que se leia sobre el portal del Oráculo de Delfos: "Conócete a ti mismo". Sucede que casi invariablemente uno se encuentra trabado ante sí mismo y sólo es capaz de oír su propia respuesta cuan do le llega desde afuera. Por eso eminentes psicólogos moder nos, Jung en primer término, intuyeron atinadamente que un sistema oracular como el que nos ofrece el I Ching puede considerarse un instrumento valioso para la exploración del inconsciente. Las imágenes, palabras y posibles asociaciones que brinda la experiencia oracular pueden analizarse como sueños o fantasías con notable éxito.

Es, pues, lógica la importancia de la precisión de la pre gunta. Ningún oráculo, ningún sabio, puede responder correc tamente a una pregunta imprecisa. "Una pregunta errónea tendrá una respuesta errónea, pero una pregunta correcta puede abrir la puerta de la comprensión", dice un hombre que


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desde hace medio siglo viene respondiendo a difíciles pregun tas de ocasionales interlocutores: J. Krishnamurti. La expe riencia demuestra que en la mayoría de los casos el eventual consejo ni siquiera es realmente comprendido. Esta experiencia no es sólo actual. Ya en arcaicas crónicas chinas se relatan casos que lo demuestran, lo cual prueba una vez más, por otra parte, la validez universal del I Ching: los impulsos que dominan al corazón humano son los mismos en Extremo Oriente y Occi dente y no han variado en los últimos cinco mil años.

Al proyectarse la presente edición se había pensado -de común acuerdo entre el traductor y los editores en la po sibilidad de una versión "crítica", que consistiría principal mente en la anexión a cada hexagrama de un comentario especial basado en un cotejo de las diversas traducciones di rectas del chino y en extractos de ciertos ensayos sobre el tema. Las connotaciones y los matices de los caracteres ideo gráficos chinos son tan ricos y flexibles que a menudo varias formas de traducción, más aún tratándose de un antiguo texto sapiencial, pueden considerarse igualmente acertadas. La con jetura y la intuición de los traductores del chino clásico de sempeñan un papel indiscutible. Esto parece aplicable aun a las investigaciones histórico-filológicas del idioma chino que en los últimos tiempos han prosperado notablemente, esclare ciendo muchas dudas y enigmas. Nuestros comentarios debe rán, pues, señalar sobre todo aquellas posibles divergencias en la lectura de los textos arcaicos que varían, aunque sólo sea ligeramente, el sentido de una sentencia, y destacar los casos de franca contradicción, analizando la eventual perti nencia de las variantes.

En este caso, como se trata de una obra muy voluminosa, las notas necesarias ocuparán una buena cantidad de densas páginas, cuya publicación adjunta complicaría más aún la lec

• Existe en nuestra bibliografia local un prestigioso antece dente de versión critica precisamente de un gran texto clásico chino: El Tao Te King de Lao Tse de Adolfo P. Carpio (Editorial Sudamericana, 1957). Utilizando básicamente la traducción ita liana de A. Castellani, Carpio hace el cotejo critico confron tándola con otras versiones del chino al inglés, francés y ale mán, en su prólogo aclaratorio y en copiosas notas indispensables.

Presentación

tura de estos textos ya de por sí bastante complejos. Pero como tales glosas están sin embargo llamadas a cumplir, en un libro instrumental como éste, una función importante -la de aclarar dudas y facilitar tal vez una comprensión más pro funda- se ha decidido su publicación en el ya mencionado volumen suplementario. Aparte del cotejo de las diferentes versiones (las de Harlez, Legge, Philastre, que es bilingüe chino-francesa, Yüan Kuang, Blofeld, Lavier, Siu, Douglas, la versión bilingüe chino-inglesa de Sung y otras), el volumen contendrá esbozos de análisis lexicográfico y etimológico de los muy significativos nombres de los hexagramas, referencias extensas a diferentes procedimientos tradicionales de consulta, y aportes de otros materiales disponibles de valor documental y asociativo, reunidos en una labor de muchos años.

Para esta tarea la versión de Richard Wilhelm es una base irreemplazable. No sólo por su excelencia en sí y como tra ducción de un texto chino hasta ahora hermético a una lengua europea (y el alemán tal vez sea para ello el idioma occidental más apropiado debido a su gran ductilidad ideognómica, es decir su facilidad para la construcción de vocablos que expre sen ideas), sino también por su realmente asombrosa funcio nalidad. Los estudiosos de la faz experimental del Libro de las Mutaciones, es decir del libro como instrumento oracular, saben de un modo unánime que aun en las retraducciones al italiano, al inglés y al francés (y ahora espero se comprobará lo mismo con ésta al español), la versión de Wilhelm no es únicamente la más clara de las posibles traducciones, sino que los comentarios de su autor, inspirados en diálogos con su maestro Lao Nai-hsüan, constituyen muy a menudo descrip ciones precisas de situaciones inherentes a las consultas que se presentan. Este es un hecho casi prodigioso que merecería un estudio aparte.

Principalmente por este motivo, como autor de la presente versión castellana -dedicado desde hace muchos años al estu dio de la cultura extremo-oriental, de los fundamentos de la lengua china clásica y específicamente al Libro de las Mutaciones y a todo lo accesible en la literatura que circunda este texto me he empeñado en atenerme con máxima fide lidad a los tan atinados aciertos e intuiciones de Wilhelm, a


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veces sin duda en desmedro de la casticidad y fluidez idio mática. Debe destacarse en esta ocasión que Richard Wilhelm fue un modelo de cultura universalista y excelente escritor alemán, que sin embargo, sus versiones de los clásicos chi nos y sobre todo del I Ching, dejó de lado todo posible pru rito lingüístico. Ahi su alemán suena a menudo extravagante, ligeramente anticuado, y con inflexiones que confirman la impresión de Jung y de otros amigos de Wilhelm de que éste en cierto modo ya era intrínsecamente más chino que euro peo. (Muy joven, Wilhelm se había dedicado a la literatura, a la música, luego intensamente a la filosofía, para decidirse finalmente por la carrera teológica. Fue a China como pastor misionero evangelista y pasó allí la mitad de su vida en arduas tareas humanitarias, asimilándose profundamente a la cultura china y concluyendo como docente universitario de las mate rias culturales chinas.")

En sus traducciones del chino, Wilhelm tiene sutilmente en cuenta los posibles matices, de modo que con frecuencia varia las diversas posibles connotaciones alemanas de un mismo ideograma chino. Sin duda enriquece así la posibilidad de comprensión de los textos en cualquier idioma occidental. Así por ejemplo, el mismo carácter chino puede aparecer tradu cido con las voces "defecto", "falla", "mácula", "tacha". Otro de los caracteres que se repite con frecuencia aparece tradu cido ya por "logro", ya por "éxito", etc. En la presente tra ducción se notará la misma fluctuación, la misma variabilidad, destinada casi involuntariamente a promover en el lector y sobre todo en el consultante resonancias diversas, aperturas hacia diversas asociaciones.

Las asociaciones, de lo que en chino se llamaría la "voz in terior" con las imágenes y sentencias dadas, son de suma im portancia tanto en el manejo del Libro en su función instru mental, como en su empleo como guia espiritual, como maestro.

La presente traducción ya lleva algunos años de trabajo; no la considero sin embargo tan madura como quisiera que fuese.

V. RICHARD Wnautas, Der geistige Mittler zwischen China und Europe, una biografia editada por su viuda Salomé Wilhelm (Ed. Eugen Diederichs, Düsseldorf-Colonia, 1996).

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Pero la edición ya no puede demorarse. No puedo dejar de agradecer sus buenos oficios al doctor Hellmut Wilhelm, quien desde Seattle intervino personalmente ante la editorial Die derichs de Alemania para facilitarnos ciertos pormenores de la edición. Espero que los defectos de esta versión -ninguna traducción puede carecer totalmente de ellos no sean gra ves; que sean menores en todo caso que los que abundan generalmente en traducciones de este orden.

A lo largo de estos años he recibido toda clase de apoyo de numerosos amigos, tantos que sin duda caería en injustificadas omisiones si quisiera ahora expresarles aquí mi agradecimiento nombrándolos. Al relatar en el volumen suplementario epi sodios ilustrativos de mi propia historia con el I Ching, sur girán naturalmente sus nombres.

Sin embargo, debo especial reconocimiento a algunos de ellos, cuyas contribuciones facilitaron concretamente mi tarea: a Raúl Ruy, ante todo por su ayuda en la obtención de literatura inha llable; a Teresa Snajer, por su ayuda en la traducción de los prólogos ingleses y lectura de originales; a Gerardo Steenks, por su diligente lectura y cotejo de originales; a mi hijo Gabriel que mecanografió dos veces integramente los originales apor tando atinadas observaciones.

Finalmente, no puedo menos que dedicar este momento de "consumación", para decirlo con el lenguaje caracteristico del I Ching, a la memoria de Héctor A. Murena, quien de algún modo patrocinó espiritualmente este trabajo y con su habitual fervor estableció mi contacto con Francisco Porrúa, director de publicaciones de Editorial Sudamericana cuando me encomendó esta labor, y que me acompaña en esta tarea hasta el día de hoy. Ambos, Murena y Porrúa, tan amigos mios como buenos conocedores del I Ching. Estoy seguro que, dado semejante germen inicial, como diría el Maestro Kung Tse, este libro con quistará un sinnúmero de verdaderos y respetuosos admiradores,

Setiembre de 1975.

D. J. VOGELMANN




























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