domingo, 28 de febrero de 2016
LA VENGANZA DE LOS NERDS
LA VENGANZA DE LOS NERDS
RPMSOFT
"-sólo cuando me hayáis repudiado volveré a estar con vosotros.
Con ojos diferentes, hermanos, buscaré entonces a los que he perdido; con amor diferente os amaré entonces".
ZARATUSTRA
De la Verdad Dadivosa
1
Bill Hates nació en 1970, Bill era un programador compulsivo, desde que tenía uso de memoria se había encontrado programando computadoras. Recuerdo que empezó a programar en una pequeña computadora TIMES/SINCALIR1000, en la cual hacía pequeños dibujos de mapa de bits, esta computadora la conectaba a la televisión, la cual usaba como monitor.
Cuando tenía 13 años su papá le regaló una computadora más grande, la cual contaba con disco duro y entrada para discos 5 (1/4), y 3(1/2), en la cual pudo instalar juegos, en los cuales dedicaba mucho tiempo. De hecho todo el día se la pasaba sólo, él y su inseparable amiga la computadora. No tenía amigos y sus papás se habían separado desde que él era un bebé. No conocía a su padre, era el hijo único de una madre soltera. Sin embargo Bill demostró su gran inteligencia a temprana edad. Bill era un chico muy inteligente, hiperactivo y con tendencia a tener problemas en la escuela.
A finales de los años 70, las computadoras se desarrollaban a tal velocidad que los muchachos de la escuela podían adquirir más experiencia que los mismos ingenieros profesionales. Y más aún si son jóvenes autodidactas y apasionados de la tecnología. Bill Hates, Paul Gallen, y un grupo de amigos pronto adquirieron fama entre los maestros como expertos en programación, e inclusive entre algunos profesores de La Universidad Tecnológica de México.
Así, pues, en 1987, una compañía de Seguros en la Ciudad de México les contrató para crear una base de datos de sus clientes, y poder hacer cotizaciones y estados financieros. En ese momento inició la empresa de software, Nerdsoft, experta en creación de todo tipo de programas, y de la cual Bill Hates fue vicepresidente.
El rápido ritmo de trabajo de Nerdsoft reflejaba los rápidos cambios del mercado. Cuando Bill aún era chico, los lenguajes de computadora como BASIC era del dominio público. Los piratas se llevaban todo lo que había en el mercado de software. Pero esos días se acabaron cuando los grandes monopolios de computación de hardware y software (llámense Microsoft, Pentium, IBM, HP, etc.) entraron en el negocio. Estos monopolios atacaron en la prensa a los ladrones piratas de lenguajes que no retribuían las debidas regalías. También pasaron mucho tiempo pensando cómo suprimir la práctica de copiar software, pero sin obtener mucho éxito. En los años 90 la piratería de software llegó a su pináculo al copiar cualquier tipo de programa y revenderlo.
Bill Hates halló la manera de que esto fuera imposible de hacer, utilizando la técnica de Matriz Virtual Criptográfica, (MVC). Con lo cual sus ventas se elevaron sorprendentemente. Sin embargo esto no fue del agrado de las grandes empresas, que acusaron a Bill de crear virus que causaban millonarias pérdidas a las empresas.
Al poco tiempo, acusaron a Bill y a su compañía, de haber creado un virus tan poderoso que sería capaz de crackear cualquier sistema operativo, acusaban de la creación de este virus a Bill por supuesto, la policía entró a Nerdsoft rompiendo todo, y buscando a Bill, quien confesó que el no había creado ningún virus, pero las empresas tenían pruebas fraudulentas que lo acusaban directamente a él.
Sin embargo, Bill fue arrestado por 2 meses, salió bajo fianza, una fianza de millones de pesos, lo cual dejó a Bill prácticamente en la calle. Ahora le esta prohibido conectarse a Internet, sólo le permitieron programar en su PC Pentium I, pero estaría vigilado constantemente la por la policía para que no volviera a escribir el código de ningún virus nunca más.
Ahora Bill vive con su madre en una pequeña casa de interés social, y sufre grandes carencias, incluso para conseguir trabajo. Esto le ha llevado a sufrir grandes depresiones que incluso le han turbado el sentido de la realidad. A continuación se narrará la vida de Bill en este periodo de tiempo, cuando había salido de la cárcel y se encontraba viviendo con su madre, la señora Hates.
2
Una gorra de beisbolista roja apretaba la cima de su cabeza. El pelo sin cortar, que salía por la parte trasera de la gorra. Los labios delgados, y una nariz protuberante que indicaba cierto pasado semita, sobre esta nariz se apretaban fuertemente un par de lentes tan pesados que cuando se los quitaba dejaban marcas, indicando su peso y robustez. En la sombra, bajo la visera roja de la gorra, y tras de los 3 centímetros de vidrio se encontraban los altaneros ojos azules de Bill Hates. Bill miraba a las personas que esperaban afuera de la tienda de J.C. en Boston, estudiando a la multitud en busca de signos de mal gusto en su forma de vestir. Bill percibió que algunas personas llevaban atuendos demasiado caros, para ser considerados sin duda alguna ofensa al ahorro y a la sobriedad.
Bill vestía, por su parte, de un modo cómodo y razonable. La gorra de beisbolista le protegía contra el Sol. Los pantalones de mezclilla eran muy duraderos y permitían una movilidad inusitadamente libre. La sencilla camisa de franela hacía innecesaria la chaqueta, mientras que la bufanda protegía la piel que quedaba expuesta al aire entre las orejas y el cuello. Este atuendo le hacía sentirse a Bill cómodo y le sugería una rica vida interior.
“Cuando la suerte hace girar su rueda hacia abajo, vete al cine y disfruta más de la vida programando en Visual Basic”. Bill estaba a punto de decirse esto, cuando recordó que iba al cine casi todas las noches y que todo lo que restaba del día se la pasaba en la computadora, girase como girase la rueda de la Fortuna.
Estaba sentado en las butacas del cine, atento a la película, en la oscuridad del Cineplus, a pocas filas de la pantalla, y su cuerpo llenaba el asiento y se derramaba por los dos contiguos.
En el asiento de la derecha había colocado su chamarra, tres chocolates y dos bolsa jumbo de palomitas de maíz. Bill comía de otra bolsa de palomitas y miraba absorto los avances de las próximas películas. Una de ellas parecía bastante mala, pensó, lo suficiente para hacerle volver al Cineplus de allí a pocos días.
Empezó la película y Bill contempló cuidadosamente, en un momento dado apareció la protagonista de la película, con ojos verdes y figura delgada, haciendo un acercamiento a la cara.
-¡Oh, Dios mío! –grito-. Allí está.
Los niños de las filas de delante de él se volvieron y miraron, pero Bill no se fijó en ellos. Los ojos azules seguían a la protagonista, que se inclinaba para besar a su novio.
Se llevó la bolsa de las palomitas vacía a los labios gordos, hasta llenarla completamente. La bolsa de palomitas explotó con un bang. Los niños chillaron.
-¿Qué es ese ruido? –preguntó la mujer de la tiendita de dulces.
-Es que ha venido también esta noche –dijo el encargado señalando la silueta de Bill que se perfilaba sobre la pantalla.
El encargado bajó por el pasillo hasta las primeras filas, donde los niños gritaban con fuerza. El encargado se percató de que Bill se encontraba ahí, sin embargo Bill estaba sentado sin inmutarse, ya que ni siquiera volteó a verlo.
Bill estaba absorto en el argumento y en la belleza de la protagonista, ya que no se había perdido ni una sola de sus películas, él sentía que cuando la veía, ella se percataba de su presencia; y de esta manera surgía una atracción mutua, simple y sencillamente era como una realidad virtual para Bill.
Cuando pareció iniciarse una escena de amor, se levantó de un salto del asiento, no podía contener sus celos, y salió ruidosamente pasillo adelante hasta la tiendita de dulces, por más palomitas, y cuando regresó la escena de amor estaba terminando.
-Tendrá usted que hacer algo –le dijo lacónicamente la mujer del bar al encargado-. Esta noche está peor que nunca.
El encargado suspiró y miró al fondo del pasillo, donde Bill mascullaba:
-¡Oh!, Dios mío, están los dos lamiendo dientes postizos y podridos, seguro.
El encargado se acercó a Bill, le tomó por el brazo y le dijo que le acompañara a salir del cine. Bill estaba acostumbrado a este tipo de escenas y no opuso resistencia alguna, sabía que si sufría algún altercado con la policía, por mínimo que fuera, terminaría durmiendo en la cárcel.
3
Bill se encontraba programando ávidamente frente a su computadora, cuando escuchó que su mamá le hablaba, Bill le dijo que esperara un momento y se levantó pesadamente de su sillón de programación, el cual había tomado la forma y el olor de Bill.
-Si mamá, ¿qué es lo que pasa? No entiendo por qué me interrumpes en el preciso momento en que terminaba un trabajo de suma importancia para la humanidad.
-Bueno, Bill, mañana volverás a buscar trabajo. Hay muchísimo trabajo en la ciudad. Estuve hablando con una de mis amigas, y me comentó que tiene un cuñado que solicita a un capturista de datos, para Excel, en las Industrias de Caridad.
-Quizá debería probar ahí.
-¡Bill! Sólo contratan a ciegos y subnormales para hacer escobas y cosas así.
-Estoy seguro de que son unos compañeros de trabajo agradabilísimos, no son de los que se la pasas chismeando ni husmeando en la vida de los demás, creo que es un trabajo que me conviene.
-Miraremos en el periódico de la tarde. ¡Puede que encontremos un buen trabajo! Algo que se acomode más a tu forma de ser. Probablemente encontremos un empleo de capturista de datos para una empresa importante ya que las autoridades no te permiten trabajar de programador.
-Si he de salir mañana, no me iré de casa tan temprano. Recuerda que me levanto a las 10:00 de otra manera me aparece la jaqueca insoportable que francamente ya no aguanto. Además, me he sentido muy desorientado por el centro. Ser un capturista de datos no es mi objetivo en la vida.
-Pero si no sales hasta después de comer.
-Pues aun así no coordinaba bien del todo. Anoche tuve varias pesadillas, y sueños desagradables, yo creo que por eso amanecí de mal humor.
-Mira, escucha. He estado viendo este anuncio en el periódico todos los días –dijo la señora Hates, acercando mucho el periódico a sus ojos.-. “Hombre limpio y muy trabajador...”
-A que se referirá con eso de muy trabajador...
-“Limpio, y muy trabajador, de confianza, con experiencia, calado...”
-“Callado”. Trae acá eso –dijo Bill, arrebatándole el periódico a su madre-. Es una pena que no sepas ni leer.
-Papá era muy pobre.
-¡Por favor! No podría soportar otra vez esa triste historia. “Hombre limpio, muy trabajador, de fiar, callado”. ¡Santo Dios! ¿Pero que clase de monstruo quieren? Creo que jamás podría trabajar en una institución con semejante visión del mundo.
-Lee los otros, hijito.
-“Trabajo de oficina. Veinticinco-treinta y cinco años. Presentarse en Cactus Inc., Canal 25, entre las ocho y las nueve”. Bueno, esto queda descartado, ya que no podría llegar por ahí antes de las nueve.
-Cariño, no seas tonto, si quieres trabajar, tendrás que levantarte temprano.
-No madre, no insistas, si me levanto más temprano no aguantaría la jaqueca todo el día. Además el perfil de empleado que ellos necesitan, no concuerda con mi forma de ser de vivir y de pensar. Creo que sería mejor ser un office-boy ó un repartidor de periódico.
-Bill, un hombre como tú no puede andar por ahí en bicicleta repartiendo periódicos, tú eres un hombre con estudios.
-Claro, que tú podrías llevarme en coche y yo iría tirando los periódicos por la ventanilla de atrás.
-Escucha hijo –dijo furiosa la señora Hates-. Mañana tienes que ir a ver estos anuncios, y estoy hablando en serio. Lo primero que harás será ir a ese sitio. Basta de juegos, Bill. Te conozco y sé de tus artimañas.
-Bien bien –Bill bostezó-. Cactus Inc. Me parece tan malo como mis antiguos trabajos, en donde he establecido contacto o peor incluso. Me doy cuenta de que estoy empezando ya, evidentemente, a tocar el fondo del mercado laboral.
-Tienes que tener paciencia, hijo. Verás que bien te va.
-¡Oh, Dios mío! Creo que voy a volver a la rutina laboral de la que me he alejado, y a la que tanto daño me ha hecho.
Bill era un gran admirador de Marcel Proust, el gran maestro Francés, cuya literatura había revolucionado el mundo del arte, a pesar de sus dudosas tendencias sexuales, era uno de sus escritores favoritos.
Se dispuso a leer A LA SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR esta era una de las pocas lecturas que le entusiasmaba, y que le infundía animo para seguir adelante, en voz alta empezó a recitar suavemente:
Lo que me ayudó a llevar con paciencia todo el espacio de un día fue un proyecto que forjé. Desde el momento en que todo estaba dado al olvido y yo reconciliado con Gilberta, quería verla como enamorado y nada más. Le mandaría a diario las flores más hermosas que hubiese.
Cogí los billetes transportado de gozo: Durante un año podría colmar a Gilberta de rosas y lilas. Salí de la tienda y entré al coche: y como los Swann vivían junto al Bosque, el cochero, muy lógicamente, en vez de seguir el camino de costumbre bajó por la avenida de los Campos Elíseos. Habíamos pasado la esquina de la calle Du Berri, cuando me pareció reconocer, en la luz crepuscular, muy cerca de la casa de los Swann, pero alejándose en dirección opuesta, a Gilberta, que iba andando muy despacio, aunque con paso firme, junto a un joven que charlaba con ella y al que no pude ver la cara. Me levante del asiento, quise mandar parar, pero vacilé. La pareja ya estaba un tanto lejos, y las dos líneas suaves y paralelas que trazaba su despacioso paseo se esfumaban en la elísea penumbra. Enseguida me vi frente a casa de Gilberta. Me recibió la señora de Swann.
Enseguida me vi frente a casa de Gilberta. Me recibió la señora de Swann.
- ¡Ay, cuánto lo va a sentir -me dijo-; no sé cómo no está en casa! Salió muy acalorada de una de sus clases me dijo que quería ir a tomar un poco de aire con una amiga.
- Me ha parecido verla por la avenida de los Campos Elíseos.
- No creo que fuera ella. Pero, de todos modos, no vaya usted a decírselo a su padre, porque no le gusta que salga a estas horas. Good evening.
Me despedí, dije al cochero que volviese por el mismo camino, pero no di con los paseantes. ¿Dónde habrían ido? ¿Qué iban diciéndose, en la sombra nocturna, con aquella apariencia confidencial?
En esta parte del relato, Bill se durmió placidamente, soñando con el mundo de Germantes.
4
El director de sistemas, el señor Mendizábal que estaba frustrado debido a que tuvo que trabajar, antes de terminar su carrera, era el contratista de los capturistas de datos de la empresa Cactus Inc.
El señor Mendizábal encendió las luces de la pequeña oficina y su computadora. En los 10 años que llevaba trabajando para Cactus Inc., siempre había sido el primero en llegar por la mañana.
-Cuando llegué aquí esta mañana, aún no había amanecido- dolía decirle al señor Rojas, quien era el director general de las Industrias Cactus, en las raras ocasiones en que el señor Rojas visitaba Cactus Inc.
-Debe salir usted de casa demasiado temprano –comentaba el señor Rojas.
-Esta mañana estuve hablando con el lechero en las escaleras de la oficina.
-Bueno, bueno, señor Mendizábal, ya esta bien. ¿Me consiguió el boleto de avión para Chicago para ir a ver el partido entre los Bears y los Packers?
-Cuando llegaron los otros yo ya tenía toda la oficina iluminada.
-O sea que se dedica a gastar la energía eléctrica. Mantenga las luces apagadas, ya que no se encuentra nadie laborando a estas horas.
-Esta mañana, en el tiempo que pasé aquí solo, antes de que llegaran los demás, hice dos páginas del libro de contabilidad. Mire, cacé una rata, además, junto al refrigerador. Debió pensar que aún no había nadie en la oficina y le aticé con un pisapapeles.
-Quíteme de delante esa maldita rata. Este lugar ya es bastante deprimente. Coja ese teléfono y resérveme ahora mismo hotel para el autódromo.
No se era muy exigente en Cactus Inc.. La puntualidad era motivo suficiente para el ascenso. El señor Mendizábal se convirtió en jefe administrativo de sistemas y pasó a controlar a los pocos y alicaídos oficinistas. El ambiente en las oficinas era muy tenso, ya que la señorita Herrera se la pasaba todo el día maquillándose su cutis bastante maltratado, y el señor Morales les deba la buena cara a todos sus compañeros, pero a sus espaldas hablaba muy mal de ellos.
Realmente era un ambiente hostil y bastante aburrido ya que la convivencia laboral no era la óptima.
En ese momento el señor Mendizábal se encontraba a punto de empezar su monótono trabajo de creación de páginas de Internet, ya que le daba flojera automatizar el proceso, tenía que hacer el mismo trabajo diario.
Apareció de repente la señorita Herrera, que se encontraba afuera de la entrada de cristal de la oficina.
-Bueno días señorita Herrera –dijo el señor Herrera, con su tono efervescente de tenor-. ¿Qué tal estamos esta mañana?
-¿Qué? Ah, hola, Méndez –dijo débilmente la zonita Herrera, y se encaminó hacia el lavabo de señoras, como si la arrastrase un vendaval. En realidad todo el día se la pasaba maquillándose, ya que aunque estuviera frente a la computadora capturando datos, tenía su estuche de maquillaje junto al teclado, el cual habría en promedio dos aberturas del estuche por cada palabra que escribía o cada dato que capturaba. La señorita Herrera nunca adoptaba una verticalidad perfecta; ella y el suelo formaban siempre un ángulo inferior a noventa grados, su cutis se parecía a una de esas piedras con varios agujeros pequeños, que aparecen en el campo, y que tienen un color oscuro.
El señor Mendizábal vio la visera roja al otro lado de la puerta. ¿Habría salido la señorita Herrera por la fábrica y habría decidido volver a entrar por la puerta principal?, la señorita Herrera hacía cosas cada día más raras, el señor Mendizábal llegó a pensar que estaba perdiendo el juicio.
Era propio de ella. En una ocasión, se fue al lavabo de señoras por la mañana por la mañana y el señor Mendizábal se la encontró a última hora de la tarde dormida sobre un montón de monitores y desechos de computadoras en el taller. Luego, la puerta se abrió y entró en la oficina el hombre más extraño que el señor Mendizábal había visto. Se quitó su gorra roja y reveló una mata densa de pelo negro aplastada contra el cráneo con gel, estilo años sesenta. Cuando se quitó la chamarra, el señor Mendizábal observó la densa capa de grasa que aparecía en la cadera de Bill, la grasa estaba apretada en una ceñida camisa blanca, dividida en vertical por una ancha corbata de flores. Y luego, aquellas gafas gruesas tras de las cuales se apreciaban aquellos ojos increíbles, azules, con un finísimo encaje de venillas rojas. El señor Mendizábal rezó casi audiblemente para que aquel nerd viniese a pedir trabajo. El señor Mendizábal estaba impresionado y sobrecogido.
Bill se encontraba en lo que quizá fuese la oficina más espantosa que había visto en su vida. Las desnudas bombillas que colgaban irregularmente del techo tiznado arrojaban una luz débil, en la pared del fondo se encontraba un pizarrón mal borrado. Unos archivos viejos dividían la estancia en varios cubículos, en cada uno de los cuales había un escritorio pintado con un extraño barniz naranja, en cada uno de los cuales había computadoras bastante viejas. En la parte central de la oficina aparecía un monte de partes de computadoras, viejos y gastados; junto a los cuales aparecía otra montaña de manuales computacionales, los cuales son como tabiques, grandes y pesados. Una mujer muy vieja entró vacilante en la estancia y tropezó con una hilera de archivadores. La atmósfera de aquel lugar le recordó a Bill su propia habitación, ya que el desorden reinante era clara en la oficina y en su cuarto.
Bill rezó casi audiblemente para que aceptaran su candidatura. Estaba impresionado y sobrecogido.
-¿Sí? –pregunto animoso el hombrecillo tras el escritorio.
-¡Oh!. Creí que era la señora la que estaba al cargo. Vengo por el anuncio del empleo.
-Ah, estupendo. ¿Cuál de ellos? – Exclamó entusiasmado el hombre-. Hemos puesto dos anuncios en el periódico, uno para un hombre y otro para mujer.
-¿Y por cuál cree que vengo yo? – dijo Bill.
-¡Oh! –dijo muy turbado el señor Mendizábal-. Lo siento mucho. Lo dije sin pensar. En fin el sexo es lo de menos, podría usted coger cualquiera de los dos trabajos. Quiero decir, a mí el sexo no me importa, en realidad tampoco me importaría si usted estuviera enfermo con alguna enfermedad, lo que necesito es que capture datos, entiende.
-Olvídelo, por favor –dijo Bill. Advirtió con interés que la vieja empezaba a cabecear frente a la computadora. Las condiciones de trabajo eran excelentes.
-Venga, siéntese por favor. La señorita Herrera le quitará la chamarra y el sombrero y los pondrá en el perchero de los empleados. Queremos que se sienta aquí como en su casa.
-Pero si aún no he hablado con usted.
-No se preocupe por eso. Estoy seguro de que nos pondremos de acuerdo en todo. Señorita Herrera, ¡ Señorita Herrera!.
-¿Qué? –gritó la señorita Herrera, tirando al suelo su atiborrado cenicero.
-Traiga, yo me encargaré de sus cosas –el señor Mendizábal recibió un manotazo en la mano cuando la dirigía a la gorra roja, aunque se le permitió coger la chamarra. –Menuda corbata lleva usted. Se ven muy pocas de esas.
-Perteneció a mi difunto padre.
-Cuánto lamentó oír eso -dijo el señor Mendizábal y colocó la chamarra en un viejo armario metálico. Por cierto, ésta es la señorita Herrera, una de nuestras empleadas más antiguas. Verá como le resulta muy amigable.
La señorita Herrera se había quedado dormida, la cabeza rubia entre los periódicos del escritorio.
-Sí –suspiró al fin la señorita Herrera-. ¡Oh! Es usted, Méndez.
¿Es ya hora de salir?
-Señorita Herrera, éste es uno de nuestros nuevos empleados, espero que puedan llegar a ser buenos amigos.
-Un chico grande y apuesto –dijo la señorita Herrera, alzando hacia Bill sus ojos reumáticos-. Bien alimentado.
-La señorita Herrera lleva en la empresa unos 25 años. Esto le dará una idea de la satisfacción que crea en sus empleado la empresa Cactus Inc. La señorita Herrera trabajó para el difunto padre del señor Rojas, que era todo un caballero.
-Sí, todo un caballero – dijo la señorita Herrera, incapaz de recordar ya al señor Rojas-. Me trataba bien, siempre había una sonrisa amable en su cara, y un comentario que a uno lo ponía de buen humor.
-Gracias, señorita Herrera –dijo rápidamente el señor Mendizábal, sintiendo pena ajena por la señorita Herrera.
-La empresa dice que va a darme un jamón cocido para Navidad –dijo la señorita Herrera a Bill-. Espero que me lo den, el año pasado no me dieron nada en Navidad.
- La señorita Herrera lleva muchos años en Cactus Inc., -explicó el jefe administrativo, mientras la señora capturista de datos balbucía algo más sobre el pavo.
-Llevo años esperando la jubilación, pero siempre me dicen que me falta un año. Te hacen trabajar hasta que te desplomas– la señorita Herrera jadeó; luego, perdiendo interés en la jubilación, añadió- Con lo bien que me habría venido aquel pavo.
Abrió su caja de maquillaje.
-¿Puede usted empezar a trabajar hoy? – preguntó el señor Mendizábal a Bill.
-Creo que no hemos hablado aún respecto al salario y prestaciones. ¿No es ése el procedimiento normal en esta época?. Además le necesito comentar que voy a necesitar la mitad del tiempo que pase en esta empresa para la creación de programas de uso personal –preguntó condescendiente Bill.
-Bueno, el trabajo de capturista de datos, que es el que usted hará, porque nos hace mucha falta alguien que capture todo lo que tenemos en estos archivos, tiene asignado un salario de 600 pesos a la semana; los días que no venga usted por enfermedad, etc., se deducirán de su salario semanal. Por otro lado usted tendrá todo el tiempo libre para dedicarlo a lo que usted quiera.
-Desde luego, es muy inferior al salario que yo esperaba. Pero como voy a tener facilidades de tiempo, no hay ningún problema.
-El tono de Bill era descomunalmente enojado- Tengo una jaqueca que me da frecuentemente, la cual puede obligarme a guardar cama por algunos días. Además, solicitan mis servicios en este momento varias organizaciones más atractivas. Debo considerar primero esas posibilidades.
-Pero, escuche –dijo confidencialmente el jefe administrativo-, la señorita Herrera sólo gana 400 pesos a la semana, y no me negará que tiene cierta antigüedad en la empresa.
-Parece muy antigua, sí –dijo Bill, viendo a la señorita Herrera esparcir los contenidos de su caja de maquillaje sobre la mesa y sobre el teclado de la computadora-. ¿No tiene ya la edad de la jubilación.
-Schisss-dijo el señor Mendizábal-. La señora Rojas no nos deja jubilarla. Cree que lo mejor para la señorita Herrera es mantenerla activa. La señora Rojas es muy culta, y es una mujer contemporánea. Ha hecho un curso de psicología por Internet.
-Lamento desilusionarle, caballero, pero me temo que no es el salario adecuado. Un magnate de la industria computacional está pasándome por la cara miles de pesos con el propósito de tentarme para que acepte ser su secretario personal. Sospecho que al final acabaré dándole el sí.
-Incluiremos veinte centavos al día para transporte –suplicó el señor Mendizábal.
-Bueno, eso cambia las cosas –concedió Bill-. Aceptaré el trabajo provisionalmente. He de admitir que el plan Cactus Inc. Ejerce sobre mi un encanto especial.
-Oh, eso es maravilloso –exclamó el señor Mendizábal-. Le encantará trabajar aquí, ¿verdad que sí, señorita Herrera?
La señorita Herrera estaba demasiada ocupada con sus maquillajes para contestar.
-Me parece raro que no me haya preguntado usted siquiera el nombre-masculló Bill.
-Ay, Dios mío. Se me olvidó por completo. ¿Quién es usted?
Aquel día apareció otro administrativo, la otra capturista de datos. Una mujer telefoneó para decir que había decidido dejar el trabajo y seguir en el paro. Los otros ni siquiera llamaron a Cactus Inc..
5
Bill se acomodó en el taxi y le dio la dirección de la Calle Picacho. Del bolso de su chamarra sacó una hoja de papel con membrete de Cactus Inc. Y, tomando prestada la tablita sujetapapeles del taxista a modo de mesita, comenzó a escribir mientras el taxi se adentraba en el denso tráfico de la avenida Insurgentes.
Estoy verdaderamente fatigado al final de mi primer día de trabajo. No quiero decir, sin embargo, que me sienta descorazonado o deprimido o derrotado. Me he enfrentado al sistema cara a cara por primera vez en mi vida, plenamente decidido a actuar dentro de su marco como observador y crítico de incógnito.
El señor Mendizábal, mi “jefe”, aunque sea bastante cretino, resulta, sin embargo, bastante agradable. Parece que siempre está atemorizado, demasiado, desde luego, para criticar la tarea de cualquier trabajador. En realidad es capaz de aceptar casi cualquier cosa, y es, por tanto, atractivamente democrático, a su modo subnormal.
Como ejemplo de esto, la señorita Herrera, nuestra Madre Tierra del mundo mercantil, incendió involuntariamente unos importantes pedidos cuando pretendía encender una estufa. El señor Mendizábal fue muy tolerante con este error si tenemos en cuenta que la empresa recibe últimamente menos pedidos de computadoras cada día y que esos pedidos venían directamente de San Luis Potosí y significaban unos 50 000 pesos de nuestros productos.
Por este hecho creo que la empresa se identifica con los trabajadores ya que no hay represalias de ningún tipo, esto me parece muy democrático, de acuerdo con el espíritu nacional de estos tiempos.
Además el señor Mendizábal ha sido muy cortes conmigo, permitiéndome hacer mi voluntad en las bases de datos de la empresa. Me propongo sonsacar dentro de poco a la señorita Herrera; sospecho que esta Medusa del capitalismo tiene muchas ideas valiosas y puede proporcionarme más de una observación básica.
La única desavenencia que tuve en mi trabajo de oficinista, fue ( y aquí voy a expresarme con cierta vulgaridad, de esta manera me adaptaré al carácter de la persona que voy a hablar) fue Claudia, la diseñadora, una putilla descarada y sin seso. Que se la pasaba hablando mal de mi trabajo y de mi estilo. Con la cabeza llena de ideas erróneas y de juicios de valor totalmente fuera de lugar Tras de que hiciese uno o dos comentarios descarados y no solicitados sobre mi persona y mi porte, llamé aparte al señor Mendizábal y le dije que Claudia estaba pensando en dejar el trabajo al final del día sin notificarlo. Todo el día se la pasaba hablando por teléfono, de esta manera descuidaba constantemente sus quehaceres del trabajo. El señor Mendizábal que simpatizaba con Claudia debido a que le gustaba su forma de ser y sobre todo su figura, solamente le llamó la atención. En realidad, lo que me impulsó a hacer esto, fue el espantoso rumor de los tacones como estacas en los tacones de esa chica. Además toda aquella máscara de maquillaje y aquellos labios pintados y otras vulgaridades que prefiero no enunciar. Nota: estoy terminado uno de mis códigos fuente para revolucionar la Industria de Software una vez más. Este software será capaz de encontrar el código fuente de cualquier programa compilado, lo cual me haría dueño prácticamente de todo programa en el planeta.
Los leves ronquidos de la señorita Herrera y el furioso teclear del señor Mendizábal proporcionaban un agradable contrapunto a mis reflexiones, por momentos parecía estar escuchando la tocata y fuga de Bach.
El señor Rojas visita muy poco el negocio, que se está como dice el señor Mendizábal <<a punto de hundirse>> y por lo tanto está tratando de venderlo cuanto antes. Tengo algunas ideas excelentes que trataré de comentarle al señor Rojas para ver sí de una vez por todas el señor Rojas se decide a poner su corazón y su alma en la empresa.
Bill dio al taxista la tablilla sujetapapeles, así como una serie de instrucciones sobre el itinerario que debía seguir y la velocidad de crucero conveniente.
Finalmente Bill llegó a su casa y se sintió incomodo al tener que bajarse del taxi, debido a su voluminosa figura, llego a la casa, abrió la puerta y se quitó la chamarra y su gorra y se dirigió a su madre.
-¡Madre!
-¿Bill?, eres tú.
-Tengo una noticia que darte. Soy ya un empleado de Cactus Inc.
-¡Bill! -exclamó su madre; a la señora Hates se le llenaron los ojos de lágrimas-. Que orgullosa estoy, hijo mío.
-Pues yo estoy completamente cansado. En esa oficina hay un ambiente hipertenso.
-Sabía que lo conseguirías.
-Gracias por tu confianza.
-¿Cuánto te va a pagar Cactus Inc., querido?
-Seiscientos pesos a la semana, ¿qué te parece?
-¿Cómo? ¿Sólo? Quizá debieses mirar algún otro trabajo, creo que es un salario que no es adecuado a todo lo que has estudiado, a todos tus conocimientos.
-Hay maravillosas oportunidades de ascenso, planes maravillosos para un joven despierto y entusiasta como yo. El salario puede cambiar enseguida.
-¿De veras? Bueno, de todos modos me siento muy orgullosa, hijito. -la señora Hates abrió una lata de frijoles La Sierra y lo echón en la cacerola-. ¿Hay alguna chiquilla bonita trabajando ahí?
Bill pensó en la señorita Herrera y dijo:
-Sí, una.
-¿Soltera?
-Eso parece.
La señora Hates hizo un guiño a Bill y le dijo:
-Eres un pillo. Mira querido, he puesto estos frijoles a calentar. Abre tu mismo una lata de carne cocida, y en la alacena hay pan. Traje también un pastel de El Globo pero no recuerdo donde lo puse. Mira por la cocina. Yo tengo que irme.
-¿Dónde vas ahora?
-El señor Romo y su tía pasarán a recogerme dentro de unos minutos. Vamos a ir a jugar billar.
-¿Qué? -gritó Bill-. ¿De verdad?
-Volveré tempranito. Le dije al señor Romo que no puedo quedarme muy tarde, ya que mi hijo Bill se siente celoso.
-Que magnífica recepción después de mi primer día de trabajo, yo me la paso rompiéndome el lomo todo el día y tu te vas y me abandonas sin dejarme nada de comer, realmente no entiendo nada -dijo Bill furioso-.
-Bueno nos vemos después y cuídate.
-Sí, sí nos vemos.
Bill cerró la puerta de la casa y revisó el buzón del correo, donde con gran sorpresa encontró una carta de Cynthia una exnovia que había tenido hace algún tiempo.
Cynthia se dedicaba a escribir poesía, y en sus ratos libres actuaba, además se acababa de recibir de contadora.
La costumbre de Cynthia de escribir más a editores que a los amigos, siempre se reflejaba en el encabezamiento:
Señores:
¿Pero que carta tan odiosa me has escrito, Bill?
¿Cómo voy a ponerme en contacto con los derechos humanos con las escasas pruebas que me has dado? No puedo creer que la policía trató de detenerte. ¡Pero si no sales de tu cuarto!
Seamos sinceros el uno con el otro, Bill. No creo una palabra de lo que me dices, y creo que te estas volviendo loco, tienes los típicos rasgos de paranoia. Supongo que sabes perfectamente que Freud relacionaba la paranoia con las tendencias homosexuales.
-¡Depravada! -gritó Bill
Es muy probable que sufras sentimientos de fracaso. Tienes que identificarte con algo, y dejar de estar todo el día frente a la computadora, Bill, te lo he dicho muchas veces, tienes que participar en los problemas cruciales de estos tiempos.
-Huaff - bostezó Bill.
De manera inconsciente crees que debes intentar explicar tu fracaso, como intelectual y como soldado de las ideas, en participar activamente en movimientos de crítica social. Te la pasas todo el día quejándote de todos y de todo y creo que nunca vas a encontrar la paz interior que tanto te hace falta. Por otra parte, una experiencia sexual satisfactoria purificaría tu mente y tu cuerpo. Tu continencia sexual va a terminar en locura. En realidad me refiero a locura extrema, ya que tu estas lo suficientemente loco.
- Que inexplicablemente ofensiva -señaló Bill.
No siento simpatía por ti. Has cerrado tu inteligencia a vivir todo el día encerrado frente a la computadora.
Bill, te he mimado bastante en nuestra correspondencia pero esto termina aquí, no vuelvas a escribirme hasta que no te comprometas con los problemas del mundo, y que te unas a mi causa, que te vuelvas radical en combatir a los burgueses y a los monopolios, odio a los cobardes.
Cynthia Escobar.
- Ya le enseñaré yo a esta bruja creída- dijo para sí Bill, echando la carta al fuego, bajo la cazuela de los frijoles.
Bill prendió su computadora y comenzó a escribir un manual de Java para principiantes, el cual podría vender posteriormente cobrando las apropiadas regalías.
Abrió su procesador de palabras favorito y comenzó, con fuente arial 13 puntos:
EL PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE JAVA
El lenguaje Java fue desarrollado en Sun Microsystems en 1991 como parte de un proyecto de investigación para el desarrollo de software para el desarrollo de software para dispositivos electrónicos de consumo. El objetivo de Java en ese tiempo era ser pequeño, rápido, eficiente y fácilmente transportable hacia un amplio rango de dispositivos de hardware. Es este mismo objetivo el que hace que Java sea un lenguaje de programación de propósito general para el desarrollo de programas de fácil uso y transportación a través de plataformas diferentes, así como un lenguaje ideal para la distribución de programas ejecutables por medio de World Wide Web.
Actualmente, Java a tomado al mundo por sorpresa. Hay una inundación de libros tutoriales y de referencia en el mercado. Los últimos navegadores de Netscape y Microsoft tienen capacidad Java. Abundan nuevas revistas y conferencias relativas a Java. Cada vez que se vuelve a visitar una página Web, más cosas danzan, saltan, cantan y quieren interactuar con usted.
Como ve, el interés está realmente ahí. Con todo este soporte y la actividad de desarrollo, es seguro que Java tiene un futuro brillante.
¿POR QUÉ APRENDER JAVA?
Java tiene muchas cosas a su favor. No es solamente un tema principal de discusión, sino que también tiene lo siguiente:
- Tiene un soporte considerable de un fabricante importante.
- Se basa en una plataforma de desarrollo común.
- Es portable a través de plataformas operativas.
- Es fácil integrar applets en Web y en intranets corporativas.
- Reemplaza el aprendizaje de los detalles de varias herramientas como HTL, CGI y C++
De todos estos beneficios, sin duda el más importante es que Java se usa para crear applets. Debido a que los applets se ejecutan dentro de un navegador Web, tiene una independencia superior a muchos otros
Programas ejecutables o lenguajes de creación de scripts.
JAVA ES INDEPENDIENTE DE LA PLATAFORMA
La independencia de plataforma es una de las ventajas más significativas que tiene Java sobre otros lenguajes de programación. A diferencia de otros lenguajes con independencia de plataforma, como
ANSI C, Java tiene independencia de plataforma tanto a nivel fuente como binario.
Bill terminó de escribir el inicio de manual y se desplomó sobre su cama para dormir profundamente.
6
Componían Cactus Inc. un edificio de dos pisos amplio.
Con una entrada principal donde se atendía a las personas que iban a comprar computadoras. Dentro del centro cerebral reinaba un ritmo de actividad superior al habitual. Bill estaba fijando con chinches a una columna próxima a sus archivos un gran letrero de cartón que decía en azules letras góticas:
DEPARTAMENTO DE PROGRAMACIÓN AVANZADA
BILL J. HATES , CUSTODIO
Había aplazado el trabajo de captura de datos aquella mañana para hacer el cartel, haciéndolo en el piso, de una manera tan meticulosa que parecía que iba a llevarlo a un concurso de carteles. La señorita Herrera había pisado el cartel sin darse cuenta siquiera de lo que había hecho, Bill terminó tratando de borrar la huella sin conseguirlo.
-Que bonito- dijo el señor Mendizábal, cuando Bill dejó de dar martillazos-. Le da cierto aire de importancia a la oficina.
-¿Qué significa? -preguntó la señorita Herrera, plantándose bajo el cartel y examinándolo cuidadosamente.
-Es sólo un cartel, dijo orgulloso Bill.
-No entiendo lo que pasa aquí-dijo la señorita Herrera- Méndez, ¿quién es este individuo?
-Señorita Herrera, ya conoce usted al señor Hates. Lleva un mes trabajando con nosotros.
-¿Hates?, creí que era Claudia.
-Ande, vuelva con sus cuentas-le dijo el señor Mendizábal- Tenemos que enviar la declaración al banco antes del mediodía.
-Si, si claro, tenemos que enviar esa declaración-masculló la señorita Herrera, y se alejó apresuradamente hacia el baño de señoras.
-Señor Hates, no quiero presionarlo, pero últimamente no lo he visto capturar datos en absoluto.
-Bueno, esta mañana, cuando abrí el primer cajón del archivo, apareció una rata de gran tamaño que parecía estar devorando varios expedientes. Me pareció conveniente dejarla en paz, ya que no quisiera contraer la peste bubónica.
-Ha hecho usted muy bien -dijo nervioso el señor Mendizábal, temblando ante la perspectiva de un accidente laboral, que pudiera descontar una buena cantidad de dinero de las precarias finanzas de Cactus Inc. En ese momento hizo acto de aparición el señor Rojas, el cual no se había parado por las oficinas de Cactus Inc. hacía mucho tiempo.
-Buenas días - Dijo el señor Rojas.
-Buenos días, señor Rojas -dijo el señor Mendizábal - ¡Qué alegría verle!
-Sólo viene a ver si había alguna carta personal. Me vuelvo a Acapulco inmediatamente. ¿Qué es ese descomunal letrero?, Alguien puede accidentarse con él.
-¿Es ése el señor Rojas? -preguntó Bill desde el suelo- Ya tenía ganas de conocerlo.
Apoyándose en la señorita Herrera, que se desplomó en el suelo. Bill contempló a una persona vieja, de atuendo deportivo, con una mano en la manilla de la puerta, para huir tan rápidamente como había entrado.
-Hola -dijo el señor Rojas con indiferencia-. ¿Un nuevo empleado, Mendizábal?
-Sí, sí, señor. Señor Rojas, este es el señor Hates. Es muy eficiente, es una persona que nos evita el sueldo de varios empleados.
-Oh sí, es el nombre del cartel.
El señor Rojas dirigió a Bill una mirada extraña.
-Me he tomado un extraordinario interés por su empresa- dijo Bill al señor Rojas- El cartel que está viendo usted es sólo una de las muchas modificaciones que pienso hacer en la empresa, vera usted que van a mejorar al 100% las utilidades de la empresa. No olvide lo que le digo.
-¿De veras? -el señor Rojas examinó a Bill con asiduidad y curiosidad- ¿Qué hay de esa correspondencia que esperaba, Mendizábal?
-No mucho. Llegaron sus nuevas tarjetas de crédito. Las líneas aéreas Intercontinentales le enviaron un certificado nombrándolo viajero frecuente, premiándolo con dos boletos gratis a los parajes que usted desee-el señor Mendizábal abrió el escritorio y entregó el correo al señor Rojas-. También hay un folleto de un hotel en Grecia.
-Sería mejor que me preparara unas reservaciones en el Caribe, en el hotel Camino Real de Cancún estaría mejor.
-Sí, señor. Por cierto, hay algunas cartas que tiene que firmar. Tuve que escribir a la distribuidora Compumex. Siempre tenemos problemas con ellos, escribieron que las computadoras que les enviamos tenían el MODEM de 56K, defectuoso, y no se podían conectar a Internet.
-¿Sí? En fin, cosas aún más raras han pasado -dijo rápidamente el señor Rojas. La oficina empezaba ya a deprimirle; tenía que marcharse antes de que la depresión fuera imposible de soportar-. Lo mejor será que lo compruebe con el técnico de la fábrica ¿Cómo se llama? Mire, lo mejor es que firme usted mismo esas cartas como siempre. Yo tengo que irme urgentemente -el señor Rojas abrió la puerta- No haga trabajar demasiado a esos chicos, Mendizábal. Hasta luego señorita Herrera. Mi esposa preguntó por usted.
La señorita Herrera seguía en el suelo, ya que no se había podido levantar desde que Bill hizo que se cayera.
-¡Señorita Herrera!- gritó el señor Mendizábal-. El señor Rojas está hablando.
-¿Quién? -rezongó la señorita Herrera- ¿No dijo usted que se había muerto?
-Espero que la próxima vez que venga a visitarnos, pueda corroborar los grandes cambios que hemos efectuado sobre Cactus Inc., me esmeraré y trabajaré si es necesario horas extras para que Cactus Inc. Sea la mejor empresa en su ramo.
-De acuerdo. Tómeselo con calma -dijo el señor Rojas, y se fue dando un portazo.
-Es un hombre maravilloso, todo un hombre -dijo el señor Mendizábal fervorosamente a Bill. Desde una ventana, los dos vieron salir al señor Rojas en uno de sus varios coches lujosos y deportivos, los cuales incluían un Alfa Romeo, un BMW modelo 1965, dos Mercedes Benz, y un Ford último modelo Grand Marquis. En esta ocasión llevaba el Alfa Romeo rojo, con rines cromados. Rugió el motor y el señor Rojas desapareció en unos segundos, dejando una nube azul de gases.
-Tal vez fuera mejor que me ponga a capturar datos de esos archivos -dijo Bill cuando cayó en cuenta que estaba mirando fijamente hacia la ventana vacía-
Bill prosiguió con el manual de Java que había iniciado en su casa:
A nivel fuente, los tipos de datos primitivos de Java tienen tamaños consistentes a través de todas las plataformas de desarrollo. Las bibliotecas de clases fundamentales de Java facilitan la estructura de código que puede ser movido de plataforma a plataforma sin necesidad de volver a escribirlo.
Sin embargo, la independencia de plataforma no se detiene a nivel fuente. Los archivos binarios de Java también son independientes de la plataforma y se pueden ejecutar en varias plataformas sin necesidad de volver a compilar el código fuente. ¿Cómo funciona esto? Los archivos binarios de Java se encuentran, de hecho, en una forma llamada código de bytes (bytecodes).
Nota: El código de bytes (bytecodes) es un conjunto de instrucciones que se parece mucho al código máquina pero no es específico para ningún procesador.
Normalmente, cuando compila un programa escrito en C++, o en la mayoría de los demás lenguajes de programación, el compilador traduce el programa a código de máquina o instrucciones del procesador.
Estas instrucciones son específicas del procesador que está ejecutando en la computadora, y así, por ejemplo, si compila el código para que se ejecute en un sistema 80x86 basado en un procesador Intel, de 32bits, el programa resultante se ejecutará solamente en otros sistemas 80x86.
Si quiere usar el mismo programa en otro sistema, tiene que regresar al código fuente original, obtener un compilador para ese sistema y volver a compilar el código.
Esto se debe a que el programa ejecutable creado por el compilador tiene instrucciones específicas para el sistema de cómputo para el que fue diseñado el compilador. El resultado de este sistema es: varios programas ejecutables para varios sistemas.
Las cosas son diferentes cuando se escribe código en Java. El ambiente de desarrollo de Java tiene dos partes: un compilador Java y un interprete Java. El compilador Java toma el programa Java y, en vez de generar código de máquina a partir de los archivos fuente, genera código de bytes.
Finalmente Bill se canso de escribir y se paró de su lugar, fue caminando hacia el cubículo de Mendizábal.
Bill espió mientras el señor Mendizábal falsificaba trabajosamente la firma del señor Rojas en las cartas.
-Señor Bill -dijo el señor Mendizábal, enroscando cuidadosamente la tapa de su pluma de 10 pesos-. Voy a bajar a la fábrica para hablar con el técnico. Vigile usted la oficina, por favor.
-Seguro -dijo Bill, y sonrió-.
En cuanto el jefe administrativo cruzó la puerta, Bill introdujo una hoja con membrete de Cactus en la impresora voluminosa del señor Mendizábal. Para lograr que Cactus Inc. Triunfase, el primer paso sería aplicar mano dura contra sus detractores. Cactus Inc. tenía que ser más firme y autoritaria para sobrevivir en el capitalismo salvaje, para llegar a ser la cumbre de las empresas tecnológicas de todo el mundo. Había que tomar medidas. Bill empezó a escribir la primera medida.
Compumex
México D.F.
Señor Carlos Sliin, caballero mongoloide:
Hemos recibido por correo sus absurdos comentarios fuera de la realidad sobre nuestras computadoras. Comentarios que revelan claramente su total falta de cordura. Si tuviera un poco de razón sabría que nosotros enviamos las computadoras con el defecto del MODEM.
<<¿Por qué?, ¿Por qué?>> ustedes con sus comentarios incomprensibles, son incapaces de asimilar conceptos mercantiles progresistas a su visión del mundo, lamentable y obsoleta, no es posible que asuman esa actitud retrograda.
Las computadoras que les enviamos (1) eran un medio de comprobar su espíritu de iniciativa, una empresa mercantil más inteligente y más despierta sería capaz de hacer que las computadoras sin MODEM o con MODEM defectuoso se convirtieran en prototipo de la moda de Internet. (Es evidente que tienen programas de publicidad y comercialización muy deficientes) y (2) son un medio de poner a prueba su capacidad para cumplir con los requisitos básicos del distribuidor de un producto de tanta calidad como nuestro equipo. (Nuestros leales y diligentes distribuidores pueden vender cualquier computadora que lleve la etiqueta Cactus Inc., por muy abominable que sea su diseño. Al parecer, ustedes son gentes sin fe.)
No queremos que nos molesten en el futuro con quejas tan insulsas. Por favor, limitan su correspondencia simplemente a pedidos. Somos una organización activa y dinámica, no necesitamos de este tipo de comentarios que lo único que buscan es manchar nuestra reputación. Si vuelve usted a molestarnos, señor, sentirá el morder del látigo en sus hombros repugnantes.
Coléricamente suyo,
Mike Rojas, Presidente
Pensando muy satisfecho en que el mundo sólo entendía la presión y la fuerza, Bill copió la firma de Rojas en la carta, con la pluma del jefe administrativo, rompió la carta que había hecho el señor Mendizábal, dirigida a Compumex, y en su lugar puso la que acababa de escribir. Posteriormente rodeó el cuerpo de la señorita Herrera, teniendo cuidado en no despertarla, se dirigió a su cubículo, tomo todo el material de archivo que tenía que capturar y lo tiró al bote de basura.
7
La señora Hates no podía creer que le hubiera pasado a ella, era demasiado bueno para ser verdad. No había televisión. No había quejas. El baño estaba vacío. Hasta los ratones parecían haberse largado. El olor era tan sofocante como siempre, pero aquel aroma peculiar y personal de su hijo, que a ella siempre le recordaba el olor a cebo, parecía haberse esfumado. Se preguntó sí en Cactus Inc. Empezaría a oler también así.
Bill llegó pasada la tarde a su casa, entró sin saludar a su madre y prendió su computadora, había iniciado una idea en el metro que la fue desarrollando y que era menester plasmarla en el manual de Java:
Para ejecutar un programa Java, se ejecuta un programa llamado interprete de código de byte, que a su vez ejecuta el programa Java. Usted mismo puede ejecutar él interprete o -para los applets- un interprete de código de bytes (llamado máquina virtual de Java), integrado en los navegadores con capacidad Java, puede ejecutar el applet por usted.
El hecho de que los programas Java se encuentren en forma de código de bytes significa que en vez de ser específicos para algún sistema, los programas pueden ejecutarse en cualquier plataforma y en cualquier sistema operativo o de ventana, siempre y cuando se disponga del interprete Java.
La desventaja del uso de código de bytes está en la velocidad de ejecución. Debido a que los programas específicos de un sistema se ejecutan directamente en el hardware para el que fueron compilados, su ejecución es mucho más rápida que el código de bytes de Java, ya que este último tiene que ser procesado por él interprete.
También tenga en cuenta al futuro: Con el desarrollo de compiladores justo a tiempo, el tema de la velocidad puede llegar a ser menos importante.
JAVA ES ORIENTADO A OBJETOS
El trabajar con un lenguaje de programación orientado a objetos (OOP) y un ambiente de programación real permite que se aproveche completamente la metodología orientada a objetos y sus capacidades para la creación de programas modulares y flexibles, y se reutilice el código.
Muchos de los conceptos orientados a objetos de Java son heredados de C++, el lenguaje sobre el que está basado, pero también toma prestados muchos conceptos de otros lenguajes de programación orientados a objetos, Java incluye un conjunto de bibliotecas de clase que proporcionan tipos de datos básicos, capacidades de entrada y salida del sistema y otras funciones de utilería
JAVA ES FACIL DE APRENDER
Además de su portabilidad y su orientación a objetos, uno de los objetivos de diseño iniciales de Java era ser pequeño y simple, y por lo tanto, fácil de escribir, compilar y depurar. Sin embargo, a pesar de su tamaño y diseño simple, Java tiene gran potencial y flexibilidad.
Java está basado en C y C++, y mucha de la sintaxis y estructura orientada a objetos se tomó de este último. Si usted ya está familiarizado con C++, el aprendizaje de java le será particularmente fácil, debido a que ya tiene la mayor parte de las bases.
Aunque Java parece similar a C y C++, la mayoría de las partes más complejas de esos lenguajes han sido excluidas de Java, simplificando de esta manera el lenguaje sin sacrificar demasiado su potencia.
En Java no hay apuntadores ni aritmética de apuntadores. Las cadenas y los arreglos son objetos reales en Java. El manejo de memoria es automático. Puede ser que a un programador experimentado le cueste trabajo acostumbrarse a estas omisiones, pero para los principiantes o los programadores que han trabajado en otros lenguajes eso hace que el lenguaje sea mucho más fácil de aprender.
JAVA ES MÁS FÁCIL DE APRENDER A TRAVÉS DE JAVA
Si usted ya sabe cómo usar los IDEs, el usar el java Development Kit y su propio editor de programación para crear applets y aplicaciones Java puede parecerle algo anticuado. Pero incluso con los principios tan simples del JDK, Java esta ganando gran popularidad. Es tan popular y similar a Visual C++ que, de hecho, Microsoft creó el JAVA como el IDE para el desarrollo de programas Java. Si ya está familiarizado con el Microsoft Developer Studio, la plataforma de desarrollo sobre la que esta basada el JAVA, el uso del IDE de JAVA le será muy sencillo.
EL IDE DE JAVA
¿Qué es un IDE? Un IDE es un ambiente de desarrollo de aplicaciones integrado, que contiene todas las herramientas que se necesitan para escribir, compilar, probar y depurar las aplicaciones. JAVA también incluye al InfoView (un sistema de ayuda en línea expandido que incluye vínculos a ejemplos de código y clases), visores de objetos, acceso a paquetes de control de código fuente y asistentes, que son aplicaciones de ayuda que lo llevan a través de la creación de determinados objetos.
UN VIAJE ILUSTRADO POR JAVA
El Microsoft Developer Studio para JAVA es una herramienta muy poderosa para el desarrollo de programas Java.
El área de trabajo está dividida en dos secciones. El panel de la izquierda es el de Project Workspace (Área de trabajo del proyecto). El panel de la derecha muestra los detalles relativos al elemento de índice seleccionado en el lado izquierdo.
JAVA se adhiere a los fundamentos del JDK original, ya que ninguna de sus bibliotecas de clase originales ha sido cambiada. Sin embargo JAVA va más allá. El Microsoft Developer Studio facilita el desarrollo y despliegues de los programas Java. El ambiente de desarrollo también incluye herramientas para inspeccionar clases y objetos OLE. Microsoft también ha añadido asistentes para hacer más fácil la creación de applets y aplicaciones básicos.
Las extensiones COM y las clases java de Microsoft añadirán automatización OLE, Actives y Java ODBC a sus aplicaciones. JAVA le permitirá la creación sencilla de programas Java portables y estándares dentro de la industria, así como añadir las nuevas extensiones de Microsoft.
¡Viva Sun Microsystems, Muera Microsoft!
Bill se aburrió de escribir y se puso a ver la tele.
8
LAS VACACIONES de aquel verano le estaban dando el resultado que el señor Rojas esperaba. Todo sucedía como debía ser. Cielos azules sobre las montañas, días cálidos y límpidos uno tras otro, interrumpidos de vez en cuando por una pasajera tormenta; este ambiente le permitía programar por más tiempo y de manera tranquila, sin los gritos de su madre atosigándolo todo el tiempo. Las aguas del río, a pesar de que se deslizaban entre riscos y estrechos desfiladeros, siempre bajo la sombra de setos de pino y abetos eran tan templadas que podía uno zambullirse en ellas hasta ya entrada la noche. El aroma del heno e la segunda cosecha se dilataba por todo el pueblo; los sembrados de los escasos trigales adquirían tonalidades pardas y doradas; las rosas, a la orilla del agua, lucían sus blancas flores y sus hojas cubiertas siempre de diminutos insectos. Largas hileras de gordolobo de vellosas y blanquecinas hojas abrillantaban los bordes de los bosques; los claveles silvestres y otras herbáceas con sus tallos inhiestos, convertían las faldas de las colinas en tallos multicolores. Bajo la sombra de los pinos, se hallaban toda clase de hongos, el rojo y brillante agárico, la carnosa seta, el aventurado hongo garra de oso, el nudoso hongo de coral, y el raro e incoloro nido de pájaro.
El hogar de los Rojas se alzaba entre cipreses en una pequeña elevación que dominaba las aguas azules del puerto de Veracruz. El exterior era un ejemplo de elegancia rústica, tenía un jardín bastante amplio, el interior, una tentativa, coronada por el éxito, de eliminar por completo lo rústico; un claustro con temperatura constante controlada por 20 computadoras que se ocupaban del más mínimo detalle, mediante una red de ventiladores y tuberías que llenaban silenciosamente la habitación con brisas del Golfo de México filtradas y reconstruidas, y exhalaba el dióxido de carbono, el humo de cigarros y el tedio de los Rojas.
Los Rojas no reparaban en gastos, la casa era tan sensualmente confortable como lo es teóricamente el claustro materno. Todos los asientos se hundían varios centímetros al más mínimo contacto, forrados con la más fina piel de cebú, la gomaespuma y el relleno de sometían abyectamente a la menor presión. Los mechones de las alfombras de nylon acrílico cosquilleaban los tobillos de todo el que fuese tan amable para caminar sobre ello, también había tapetes persas bordados a mano, con hilo de oro. Junto al bar, lo que parecía un regulador de volumen, permitían suavizar o intensificar la luz, mediante pequeñas variaciones de voltaje en los focos de halógeno, según el humor de sus habitantes. Cuando alguien entraba a una habitación, inmediatamente se prendían las luces, y cuando alguien abandonaba la habitación se apagaban automáticamente. Localizados por toda la casa a una distancia cómoda a pie entre ellos, había sillones anatómicos automáticos, una mesa de masajes y un tablero de ejercicios cuyas numerosas secciones estimulaban el cuerpo con un movimiento suave e incitante a un tiempo. También contaba con una sala de cine para 50 personas, una alberca olímpica, y varias opciones de lujo con las cuales uno podía divertirse por horas sin pensar en los problemas del mundo moderno. La Mansión Rojas (eso decía el cartel de la carretera costera) era un nirvana de los sentidos. Tras sus paredes acolchonadas todo era gratificante.
El señor y la señora Rojas, que se consideraban mutuamente los únicos objetos no gratificantes de la casa, estaban sentados en el televisor viendo una serie de televisión estadounidense.
-La cara de Brandon está toda verde-dijo la señora Rojas en tono muy hostil y hasta enojado-. Parece un cadáver. Será mejor que devuelvas el televisor a la tienda y exijas que te devuelvan uno nuevo.
-Pero si lo traje de Estados Unidos esta semana -dijo el señor Rojas con aire de displicencia.
-Bueno, pues devuélvelo. No estoy dispuesta a quedarme ciega por culpa de un televisor estropeado, y sobre todo por tu pereza de no querer cambiar el televisor, si me quedo ciega va a ser por tu culpa, y no te lo perdonaré Mike, ¡no te lo perdonare!.
-Cállate ya, por Dios. Se ve perfectamente.
-No se ve bien. Mira, tiene los labios verdes.
-Es del maquillaje que usa esa gente.
-¿Quieres convencerme que el maquillaje que le ponen a los actores es de color verde?.
-Yo sé lo que hacen esas gentes.
-¡Claro que no! -dijo la señora Rojas, dirigiéndose a su marido, que estaba sumergido en el sofá amarillo, muy quitado de la pena, y sin importarle lo que le estaba comentando su esposa.
-No me molestes, ¿quieres?-dijo él-. Vete a jugar con tu gimnasio.
-Esta noche no puedo. Me han arreglado el pelo -se acarició los rizos rubios plastificados por el calor y el vapor -. La peluquera me dijo que debía de tener puesta una peluca-añadió.
-¿Para qué quieres una peluca? Tienes mucho pelo.
-Quiero una peluca negra, de esta manera puedo cambiar mi personalidad, aunado a mis pupilentes negros también, además la semana que entra tengo programada una liposucción de cadera.
-Escucha, en realidad tu ya tienes el pelo negro, simplemente deja tu color original, y cómprate una peluca rubia. Por otro lado, ten cuidado con las operaciones de liposucción, recuerda lo que le pasó a Lucha Villa, por andarse haciendo esa dichosa liposucción termino como un vegetal.
-No se me había ocurrido lo de la peluca, pero lo de la liposucción ni hablar, la cita está programada, tengo unas longas que no las aguanto, que van a decir mis amistades-comentó la señora Rojas al tiempo que se contemplaba en un espejo de tocador-.
-Bueno, piénsalo un rato y quédate callada, estoy bastante cansado y con tu perorata no me puedo dormir. Hoy cuando fui a la ciudad de México, paré en la fábrica. Eso siempre me deprime, no soporto la idea de permanecer ahí más de 15 minutos.
-¿Y qué pasa allí?
-Nada, absolutamente nada.
-Eso me imaginaba -dijo con un suspiro la señora Rojas-. Has tirado a la coladera el negocio de tu padre. Esa es la tragedia de tu vida.
-Dios santo, ¿quién quiere esa fábrica vieja? Nadie compra ya las computadoras que fabricamos. Todo por culpa de mi padre. Cuando llegaron las computadoras con sistema operativo MS-DOS, él pasó a utilizar sistemas MAC. Era el Steve Jobs de la industria de la computación. Luego, cuando volvieron a utilizar las computadoras sistemas operativos MAC, él les instaló el sistema operativo MS-DOS. Tendrías que ver lo que Mendizábal llama <<la nueva línea de colores y sabores para computadoras>>. Son como esas maquinas de escribir viejas, pintadas de colores pastel, con una manzana en la parte superior.
-Cuando nos casamos, te adoraba, Mike. Creía que tenías empuje. Podrías haber convertido a Cactus Inc. En la empresa del siglo. Podrías haber tenido una oficina en Sillicon Valley, incluso. Lo tenías todo en tus manos y lo desperdiciaste todo, eres un looser un fracasado.
-Deja ya de decir tonterías, ¿quieres? No tienes motivos para quejarte.
-Tu padre era un hombre de carácter. Yo le respetaba.
-Mi padre era un miserable, avaro y mezquino, un pequeño tirano. De joven sentí cierto interés por la empresa. Pues bien, él lo destruyó todo con su tiranía. Para mí Cactus Inc. es su empresa. Que se hunda. El se dedicó a matar mi interés, las cosas se tenían que hacer siempre a su manera, si yo decía MS-DOS es el futuro, él decía: <<no, MAC es el mejor sistema operativo del universo>>, si yo le comentaba que era momento de instalar MAC él gritaba <<ni hablar MS-DOS es lo mejor>>.
-Empezó vendiendo máquinas de escribir en un carro. Y fíjate lo que logró construir. Podrías haber convertido a Cactus Inc. en una empresa de nivel internacional.
-No sabes ni de lo que hablas. Gaste mi niñez en esas computadoras. Pero, en fin, ya estoy harto de tu charla, se acabó.
-Bueno. Tranquilidad. Mira los labios de Brandon se están volviendo de color rosa.
-Nunca has sido una imagen paterna para Britney y Cristina.
-La última vez que Britney estuvo en casa, abrió el bolso para sacar cigarrillos y se le cayó al suelo enfrente de mí un paquete de condones, esto sin tomar en cuenta la vestimenta que usan.
-Eso es precisamente lo que pretendo decirte. Nunca has dado a tus hijas una imagen. No es raro que estén tan confusas. Yo por lo menos lo intente.
-Escucha, no hablemos de Britney y Cristina. Están en la universidad. Suerte tenemos de no saber lo que pasa allí. Cuando se cansen, se casarán con un pobre chico, al cual yo tendré que mantener seguramente.
-¿Y qué clase de abuelo serás tú entonces?
-Yo qué sé. Déjame en paz. Vete a tu gimnasio, date un baño de remolino. Déjame ver este programa, ya no te soporto.
-¿Cómo puedes verlo si todas las caras están descoloridas?
-No empecemos otra vez…
-¿Iremos a Miami el mes que viene?
-Quizá. Quizá debiésemos instalarnos allí.
-¿Y renunciar a todo lo que tenemos?
-¿Renunciar a qué? Tu gimnasio particular puede trasladarse en un camión de mudanzas.
-Pero la empresa…
-La empresa ha dado todo el dinero que podía dar. Ahora es tiempo de vender.
-Menos mal que tu padre está muerto, aunque ahora deberá estarse retorciendo en su tumba. Ojalá hubiera vivido para ver esto -la señora Rojas lanzó una mirada trágica al cielo, como si quisiera implorar misericordia-. Ahora, supongo que dedicarás todo tu tiempo a las series mundiales, o al Derby o a las 500 millas de Indianápolis, sin mencionar a las mujerzuelas con las que te gusta revolcarte. Es una verdadera tragedia Mike, una verdadera tragedia.
-No intentes convertir Cactus Inc. en una gran obra de Arthur Miller.
-Gracias a Dios que yo estoy aquí para vigilarte. Gracias a Dios yo me intereso por la empresa. ¿Qué tal la señorita Herrera? Espero que siga relacionándose y funcionando perfectamente.
-Aún sigue viva, y eso es mucho decir.
-Menos mal que yo me intereso por ello, tú la habrías arrojado a la calle desde hace mucho tiempo.
-Esa mujer debía de haberse jubilado desde hace mucho.
-Te dije que la jubilación la mataría. Lo que ella necesita es actividad que la mantenga viva. Esa mujer es un verdadero ejemplo de rejuvenecimiento psíquico. Quiero que la traigas un día. Me gustaría darle terapia.
-¿Traer aquí a ese vejestorio? Estas loca. No quiero tener un recordatorio de Cactus Inc. roncando en mi casa. Se mearía en tu sofá, además. Puedes jugar con ella a larga distancia.
-Muy propio de ti -suspiró la señora Rojas-. Nunca sabré como he podido soportar tu falta de conmiseración durante tantos años, eres una persona cruel y abominable.
-Te he dejado que la tengas en la oficina, donde estoy seguro que vuelve loco a ese Mendizábal. Esta mañana, cuando fui, los encontré a todos en el suelo. Mendizábal está en la luna, como siempre. Pero tendrás que ver al otro personaje que está trabajando allí. No sé de donde lo habrán sacado. Es un milagro que no haya pasado algo de que lamentarse.
9
El señor Mendizábal estaba sentado junto a su pequeño calentador eléctrico, sus pensamientos se encontraban más allá de las instalaciones de Cactus Inc., se imaginaba reposando en una playa lejos de toda civilización.
En ese momento la puerta se abrió lentamente para dar paso a la señorita Herrera, precedida de una gran bolsa.
-¡Señorita Herrera! -dijo el señor Mendizábal en lo que era para él, un tema muy agudo.
-¿Qué? -gritó frenéticamente la señorita Herrera.
Luego, bajó la vista hacia su camisón andrajoso y su bata de franela.
-Oh, Dios mío -murmuró- Por eso notaba tanto frío en la calle y la gente se me quedaba viendo más de lo normal.
-Váyase a casa ahora mismo.
-Hace frío en la calle, Méndez.
-No puede estar así en Cactus Inc. Los siento.
-¿Estoy jubilada? -preguntó esperanzada la señorita Herrera.
-¡No! -gritó el señor Mendizábal. Sólo quiero que vaya a casa y se cambie. Vive usted aquí a un lado, dése prisa.
Cuando una hora después Bill llegó la señorita Herrera aún no había vuelto. El señor Mendizábal escuchó el rumor lento y pesado de los pasos del señor Hates por las escaleras. La puerta se abrió de golpe y apareció Bill Hates.
-Buenos días, señor -dijo majestuosamente.
-Buenos días -dijo encantado el señor Mendizábal-. ¿Ha tenido usted un buen viaje hasta aquí?.
-Sólo aceptable. El taxista era un corredor de formula 1 en potencia, tuve que reconvenirle varias veces que bajara la velocidad. ¿Y la señorita Herrera?.
-Tuve que mandarla a casa. Se presentó a trabajar en camisón.
-No entiendo por qué tuvo que mandarla a casa de nuevo. En realidad aquí no hay ninguna etiqueta, somos una gran familia. No debe sorprenderse si una mañana me ve aparecer a mí en camisón. Tengo uno muy cómodo.
-No pretendo dictar lo que ha de vestir la gente, desde luego-dijo el señor Mendizábal con cierta ansiedad.
-Eso espero. La señorita Herrera y yo no lo consentiríamos.
Bill estaba terminando una cruz de papel para la oficina, la cual según Bill serviría para cultivar su sentido espiritual.
-Terminaré la cruz -dijo al fin Bill, sacando dos tarros de pintura de sus bolsos de la chamarra.
-Magnífico, magnífico.
-la cruz es la máxima prioridad en este momento. El archivar y capturar datos… todo eso debe esperar hasta que haya terminado esta tarea. Luego, cuando termine la cruz, tendré que visitar la fábrica. Sospecho que esa gente está ávida de un oído compasivo, un guía leal. Quizá yo pueda ayudarles.
-Por supuesto. No deje que le digan ellos lo que tiene usted que hacer.
-No lo haré.
-Entonces debe usted ir a la fábrica hoy -convino con entusiasmo el jefe administrativo.
Bill archivó su gorra y su bufanda y empezó a dar la primera mano de pintura a la cruz.
A mediodía, el señor Mendizábal miró por encima de la pila de papeles en los que trabajaba y dijo:
-Me pregunto dónde podrá estar la señorita Herrera.
-Probablemente la haya precipitado usted en la depresión profunda -respondió fríamente Bill; estaba repasando con pincel los bordes irregulares del cartón-. Ya me esta dando hambre, traigo dos sándwich, le ofrecería uno a usted, pero desgraciadamente sólo hay para la señorita Herrera y para mí.
Bill prendió su computadora y se dedicó a proseguir con su manual de java:
PREPARACIÓN DE JAVA EN JAVA
RESUMEN
Hoy obtuvo una introducción básica a los objetivos y características del lenguaje Java y a Microsoft JAVA. Java es un lenguaje de programación similar a C o C++, en el que se puede desarrollar un amplio rango de programas. El uso más común de Java por el momento es la creación de applets para navegadores Web con capacidad Java, tales como el Microsoft Internet Explorer 3.0 y el Netscape 2.0x o superior.
Los applets son programas Java que se bajan y ejecutan como parte de una página Web. Los applets pueden crear animación, juegos, programas interactivos y otros efectos multimedia en páginas Web.
La fuerza de Java se encuentra en su portabilidad -tanto a nivel de código fuente como a nivel binario- en su diseño orientado a objetos y en su simplicidad. Cada una de estas características hace posible la creación de applets, pero también hace que Java sea un lenguaje excelente para la escritura de programas de propósito general que no requieren navegadores con capacidad Java para ejecutarse. Estos programas Java de propósito general son llamados aplicaciones. El Hotjava mismo es una aplicación Java.
EL MICROSOFT DEVELOPER STUDIO
El Microsoft Developer Studio le da todas las herramientas que se necesitan para escribir, compilar, probar, depurar y refinar los programas JAVA, y todo ello en una interfaz fácil de usar.
LA VENTANA DEL AREA DE TRABAJO DEL PROYECTO
Para las personas que son nuevas ante un IDE, la ventana de área de trabajo del proyecto (Project Workspace) será la mejor bienvenida de todas. La ventana que está anclada al lado izquierdo de la pantalla.
Bill terminó de escribir su manual de java y le comentó al señor Mendizábal que no le iba a dar de sus emparedados.
-No se preocupe por mí- el señor Mendizábal esbozó una lánguida sonrisa y vio a Bill abrir su grasienta bolsa de papel marrón-. De todas maneras no tengo tiempo para comer porque tengo que terminar estos informes y estas facturaciones.
-Sí, será mejor que lo termine. No podemos permitir que Cactus Inc. quedé rezagada en la lucha por la supervivencia del más apto.
Bill mordió su primer emparedado, arrancando la mitad, y mascó un rato muy satisfecho.
-Espero que aparezca la señorita Herrera -dijo cuando terminó el emparedado, tras emitir una serie de eructos que sonaron como si todo un tracto digestivo se estuviera desintegrando.
Mientras se comía el relleno del segundo emparedado, arrancándolo del pan con los dientes, entró la señorita Herrera, con una visera verde en la nuca.
-Aquí está -dijo Bill al jefe administrativo, mientras masticaba parte del emparedado.
-Oh sí -dijo débilmente el señor Mendizábal-. Señorita Herrera. Tardó usted mucho en cambiarse.
-¿Quién? -preguntó la señorita Herrera.
-Decía que tardó mucho en cambiarse.
-¿Yo? Pero si acabo de irme.
-¿Quiere dejar de molestarla por favor? -exigió Bill irritado.
-El retraso no tiene explicación. Vive usted a la vuelta-dijo el jefe administrativo, y volvió a sus quehaceres.
Bill volvió al trabajo de pintar la cruz. La cruz estaba ya terminada en sus dos tercios. Faltaba sólo la inscripción DIOS Y COMERCIO, que Bill había decidido colocar en la parte inferior de la cruz. Tras colocar las letras, Bill se hizo hacia atrás y le dijo a la señorita Herrera:
-Ya está terminada.
-Oh, Claudia, es maravillosa -dijo sinceramente la señorita Herrera-. Mire esto Méndez.
-Que bonita -dijo el señor Mendizábal, examinando la cruz con los ojos cansados.
-Ahora, a archivar y capturar -dijo diligente, Bill-. Luego, a la fábrica, no puedo tolerar las injusticias sociales.
Bill era un convencido de que las diferencias sociales conllevarían a la destrucción del Estado de Derecho.
Bill fue detrás de los archivadores, cogió el material acumulado sin capturar en la computadora y lo echó al bote de basura. Al advertir que el jefe administrativo estaba sentado en su escritorio con la mano sobre los ojos, Bill sacó el primer cajón del archivador y, dándole vuelta, vertió su contenido en el bote de basura.
10
Bill se encontraba programando, encontrando la posibilidad de crear un virus poderoso que pudiera invadir hasta el último rincón de Internet. Lo estaba desarrollando en un lenguaje de programación nuevo diseñado por Bill.
Estaba concentrado en su computadora cuando se oyó un batacazo del cepillo de pelo al caer sobre el lavabo, el ruido de una caja de polvos al dar contra el suelo, las súbitas exclamaciones de confusión y caos.
-¡Uff!-gritó su madre en determinado momento.
El estruendo solitario y apagado del baño le resultaba irritante y estaba deseando que su madre acabara ya que no le permitía concentrarse para programar. Por fin, oyó el clic de la luz. Su madre llamó a su puerta.
-Bill, cielo, ya me voy, vuelvo al rato.
-Muy bien-replico fríamente Bill.
-Abre la puerta, cariño, ven a darme un beso de despedida.
-Madre, estoy muy ocupado en este momento.
-No seas así, Bill. Abre, anda.
-Lárgate con tus amigos, por favor, y no me estés molestando.
-Oh, Bill, vamos.
-Tienes que distraerme a todos los niveles. Estoy trabajando en un programa que revolucionará la vida tecnológica de este planeta, algo sumamente comercial.
-Bill, ¡abre ya! No te hagas el gracioso que mi paciencia se está terminando.
Bill despejó sus ojos del monitor y se levantó pesadamente para abrir la puerta. El pelo castaño de su madre se convirtió en rubio, tenía las mejillas embadurnadas de colorete que se había dado precipitadamente y que le llegaba a los ojos. Se le había caído la borla de la polvera y le había blanqueado la cara, el vestido y algunos mechoncitos rubios.
-¡Oh, Dios mío! Pero que te ha sucedido, ¿Puedo creer lo que estoy viendo? Por favor, lárgate con tus compañeros mal vivientes y déjame en paz.
-No trates de ese modo a tu pobre madre.
-¿Pobre? ¿He oído pobre? ¿Cuándo en esta casa están literalmente afluyendo los pesos, gracias a mis desvelos? Y saliendo de ella con más rapidez aún.
-No empieces de nuevo Bill. Esta semana sólo me diste doscientos pesos y casi tuve que pedírtelos de rodillas. Mira todas las cosa que te has comprado. Esta nueva computadora laptop (computadora pequeña) que trajiste hoy.
-Esta laptop tendrá en breve un uso práctico. La video casetera fue más barata.
-A este paso nunca llegaremos a pagar la hipoteca de la casa.
-Eso no es problema mío, yo no la hipotequé.
-No claro, a ti te da igual. Tú nunca te preocupas de nada, a ti te vale todo.
-Debería darme cuenta de que cada vez que abro la puerta de mi dormitorio, estoy abriendo una autentica Caja de Pandora. -Bill eructó debido a que se levantó de su asiento después de haber estado sentado por largo tiempo frente a la computadora-. Otórgame un poco de paz. ¿No es suficiente que me acosen durante todo el día de trabajo?, ¿Soportar los malos humores de mis superiores y tener que servir a diestra y siniestra ante sus caprichos? Creía haberte descrito adecuadamente los horrores que he de afrontar a diario.
-Sabes que te quiero hijito -gimoteó la señora Rojas-. Ven y dame un besito de despedida, sé un buen muchacho, sabes que todavía eres mi chiquito.
Bill se inclinó y le dio un ligero beso en la mejilla.
-Santo cielo -dijo, escupiendo polvos- ahora tendré toda la noche mis labios con sabor a polvos.
-¿Crees que me he puesto demasiado polvos?
-No. Está muy bien. Cabe comentarte que a tu edad no es para que estés fuera de la casa a altas horas de la noche.
-Creo que el ejercicio me está ayudando mucho. Me siento más joven.
Sonó un bocinazo en la calle.
-Los modales de tus amigos dejan mucho que desear.
-Volveré pronto, cariño -dijo la señora Hates, cerrando la minúscula puerta de la entrada de la casa.
-¡Lo más probable es que me maltrate algún intruso!
Tras esto, echó el cerrojo a la puerta de su habitación, cogió un tintero vacío y abrió las persianas de la ventana. Asomó la cabeza y miró por el callejón hacia donde se veía, perfilado en la oscuridad, en la esquina, un Gran Marquis viejo color azul marino. Lanzó con todas sus fuerzas el tintero y lo oyó golpear el techo del coche con efectos sonoros superiores a lo que habría esperado.
Rebosando malévola satisfacción, activó nuevamente su computadora y abrió su procesador de textos, donde escribió en ALGERIAN.
Querido lector:
Un gran escritor es el amigo y benefactor de sus lectores.
Macaulay
En cactus Inc. se ha preservado para la posteridad la cárcel-fábrica de inicios de la era industrial. Sentí que se sublevaban mis profundas y enérgicas convicciones respecto a la injusticia social. No sé cuanto tiempo podré soportar esta rutina diabólica.
En la tarde fui a visitar a los obreros de la fábrica para contemplar sus condiciones laborales. Pese a lo que han estado sometidos, los obreros son una gente bastante agradable en general. Yo había tenido poca relación con ellos, no me había sentido con la confianza de hablar directamente con ellos, pues sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales, no me relaciono con nadie. Al hablar con algunos obreros, los cuales al parecer sentían una necesidad imperiosa de hablar conmigo, descubrí para mi sorpresa que cobraban aún menos que la señorita Herrera.
Siempre me he sentido de alguna manera identificados con la gente indígena, porque su situación es igual a la mía: nos hallamos fuera del círculo de la sociedad. Mi exilio es voluntario, por supuesto. Es evidente, sin embargo, que muchos indígenas desean convertirse en miembros activos de la clase media. La verdad es que no puedo entender por qué. Es verdad que el acceso a la educación es algo sumamente importante, pero si quieren integrarse a la burguesía, no es asunto mío en realidad. Yo soy feliz programando todo el día en la computadora y por lo tanto me exilio voluntariamente de la sociedad. Aunque de alguna manera coopero involuntariamente al desarrollo de la misma.
Si yo fuera un indígena creo que mi madre y yo viviríamos muy agradablemente en alguna choza mohosa de los suburbios, en un estado de paz sin ambiciones, comprendiendo satisfechos que no se nos quería, y que luchar y esforzarse no tendría sentido. Tengo ya en mis archivos una colección bastante nutrida de notas y apuntes en la que se analiza el mundo contemporáneo con una cierta perspectiva.
Pasé entonces a preguntarles sobre la fábrica, pues tal era el propósito de mi visita. Se mostraron muy dispuestos a hablar conmigo y parecieron interesarse aún más en mí como persona. Ellos se dedicaban a ensamblar las partes de las computadoras a cargar los camiones para llevar las máquinas a vender, en fin a hacer todo el trabajo rudo de la empresa. Cuando les pregunte por sus salarios, descubrí que la paga semanal media es de menos de 300 dólares a la semana. Mi opinión es que un individuo se merece más que eso como salario por el simple hecho de estar en una fábrica cinco días por semana sobre todo si la fábrica es como Cactus Inc., donde el techo agujereado amenaza con caerse en cualquier momento. No era extraño que reinara tanta apatía en la fábrica. Si yo hubiera sido uno de los obreros, habría irrumpido mucho antes en la oficina y exigido un salario decente.
Cabe hacer la siguiente anotación, un día conocí en la cafetería de la facultad a la señorita Escobar, joven posgraduada, una escandalosa y ofensiva doncella de Xochimilco. Ella se sintió atraída a la mesa en la cual tenía yo mi corte, por la singularidad y el magnetismo de mi ser. Cuando la magnificencia y la originalidad de mi visión del mundo se hizo patente a través de la conversación, la señorita Escobar comenzó a atacarme a todos los niveles, llegando incluso, en determinado momento, a darme patadas, bastante vigorosas, por debajo de la mesa. Yo la fascinaba y la confundía al mismo tiempo; era, en suma, demasiado para ella, se sentía ante mí como que achicada y buscaba cualquier pretexto para tratar de competir, cuando se daba cuenta de que era demasiada pieza para ella, simplemente se quedaba estupefacta ante mi sabiduría.
Los modales brutales de Cynthia pronto alejaron a mis cortesanos de la mesa, teniendo que soportar cortésmente su perorata, nos quedamos solos, todo era café frío y palabras ardientes. Cuando manifesté mi desacuerdo con sus rebuznos y parloteos, me dijo que yo era evidentemente un antisemita. Ella se dedicaba al movimiento social en todas sus fases, desde los pequeños semilleros de manipulación, hasta la manipulación en masa de organismos sindicales. Era miembro activa de diversas organizaciones: Estudiantes por la libertad, Juventud por el sexo, Los musulmanes negros, Amigos de la guerrilla chiapaneca, Los hijos del mestizaje, Consejos de ciudadanos blancos. Cynthia estaba, en fin, terriblemente comprometida con su sociedad, yo, por mi parte, más viejo y más sabio, estaba terriblemente descomprometido.
Había conseguido sacarle dinero a sus padres y de sus propios ahorros consiguió venir a la universidad. Desgraciadamente me encontró a mí. El trauma de nuestro primer encuentro alimentó el masoquismo y el pesimismo mutuo. A ella le encantaba los movimiento sociales y por lo tanto la sociabilidad, sin embargo a mí me seducía la vida ermitaña del programador de tiempo completo, yo era un nerd que trataba de trabajar en lo suyo. Sólo era feliz cuando un perro policía hundía sus colmillos en su pierna, o cuando la arrastraban de los cabellos escaleras abajo los policías que se ocupaban de reprimir las manifestaciones estudiantiles.
Cynthia estaba interesada en mí sensualmente; mi actitud rigurosa hacia el sexo la intrigaba. Logré, no obstante, desbaratar todos sus intentos de asaltar la fortaleza de mi cuerpo y mi inteligencia.
Para Cynthia el sexo era la panacea de todos los males del mundo, y profesaba esta teoría a diestra y siniestra sin importarle la consecuencia de sus actos. Llegando a pervertir a varias mentes virginales de la Universidad. Para Cynthia la mayoría de las chicas de la universidad, eran demasiado reaccionaria; y predicó con renovado vigor la libertad sexual en todas las aulas y pizarrones, logrando que casi la violase un empleado de intendencia de la Facultad de Sociología. Yo, por mi parte trataba de guiarla por el camino de la verdad. Le indicaba lecturas que volverían su espíritu enfermo en un espíritu libre y renovado. En primer lugar le sugerí los diálogos de Platón, sobre todo el episodio del banquete, y también le indique que leyera La última tentación de cristo de Nikos Kazantzakis.
Tras unos cuantos semestres, Cynthia desapareció de la universidad, diciendo, en su modo ofensivo que <<Este lugar ya no tiene nada que enseñarme>>. Cynthia era muy sincera. Por desgracia, también era muy ofensiva.
Mantenemos una correspondencia regular, y el tema habitual de sus cartas es el de urgirme a participar en manifestaciones, desfiles y ocupaciones, sentadas y cosas de ese género. Algún día, las autoridades de nuestra sociedad la detendrán simplemente por ser quien es. La cárcel dará al fin sentido a su vida y acabará con sus frustraciones.
Hay que tratar con ella a su propio nivel, y así pensé en ella cuando examinaba las condiciones ínfimas de la fábrica. En este momento ha llegado la hora de actuar y de plantar en estos trabajadores la semilla de la rebelión y la insurrección contra el capitalismo salvaje de la sociedad en que estamos inmersos. Hemos de enfrentarnos a ese enemigo. Una de esas organizaciones de derechos civiles, una de las más poderosas, me cubrirá, con toda seguridad, de laureles.
Bueno es hora de regresar al entorno de programación de MS-DOS por hoy es suficiente de escritos, necesito proseguir con la construcción del virus.
11
El señor Mendizábal llegó a Cactus Inc. temprano, como siempre. Encendió la computadora y un cigarrillo. Luego, aplicó su ingenio a las meditaciones trascendentales que lo llevaban fuera de Cactus Inc. Mientras cavilaba sobre sus pensamientos exóticos, le sorprendió ver al propio señor Hates irrumpir como un torpedo en la puerta.
-Qué temprano llega usted hoy, señor Hates, es realmente un milagro verlo aparecer por aquí a estas horas de la madrugada.
-¿Qué quieres decir? Yo siempre llego a esta hora.
-Claro, claro, por supuesto -dijo mansamente el señor Mendizábal.
-¿Acaso cree usted que he venido temprano con algún propósito?
-No, no, que va. Yo…
-Hable claro caballero. ¿A que viene esa suspicacia tan extraña? Uno no puede acudir diligentemente a sus deberes porque empiezan a sospechar o ¿de qué se trata?-le brillan los ojos de paranoia.
-¿Cómo dice señor Hates?
-Ya oyó bien lo que dije -contestó Bill, y se encaminó hacia la puerta de la fábrica.
El señor Mendizábal intentó reponerse, pero sus intentos fueron en vano, ya que de la fábrica llegaba un vitoreo generalizado. Pensó que se trataba de una fiesta que tenían los obreros, ya que eran gente que se la pasaba haciendo fiestas por todo. Para él, los obreros eran simplemente parte de la estructura física de Cactus Inc., no relacionada con el "centro cerebral".
En ese momento Bill se había parado sobre una mesa que se encontraba en la fábrica. Y empezó su discurso incendiario:
-¡Amigos! -dijo grandilocuente- Nuestro día ha llegado al fin. Es hora de sublevarnos contra la opresión de los ricos. Espero que hayan traído las armas de batalla que les comente.
Riéndose a coro, los obreros esgrimieron postes de vallas, palos de escoa, cadenas de bicicleta y ladrillos.
-¡Dios santo! No hay duda de que han reunido un terrible y muy diverso armamento. Arrasemos la oficina enseguida, sorprendiendo así al enemigo. -Sacó teatralmente de encima de su pelvis la sábana, abriéndola de golpe. Entre las manchas amarillas estaba escrito en letras grandes de molde, con tinta roja, ADELANTE. Bajo de esto en letras más pequeñas: Cruzada por la dignidad moral.
Bill se bajó de la mesa y se lanzó rápidamente hacia la entrada de las oficinas de Cactus Inc., seguido de varios obreros. Dos mujeres desplegaban débilmente la parte posterior de la manchada sábana ante el señor Mendizábal, que estaba confundidísimo.
La señorita Herrera le vio y pregunto:
-¿Qué pasa, Claudia? ¿Qué hace aquí la gente de la fábrica?
-Corra ahora que puede, señorita Herrera -dijo Bill muy serio.
-No puedo oírte, Claudia- gritó la señorita Herrera, agarrándole del brazo-. ¿Se trata de una representación teatral?
-¡Vaya a colgar sus carnes flácidas en el retrete! Y deje de molestar. -gritó brutal Bill.
La señorita Herrera desapareció.
-¿Bien? -preguntó Bill al señor Mendizábal, resituando a las dos damas, para que el jefe administrativo pudiera ver la inscripción de la sábana.
-¿Qué significa esto?-preguntó el señor Mendizábal, leyendo la pancarta.
-¿Se niega usted a ayudar a estas personas humildes?
-¿Ayudarles? -preguntó el jefe administrativo-. ¿De qué habla usted, señor Hates?
-Hablo de la explotación casi animal a la que están sujetas estas personas. Hablo de ese pecado contra la sociedad del que usted es culpable.
-¿Qué?- al señor Mendizábal le sudó la frente.
-¡Acaben con él!, ¡Al ataque!- gritó Bill- Este hombre se niega a ayudarnos.
-No le ha dado la oportunidad de hablar-comentó una de las mujeres que sujetaban la sábana-. Deje hablar al señor Mendizábal.
-¡Al ataque!, ¡Al ataque!-gritó de nuevo Bill, con mayor furia aún.
Bill se percató de que nadie le hacía caso y terminó por desistir, el señor Mendizábal percatándose de la situación le pregunto a Bill.
-No entiendo lo que hace, señor Bill -dijo el jefe administrativo a Bill.
-Cierra la boca, inútil.
En ese momento todos los obreros regresaron uno a uno a la fábrica. Bill terminó por resignarse a quedar solo frente al señor Mendizábal, quien le pidió inmediatamente la renuncia definitiva. De esta manera termino una de sus varias aventuras por el mundo empresarial de Bill. De alguna manera u otra siempre lograba que lo echaran y el no sabía por qué, siendo que él era una fina persona, digna de todo respeto.
Bill salió inmediatamente de Cactus Inc. y no volvió a pararse por ahí.
12
Bill llegó a su casa un poco cabizbajo y uno de sus consuelos era programar en su siempre fiel amiga, la computadora. Para relajar sus sentidos empezó con una aplicación sencilla para Windows la cual contenía un botón y una ventana gris típica de Windows, cuando apretaban el botón aparecía una caja de mensaje que decía: "Bill eres el número uno", este tipo de aplicaciones hacía que levantara el ánimo de Bill. Había sido un día difícil y era hora de dormir.
Al otro día su mamá le importunó temprano en su recámara, había encontrado la hoja de renuncia de Bill a Cactus Inc., que Bill había dejado olvidado sobre la mesa de la entrada antes de que despertara la señora Hates le gritó a Bill:
-¡Bill!, ¡Bill!, ¡Levántate!, ¡Por fin lograste que te echaran!
-Por favor, madre, déjame en paz, que estoy al borde del derrumbe, además es muy temprano para que vengas a importunarme de esta manera, déjame dormir y lárgate.
-Un trabajito de nada en una oficina de cuarta y no eres capaz de conservarlo. De que te sirvieron todos tus estudios.
-Me odiaban, me envidiaban -dijo Bill, mirando con cara compungida a su madre-. Siempre pasa lo mismo, solamente llegó a un lugar y las envidias corroen a las personas que están a mí alrededor.
-A no pero esto no se va a quedar así. ¡Ahora mismo de me vas a conseguir trabajo!, ¡Levántate! ¡Holgazán!.
-Mi magnificencia y mi gran espíritu los perturbaba.
-Dame ese periódico, Bill. Vamos a echar un vistazo a las ofertas de trabajo.
-¿Es cierto lo que oigo?, necesito al menos un mes en cama para recuperarme.
-Ahora mismo cogerás el metro hacia el centro, entiendes, así es que rápido, levántate.
-¿Eh? -pregunto Bill con aire ausente. -¿Qué decías madre mía?
-¡Digo que te levantes en este preciso momento! Y que te largues a conseguir trabajo, ¡¡entendiste!!.
-Muy razonable, tienes razón en este momento me voy a conseguir trabajo.
-Y no volverás a casa hasta que encuentres trabajo.
-Creo que la suerte me ha dado la espalda.
-¿Qué?
-Nada, no me hagas caso.
Bill se apresuró a continuar con su manual de programación, el cual lo había descuidado últimamente.
Llegó a su cuarto encendió su computadora y de manera apresurada decidió abrir su procesador de palabras favorito Kword, y comenzó a escribir:
NAVEGACIÓN EN LA VENTANA DE ÁREA DE TRABAJO DEL PROYECTO.
Todos los elementos desplegados en la ventana de área de trabajo del proyecto están en forma de una lista jerárquica basada en un índice. Si un elemento que está en la lista de la ventana tiene elementos que dependen de él (esto es, sus hijos) en la jerarquía, se desplegará un + a la izquierda de su icono. Simplemente haga doble clic en el elemento, o haga clic en el +, para expandirlo y ver sus elementos hijos.
JAVA 1.1
InfoView
Cuando se selecciona la lengüeta InfoView en la ventana de área de trabajo del proyecto, se presenta una lista de todo el material en línea disponible. Esta información incluye la guía de usuario de JAVA completa, la guía de la API, ejemplos de errores de construcción. También se puede buscar un tema determinado haciendo clic en cualquier lugar de la ventana InfoView con el botón derecho del ratón y seleccionando Search.
Archivos
Una vez que haya creado un área de trabajo del proyecto, la selección de la lengüeta Files desplegará una lista de todos los archivos de código fuente que están incluidos en el proyecto. Estos incluirán todos los archivos *.java de los que depende la aplicación. Se puede abrir cualquiera de estos archivos haciendo doble clic en el archivo o usando el botón derecho del ratón para que aparezca el menú emergente y se seleccione Open.
Un área de trabajo del proyecto, que es guardado como un archivo *.MDP, es una configuración para un proyecto dado. Especifica cuál es el archivo *.MAK y cuál es la configuración actual de la pantalla del Microsoft Developer Studio. El archivo *.MAK ha sido tomado de C/C++, y especifica todos los archivos que están incluidos en un proyecto así como la manera de compilarlos para que tenga su forma final.
Clases
Las clases son la parte medular del JAVA, y la ventana de área de trabajo del proyecto las despliega en el formato más lógico. . Mediante la selección de la lengüeta Classes, el Microsoft Developer Studio desplegará todas las clases que están en el proyecto. Se puede abrir fácilmente el archivo que contiene un método de alguna de las clases haciendo simplemente doble clic en el elemento o usando el botón derecho del ratón para seleccionar Open.
PERSONALIZACIÓN DEL ÁREA DE TRABAJO
Una de las ventajas del uso de un IDE es la habilidad para personalizar el área de trabajo a la forma en que uno trabaja. Supongamos que se acostumbra mirar siempre al lado izquierdo de la pantalla para ver el código en que se está trabajando actualmente. A primera vista podría ser desconcertante que esté ahí la ventana de área de trabajo del proyecto. No hay que preocuparse. Microsoft ha hecho extremadamente fácil no sólo el mover la ventana de área de trabajo del proyecto a cualquier lugar de la pantalla que se desee, sino que también ha dado la habilidad para personalizar casi cualquier aspecto del Microsoft Developer Studio. Ahora veamos algunas formas en las que se puede personalizar el área de trabajo.
BARRAS DE HERRAMIENTAS Y VENTANAS ANCLABLES
Las dos cosas más útiles y fáciles de modificar en el Microsoft Developer Studio son las barras de herramientas y las ventanas anclables. Recuerde que estos son simplemente un par de los numerosos parámetros personalizados del Microsoft Developer Studio.
BARRAS DE HERRAMIENTAS
Para modificar (mover, crear, cambiar) cualquier cosa acerca de una barra de herramientas seleccione Tools|Customize desde el menú del Microsoft Developer Studio. Aparecerá la ventana Customize.
Bata por hoy es suficiente se dijo Bill para sus adentros, es hora de proseguir con la programación de mi obra maestra de la programación.
13
Bill Hates era un experto en sistemas computacionales, pero pensó que sería una buena idea cambiar de giro y dedicarse a algo un poco más relajado, algo en lo que se pudiera pasar más tiempo relajado. Y sin las presiones constantes de una oficina con un jefe que te estuviera presionando todo el tiempo.
Sus últimas experiencias laborales habían sido lo suficientemente desagradables como para tomar esta decisión. Siempre había tenido problemas laborales por una razón u otra. Bill sentía que las demás personas le tenían envidia y rencor, por el simple hecho de no pensar como ellos. Desde que estaba en la Facultad siempre había querido sobresalir por todos los medios a su alcance, y esto le había acarreado inconvenientes con sus compañeros, seguramente este era el motivo principal de los conflictos que surgían con sus compañeros.
Hamburguesas Panchito, se albergaba en un local ubicado en la plaza Pino Suárez. El intenso olor de Hamburguesas Panchito, llevaba a veces al hambriento transeúnte que salía de la estación Pino Suárez a mirar el local y a comprar una hamburguesa. Allí, sus ojos se topaban con varios carritos de venta de hamburguesas, los cuales son comunes en la capital, sobre todo en el centro de la ciudad de México.
Varios de los carritos estaban llenos de abolladuras.
Entre los transeúntes vespertinos que salían de la estación Pino Suárez, pasó arrastrándose lentamente una figura impresionante: Bill. Se detuvo frente al local y aspiró el olor a hamburguesas de Hamburguesas Panchito con gran placer sensorial. Aquellos aromas intrigantes estaban haciéndole salivar intensamente. En el rincón del local había un viejo que estaba hirviendo las hamburguesas y las papas en una enorme olla, cuyo tamaño empequeñecía la estufa de gas sobre la que se colocaba.
-Disculpe, caballero -dijo Bill- ¿Vende usted al menudeo?
-¿Qué quiere usted?
-Me gustaría comprar una de sus hamburguesas. Tienen un aroma delicioso y me ha abierto el apetito.
-Desde luego.
-¿Puedo elegirla?
-Tome, sáquela con este tenedor -dijo el hombre, entregándole a Bill una lanza vieja y corroída-. Y tenga cuidado de no quemarse.
-Caramba, saben muy bien -dijo Bill-. Son fuertes, eh. ¿Qué ingredientes tiene?
-Caucho, cereal, tripa. ¿Quién sabe? Yo no me atrevo a comerlas la verdad.
-Resultan muy apetecibles, creo que son excelentes.
Bill masticaba con una ferocidad, estudiando la cicatriz que el viejo tenía en la cara, y oyéndole silbar de manera bastante desagradable.
-No recuerdo haberme sentido tan satisfecho en mucho tiempo. He tenido suerte en encontrar este lugar. Usted es un empresario en potencia. Se puede usted volver millonario vendiendo estas hamburguesas. Me espera un día difícil ya que estoy en busca de trabajo y francamente no tengo muchas perspectivas de empleo.
-No tiene suerte ¿eh?
-Bueno, pues en realidad apenas voy a buscar mis primeras ofertas de empleo.
El viejo miró a Bill y luego miró aquella olla llena de hamburguesas, los carros abollados. Al fin dijo:
-Yo puedo darle trabajo aquí.
-Muchísimas gracias -dijo Bill en tono condescendiente- Pero yo aquí no podría trabajar, ya que soy muy susceptible a altas temperaturas, y para freír hamburguesas se necesita ser resistente a las altas temperaturas.
-Pero no trabajaría usted aquí, hijo. Yo le ofrezco trabajo como vendedor de hamburguesas, en uno de estos carritos ambulantes.
-¿Qué?-se sorprendió Bill-. ¿Todo el día en la calle, expuesto a la lluvia y el Sol?
-Pruebe un día -suplicó el viejo- ¿Qué le parece? Necesito vendedores.
-¿Un día? -repitió incrédulo Bill- ¿Un día, dice? Yo no puedo desperdiciar uno de mis valiosos días, sabe que yo soy una persona importante, que tengo estudios, y tengo que visitar a gente importante. Le agradezco de antemano su propuesta pero no puedo aceptar.
-De acuerdo -dijo con firmeza el viejo-. Entonces, págueme los diez pesos que me debe por la hamburguesa.
-Me temo que tendrán a cuenta de Hamburguesas Panchito, o del local o de lo que sea, ya que mi madre sólo me dio lo necesario para el pasaje. Así es que estoy apenado pero no puedo pagarle.
-Llamaré a la policía.
-¡Oh Dios mío!, no sea así mire que no puedo pagarle, sea un buen samaritano y déjeme ir.
-¡Págueme! ¡Págueme o llamo a la policía!
El viejo agarró el largo tenedor y colocó sus afilaos dietes en el cuello de Bill, sin darle tiempo a escapar.
-Está usted agujereando mi bufanda importada-gritó Bill
-Deme el dinero del pasaje, ándale págame ya, no tengo tiempo para perder.
-No puedo ir andando hasta mi casa, está muy lejos de aquí.
-No estoy dispuesto a dejar que me roben más-gritó el viejo rociando a Bill con saliva- Nadie respeta a un vendedor de hamburguesas, uno como vendedor ambulante, se tiene que sobar el lomo todo el día, bajo los rayos del Sol, nosotros los vendedores ambulantes y la gente de las gasolineras somos los que pero la llevamos. Robos y asaltos todo el tiempo, ¡Ya basta!.
-No es un robo provocado por avaricia, sino más bien por deseos de humillar al vendedor. Pero yo no le estoy robando simplemente le digo que ya no tengo dinero.
-Cierre de una vez la boca y págueme. Estoy hablando en serio, no haga que me enoje más de lo que ya estoy, porqué lo lamentará.
-Es usted muy obstinado para ser tan viejo. Pero no estoy dispuesto a caminar 20 kilómetros para llegar hasta mi casa, prefiero morir atravesado por un tenedor.
-Mire amigo, vamos a hacer un trato, sale usted a vender una hora hamburguesas con uno de estos carritos, y queda pagada la hamburguesa, que le parece.
-Tengo la impresión de haber sido victima de un reclutamiento forzoso. Pero ¿no es necesario tener algún tipo de permiso del departamento de salud pública, o de la Secretaría de salud? . Me da miedo preguntarle como despide a sus empleados.
-Mire, nunca vuelva a intentar robarle a un vendedor de hamburguesas.
-Acaba usted de convencerme que robarle a un vendedor de hamburguesas puede resultar muy peligroso.
-Bien -dijo el viejo, tras ver a Bill quitarse la chamarra y arremangarse la camisa para sacar el carrito de hamburguesas, y ponerse a trabajar-. En una hora no perjudicará usted mucho a Hamburguesas Panchito.
-Ni hablar estoy entre la espada y la pared. Aunque no puedo predecir lo lejos que puedo llegar.
-No me interprete mal, hijo. Yo no soy una mala persona, pero no me queda más remedio de hacer lo que hago. Llevo diez años intentando convertir a Hamburguesas Panchito en una empresa respetable, pero no es nada fácil. Trabajo todo el día, pero siento que no avanzo mucho que digamos. Creen que este es un negocio de vagabundos y borrachos de gente que no encontró nada más que hacer. Es difícil encontrar vendedores decentes. Luego, cuando finalmente encuentro un vendedor decente, van y lo asaltan. Esto no me parece justo. ¿Por qué Dios se habrá encolerizado con los vendedores de hamburguesas ambulantes?-dijo el viejo mirando al cielo y abriendo los brazos lo más que pudo.
-No debemos de poner en entredicho sus acciones señor-dijo Bill en tono solemne.
-Puede que no, pero no consigo entender sus acciones la verdad.
-Puede que las obras de Boecio le diese alguna idea.
-Leo Carlos Cuahutemoc Sánchez, y las obras selectas del Libro Vaquero.
-¡Oh Dios mío! - masculló Bill_ No me extraña que se sienta usted tan perdido en sus consideraciones filosóficas del destino y de Dios.
-Tome-dijo el viejo abriendo un armario metálico oxidado-. Póngase esto.
Saco del armario una especie de bata blanca y se la entregó a Bill.
-¿Qué es esto? -preguntó muy feliz, Bill-Parece una bata de médico-.
-Sujéteselo a la cintura con el cinturón.
-Tome este gorro, siempre es bueno para las ventas, que el vendedor de hamburguesas cuente con un gorro.
-¿Qué es esto? -dijo Bill-. Esto parece una toga académica. Ni hablar no puedo llevar una gorra de papel. La que tengo es perfecta y mucho más higiénica, no necesito de su gorro de papel.
-No puede llevar una gorra de beisbolista. Este es el uniforme de Hamburguesas Panchito.
-¡No estoy dispuesto a llevar una gorra de papel entiende! No quiero morir de neumonía por un capricho suyo. No llevaré esa gorra. Prefiero la muerte, al deshonor y la enfermedad.
-Está bien, está bien -dijo irritado el viejo.
Luego abrió la tapa del pocillo del carrito de hamburguesas, y fue vaciando de la olla una a una las hamburguesas.
-Bueno, le doy una cadena de hamburguesas -abrió otra tapa encima del carrito- Aquí le meto un paquete de panecillos. ¿Entendido?
Abrió otra cajita metálica y coloco salsa de tomate, mayonesa y mostaza. El viejo arrastró el carro hasta la puerta del local y dijo:
-Bueno muchacho, adelante, ánimo, a vender hamburguesas.
-Muchísimas gracias -contestó Bill saliendo con el gran carrito de hamburguesas a la acera-. Volveré en una hora.
14
Bill se alejó lentamente de las oficinas centrales de Hamburguesas Panchito. El carrito de hamburguesas, se paseaba entre los transeúntes que se apartaban del carrito como olas ante la proa de un barco.
Era mejor modo de pasar el tiempo que ver a jefes de personal, varios de los cuales, pensó Bill, le habían tratado bastante malévolamente en los últimos días. La gente de la calle miraba a Bill, pero nadie compraba. La gente lo veía con asco, ya que el aseo personal de Bill dejaba mucho que desear. Después de recorrer media manzana comenzó a gritar:
-¡Hamburguesas!¡ Hamburguesas Panchito!
-Salga usted de la acera, no deja caminar. -gritó un viejo detrás de él.
Bill dobló la esquina y aparco el carrito frente a un edificio y comenzó a preparan una hamburguesa, que devoró ávidamente.
En cuanto concluyó el primer bocadillo de salchicha, Bill se preparó y consumió otro. Quince minutos después, percibiendo que la reserva de hamburguesas disminuía drásticamente, se decidió a favor de la abstinencia, al menos de momento, y se puso a empujar lentamente el carrito calle abajo, gritando de nuevo:
-¡Hamburguesas!
Una persona que iba pasando por ahí, cuando oyó el grito se acercó a Bill.
-Eh, tu, espera. Dame una.
Bill miro con dureza al jovencito que se había colocado delante del carrito. Sin embargo su aspecto granoso y de niño tonto, hizo que Bill se encolerizara.
-Lo siento -masculló-. Sólo me quedan unas cuantas hamburguesas y tengo que reservarlas. Quítese de mi camino, por favor.
-¿Reservarlas?, ¿Para quién?
-Esto no es asunto tuyo, jovencito. Haga el favor de dejar de molestarme y apártate de mi camino. Además no tengo cambio.
-Yo tengo cambio-. Dijo el jovencito.
-No tengo ganas de venderle a usted una hamburguesa, esta claro.
-¿Pero que te pasa a ti hombre?, eres un ser desagradable.
-¿Qué me pasa a mí? ¿Qué le pasa a usted?. Mi conciencia no me permite venderle una hamburguesa, entiende, no me da la gana venderle una hamburguesa. Esta usted en pleno desarrollo y su organismo necesita jugo y verduras no alimento chatarra entiende, cuando crezca me agradecerá que no le vendí la hamburguesa. Yo, por mi parte, no estoy dispuesto a contribuir a la corrupción de un menor, tus padres podrían demandarme.
-¿Pero de que estas hablando? Deme esa hamburguesa, vamos. Tengo hambre, no he comido en todo el día.
-¡No!-gritó Bill, furioso-Lárgate de aquí o te atropellaré con mi carrito.
El joven abrió el compartimiento de las hamburguesas y le dijo a Bill:
-Oiga, aquí tiene material de sobra. Prepárame un bocadillo, ya no me hagas perder más tiempo.
-¡Socorro!, ¡Socorro! -gritó Bill recordando de pronto las advertencias del viejo sobre los ladrones de hamburguesas.-¡Quieren robarme las hamburguesas!, ¡Policía!.
Bill echó hacía atrás el carrito y luego lo empujó contra el joven, con la intención de lastimarlo.
-¡Hay!, cuidado con lo que haces, me vas a lastimar idiota.
-¡Socorro!, ¡Ladrones!
-Cállate, por amor de Dios-dijo el joven, cerrando la tapa de golpe- Deberían encerrarte, maricón de mierda, estás completamente loco.
-¿Qué?, ¿Qué tonterías estas diciendo?
-Eres un maricón y estas chiflado, deberían encerrarte en él la cárcel.-gritó el joven aun más fuerte, para que toda la gente lo oyera-. ¿Quién va a querer comer algo que han tocado esas manos mariconas?.
-¿Cómo te atreves a gritar semejantes indecencias, eres un criminal?, ¡Que alguien agarre a este muchacho!, es un delincuente juvenil en potencia. ¡A ese rufián deberían azotarle hasta dejarlo sin sentido!
Una mujer del grupo que rodeaba el carrito, dijo:
-Hay que ver. ¿Qué clase de vendedores ponen en estos días a vender hamburguesas?
-Borrachos y vagabundos son todos iguales -le contestó alguien.
-¿Es mi paranoia que se ha desbocado o ustedes están hablando realmente de mí? -preguntó Bill al grupo-.¿O están ustedes mongoloides, hablando todos de mí?
-Es mejor dejarle en paz, luego estos borrachos se vuelven sumamente agresivos.
-Vámonos de aquí.
-Sí, por favor- replicó Bill, con labios temblorosos, y se preparó otra hamburguesa para tranquilizar su alterado sistema nervioso.
Posteriormente volvió a las oficinas centrales de Hamburguesas Panchito, las cuales se encontraban en la plaza Pino Suárez. Cruzó la puerta del local de Hamburguesas Panchito.
-¡Socorro! -dijo, y resopló penosamente.
-¿Qué pasa, amigo? ¿No habíamos quedado que te quedarías una hora entera?
-De usted gracias al Señor de que he podido llegar todavía sano y salvo aquí. Sepa que han atacado de nuevo.
-¿Quién?
-La unidad de criminales antivendedores de hamburguesas. Si caigo de pronto en una crisis nerviosa no se extrañe.
-¿Qué demonios pasa?
-Un miembro del hampa juvenil me acorraló en Av. San Pablo.
-¿Le robó a usted? -preguntó nervioso el viejo.
-¿Qué si me robo?, pero en que forma, me colocó en la cabeza una pistola grande.
-¿En Av. San Pablo a esta hora del día, y nadie dijo nada?.
-Por supuesto que nadie intervino, la gente apoya cada día más al hampa juvenil, a esos jóvenes que se dedican a emborracharse y a drogarse.
-¿Y qué aspecto tenía?
-El de miles de jóvenes. Granos, acne, pantalones de mezclilla. La verdad es que no puedo acordarme. Cuando me amenazó con la pistola me gritó que si lo veía a la cara me mataba.
-¿Cuánto dinero se llevó?
-¿Dinero? No robó dinero. En realidad, no había dinero que robar puesto que no había vendido ni una sola hamburguesa. Precisamente lo que me robó fueron las hamburguesas. Pero al parecer se hartaron puesto que dejaron algunas todavía.
-Nunca había escuchado algo parecido.
-Quizá tuviera mucha hambre ese ladrón. El deseo humano de alimento y sexo es relativamente similar. Si hay violaciones a mano armada, ¿por qué no habría robos de hamburguesas a mano armada?.
-Todo eso es un cuento. Pero te advierto que si me estas mintiendo, lo vas a pagar muy caro.
-¿Un cuento?, ¿Mintiendo?. La culpa la tiene nuestra sociedad. Imagínese toda el hambre que sufren esos niños y jóvenes de la calle que no tienen una mano dadivosa que les invite una hamburguesa. Los jóvenes, enloquecidos por sugestivos programas de televisión, páginas de Internet pornográfica y publicaciones lascivas se han dedicado, al parecer, a asociarse con ciertas adolescentes más bien convencionales que se niegan a participar en sus imaginativos programas sexuales. Sus deseos físicos insatisfechos, han de buscar, en consecuencia, una sublimación con la comida, y harán cualquier cosa por conseguir una hamburguesa. Podemos dar gracias a Dios de que el muchacho haya recurrido a la comida como vía de desahogo. De otra manera, podría haberme violado allí mismo en plena calle.
-Sólo ha dejado cuatro -dijo el viejo, abriendo el pocillo de hamburguesas-. El muy hijo de puta… y cómo habrá podido llevárselas todas.
-No sé, la verdad -dijo Bill acongojado.
-Hubieras llamado a la policía, gritado ¡auxilio!, algo hubieras hecho-dijo el viejo que estaba muy enojado.
-Lo intente, pero estaba tan atemorizado que no podía hablar.
-¿Qué le parece si hace otro intento?
-¿Qué? ¿En mi actual estado?. No de ninguna manera pienso volver a exponerme a la mafia, en la jungla de asfalto. No de ninguna manera. Además pienso pasar el resto del día en una bañera de agua caliente intentando recuperar algo de tranquilidad.
-¿Y qué le parece si vuelve usted mañana, amigo, y vuelve a intentarlo?-preguntó animosamente el viejo-. Necesito realmente de sus servicios, en este momento no hay mucha gente que desee ser vendedores.
Bill consideró la propuesta detenidamente, y se quedó pensando por unos minutos, al final de sus profundas meditaciones, volvió a eructar.
-Si estoy en condiciones de funcionar por la mañana, quizá vuelva por aquí. No puedo especificar la hora en que llegaré, pero, yo creo que si voy a venir a trabajar. Tengo que trabajar en algo, de otra manera mi madre o va a parar de reconvenirme todo el día.
-Esto esta muy bien hijo -dijo el viejo-. Puedes llamarme don Panchito.
-Así lo haré. Por cierto Don Panchito, puedo llevarme la bata de vendedor, para demostrarle a mi madre que ya conseguí trabajo. La verdad es que llevo una vida bastante triste. Me enfrente a los grandes monopolios de la computación y salí un poco maltrecho, sin embargo mi espíritu de lucha sigue inquebrantable. Quizá algún día le cuente con detalle don Panchito, sé que es usted una persona de confianza.
-Bueno muy bien hijo, mañana te espero Temprano-dijo don Panchito.
-Bien, hasta luego.
Bill se alejó del local, mientras don Panchito se decía:
-Este tipo esta realmente chiflado.
15
Bill llegó a su casa, se sorprendió de ver un sobre dirigido a él, lo tomó y en lo primero que pensó fue en darse una ducha de agua caliente, y quedarse en la tina de baño varias horas, y eso fue precisamente lo que hizo.
Tras la puesta del cuarto de baño, Bill estaba pasivamente sumergido en el agua tibia, sumergiendo una y otra vez su patito de hule amarillo, y escuchando de vez en cuando a su madre hablar por teléfono. A veces, sostenía bajo el agua el patito de hule bajo el agua, lo soltaba y salía rápidamente del agua, salpicando todo el baño con el agua. Sus ojos azules descansaban sobre un sobre de papel sin abrir que estaba encima del lavabo. Estaba dubitativo en abrir o no abrir el sobre, sus ultimas experiencias laborales habían debilitado su carácter a tal grado que le faltaba valor para afrontar la situación de poder abrir el sobre.
Sin embargo recordó que el empleo que había conseguido en la mañana le podía infundir valor. El señor Panchito tenía un aire paternal que a Bill le agradaba. El viejo, el marcado y enjuto magnate de la hamburguesa, sería un nuevo personaje muy atractivo para sus archivos de escritos. Cuando terminara de bañarse encendería la computadora y empezaría a escribir en su procesador de palabras favorito sus andanzas laborales.
Bill se sintió lo suficientemente relajado y, alzando su goteante miembro fuera del agua, cogió el sobre.
Abrió el sobre mojado de papel, y sacó una carta, la carta era de Cynthia E. lo cual le sorprendió puesto que él había desistido de responderle debido a sus indolencias y ofensas que el no podía soportar. Se dispuso a leer lo que Cynthia había escrito:
Señores:
¿Qué pasa Bill? No sé nada de ti. En fin, no es que extrañe que no me escribas. Supongo que te ofendí de más en la última carta, pero fue porque tu comportamiento me irrita bastante, sobre todo tu actitud patológica con respecto al sexo. Respeto tus ideas y he aceptado siempre tus tendencias excéntricas y todo ello porque me preocupas bastante y quiero que encuentres un equilibrio entre mente y sexo. No te enfades conmigo por esta carta.
-Sal de la bañera, Bill-oyó gritar Bill a su madre a la puerta del baño.
-Madre, has el favor de dejarme en paz. ¿Vas a utilizar tú el baño?-preguntó.
-No.
-Entonces, déjame tranquilo por favor.
-Llevas demasiado tiempo ahí dentro, te van a salir hongos en la piel o algo parecido.
-¡Por favor! Estoy tratando de leer una carta.
-¿Una carta?, ¿Quién te escribió una carta?, ojalá no te hayan escrito de la penitenciaría.
-Nada de eso madre, me escribió mi amiga, la señorita Escobar.
-Lo ultimo que me comentaste de ella fue que por su culpa te corrieron de Cactus Inc., que es lo que te comenta.
-Bien, Bien, así es. Sin embargo, quizá me haya hecho un favor, en el fondo, Cactus Inc. No era la empresa idónea para desarrollar mis actitudes. Mi nuevo trabajo puede resultar muy agradable.
-Oh, que horror -dijo la señora Hates-. Te han echado del trabajo de una oficina de una fábrica de computadoras y ahora andas vendiendo hamburguesas por la calle. Oye por cierto ¿Qué anda haciendo ahora esa Cynthia? -preguntó con suspicacia la señora Hates- ¿Cómo es que escribe tanto? Ella sí que necesita un buen baño, que chica aquella, Dios.
-La psique de Cynthia solamente puede tener contacto con el agua en un sentido oral.
-¡¿Qué?!
-¿Querrías tener la bondad de dejar de gritar como una lavandera y largarte? Vamos, vete y déjame en paz. Estoy muy nervioso.
-¿Nervioso? Si llevas en esa agua caliente más de dos horas, ¿cómo puedes estar nervioso?
-Apenas si se ha empezado a calentar el agua.
-¡Entonces sal de la tina!.
-No entiendo por qué tienes que molestarme de esta manera, yo estoy tratando de relajarme un poco y tu vienes a gritarme y no me dejas en paz. Todo el día me la paso trabajando, vendiendo hamburguesas, luchando en la selva de asfalto, y tu que haces, solo me molestas y molestas. ¡Déjame en paz!. Haz algo. Échate y duerme, estas muy nerviosa últimamente.
-Pues claro que lo estoy, hijo mío. Estas destrozándole el corazón a tu pobre madre-dijo la señora Hates en tono melancólico-. Yo, que desde siempre te he cuidado y he visto por tu bienestar, siempre he satisfecho tus más mínimos caprichos. ¿Qué harías tú si me muriese de repente?
-En fin, no estoy dispuesto a participar en esta estúpida conversación. Lánzate a un monólogo si quieres, puedes convertirte en la loca del barrio, ponte hablar con las paredes, ¡pero ya basta! Pero en voz baja. He de concentrarme en las nuevas ofensas que a hecho en mi contra la señorita escobar.
-No puedo soportarlo más, Bill. Un día de estos me dará un ataque cardiaco por tu culpa, y tu te morirás de la pena al ver a tu pobre madre caída en el suelo. Te quedarás solo en el mundo. Entonces, caerás de rodillas y rezarás a Dios implorándole misericordia por el trato que le diste a tu pobre madre. Eres un mal hijo Bill.
Del baño sólo llegaba silencio. La señora Hates esperaba oír la respuesta de su hijo, pero no escuchó absolutamente nada, al cabo de dos minutos de estar esperando se fue a la cocina, cerro la puerta de la cocina, y hasta entonces Bill pudo proseguir con la lectura de su carta.
Me encuentro de nuevo con el hecho de que mi cuerpo atrae a algunas personas más que mi inteligencia. Espero que estés trabajando en la resolución de tus problemas personales, Bill. ¿Se ha agudizado tu paranoia? La base de tu paranoia es, según mi opinión, el hecho de que te la pases todo el día encerrado en tu casa frente a esa odiosa computadora. Y en estas circunstancias, estás destruyéndote y destruyendo tu inteligencia. La última vez que te vi, estabas muy mal. Probablemente hayas empeorado viviendo en esa vieja casa miserable con tu madre como tu única compañía. No has superado tu trauma de tu encarcelamiento y de la quiebra de Nerdsoft, este trauma a desembocado en una total abstinencia sexual. ¿Es que tus impulsos naturales no te piden a grito un desahogo?. Una aventura amorosa bella e importante te transformaría y te ayudaría a superar tus traumas existenciales. Bill, estoy segura. Las grandes ataduras edípicas que no has podido superar impiden tu desarrollo, y de la misma manera impiden que te sobrepongas a tu pasado. Hace unos día tuve una revelación de tipo espiritual creo que Dios se posesionó de mi pluma y me obligo a escribir, por lo que te envío una copia de lo que mis manos santas plasmaron en el papel, estoy convencido de que si la recitas mañana y noche, Dios se apoderará de ti y eliminará todos tus traumas y vicisitudes.
El rezo es el siguiente:
Padre eterno, hoy estoy aquí pidiendo y suplicando que llenes mi corazón de tu infinita bondad y buenaventuranza.
Padre eterno, te suplico que me ayudes a no sentirme mal, que me ayudes a quitar el dolor de mi corazón, solamente tu tienes el poder de hacerlo.
Dios, aquí estoy, tu hijo pidiendo tu misericordia y tu perdón, sé que si tú estas en mi corazón, ningún dolor puede ser tan grande como para quitarme las esperanzas en el porvenir.
Padre sé que estas a mi lado y siento una vez mas tu bondad y tu amor junto a mí.
Padre sé que nunca te iras de mi lado, y sé que toda la eternidad estarás junto a mí.
Dios Santo, tu que estas en mi corazón ayúdame a no sentir miedo, a no sentir tristeza, a no sentir dolor, a no sentir incertidumbre, tu tienes el poder de apaciguar la tormenta de mi alma.
¡Dios!, dame fuerzas para seguir adelante siempre.
Dios cada vez que pronuncio estas palabras benditas siento que mi corazón se llena de felicidad y que todo vuelve a la normalidad en mi ser, siento como tu fuerza y tu bondad llenan mi corazón y mi mente y nada puede destruir este sentimiento tan bello.
Cada vez que pronuncie tu nombre estarás junto a mí dándome fuerza, valor y sabiduría para afrontar el presente y ver la llama de la esperanza en el futuro.
Recita constantemente esta oración y será salvo. En fin, he de dejarte. Espero que consigas reponerte y dejes de estar encerrado con tu computadora todo el día. Sal de esa casa, Bill, por favor, y entra en el mundo que te rodea. Vence tus fantasmas. Me preocupa tu futuro. Has sido siempre una parte importante de mis pensamientos, tengo mucho interés en saber tu estado mental actual, así que, sal de esa cama y escribe. Por favor reza y cuida tu espíritu.
C. Escobar
Más tarde, la arrugada piel de Bill salió de la bañera, Bill se sentó en la mesa de su cuarto y encendió su computadora, experimentó un gozo infinito al oír la canción de bienvenida del sistema operativo, posteriormente abrió su procesador de palabras favorito. Su madre hablaba por teléfono con alguien en el pasillo, y decía:
-Me gaste hasta el último centavo del dinero del seguro de su pobre abuela Hates para que pudiera seguir en el Tecnológico. ¿Verdad que es deprimente? Todo ese dinero tirado a la basura, ahora Bill vende hamburguesas en un carrito ambulante, ¿puedes creerlo?
Bill no puso atención en lo que seguía hablando su madre y comenzó a escribir en letra gothic 12 puntos:
Querida Cynthia:
He recibido tu ofensivo comunicado. ¿Crees en serio que tengo interés en leer tus estupideces? En todas tus cartas parece haber alguna referencia a las ruindades de tu vida personal, siempre haciendo alusión a tus atavismos mongólicos. Limítate, por favor, a tratar problemas y temas de interés, no me abrumes con tus visiones sobre consideraciones morales sobre mi persona. Así me ahorrarás, al menos, las cosas indecentes y ofensivas.
Con respecto a Nerdsoft te comento que esta empresa va a resurgir de las cenizas, como el ave fénix, revitalizada y renovada en su totalidad, luchando sin cesar como el viejo Quijote contra los molinos de viento, Nerdsoft luchará sin cesar contra el totalitarismo nazi de las empresa monopolio, que controlan el mundo de la computación.
Los comentarios sobre mi vida personal ha experimentado una metamorfosis. En la actualidad, estoy relacionado de un modo vital con la industria de la comercialización de alimentos, y dudo, en consecuencia, muy seriamente, que tenga mucho tiempo en el futuro para mantener una correspondencia contigo.
Así es que te ruego atentamente que me dejes en paz, y que no vuelvas a importunarme con tus escritos maquiavélicos y ofensivos. Respecto a la oración déjame comentarte que es de muy mal gusto y que por nada del mundo me rezaría esta blasfemia.
Solícitamente
Bill
16
Bill se presento al mediodía en el local de Hamburguesas Panchito, el señor Panchito lo estaba esperando:
-¡Qué horas son estas de llegar!, este no es una cantina, tienes que llegar más temprano -dijo furioso Don Panchito-
-Buenos días, Don Panchito, fíjese que en la mañana tuve una jaqueca insoportable, la cual me impidió llegar a buena hora a este local.
-Cállese de una vez, por favor. En la mañana vino la un comité de la secretaría de salubridad y me cobró una multa debido a que lo vieron a usted levantó un gato callejero en la calle Isabel la Católica y posteriormente comenzó a preparar una hamburguesa.
-¡Pero que mentira tan absurda! -dijo Bill, y comenzó a ponerse la bata blanca que era el uniforme oficial de Hamburguesas Panchito.
-¿Y qué estaba haciendo usted haciendo en Isabel la Católica? Allí no hay gente, ni siquiera figura en nuestras rutas.
-Bueno, yo no lo sabía. La verdad es que entré a esa zona debido a que hay aparadores de computadoras, además hay un parque cerca de ahí, donde me detuve a descansar un momento.
-Así que estaba usted allí, con razón no vende usted ninguna hamburguesa, además no me extrañaría que agarrara a ese gato.
-Ahora que lo dice, creo recordar que había un gato blanco, parecía siamés, tenía los ojos azules, era un animal muy amigable realmente.
-Así que estaba usted jugando con el gato.
-No, yo no estaba jugando con el gato. Yo sólo lo cogí para acariciarle un poco. Le ofrecí una hamburguesa, pero el gato la rechazó, la verdad es que era un animal fino.
-¿Se da usted cuenta de que eso es una infracción grave, pedazo de idiota?
-No, me temo que no -dijo furioso Bill-. Pero ya basta. Mis nervios están al borde del colapso total. No me gustaría nada tener que demandar a Hamburguesas Panchito, para que me abonase las facturas del psiquiatra. Quizás ignore usted que no estoy amparado con un servicio médico. En realidad, Señoría, estoy cada vez más insatisfecho con las condiciones laborales que imperan en esta dudosa empresa.
-¿Por qué, que es lo que está mal?- preguntó Don Panchito.
-Todo, me temo. Y además, tengo la sensación de que no se me aprecia, y si me llegase a suceder un accidente, cosa muy probable en esta época en que todo el mundo asalta, no creo que usted pague mis gastos médicos mayores.
-Bueno, al menos viene usted todos los días, eso ya es admitirlo.
-Eso significa que yo no puedo quedarme un minuto más en casa en presencia de mi madre, ya que me golpearía con una botella de vino en la cabeza. No crea que vengo a trabajar a este tugurio por gusto.
-Mire, Hates, yo no quiero correrlo -dijo Don Panchito en tono paternal.
-Mire, voy a asignarle a usted una ruta nueva y a darle otra oportunidad. Tengo ciertos trucos comerciales que le voy a enseñar. Pero necesito que usted haga un esfuerzo para vender las hamburguesas, se necesita de su parte para el desarrollo de Hamburguesas Panchito.
-Espero que haya elegido usted una ruta panorámica, por una zona de parques donde haya asientos amplios en donde pueda sentarse los trabajadores ambulantes. Mis pies necesitan un descanso varias veces al día.
-Pare ya de una vez, gordinflón. No está usted tullido ni inválido.
-Aún no del todo, pero con este ritmo de trabajo no tardaran mis pies a sufrir graves daños irreversibles.
-Le voy a poner a usted en la Alameda central.
-¿Qué?-protestó Bill- ¿Cree que voy a deambular en ese festín del vicio? No, lo siento, pero la Alameda queda descartada. En ese ambiente mis valores morales sufrirían un grave atentado.
-Lo toma, o lo deja, gordo cabrón. Es la última oportunidad que le doy. -la cicatriz de Don Panchito se estaba poniendo blanca nuevamente.
-¿De veras? Bueno, esta bien, pero no se altere, no ve le que le puede hacer daño. Podría usted caerse en la olla de hamburguesas y sufrir graves quemaduras. No me queda más remedio que pasear mis hamburguesas por Sodoma y Gomorra.
-De acuerdo. Entonces, quedamos en eso. Viene usted por la mañana y empezará a trabajar en su nueva ruta.
-No puedo prometer que venderé muchas hamburguesas en La Alameda.
-Lo que más hay en La Alameda es mercado turístico.
El señor Panchito hundió el tenedor en la bufanda de Bill y le ordeno salir inmediatamente del local, amenazándole con el despido si no aparecía temprano para empezar a trabajar en La Alameda central.
Bill salió rápidamente Hamburguesas Panchito.
17
Bill llegó a su casa después de un largo camino en el metro. Cuando entró en la cocina, su madre le recibió poniéndose de rodillas y diciendo:
-¡Señor!, ¿Por qué me hiciste cargar con esta cruz terrible?, ¿Qué hice yo para merecer este castigo?. Yo he sido buena.
-Deja de blasfemar inmediatamente. Vaya recibimiento después de una jornada extenuante en las calles de la ciudad.
-¿Qué te ha pasado en la mano?
Bill miró los arañazos que había recibido del gato cuando intentaba cargarlo.
-Tuve una batalla casi apocalíptico con una prostituta. De no ser por mi fuerza superior, habría asaltado mi carro, pero le di su merecido a la infeliz.
-¡Bill! -gritó trágicamente la señora Hates- Cada día estas peor. Todo el dinero que he gastado en tus estudios, se ha ido por el caño.
-Si no dejas de molestarme, bautizaré la proa de tu ruinoso Dodge, con la botella de vino que está sobre la mesa.
-Peleándose con una prostituta- dijo la señora Hates- que cosa tan horrible.
-Voy a ver la televisión, y espero que me dejes en paz.
-Espera un momento hijo-la señora Hates sacó de su bolso, un sobre color marrón arrugado, y una carta blanca -. Esto llegó hoy para ti.
-Vaya-dijo Bill con cierto interés
-Será mejor que te laves con alcohol las manos para desinfectar los arañazos, ve a saber que cantidad de porquería tenían las uñas de esa mujer.
-Puede esperar-dijo Bill; abrió el sobre-. C. Escobar ha respondido, al parecer, a mi misiva, con una urgencia casi frenética diría yo. La trate bastante mal.
Bill se sentó en un sillón de la pequeña sala, para sentirse más cómodo al leer la respuesta de la señorita Escobar.
Señores:
Bueno, al fin tengo noticias tuyas, Bill. Una carta terrible.
Por fin, tu carta me permitió enterarme de que aún sigues vivo, si es que se puede llamar a eso "vivir". ¿Qué mentiras son esas de renovar a Nerdsoft, y lo de la industria de comercialización de alimentos?. Admitámoslo, Bill, desde que te ví por última vez, lo único que has hecho es estar tumbado en tu habitación pudriéndote.
-A una mujerzuela liberal habría que lapidarla al estilo árabe.
-¿Qué? ¿Qué dices, hijo?
Bill, te acecha una crisis muy grave, estoy segura de que no has podido escribir siquiera unan línea de código para "revivir" a Nerdsoft. Tienes que hacer algo. Sal de esa casa claustro una hora al día por lo menos. Da un paseo, Bill. Contempla los árboles y los pájaros. Comprueba que la vida palpita a tu alrededor. Aguanta hasta que nos veamos de nuevo.
C. Escobar
Bill dobló el sobre y la tiró al bote de la basura. La señora Hates contempló el rostro desencajado de su hijo y preguntó:
-¿Qué quiere esa chica?
-Cynthia se dispone a violar un desdichado negro garañón en público.
-Ay, Dios mío. Vaya amistades las tuyas Bill, esa mujer esta completamente chiflada. Los pobres negros ya sufren bastante. También ellos tienen una buena cruz. Ya verás, ya.
-Muchísimas gracias-dijo Bill en tono profesional.
Posteriormente Bill abrió el sobre de la carta blanca y para su sorpresa se dio cuenta que se trataba de su amigo Jonathan, antiguo conocido programador que se dedicó a trabajar en las empresas de comunicación de México:
Hola hermano.
Te escribo porque me han estado sucediendo cambios radicales en mi existir y quiero compartirlos contigo.
Ayer termine una relación que había durado casi 4 meses y fue algo natural para mí que esto pasara ya que la joven y yo éramos completamente distintos, pero eso no fue lo trágico sino que conocí a alguien que me hizo sentir muy bien, y que desgraciadamente no voy a poder ver hoy por motivos laborales, su nombre es Gina y me encantaría que pudiera estar junto a ella siquiera un momento.
Hoy estoy en Televisa Santa Fe, no sé si has venido por estos lugares, yo estoy seguro que sí, y la atmósfera es tan relajante y tan relax que me pareció que en ningún lugar hubiera caído mejor que aquí, realmente Dios mi gran Señor nunca me abandona y siempre esta junto a mí para seguir adelante y alcanzar mis objetivos.
Estoy trabajando aquí impartiendo algunos cursos de Office e Internet, la arquitectura es modernista y he pensado en algo así para algún terreno que tengo en Oaxaca que con el tiempo sé que lo podré conseguir, mi mente esta limpia y sana y sé que esta por conseguir su mejor potencial para despegar como un cohete directo a las estrellas.
Mi potencial superior esta a punto de surgir y quiero que estés junto a mí para apoyarme y escucharme, puesto que también tengo momentos de tristeza y gran melancolía, cuando me siento deprimido me gusta salir a manejar, me gusta ir al rancho en Michoacán y a Oaxaca, pero últimamente no he tenido tiempo, puesto que necesito trabajar algunos proyectos de programación y creación de páginas de Internet.
Me encantaría verte, si quieres hablarme después de las 10 yo te contesto sin ningún problema, he estado a punto de hablarte pero a veces pienso que has de estar ocupado y eso me ha detenido.
Tu presencia junto a mí hace que las cosas complicadas sean sencillas, y sé que vas a estar ahí para apoyarme cuando te necesite, porque tu sabes que yo estoy aquí para apoyarte cuando tú lo requieras nada mas es cuestión de pedirlo y estaremos ahí como dos aves que están alzando el vuelo y necesitan ayudarse para conseguir llegar al horizonte.
Te quiere tu hermano Jonathan
P.D. Ojalá y vuelvas a hincar Nerdsoft, estoy ávido de programar con tu estilo único. Nunca nos separaremos, nuestra amistad es lo más limpio y bello que existe sobre la Tierra y quiero que siempre exista y siempre perdure más allá de la muerte.
Bill rompió inmediatamente la carta y dijo:
-Este tipo se volvió homosexual.
Se dirigió rápidamente a su cuarto y prendió rápidamente la computadora, quería proseguir con su manual ya que las cartas que había leído lo habían atribulado notablemente. Abrió el Kword y comenzó a escribir casi frenéticamente:
OBJETOS Y CLASES
La programación orientada a objetos proporciona muchos otros conceptos y características que hacen que la creación y uso de los objetos sea mucho más fácil y más flexible; la más importante de estas características es la de las clases.
Una clase es una plantilla para crear varios objetos con características similares.
Cuando se escribe un programa en un lenguaje orientado a objetos no se definen los objetos en sí. Se definen clases de objetos.
Por ejemplo, se podría tener una clase Árbol que describiera las características de todos los árboles (tienen hojas y raíces, crecen, producen clorofila). LA CLASE Árbol sirve como un modelo abstracto para el concepto árbol. Para llegar a un árbol y tocarlo -o interactuar con él o talarlo-, se debe tener una instancia concreta de ese árbol.
Por supuesto, una vez que se tiene una clase Árbol se pueden crear muchas instancias diferentes de ese árbol, y cada instancia de Árbol diferente puede tener diferentes características (chaparro, alto, frondoso, etc.) y al mismo tiempo sigue comportándose y siendo inmediatamente reconocido como un árbol.
Una INSTANCIA de una clase es otra palabra usada para un objeto real. Si una clase es la representación general (genérica) de un objeto, una instancia es su representación concreta.
En un ejemplo más adecuado al tipo de cosas que se deben hacer en la programación Java, se podría crear una clase para el elemento de interfaz de usuario llamado "botón". La clase Button define las propiedades de un botón (su rótulo, su tamaño, su apariencia) y la manera en que se comporta. Una vez que se define la clase Button se pueden crear fácilmente instancias de ese botón-esto es, objetos botón-, que toman todas las características básicas de un botón tal como es definido por la clase, pero pueden tener diferentes apariencias y comportamientos en base en lo que se quiere que haga un botón particular. Mediante la creación de una clase Button no se tiene que volver a escribir nuevamente el código para cada botón individual que se quiere usar en el programa, y se puede volver a utilizar la clase Button para crear diferentes tipos de botones conforme se les necesite en este programa y en otros.
Si ya está acostumbrado a la programación en C, puede pensar sobre una clase como una forma de creación de un nuevo tipo de dato compuesto usando struct y typedef. Sin embargo, las clases pueden proporcionar mucho más que un simple conjunto de datos, como lo descubrirá en el resto de la lección de este día.
La tarea de usted como programador Java es crear el conjunto adecuado de clases que realicen lo que el programa necesite.
El ambiente Java contiene una biblioteca de clases que implementan gran cantidad del comportamiento básico que se necesita, no sólo para las tareas de programación básicas (clases para proporcionar las funciones matemáticas básicas, arreglos, cadenas, etcétera) sino también para el comportamiento gráfico y de red.
Para programas Java complejos, tal vez tenga que crear un conjunto completo de clases con interacciones definidas entre ellas.
Estas clases son las que precisamente voy a ocupar para entrar en los sistemas de seguridad casi infinita. Esto lo voy a conseguir gracias al bendito JAVA.
Ya no aguanto las ganas de terminar mi programa.
Bill terminó de escribir y se dedico a dormir profundamente.
18
Bill prendió su computadora, cuando llegó de trabajar, y empezó a escribir en su diario electrónico:
La mente pervertida (y excesivamente idiotizada) de Don Panchito ha ideado un método para empequeñecer mi autoestima. Pensé al principio que podría haber hallado un padre en el zar de las hamburguesas, en el magnate de la carne. Pero el sentido de envidia que le inspiro aumenta cada día, hasta volverse la convivencia diaria insoportable. La complejidad de mi visión del mundo, mis estudios y mis lecturas, todo esto confunde y asombra al mismo tiempo a Don Panchito.
Este cambio de rumbo que es totalmente opuesto del devenir tecnológico de la actualidad me ha servido de reflexión profunda. ¿Habrían sido capaces de superar tales obstáculos Edison, Ford y Rockefeller?
La mente diabólica de Don Panchito ha hecho que deambule en el limbo de las almas perdidas, no sé si soy capaz de volar por el pantano sin mancharme.
Sin embargo, espero que mi senectud no tenga que depender de las hamburguesas para sobrevivir, me aterra la idea de tener que depender todo el tiempo de vender hamburguesas. La venta de mis obras tecnológicas quizá aporte algún beneficio. Actualmente estoy dedicando mi tiempo libre a escribir un programa decriptador que me permita entrar a la página de un banco y de esta manera poder obtener recursos para mi vejez. En caso necesario, siempre podría recurrir al circuito de la enseñanza de programación, sin embargo mis experiencias en este campo no han sido gratificantes. Personalmente, he descubierto que la falta de comida y de comodidades, en vez de ennoblecer el espíritu, crea sólo ansiedad dentro de la psique humana, debido a la tendencia del capitalismo salvaje de vender hasta la alma al diablo si es necesario para conseguir un poco de bienestar material. Aunque tengo una Rica Vida Interior, preciso tener también algo de comida y alguna que otra comodidad.
Por mi madre recé una oración a Santa Zita de Lucca, que se pasó la vida trabajando de criada y practicando muchas austeridades, y pedí a la santa que ayudase a mi madre a combatir el alcoholismo y las juergas nocturnas.
En ese momento Bill cerro el archivo del diario del trabajador, y comenzó a proseguir con el manual de Java, como preámbulo de la creación de su obra maestra de programación:
Métodos.
Los métodos (comportamiento) de una clase establecen los procesos que las instancias de una clase pueden llevar a cabo. Los métodos son la única forma en que los objetos pueden realizar alguna acción que les afecte a sí mismos o a otros objetos. Por ejemplo, regresando a la clase motorcycle teórica, los siguientes son algunos métodos que podrían tener dicha clase:
• Encender el motor
• Apagar el motor
• Acelerar
• Cambiar marcha
• Detenerse
Para definir el comportamiento de un objeto se emplean métodos que se ven y comportan como las funciones de otros lenguajes, pero se definen dentro de una clase. Java no tiene funciones definidas fuera de las clases (como sucede en C++).
Los METODOS son funciones definidas en el interior de las clases que operan sobre instancias de esas clases.
Los métodos no siempre afectan a un solo objeto; los objetos también se comunican entre ellos usando métodos. Una clase u objeto puede llamar a métodos de otra clase u objeto para comunicar cambios en el ambiente o para pedirle al objeto que cambie su estado.
CONJUNCIÓN DE LAS PROPIEDADES Y LOS MÉTODOS.
Liz es un objeto del tipo de clase persona. Ella es una mujer (propiedad) y habla (método). La camioneta de Liz es un objeto de la clase Vehículo. Es azul (propiedad) y su motor se enciende y se apaga (método).
La PC de José es un objeto de la clase Computadora. Es una SMP-P990 (propiedad), toca un CD de música (método) y puede imprimir un documento (método).
Piense sobre estos objetos de la vida real (que no estén relacionados con la programación o las computadoras) y vea si puede describirlos como los ejemplos anteriores.
CREACIÓN DE UNA CLASE
Hasta este momento la lección de hoy ha sido bastante teórica. En esta sección se creará un ejemplo funcional de la clase Motorcycle para que pueda ver cómo se definen los datos miembro y los métodos de una clase. También creará una aplicación java que produce una nueva instancia de la clase Motorcycle y muestra sus datos miembro.
Antes de comenzar, abra una nueva área de trabajo del proyecto en el Microsoft Developer studio y abra una nueva ventana fuente. Teclee lo siguiente:
Class Motorcycle
{
}
!Felicidades¡ Ya ha creado una clase. Por supuesto, por el momento no hace gran cosa, pero es una clase Java de lo más simple.
Primero cree algunos datos miembro para esta clase -tres, para ser específicos.
String m_Make;
String m_Color;
Boolean m_EngineState;
NOTA TECNICA: Boolean en Java es un tipo de dato real que puede tener valores true o false.
Ahora añada algunos métodos (comportamientos) a la clase. Hay todo tipo de cosas que puede hacer una motocicleta, pero para mantener sencillas las cosas añada solamente un método, uno que arranque el motor. Agregue las siguientes líneas debajo de los datos miembro en su definición de clase:
Void startEngine()
{
if (m_EngineState==true)
System.out.println("The engine is already on.");
Else
{
m_EngineState = true;
system.out.println("The engine is now on.");
}
}
El método startEngine prueba si el motor ya está encendido (en la línea m_EngineState==true) y, de ser así, simplemente imprime un mensaje. Si el motor no está encendido cambia el estado del motor a true y luego imprime un mensaje.
Con los métodos y propiedades en su lugar, guarde el programa en un archivo llamado Motorcycle.java (Recuerde que recomendamos que nombre a los archivos Java con el mismo nombre que el de la clase que define.) Así es como debe verse el programa hasta el momento.
Class Motorcycle
{
Void startEngine()
{
if (m_EngineState==true)
System.out.println("The engine is already on.");
Else
{
m_EngineState = true;
system.out.println("The engine is now on.");
}
}
}
Antes de que compile esta clase añada un método más. El método showAtts imprime los valores actuales de los datos miembro de una instancia de la clase Motorcycle. Así es como se ve la función:
Void showAtts( )
{
System.out.println("This motorcycle is a "
+ color + " " + make);
if (m_EngineState == true)
System.out.println("The engine is on.");
Else System.out.println("The engine is off.");
}
El método showAtts imprime dos líneas en la pantalla: los m_Make y m_Color del objeto Motorcycle y si el motor está encendido o pagado.
¿Qué pasa si ahora usamos el intérprete JVIEW para ejecutar esta clase compilada? Haga la prueba, JAVA supone que esta clase es una aplicación y busca un método main. El intérprete JVIEW le da un error como el siguiente:
In class Motorcycle: void main(String argv[ ]) is not defined
Cada día se acerca más el día en que ejecute mi programa y pueda solucionar de una vez para siempre mis problemas económicos. Bill apagó la computadora y se concentró en la meditación trascendental.
19
Bill se sentía cada vez peor. Sus jaquecas habituales habían comenzado nuevamente a importunarle. De las grandes bolsas de gas que tenía en el estómago salían descomunales eructos que iban abriéndose paso a través del tracto digestivo.
La causa de su mala salud, era, estaba convencido, el consumo excesivo de productos Panchito. Pero había otras razones. Su madre se mostraba cada día mas desagradablemente hostil; empezaba a resultarle imposible controlarla. Luego estaba Cynthia, que le escribía constantemente, contándole su vida como si fueran sucesos de telenovela, tanto era su agobia por las cartas de Cynthia que llegó incluso a tener pesadillas cuya protagonista era la señorita Cynthia.
De noche le asediaban los sueños y de día le esperaba la ruta absurda que Don Panchito le había asignado. Nadie en la Alameda parecía interesado en las Hamburguesas Panchito, y por lo tanto no podía llevar un salario decente a casa y su madre se mostraba más hosca cada día.
Había leído en el periódico que habría una exposición de pintores contemporáneos en la calle Allende, Bill se sintió atraído por esta exposición y en su intento por atraer a la clientela, Bill había fijado una hoja en la parte delantera del carrito de hamburguesas, la cual decía DOCE PULGADAS (12) DE PANCHITO. Hasta el momento, nadie había atendido su mensaje.
-Hamburguesas, hamburguesas -decía Bill, algo irritado ya-Manjares de las higiénicas cocinas de Don Panchito.
-¡Oh Dios! -gritó Bill después de haber peregrinado arriba y debajo de la calle Allende-¿Cómo se atreven a presentar estos abortos al público?-dijo Bill al contemplar uno de los cuadro de la exposición.
-Siga su camino señor, tenga la bondad -dijo una señora a Bill
-Las magnolias no son así-dijo Bill-. Ustedes necesitan urgentemente un curso de botánica.
-Usted no tiene porque mirar nuestras pinturas- dijo una voz irritada del grupo.
-¡Por supuesto que sí! -gritó Bill- ¿Quién de ustedes hizo estas camelias?, están horribles.
-Déjenos en paz dijo una voz aguda.
-Deberían aprender a dibujar antes de presentar este tipo de exposiciones que son una ofensa al buen gusto.
-Váyase usted.
-No estamos dispuestas a dejarnos insultar por un vendedor sin educación-dijo altaneramente una señora mayor.
-¡Comprendo! -gritó Bill- Ya veo que son ustedes las que calumnian a los vendedores de hamburguesas, han de saber que cualquier trabajo es honrado.
-Está loco
-Que hombre tan ordinario.
-¡Que grosero!
-¡No hay que rebajarnos a su nivel!
-No le queremos aquí.
-¡Es natural! -dijo Bill-. Es evidente que temen a alguien con cierto contacto con la realidad.
-Váyase por favor.
-Lo haré, si -Bill cogió el carrito de Hamburguesas Panchito y se alejó con él-. Deberían todas ustedes estar pidiendo perdón de rodillas por lo que he visto aquí.
-No hay duda de que esta ciudad cada vez está peor, con esta clase de gentuza vagando por aquí.
Bill regreso al local de hamburguesas Panchito, donde ya lo estaba esperando don Panchito, quien le dijo:
-Por que tardaste tanto- dijo don Panchito en un tono de pelea.
-He tenido que caminar todo el día, trabajando varias horas de Sol a Sol, y no he logrado vender una sola hamburguesa.
-¿Qué?, ¿Cómo es posible que no hayas vendido ni una sola hamburguesa?
-Pues así es don Panchito, lamentablemente no pude conseguir el propósito de llevar a la empresa Hamburguesas Panchito a competir con Mac Donalds o Burger King, pero lamentablemente he fracasado.-dijo Bill visiblemente atribulado.
-¡Pues ya basta! No puedo creerlo, ¡Estas despedido!
-No estoy dispuesto a soportar un día más su mal humor, me largo de aquí.
-¡Largo!, ¡Largo!-gritó don Panchito-
Bill salió rápidamente de hamburguesas don Panchito, para no volver jamás.
20
Querido lector:
La naturaleza hace a veces un tonto; pero un fanfarrón siempre es obra del hombre.
Bismark
Cuando estaba gastando las suelas de mis tenis hasta convertirse en una simple lengua de caucho sobre las viejas baldosas de la Alameda , en el febril empeño de ganarme la vida en una sociedad despreocupada e indiferente, me saludo un apreciado y viejo conocido (un homosexual), que no había visto desde que me ayudo a programar un reproductor virtual de DVD. Tras unos momentos de conversación en los que yo dejé demostrada fácilmente mi superioridad ética y moral sobre aquel degenerado, me quedé cavilando una vez más sobre la crisis de nuestra época.
Mi inteligencia claramente superior a la suya, indomable y exuberante como siempre, me susurró un plan tan majestuoso y audaz que me estremecí ante la idea misma de lo que estaba oyendo. Se me ofrecía la oportunidad de salvar al mundo a través de la degeneración. Allí, a través de las piedras gastadas de la Alameda central, solicite la ayuda de aquella marchita flor de ser humano, aquella piltrafa humano, pidiéndole que reuniese a sus compañeros de fatuidad bajo la bandera de la fraternidad.
Nuestro primer paso será elegir a uno de ellos para un cargo elevado como la presidencia, si la suerte nos es propicia. El que al final hagamos jefe del Estado Mayor, deberá ocuparse sólo de su elegante guardarropa, guardarropa que le permitiría ser Jefe de Estado en la mañana y tarde, para convertirse en una dama en la noche. Al ver los éxitos que obtienen aquí sus camaradas uniformados, los pervertidos del resto del mundo también se agruparan para controlar las milicias de sus propios países. En realidad este tipo de gentuza tienen una forma de ver la vida bastante particular, tienen bastante sensibilidad e inteligencia.
En aquellos países reaccionarios donde los homosexuales pueden tener problemas para hacerse del control, les enviaremos ayuda, les enviaremos rebeldes que les ayuden a derribar sus gobiernos.
Cuando hayamos derribado todos los gobiernos existentes, el mundo no tendrá ya guerras sino orgías globales realizadas con todo protocolo y con un espíritu verdaderamente internacional, pues estas gentes superan las simples diferencias nacionales. Su inteligencia tiene solamente un objetivo; están verdaderamente unidos. Piensan como uno solo.
Ninguno de los pederastas en el poder será, por supuesto, lo bastante práctico para saber de artilugios como bombas. Esas armas nucleares se pudrirán en sus lugares de almacenaje. De vez en cuando, el Jefe del Estado Mayor, el Presidente y demás, vestidos con plumas y lentejuelas, divertirán a los dirigentes, es decir, a los homosexuales, de los demás países con bailes y fiestas. Por todas partes florecerán ballets y comedias musicales de Broadway, y entretenimientos de ése genero, que probablemente hagan mucho más feliz a la gente común que las proclamas lúgubres, agresivas y fascistas de un anterior dirigente.
Casi todos los demás han tenido la oportunidad de regir el mundo. No veo porque ellos no han de tener también la suya. Es evidente que han sido por mucho tiempo perseguidos. Su desgracia es una desdicha, nacional, mundial.
La degeneración, más que indicar la decadencia de la sociedad, como en otros tiempos, indicará ahora paz para un mundo atribulado. Hemos de dar soluciones nuevas a nuevos problemas.
Yo actuaré como una especie de mentor y guía de movimiento, pues mis conocimientos, nada desdeñables, de la historia del mundo, la economía, le religión y la estrategia política constituirán una reserva. El propio Boecio jugó un papel
Bastante similar en la Roma degenerada. Sirvió así justamente a muchos cristianos como guía, filósofo y amigo; precisamente porque si bien su época era corrupta, él tenía una cultura completa.
Esta vez dejaré pasmada a la Escobar. Es un plan demasiado sobrecogedor para una mozuela prosaica y liberal enredada en la trama claustrofóbica de los tópicos.
¿Quiere Miss Escobar sexo en la política? Pues yo le daré sexo…
¡En abundancia! Se quedará demasiada apabullada para poder reaccionar ante la originalidad de mi plan. Se morirá de envidia, estoy seguro.
Nota social: La tunanta de mi madre se ha ido otra vez, lo que es más bien una suerte, en realidad. Sus vigorosos ataques y sus agrias arremetidas contra mi persona afectan negativamente mi salud.
El refinado programa de acceso a los bancos, lo ejecutaré próximamente en un café Internet del centro. Debo de compilarlo y ejecutarlo cueste lo que cueste. Necesito un traspaso global a mi cuenta ficticia en las islas caimán.
El gran día está por llegar, ningún sistema de seguridad o firewall podrá detenerme, este programa que lo he ido confeccionando cuidadosamente es infalible.
Ya me imagino disfrutando de las soleadas playas de Cancún con varias mujeres hermosas a mi lado.
Hasta luego
Bill, vuestro Chico Trabajador.
Bill terminó de escribir este diario del trabajador, y empezó nuevamente a redactar su manual de JAVA, para esto abrió otro archivo en su procesador de palabras favorito el Kword:
Para hacer algo con la clase Motorcycle, por ejemplo crear instancias de esa clase y jugar con ellas, se necesita crear una aplicación JAVA que use esta clase o añadir un método main a ésta. Para efectos de simplicidad haga esto último. El listado 3.1 muestra el método main( ) que añadirá a la clase Motorcycle.
Listado 3.1 El método main( ) para Motorcycle.java
Public static void main (String args[ ])
{
Motorcycle mMyCycle = new Motorcycle( );
mMyCycle.m_Make = "Harley Davidson Sportcenter";
mMyCycle.m_Color = "yellow";
System.out.println("Calling showAtts…");
MMyCycle.showAtts;
System.out.println("----");
System.out.println("Starting Engine…");
MmyCycle.startEngine( );
System.out.println("----");
System.out.println("Calling showAtts…");
MMyCycle.showAtts( );
System.out.println("----");
System.out.println("Starting Engine.…");
MMyCycle.startEngine( );
}
Con el método main( ) la clase Motorcycle es ahora una aplicación, y se le puede compilar nuevamente y esta vez se ejecutará. Así es como debe verse la salida:
Calling showAtts…
´This motorcycle is a yellow Harley Davidson Sportcenter
The engine is off.
------
Starting engine…
The engine is now on.
-----
Calling showAtts…
This motorcycle is a yellow Harley Davidson Sportcenter
The engine is on.
------
Starting engine…
The engine is already on.
Es probable que el contenido del método main( ) le parezca muy nuevo, así que vamos a revisarlo línea por línea para que tenga al menos una idea básica de que es lo que hace.
ANÁLISIS: La primera línea declara al método main( ). Éste siempre se ve de esta forma, y aprenderá los puntos específicos de cada parte posteriormente en esta semana.
La línea 2, Motorcycle mMyCycle = new Motorcycle( ), crea una nueva instancia de la clase Motorcycle y guarda una referencia a ella en la variable mMyCycle. Recuerde que en realidad no opera sobre las clases en los programas Java, sino que, en vez de ello, se crea una instancia (objeto) para esas clases y luego se llama a los métodos y propiedades de esos objetos.
Las líneas 3 y 4 asignan los datos miembro para este objeto de motocicleta: la marca es ahora Harley Davidson Sportecenter (una de las mejores) y el color es yellow.
Las líneas 5 y 6 llaman al método showAtts( ), definido en su objeto motocicleta. (De hecho, solamente lo hace la línea 6, ya que la 5 sólo imprime un mensaje que dice que está a punto de llamar a este método). El nuevo objeto motocicleta imprime luego los valores de sus datos miembro -m_Make y m_Color-, tal como se asignaron en las líneas anteriores, y muestra que el motor está apagado.
La línea 7 imprime una línea divisoria en la pantalla, cuyo fin sólo es hacer más atractiva la salida.
La línea 9 llama al método startEngine( ) del objeto motocicleta para arrancar el motor. El motor ahora debe de estar encendido.
La línea 12 imprime nuevamente los valores de los datos miembro. Esta vez el reporte debe decir que el motor está ahora encendido.
La línea 15 trata de arrancar nuevamente el motor, sólo para divertirnos. Debido a que el motor ya está encendido esto deberá imprimir el mensaje de error.
HERENCIA INTERFACES Y PAQUETES
Ahora que ya tiene un brochazo básico de las clases, objetos, métodos, variables y la manera de poner todo esto en junto en un programa Java, es tiempo de añadir algunos cuantos términos más de objetos a su conocimiento. LA HERENCIA, LAS INTERFACES Y LOS PAQUETES son mecanismos para la organización y el comportamiento de las clases. Las bibliotecas de clase de Java usan todos estos conceptos, y las mejores bibliotecas de clases que usted escriba para sus propios programas también usará estos conceptos.
HERENCIA
La herencia es uno de los conceptos más poderosos en la programación orientada a objetos, y tiene un efecto directo sobre la manera en que se diseñan y escriben las clases.
El concepto de herencia es que al escribir una clase sólo se tiene que especificar la manera en que una clase difiere de alguna otra clase, esto es, la herencia le dará acceso automático a la información que está contenida en la clase original.
Cuando se usa herencia, todas las clases -aquellas que usted escribe, aquellas de las bibliotecas que usted use y también aquellas de las utilerías estándar- se organizan en una jerarquía estricta.
Cada clase tiene una superclase (la clase que está arriba de ella en la jerarquía) y cada clase puede tener una o más subclases ( las clases que están por debajo de esa clase en la jerarquía). Las clases que están más abajo en la jerarquía se dice que heredan de las clases que están más arriba en la jerarquía.
Las subclases heredan todos los métodos y variables de sus superclases; esto es, en cualquier clase particular, si la superclase define un comportamiento que su clase necesita, usted no tiene que volver a definir o copiar ese código de alguna otra clase. La clase obtiene automáticamente ese comportamiento de su superclase, esa superclase obtiene comportamiento de su superclase y lo mismo sucede en toda la ruta hacia arriba en la jerarquía.
En la parte superior de la jerarquía de clases de Java está la clase Object, y todas las clases heredan de esta primera superclase. Object es la clase más general en la jerarquía, y define el comportamiento heredado por todas las clases en la jerarquía de clases de Java. Cada clase que está más abajo en la jerarquía añade más información y llega a ser más adecuado para un propósito específico.
De esta manera, se puede pensar de una jerarquía de clases como la definición de un concepto muy abstracto en la parte superior de la jerarquía y luego haciendo más concretas las ideas entre más abajo va el concepto en la cadena de superclases.
El subclaseado involucra la creación de una nueva clase que hereda de alguna otra clase en la jerarquía de clases. Mediante el subclaseado usted sólo tiene que definir las diferencias entre la clase y su madre, ya que el comportamiento medular (de la clase madre / superclase) está disponible para la clase por medio de la herencia.
CREACIÓN DE UNA JERARQUÍA DE CLASES
-Cuando desarrolle clases en una jerarquía puede dividir en superclases la información contenida a varias clases, y luego reutilizar la información de dichas clases una y otra vez. Cada subclase obtiene esa información común de su superclase.
Bill terminó de escribir parte del manual de Java, el cual pretendía lanzar a la venta cuando consiguiera el suficiente dinero para la edición. Bill comenzaba a sentir una fuerte jaqueca por lo que termino abruptamente la redacción del manual y se dedicó a darse una larga ducha, esperando que su madre no llegase a importunarlo como solía hacerlo. Posteriormente se dedicaría a escribir parte de su programa en Java para hackear páginas de Internet.
21
La señora Rojas ayudó a subir las escaleras a la renovada señorita Herrera y abrió la puerta.
-¡Esto es Cactus Inc.! -exclamó la señorita Herrera.
-Así es señorita Herrera, está usted donde se le estima, vine a saludarla y a preguntar por su salud.
-Yo creí que estaba jubilada, ¡Me han engañado ustedes!-gritó la señorita Herrera.
-¿Ya estás contenta? -Preguntó el señor Rojas a su mujer-. Lo único que esa mujer desea es jubilarse e irse a descansar a su casa.
-Fíjate que ardor hay en su voz -dijo el señor Rojas-. Que vigor. Realmente es increíble.
-Hay una carta de Carlos Sliin dirigida personalmente a usted-dijo el señor Mendizábal al señor Rojas.
-¿Que querrá ahora ese chiflado?-dijo irritado el señor Rojas.
-Quizá le pregunten que le sucedió a una empresa próspera y floreciente-comentó la señora Rojas- Quizá le pregunten que pasó después de la muerte de León Rojas. Quizás ese Sliin tenga algún consejo que darle a un playboy. Léela Mike. Será tu tarea de la semana en Cactus Inc.
El señor Rojas miró el sobre en el que se leía "personal" tres veces, escrito con bolígrafo rojo. Lo abrió y abrió luego una carta que tenía grabado otro papel adjunto.
Querido señor Rojas:
Nos quedamos perplejos y nos sentimos muy ofendidos al recibir su carta adjunta. Hemos sido fieles agentes de vuestros productos durante treinta años y hemos demostrado hasta ahora nuestro más cálido afecto a esa empresa. Quizá recuerdes la corona que enviamos cuando murió tu padre, en la que no reparamos en gastos.
Esto será muy breve. Tras muchas noches de insomnio, hemos entregado la carta original a un abogado, que ha iniciado un pleito por calumnias con una indemnización de 5 millones de pesos. Quizá esto compense un poco el agravio que constituye la carta adjunta.
Vete a ver a un abogado. Nos veremos ante el tribunal, como caballeros. Basta de amenazas, por favor.
Muy atentamente
Carlos Sliin presidente.
El señor Rojas se quedó helado cuando pasó la página y leyó la copia de la carta de Sliin. Era algo increíble. ¿Quién se molestaría en escribir semejantes cosas? "Sr. Sliin mongoloide"; "Su absoluta falta de contacto con la realidad"; "Su desdichada visión del mundo"; "Puede usted sentir el morder del látigo en sus hombros despreciables"; y lo peor de todo era que la firma, Rojas Mike, parecía bastante autentica. En aquellos momentos, Sliin debía estar acariciando y besando el original y chasqueando los labios. Para alguien como Sliin, aquella carta era como un bono de ahorro, como un cheque en blanco.
-¿Quién escribió esto?-preguntó el señor Rojas, entregándole la carta al señor Mendizábal.
-¿De qué e trata, Mike? ¿Algún problema? ¿Hay algún problema? Ese es uno de tus problemas: que nunca me cuentas tus problemas, sabes que yo podría darte consejos valiosos para que puedas resolverlos.
-¡Oh, Dios mío!-gritó el señor Mendizábal- es horrible.
-¡Silencio!-gritó la señorita Herrera.
-¿De que se trata, Mike? ¿Algo que no hiciste correctamente? ¿Alguna autoridad que delegaste a alguien?
-Si, es un problema. Es un problema que significa que podríamos quedarnos hasta sin camisa.
-¿Qué? -la señora Rojas arrebató las cartas al señor Mendizábal; las leyó, y se convirtió en una arpía; sus rizos lacados se transformaron en serpientes-. Ahora si que la has hecho buena.. Eres capaz de cualquier cosa con tal de fastidiar a tu padre y arruinar su negocio. Ya sabía yo que las cosas acabarían aquí.
-¡Cállate de una vez!. Yo nunca escribo las cartas de la empresa.
-Britney y Cristina tendrán que dejar la Universidad. Se venderán a marineros y gangsters. Terminaran muy mal Mike, muy mal, y todo por tus estupideces.
-Estás enfermo- gritó la señora Rojas a su esposo.
-¡A callarse!, ¡Déjame en paz! ¡Estas histérica!
-¿Y acaso será mejor mi situación? -los párpados color agua marina de la señora Rojas temblaron-.¿Qué será de mí? Mi vida ya ha sido destrozada. ¿Qué me sucederá ahora? Tendré que dedicarme a rebuscar en los botes de basura. Tenía razón mi madre. Eres un pobre inútil.
-¡Silencio!-exigió la señorita Herrera, esta vez con mucha más fiereza-. Son ustedes la gente más escandalosa que he visto en mi vida, lárguense de una buena vez.
La señora Rojas se había desplomado en una silla, gimiendo algo relacionado con salir a vender productos Mary Kay.
-¿Qué sabe usted de esto, Mendizábal?-preguntó el señor Rojas al jefe administrativo, que tenía los labios blancos.
-No sé ni una palabra -balbució el señor Mendizábal-. Es la primera vez que veo estas cartas. Le juro que yo no las escribí.
-Es usted quien escribe la correspondencia.
-Yo no escribí eso señor, sé lo juro-dijo implorante el señor Mendizábal.
-Sí, sé que no lo haría-el señor Rojas intentaba pensar-. Alguien nos ha jugado una broma de muy mal gusto, y que podría ser demasiado costosa.
El señor Rojas se dirigió hacia los archivos. No había ninguna ficha de Sliin. El cajón estaba completamente vacío. Abrió varios cajones más: la mitad estaban vacíos. Bonito modo de empezar a prepararse para un juicio por calumnia.
-¿Qué hace usted con el archivo?
-Eso mismo me he estado preguntando yo -dijo el señor Mendizábal.
-Oiga, Mendizábal, ¿cómo se llama aquel chiflado tan grandote que tuvo usted trabajando aquí, aquel gigantón gordo de la gorra roja?
-El señor Bill Hates. El se encargaba de la correspondencia de salida. ¿Pero quién puede haber redactado esta horrible carta?. El señor Hates intentó que los obreros me mataran.
-¿El Joven idealista?-gimió la señora Rojas.
-No sé dónde está-contestó el jefe administrativo-.
-En fin, sí, eso será -dijo el señor Rojas-. Estará en este momento intentando ayudar a otros desdichados. Es alentador saber que su idealismo sigue intacto.
Al señor Rojas se le había ocurrido una cosa, y preguntó al jefe administrativo:
-¿Cómo se llamaba aquel chiflado?
-Hates. Bill.
-¿De versa? -dijo la señorita Herrera-Yo pensaba que era Claudia.
-Señorita Herrera, por favor-dijo irritado el señor Rojas.
Aquel mamarracho de Hates trabajaba para la empresa en la época en que estaba fechada la carta de Sliin.
-¿Cree usted que Hates sería capaz de escribir una carta como ésta?
-Puede -dijo el señor Mendizábal-. No sé. Yo tenía depositado en él grandes esperanzas, hasta que intentó que aquel obrero me abriera la cabeza con un ladrillo.
-Muy bien.- dijo la señora Rojas-. Eso es, lo mejor es intentar acusar a un joven idealista. La gente idealista como ese joven no anda haciendo este tipo de locuras. Veras que te voy a acusar con Britney y Cristina, te van a aborrecer.
-La señora Rojas hizo un gesto que indicaba que las chicas se quedarían verdaderamente horrorizadas ante la noticia.
-¿Entonces, quieres que diga que fui yo quien escribió esto?
-¡Por supuesto que no! -gritó la señora Rojas a su esposo-. ¿Crees que quiero acabar en un asilo? Si el joven idealista lo escribió, tendrá que ir a la cárcel por falsificación, no faltaba más.
-¿Te quieres callar? Estás complicando todo- dijo el señor Hates a su mujer; luego, se volvió al jefe administrativo-: Localíceme el teléfono de ese Hates.
-El señor Mendizábal despertó a la señorita Herrera y le pidió una guía telefónica.
-Las guías telefónicas las guardo yo -masculló la señorita Herrera-. Y no va a usarlas nadie.
-Entonces, búsquenos a un tal Hates en la Calle Picacho.
-Bueno, esta bien Méndez -dijo la señorita Herrera- pero dejen de gritar.
La señorita Herrera, examinando la guía con una lupa, y terminó dándoles el número de Hates.
El señor Rojas marcó el número, y contestó una voz: <<Buenos días, servicios de limpieza>>
-Deme una de esas guías- gritó el señor Rojas.
-No-replico la señorita Herrera-. Las perderán. Yo les encontraré el número. Dejen en paz al señor Hates, ya lo corrieron a patadas de aquí, que es lo que quieren ahora.
El señor Hates marcó el segundo número que le dio la señorita Herrera. Contestó una mujer que se oía ligeramente ebria y le dijo que el señor Hates no llegaría sino hasta entrada la noche.
-Bueno, no está en casa -dijo el señor Rojas al público de la oficina.
-El señor Hates siempre parecía defender sinceramente los intereses de Cactus Inc. -dijo, con tristeza, el jefe administrativo-. Nunca sabré porque inició aquel motín.
-Bueno, hay que tener en cuenta que tenía antecedentes penales puesto que tenía una pinta de gangster.
-Tengo una idea, podríamos echarle la culpa a la señorita Herrera-dijo la señora Rojas-. Al fin y al cabo la podemos acusar de demencia senil.
-Vaya hasta que das una-dijo el señor Mike Rojas- es una magnífica idea.
-Bueno, vamos a solucionar esto de la mejor manera- dijo el señor Rojas, no tenemos porqué preocuparnos antes de tiempo.
22
Al desmoronarse el sistema medieval, se impusieron los dioses del Caos, la Demencia y el mal Gusto, escribía Bill en su computadora, para un ensayo de regocijo propio.
Tras el periodo en el que el mundo occidental había gozado de orden, tranquilidad, unidad y unicidad con su Dios Verdadero y su Trinidad, aparecieron vientos de cambio que presagiaban malos tiempos. Un mal viento no trae nada bueno. Los años luminosos de Abelardo, Thomas Beckett y Everyman se convirtieron en escorio; la rueda de la Fortuna había atropellado a la Humanidad, aplastándole la clavícula, destrozándole el cráneo, retorciéndole el torso, taladrándole la pelvis, afligiendo su alma. Y la Humanidad, que tan alto había llegado, cayó muy bajo. Lo que antes se había consagrado al alma, se consagraba ahora al comercio.
De la misma manera la rueda de la fortuna cayó sobre la Humanidad en el siglo XX ya que la industria del monopolio cayó sobre todas las cabezas, en especial; el monopolio de las computadoras, encabezado por Microsoft no deja que otras empresas compitan libremente y justamente por el software de las computadoras.
Estas similitudes hacían que Bill meditara profundamente, ya que encontraba similitudes entre la Edad Media y la era actual, sobre todo en cuestiones de comercio absolutista.
-Esto es magnífico –se dijo Bill, y prosiguió escribiendo apresuradamente.
Desde que llevé a cabo la operación de desarrollo de software más importante de la historia, las empresas multinacionales de computación la han adquirido por su gran capacidad de desarrollo y de aplicaciones denominado MS-DISK, yo Bill Hates, el tullido, el tartamudo, el tonto de la familia, el nerd en pocas palabras, a quien ninguno de sus ambiciosos y sanguinarios contendientes de negocios, consideraba digno de la molestia de ejecutar, accidentar, envenenar, obligar a suicidarse, desterrar a una isla desierta o matar por falta de ventas de sus empresas respectivas – que fueron las maneras en que se eliminaron los unos a los otros-, sobreviví a todos, incluso a mi insano socio Steve Jobs, y de cómo fui aclamado inesperadamente jefe principal de la mayor empresa de software jamás creada en todos los tiempos, aclamado por las empresas de tecnología más importantes de todo el mundo.
Bien, dijo Bill; por ahora se terminan las meditaciones filosóficas es hora de proseguir con el manual de java.
Bill consideraba seriamente la posibilidad de crear un manual de Hackeo por Internet, obviamente este manual tendría que editarlo anónimamente, ya que le podría acarrear varios años de cárcel. En este manual consideraría los tópicos más importantes de conectatividad, como son las redes de comunicación de banda ancha, los protocolos de conexión (TCP, IP), y los programas de desarrollo.
Bill generaba su programa de encriptación en java debido a que este lenguaje se podía ejecutar en cualquier máquina sin necesidad de volver a compilarlo.
Bill comenzó a escribir:
COMENZANDO CON EL JAVA DE MICROSOFT
¡Ya es suficiente de introducción para el JAVA¡ Terminará hoy creando una aplicación JAVA (¡y un applet¡), compilándolo y, por último, probándolo. Aunque vaya a construir el bastante simple programa obligatorio Hello World, éste hará un buen trabajo para mostrar los puntos básicos del trabajo con el JAVA.
CREACIÓN DE UNA NUEVA ÁREA DE TRABAJO DEL PROYECTO
Seleccione Archivo|Nuevo desde el menú del Microsoft Developer Studio. Aparecerá un cuadro de diálogo pidiéndole que seleccione el tipo de archivo que quiere crear. Seleccione Aplicación de consola . En este momento no cambie ninguno de los valores por omisión. Teclee un nombre para la aplicación Hello World en el campo name. Aunque no es obligatorio, le sugerimos que use el nombre de la clase de más alto nivel como nombre para el área de trabajo del proyecto, el cual para este ejemplo sería HelloWorld.
CREACIÓN DE UNA APLICACIÓN JAVA
Abra una ventana de nuevo archivo fuente en el área de trabajo. Se puede hacer esto seleccionando File|New|Text File desde el menú del Microsoft Developer Studio o haciendo clic en el botón New Source File en la barra de herramientas. Una vez que esté abierta la ventana de nuevo archivo fuente, teclee el programa del listado 2.1. Tenga cuidado de incluir todos los paréntesis, corchetes y comillas.
Para j++ 1.1TECLEAR Listado 2.1. La primera aplicación JAVA
class HelloWorld
{
public static void main (String args[])
{
System.out.println("Hello World¡");
}
}
TECLEAR PARA JAVA 6.0
Public class Class1
{
/**
* The main entry point for the application.
*
* @param args Array of parameters passed to the application
* via the command line.
*/
public static void main (String[] args)
{
System.out.println("Hello World¡");
// TODO: Add initialization code here
}
}
Este programa tiene dos partes principales:
-Todo el programa está encerrado en una definición de clase, y aquí la clase se llama HelloWorld.
-El cuerpo del programa (que es solamente una línea) está contenido en un método (función) llamada main(). En las aplicaciones Java, al igual que como sucede en los programas C o C++, main() es el primer método (función) que se ejecuta del programa.
LA PROGRAMACIÓN ORIENTADA A OBJETOS Y JAVA.
La programación orientada a objetos (OOP) es una de las mayores ideas de programación de los últimos años, y puede ser que le preocupe el que deba pasar años aprendiendo todo lo necesario acerca de las metodologías de programación orientada a objetos y la manera en que pueden facilitarle la vida en vez de la programación al estilo antiguo. Todo se refiere a la organización de los programas en formas que imitan la manera en que las cosas se reúnen en el mundo real.
Hoy obtendrá un panorama general de los conceptos de la POO en Java y la manera en la que se relacionan con la forma en que usted estructura sus propios programas:
• Lo que son las clases y los objetos y la manera en la que se relacionan entre ellos.
• Las dos partes principales de una clase: las propiedades y los métodos.
• La herencia y cómo afecta ésta la forma en la que usted diseña sus programas.
• Información preeliminar acerca de los paquetes y las interfaces.
Cuando usa la programación orientada a objetos el programa completo está formado por muchos componentes diferentes independientes (objetos), donde cada cual tiene un papel específico en el programa y todos pueden comunicarse entre sí en formas predefinidas.
UNA BIBLIOTECA DE CLASES ES UN CONJUNTO DE CLASES.
COMPORTAMIENTO Y ATRIBUTOS
Toda clase que se escriba en Java esta formada, por lo general, de dos componentes: propiedades y métodos. En esta sección aprenderá acerca de cada uno de ellos aplicándolos a una clase teórica llamada Motorcycle. Para terminar esta sección, creará el código java para implementar una representación de una motocicleta.
Propiedades
Las propiedades son las características individuales que distinguen un objeto de otro y determinan la apariencia, estado u otras cualidades de dicho objeto. Ahora creará una clase teórica llamada Motorcycle. Las propiedades de una motocicleta pueden incluir las siguientes:
• Color: rojo, verde, plateado, café.
• Estilo: de carretera, deportiva, estándar
• Marca: Harley Davidson, BMW, Indian.
Las propiedades de un objeto también pueden incluir información acerca de su estado: por ejemplo, se podrían tener propiedades acerca del estado del motor: encendido o apagado, o el cambio de marcha seleccionado.
Las propiedades están definidas por variables y, de hecho, se les puede considerar análogas a las variables globales para el objeto completo. Debido a que cada instancia de una clase puede tener diferentes valores para sus variables, cada variable se denomina dato miembro.
Los DATOS MIEMBRO definen las propiedades de un objeto. La clase define el tipo de propiedad, y cada instancia guarda su propio valor para esa propiedad.
Cada propiedad, en el sentido en que se usa aquí el término, sólo tiene un dato miembro correspondiente; al cambiar el valor de una variable cambia el atributo de ese objeto. Los datos miembro pueden permanecer constantes o cambiar a lo largo de la ejecución del programa.
Bill necesitaba de un descanso puesto que hoy había escrito bastante,
Tenía que ultimar detalles a su programa puesto que en unos cuantos días lo pensaba ejecutar, costase lo que costase, ya no iba a estar dispuesto a seguir soportado los malos humores de su madre, ni tampoco seguir viviendo en la pobreza.
Por qué los dueños de los grandes monopolios que un día lo atacaron despiadadamente, eran merecedores de vivir plácidamente y sin preocupaciones, mientras que él se tenía que conformar con la medianía de la clase media baja.
Esto no era justo, estaba dispuesto a entrar nuevamente al juego del capitalismo, pero ahora lo haría con sus propias reglas, las reglas eran que no había reglas.
23
El día había transcurrido del modo como suelen transcurrir estos días; lo había malbaratado, lo había transcurrido suavemente con mi manera extraña de vivir, tras la computadora todo el día, programando horas enteras para obtener de ella respuestas; había trabajado un buen rato, dando vuelta a los gruesos libros de tecnología y lenguajes de computación; había tenido dolores durante dos horas, como suele tenerlos la gente que se la pasa leyendo y trabajando todo el día; me había dado un baño caliente, absorbiendo el calorcillo agradable; había recibido tres veces el correo y hojeado las cartas, todas sin importancia, y los periódicos; había hecho mi gimnasia respiratoria, dejando hoy por comodidad los ejercicios de meditación. Es por esto que había salido a caminar un rato con mi madre, con la cual llevo viviendo hasta mis treinta años. Cambiando el peso del cuerpo de una cadera a otra a su modo pesado y primitivo. Bill desplazó oleadas de carne que se ondularon bajo la mezclilla y la franela, olas que rompieron contra botones y costuras.
Su madre le había llevado al centro en el viejo Ford, y mientras ella iba a ver al médico por su gastritis que cada día se iba convirtiendo en ulcera, Bill había comprado en Soft’s un nuevo software que estaba seguro hará traducciones automáticas en la computadora. Esto le ahorraría bastante tiempo a la hora de entregar sus trabajos. Luego, había entrado en la sala e juegos de la Calle Royal para ver si habían instalado alguna máquina nueva. Le decepcionó que había desparecido la máquina computacional de realidad virtual de las carreras automovilísticas de Indianápolis. Quizá la estuvieran reparando. La última vez que jugó con ella, la palanca de velocidades no funcionaba muy bien e hizo que chocara en tres ocasiones, tras cierta discusión, el encargado le había devuelto el dinero, pero los clientes habían sido tan ruines como para comentar que la había roto el propio Bill a patadas.
Concentrándose en el destino de la máquina de carreras en miniatura, Bill apartaba su ser de la realidad material y empezó a divagar en sus consideraciones sobre el desarrollo de software para venderlo a empresas, estaba inmerso en sus meditaciones que no se percató del par de ojos que le observaban ávidamente desde detrás entre las columnas del J.C., dos ojos tristes en los que brillaba la ansiedad.
¿Sería posible reparar aquella máquina de carreras? Probablemente sí. Quizá la llevarían con una empresa especializada en electrónica y software, tal vez la empresa transnacional NAMCO, la cual estaba constituida íntegramente por eficientes técnicos japoneses. Bill esperaba que trataran con el cuidado debido aquel juego de carreras en el transporte, de modo que ninguno de sus artefactos se rompiese o se estropease más de la cuenta por la brutalidad de los empleados de paquetería y pedidos, decididos a hundir para siempre las empresas de paquetería por daños a los expedidores, trabajadores de paquetería que posteriormente se declararían en huelga y destruirían gran parte de los vehículos con los cuales hacen su trabajo tan ineficientemente.
Mientras Bill consideraba el placer que aquel pequeño juego de carreras proporcionaba a la humanidad, los dos ojos ávidos avanzaron hacia él entre la multitud como torpedos caza dirigidos hacia una aldea árabe donde se sospechaba estaba Osaba Bin Laden. El policía dio un tirón a la bolsa de compras de Bill.
-¿Tiene usted algún documento de identificación, señor? – preguntó el policía, en un tono de voz que indicaba que Bill fuera oficialmente identificable.
-¿Qué? –Bill bajó la vista hacia la enseña de la gorra azul.
-¿Quién es usted?
-Enséñeme su licencia de conducir.
-Yo no conduzco. ¿Sería usted tan amable de dejarme en paz? Estoy esperando a mi madre.
-¿Qué es lo que cuelga en esa bolsa?
-¿Qué cree usted que va a ser, imbécil? Son discos para mi computadora, realmente no se como pueden estar molestando a gente decente, mientras hay tantos delincuentes asesinando y matando por ahí, es realmente inconcebible.
-¿Qué es eso? –el policía retrocedió un poco- ¿Es usted de la ciudad?
-¿Acaso la tarea del departamento de policía es acosarme a mí cuando esta ciudad es la desvergonzada capital del vicio del mundo civilizado? – gritó Bill, por encima de la gente que se había reunido para contemplar el espectáculo que se estaba generando fuera del almacén comercial-. Esta ciudad es famosa por sus asesinos, jugadores, narcotraficantes, prostitutas, exhibicionistas, anticristos, alcohólicos, drogadictos, sodomistas, fetichistas, pornógrafos, estafadores, pederastas, por la gente que tira la basura en la calle, por sus lesbianas... gentes todas que viven en la impunidad mediante sobornos, que hace el gobierno, y en especial el departamento de policía contra ellos. Si usted gusta podemos discutir el problema de la delincuencia y de la inseguridad; pero no cometa la osadía de venir a fastidiarme a mí.
El policía agarró a Bill por el brazo jalándolo bruscamente, pero fue agredido en la gorra con los discos compactos.
-¡Eh! – protesto el policía
-¡Toma eso! –gritó Bill, percibiendo que estaba empezando a formarse un círculo de compradores interesados.
Dentro del J.C. Pelly, la señora Hates estaba en el departamento de lencería, escogiendo alguna prenda que le agradara. Uno de sus dedos, gastado de frotar por tantos años los calzones amarillentos de su hijo, tamborileó en la vitrina para llamar la atención de los vendedores, los cuales no le prestaban atención.
-Eh, señorita Vicky –dijo la señora Hates -. Venga, venga aquí, chica.
-Vaya, ¿cómo le va? –preguntó la señorita Vicky-. ¿Qué tal querida?
-No demasiado bien –dijo, sincera, la señora Hates.
-Qué lata, verdad – la señorita Vicky se apoyó en la vitrina y se olvidó de las lencerías-. Tampoco yo me siento nada bien. Estos pies, ya no los aguanto, estar todo el día parada no es sencillo...
-Ojalá tuviera yo tanta suerte. Lo mío son las reumas en el codo.
-¡Oh, no! –dijo la señorita Vicky con verdadera simpatía- Mi pobre papá también la tiene. Le hacemos meterse en una tina llena de agua hirviendo.
-Mi hijo se la pasa todo el día flotando en la nuestra. Yo apenas puedo entrar en el cuarto de baño, cada vez que le pido que me deje entrar, me dice que no lo moleste que el se siente mal también.
-Creí que estaba casado...
-¿Bill? Sí, sí, ojalá y así fuera- dijo, con tristeza la señora Hates-
¿Quiere darme un calzón rojo y un brasiere rojo también talla L?
-Pues yo creía que me había dicho usted que se había casado –dijo la señorita Vicky, mientras buscaba en un locker la talla L.
-Ni siquiera tiene novia. La que tenía se largó sin decir adiós.
-Bueno, pero todavía está a tiempo.
-Si, si, claro- dijo con indiferencia la señora Hates.
Mientras tanto, en el centro del grupo que se había formado delante de los grandes almacenes, se balanceaba violenta la gorra de beisbolista, un rojo destello en el círculo de gente.
El policía estaba decidido en llevarse preso a Bill, debido a su pinta de mal viviente, sin embargo la gente no le daba permiso al policía para llevárselo, incluso empezó a tomar partido por Bill.
-Hablaré con el alcalde- gritaba Bill.
-Deje en paz al muchacho –dijo una voz entre la multitud.
-Vaya a detener a esas chicas que se desnudan de la Calle Borbón –añadió un viejo-. Él es un buen chico, está esperando a su mamá.
-Gracias –dijo desdeñoso, Bill-. Espero que todos ustedes den testimonio de este ultraje y de la violación a mis derechos humanos.
Bill se había espantado bastante, pensaba que era un policía de la CIA que había descubierto su manual ultrasecreto de Java ó tal vez y peor aún habrían descubierto su programa con el cual pretendía acceder a los bancos suizos.
Pero todo fue una falsa alarma, el policía terminó desistiendo ante el apoyo que estaba recibiendo Bill de la gente a su alrededor. Mientras el policía estaba discutiendo con un anciano que le había dado unos garrotazos, Bill emprendió la huída de manera sigilosa.
No cabía duda de que mañana mismo iba a entrar a las páginas de los bancos, costase lo que costase.
24
Bill se pasó el día durmiendo y dándole a su guante de caucho durante sus frecuentes y angustiosos momentos de vigilia. El teléfono había estado sonando toda la tarde en el pasillo, y cada timbrazo le hacía sentirse más nervioso y angustiado. Arremetía contra el guante, desflorándolo, apuñalándolo, conquistándolo. Como cualquier celebridad, Bill había atraído a sus admiradores: los desdichados parientes de su madre, vecinos, gente que la señora Hates llevaba años sin ver. Habían llamado todos. A cada timbrazo del teléfono, Bill se imaginaba que era el señor Rojas que volvía a llamar, su madre le había comentado que lo había estado buscando durante toda la tarde. Cuando Bill se hartaba de estar encerrado programando, Bill salía por una Coca Cola. Si encontraba por casualidad a su madre en el pasillo, ella no le miraba sino que fijaba la vista en las lanudas esferas de pelusa que se alzaban en el suelo tras la estela de su hijo. Parecía que Bill no existía. Su madre le había puesto al tanto de lo que el señor Rojas le había comentado, estaba pensando demandar a Bill por falsificación de firma y abuso de confianza.
¿Qué haría el señor Rojas? Sliin, por desgracia era un individuo bastante quisquillosos, un tipo demasiado mezquino para aceptar una pequeña crítica, una hipersensible molécula de ser humano. Había escrito al destinatario inadecuado; había lanzado aquella andanada valerosa y militante a un público inadecuado. En aquel momento, su sistema nervioso no podía afrontar un proceso judicial. Se desmoronaría ante el juez.
Se preguntó cuanto tardaría el señor Rojas en caer nuevamente sobre él. El señor Rojas volvería furioso y confuso, decidido esta vez a meterle en la cárcel de inmediato. Esperar su regreso era como esperar una ejecución. La intensa jaqueca persistía. La coca cola le sabía a hiel. Sliin exigía mucho dinero, sin duda, debía haberse sentido ofendidísimo. Cuando se descubriese al verdadero actor de la carta ¿qué exigiría Sliin en vez de cinco millones de pesos? ¿Una vida?
En México uno es inocente hasta mientras que no se demuestre lo contrario. Quizá la señorita Herrera hubiera confesado. ¿Por qué no había vuelto a llamar el señor Rojas?
Lo mejor que podía hacer era ejecutar el programa mágico y huir de su casa, huir lo más lejos posible para que no lo pudieran agarrar. Prendió su computadora cuidadosamente e insertó un CD virgen en el quemador. Empezó a copiar cada uno de los archivos necesarios para compilar el programa. Cuando terminó de copiar cada uno de los archivos, se puso una gabardina gris, enfundándose en un suéter color azul marino, se puso sus gafas oscuras, para evitar ser identificado. Se dispuso a salir de su casa, con dirección al café Internet del centro, llamado Café Internet Anarquía, cuando estaba a punto de salir de su casa su madre le grito:
-¡A donde vas!
-A comprar unas golosinas en la tienda- contestó Bill.
-Es necesario que vayas vestido como un guarura profesional.
-Necesito un poco de privacidad.
-Cada día estas más loco hijo mío, no lo puedo creer.
Bill salió rápidamente de su casa con dirección al Anarquía.
Bill no se dio cuenta que lo iban siguiendo dos policías disfrazados de civil.
Bill se pasó varios años en su habitación programando, el día esperado había llegado, el procedimiento sería rápido y letal, antes de llegar al café Internet, necesitó infundirse un poco de valor y entró a un bar, dispuesto a tomar una cerveza.
Entró al bar donde se encontraban varias mujeres camareras, se sentó en una mesa junto a la barra.
-¿Qué deseas de tomar, guapo?
-Una cerveza corona fría por favor-dijo Bill a la mesera-
-Desea algún tipo de compañía-dijo la mesera con cierta insinuación-
-¡Oh no!, muchas gracias-contestó Bill.
De repente apareció una muchacha escotada que dejaban ver sus senos grandes, y de manera vulgar se le repegó a Bill, Bill se sintió bastante incómodo, la muchacha le comentó:
-Hola guapo, que deseas.
-Quisiera tomar mi cerveza en paz, fuera de toda molestia que causa tu presencia -dijo Bill de manera cortante.
La muchacha le hizo un gesto de desprecio y se alejó lentamente diciendo:
-Maricón de mierda.
Bill no aguantó más el ambiente de ese bar y se dispuso a retirarse rápidamente de ese lugar aborrecible.
Posteriormente entró al café Internet, pidió una computadora y entró directamente a los sistemas del banco nacional suizo, haciendo un tracert y ejecutando su programa maestro.
El sistema del banco se sintió confundido y no supo que hacer ante las bombas lógicas que lo amenazaban, en un momento se abrieron las bases de datos del banco suizo. Hizo una transacción a una cuenta de banco de las islas caimán, rápidamente ya que él interfaz de conexión se estaba agotando, pudo transferir cerca de 15 millones de dólares.
En el preciso momento que el programa se estaba cerrando, entraron los dos policías vestidos de civil.
-Señor Hates queda usted detenido.
Que importaba, ya tenía los 15 millones de dólares en su bolsa. Tenía el capital para volver a hacer de Nerdsoft la compañía número uno del mundo. Estaba feliz.
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