LA VENGANZA DE LOS
NERDS
RPMSOFT
"-sólo cuando me hayáis repudiado volveré
a estar con vosotros.
Con
ojos diferentes, hermanos, buscaré entonces a los que he perdido; con amor
diferente os amaré entonces".
ZARATUSTRA
De la
Verdad Dadivosa
1
Bill Hates nació en
1970, Bill era un programador compulsivo, desde que tenía uso de memoria se
había encontrado programando computadoras. Recuerdo que empezó a programar en
una pequeña computadora TIMES/SINCALIR1000, en la cual hacía pequeños dibujos
de mapa de bits, esta computadora la conectaba a la televisión, la cual usaba
como monitor.
Cuando tenía 13 años su papá le regaló una computadora más grande,
la cual contaba con disco duro y entrada para discos 5 (1/4), y 3(1/2),
en la cual pudo instalar juegos, en los cuales dedicaba mucho tiempo. De hecho
todo el día se la pasaba sólo, él y su inseparable amiga la computadora. No
tenía amigos y sus papás se habían
separado desde que él era un bebé. No conocía a su padre, era el hijo único de
una madre soltera. Sin embargo Bill demostró su gran inteligencia a temprana
edad. Bill era un chico muy inteligente, hiperactivo y con tendencia a tener
problemas en la escuela.
A finales de los años 70, las computadoras se desarrollaban
a tal velocidad que los muchachos de la escuela podían adquirir más experiencia
que los mismos ingenieros profesionales. Y más aún si son jóvenes autodidactas
y apasionados de la tecnología. Bill Hates,
Paul Gallen, y un grupo de amigos pronto adquirieron fama entre los
maestros como expertos en programación, e
inclusive entre algunos profesores de La Universidad Tecnológica de
México.
Así, pues, en 1987, una compañía de Seguros en la Ciudad de
México les contrató para crear una base de datos de sus clientes, y poder hacer
cotizaciones y estados financieros. En
ese momento inició la empresa de software, Nerdsoft, experta en creación de
todo tipo de programas, y de la cual Bill Hates fue vicepresidente.
El rápido ritmo de trabajo de Nerdsoft reflejaba los
rápidos cambios del mercado. Cuando Bill
aún era chico, los lenguajes de computadora como BASIC era del dominio público.
Los piratas se llevaban todo lo que había en el mercado de software. Pero esos
días se acabaron cuando los grandes monopolios de computación de hardware y
software (llámense Microsoft, Pentium, IBM, HP, etc.) entraron en el negocio.
Estos monopolios atacaron en la
prensa a los ladrones piratas de
lenguajes que no retribuían las debidas regalías. También pasaron mucho tiempo
pensando cómo suprimir la práctica de copiar software, pero sin obtener mucho
éxito. En los años 90 la piratería de software llegó a su pináculo al copiar
cualquier tipo de programa y revenderlo.
Bill Hates halló la manera de que esto fuera imposible de
hacer, utilizando la técnica de Matriz Virtual Criptográfica, (MVC). Con lo
cual sus ventas se elevaron sorprendentemente. Sin embargo esto no fue del
agrado de las grandes empresas, que acusaron a Bill de crear virus que causaban
millonarias pérdidas a las empresas.
Al poco tiempo, acusaron a
Bill y a su compañía, de haber creado un virus tan poderoso que sería
capaz de crackear cualquier sistema operativo, acusaban de la creación de este
virus a Bill por supuesto, la policía entró a Nerdsoft rompiendo todo, y
buscando a Bill, quien confesó que el no había creado ningún virus, pero las
empresas tenían pruebas fraudulentas que lo acusaban directamente a él.
Sin embargo, Bill fue arrestado por 2
meses, salió bajo fianza, una fianza de millones de pesos, lo cual dejó a Bill
prácticamente en la calle. Ahora le esta prohibido conectarse a Internet, sólo
le permitieron programar en su PC Pentium I, pero estaría vigilado
constantemente la por la policía para que no volviera a escribir el código de
ningún virus nunca más.
Ahora Bill vive con su madre en una pequeña casa de interés
social, y sufre grandes carencias,
incluso para conseguir trabajo. Esto le
ha llevado a sufrir grandes depresiones que incluso le han turbado el sentido
de la realidad. A continuación se narrará la vida de Bill en este periodo de
tiempo, cuando había salido de la cárcel y se encontraba viviendo con su madre,
la señora Hates.
2
Una gorra de beisbolista roja apretaba la cima de su cabeza.
El pelo sin cortar, que salía por la parte trasera de la gorra. Los labios
delgados, y una nariz protuberante que indicaba cierto pasado semita, sobre
esta nariz se apretaban fuertemente un par de lentes tan pesados que cuando se
los quitaba dejaban marcas, indicando su peso y robustez. En la sombra, bajo la
visera roja de la gorra, y tras de los 3 centímetros de vidrio se encontraban
los altaneros ojos azules de Bill Hates. Bill miraba a las personas que
esperaban afuera de la tienda de J.C. en Boston, estudiando a la multitud en
busca de signos de mal gusto en su forma de vestir. Bill percibió que algunas
personas llevaban atuendos demasiado caros,
para ser considerados sin duda alguna ofensa al ahorro y a la sobriedad.
Bill vestía, por su parte, de un modo cómodo y razonable.
La gorra de beisbolista le protegía contra el Sol. Los pantalones de mezclilla
eran muy duraderos y permitían una movilidad inusitadamente libre. La sencilla
camisa de franela hacía innecesaria la chaqueta, mientras que la bufanda
protegía la piel que quedaba expuesta al aire entre las orejas y el
cuello. Este atuendo le hacía sentirse a
Bill cómodo y le sugería una rica vida interior.
“Cuando la suerte hace girar su rueda hacia abajo, vete al
cine y disfruta más de la vida programando en Visual Basic”. Bill estaba a
punto de decirse esto, cuando recordó que iba al cine casi todas las noches y
que todo lo que restaba del día se la pasaba en la computadora, girase como
girase la rueda de la Fortuna.
Estaba sentado en las butacas del cine, atento a la
película, en la oscuridad del Cineplus, a pocas filas de la pantalla, y su
cuerpo llenaba el asiento y se derramaba por los dos contiguos.
En el asiento de la derecha había colocado su chamarra,
tres chocolates y dos bolsa jumbo de palomitas de maíz. Bill comía de otra
bolsa de palomitas y miraba absorto los avances de las próximas películas. Una
de ellas parecía bastante mala, pensó, lo suficiente para hacerle volver al
Cineplus de allí a pocos días.
Empezó la película y Bill contempló cuidadosamente, en un
momento dado apareció la protagonista de la película, con ojos verdes y figura
delgada, haciendo un acercamiento a la cara.
-¡Oh, Dios mío! –grito-. Allí
está.
Los niños de las
filas de delante de él se volvieron y miraron, pero Bill no se fijó en ellos.
Los ojos azules seguían a la protagonista, que se inclinaba para besar a su
novio.
Se llevó la bolsa de las palomitas vacía a los labios
gordos, hasta llenarla completamente. La bolsa de palomitas explotó con un
bang. Los niños chillaron.
-¿Qué es ese ruido? –preguntó la mujer de la tiendita de
dulces.
-Es que ha venido también esta noche –dijo el encargado
señalando la silueta de Bill que se perfilaba sobre la pantalla.
El encargado bajó
por el pasillo hasta las primeras filas, donde los niños gritaban con fuerza.
El encargado se percató de que Bill se encontraba ahí, sin embargo Bill estaba
sentado sin inmutarse, ya que ni siquiera volteó a verlo.
Bill estaba absorto en el argumento y en la belleza de la
protagonista, ya que no se había perdido ni una sola de sus películas, él
sentía que cuando la veía, ella se percataba de su presencia; y de esta manera
surgía una atracción mutua, simple y sencillamente era como una realidad
virtual para Bill.
Cuando pareció iniciarse una escena de amor, se levantó de
un salto del asiento, no podía contener sus celos, y salió ruidosamente pasillo
adelante hasta la tiendita de dulces, por más palomitas, y cuando regresó la
escena de amor estaba terminando.
-Tendrá usted que hacer algo –le dijo
lacónicamente la mujer del bar al encargado-. Esta noche está peor que nunca.
El encargado suspiró
y miró al fondo del pasillo, donde Bill mascullaba:
-¡Oh!, Dios mío,
están los dos lamiendo dientes postizos y podridos, seguro.
El encargado se acercó a Bill, le tomó por el brazo y le
dijo que le acompañara a salir del cine.
Bill estaba acostumbrado a este tipo de escenas y no opuso resistencia
alguna, sabía que si sufría algún altercado con
la policía, por mínimo que fuera, terminaría durmiendo en la cárcel.
3
Bill se encontraba programando ávidamente frente a su
computadora, cuando escuchó que su mamá le hablaba, Bill le dijo que esperara
un momento y se levantó pesadamente de su sillón de programación, el cual había
tomado la forma y el olor de Bill.
-Si mamá, ¿qué es lo que pasa?
No entiendo por qué me interrumpes en el preciso momento en que terminaba un
trabajo de suma importancia para la humanidad.
-Bueno, Bill, mañana volverás
a buscar trabajo. Hay muchísimo trabajo en la ciudad. Estuve hablando con una
de mis amigas, y me comentó que tiene un cuñado que solicita a un capturista de
datos, para Excel, en las Industrias de Caridad.
-Quizá debería probar ahí.
-¡Bill! Sólo contratan a
ciegos y subnormales para hacer escobas y cosas así.
-Estoy seguro de que son unos
compañeros de trabajo agradabilísimos, no son de los que se la pasas chismeando
ni husmeando en la vida de los demás, creo que es un trabajo que me conviene.
-Miraremos en el periódico de
la tarde. ¡Puede que encontremos un buen trabajo! Algo que se acomode más a tu
forma de ser. Probablemente encontremos un empleo de capturista de datos para una empresa importante ya que las
autoridades no te permiten trabajar de programador.
-Si he de salir mañana, no me
iré de casa tan temprano. Recuerda que me levanto a las 10:00 de otra manera me
aparece la jaqueca insoportable que francamente ya no aguanto. Además, me he
sentido muy desorientado por el centro. Ser un capturista de datos no es mi
objetivo en la vida.
-Pero si no sales hasta
después de comer.
-Pues aun así no coordinaba
bien del todo. Anoche tuve varias pesadillas, y sueños desagradables, yo creo
que por eso amanecí de mal humor.
-Mira, escucha. He estado
viendo este anuncio en el periódico todos los días –dijo la señora Hates,
acercando mucho el periódico a sus ojos.-. “Hombre limpio y muy trabajador...”
-A que se referirá con eso de
muy trabajador...
-“Limpio, y muy trabajador, de
confianza, con experiencia, calado...”
-“Callado”. Trae acá eso –dijo
Bill, arrebatándole el periódico a su madre-. Es una pena que no sepas ni leer.
-Papá era muy pobre.
-¡Por favor! No podría
soportar otra vez esa triste historia. “Hombre limpio, muy trabajador, de fiar,
callado”. ¡Santo Dios! ¿Pero que clase de monstruo quieren? Creo que jamás
podría trabajar en una institución con semejante visión del mundo.
-Lee los otros, hijito.
-“Trabajo de oficina.
Veinticinco-treinta y cinco años. Presentarse en Cactus Inc., Canal 25, entre
las ocho y las nueve”. Bueno, esto queda descartado, ya que no podría llegar
por ahí antes de las nueve.
-Cariño, no seas tonto, si
quieres trabajar, tendrás que levantarte temprano.
-No madre, no insistas, si me
levanto más temprano no aguantaría la jaqueca todo el día. Además el perfil de
empleado que ellos necesitan, no concuerda con mi forma de ser de vivir y de
pensar. Creo que sería mejor ser un office-boy ó un repartidor de periódico.
-Bill, un hombre como tú no
puede andar por ahí en bicicleta repartiendo periódicos, tú eres un hombre con
estudios.
-Claro, que tú podrías llevarme en coche y yo
iría tirando los periódicos por la ventanilla de atrás.
-Escucha hijo –dijo furiosa la señora Hates-.
Mañana tienes que ir a ver estos anuncios, y estoy hablando en serio. Lo
primero que harás será ir a ese sitio. Basta de juegos, Bill. Te conozco y sé
de tus artimañas.
-Bien bien –Bill bostezó-.
Cactus Inc. Me parece tan malo como mis antiguos trabajos, en donde he
establecido contacto o peor incluso. Me doy cuenta de que estoy empezando ya,
evidentemente, a tocar el fondo del mercado laboral.
-Tienes que tener paciencia,
hijo. Verás que bien te va.
-¡Oh, Dios mío! Creo que voy a
volver a la rutina laboral de la que me he alejado, y a la que tanto daño me ha
hecho.
Bill era un gran admirador de Marcel Proust, el gran
maestro Francés, cuya literatura había revolucionado el mundo del arte, a pesar
de sus dudosas tendencias sexuales, era uno de sus escritores favoritos.
Se dispuso a leer A LA SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR esta era una de las pocas lecturas que le
entusiasmaba, y que le infundía animo para seguir adelante, en voz alta empezó
a recitar suavemente:
Lo que me ayudó
a llevar con paciencia todo el espacio de un día fue un proyecto que forjé.
Desde el momento en que todo estaba dado al olvido y yo reconciliado con
Gilberta, quería verla como enamorado y nada más. Le mandaría a diario las
flores más hermosas que hubiese.
Cogí los
billetes transportado de gozo: Durante un año podría colmar a Gilberta de rosas
y lilas. Salí de la tienda y entré al coche: y como los Swann vivían junto al
Bosque, el cochero, muy lógicamente, en vez de seguir el camino de costumbre
bajó por la avenida de los Campos Elíseos. Habíamos pasado la esquina de la
calle Du Berri, cuando me pareció reconocer, en la luz crepuscular, muy cerca
de la casa de los Swann, pero alejándose en dirección opuesta, a Gilberta, que
iba andando muy despacio, aunque con paso firme, junto a un joven que charlaba
con ella y al que no pude ver la cara. Me levante del asiento, quise mandar
parar, pero vacilé. La pareja ya estaba un tanto lejos, y las dos líneas suaves
y paralelas que trazaba su despacioso paseo se esfumaban en la elísea penumbra.
Enseguida me vi frente a casa de Gilberta. Me recibió la señora de Swann.
Enseguida me vi
frente a casa de Gilberta. Me recibió la señora de Swann.
-
¡Ay, cuánto lo va a sentir -me dijo-; no sé cómo no
está en casa! Salió muy acalorada de una de sus clases me dijo que quería ir a
tomar un poco de aire con una amiga.
-
Me ha parecido verla por la avenida de los Campos Elíseos.
-
No creo que fuera ella. Pero, de todos modos, no
vaya usted a decírselo a su padre, porque no le gusta que salga a estas horas.
Good evening.
Me despedí, dije
al cochero que volviese por el mismo camino, pero no di con los paseantes.
¿Dónde habrían ido? ¿Qué iban diciéndose, en la sombra nocturna, con aquella
apariencia confidencial?
En esta parte del relato, Bill se durmió placidamente,
soñando con el mundo de Germantes.
4
El director de sistemas, el señor Mendizábal que estaba
frustrado debido a que tuvo que trabajar, antes de terminar su carrera, era el
contratista de los capturistas de datos de la empresa Cactus Inc.
El señor Mendizábal encendió las luces de la pequeña
oficina y su computadora. En los 10 años que llevaba trabajando para Cactus
Inc., siempre había sido el primero en llegar por la mañana.
-Cuando llegué
aquí esta mañana, aún no había amanecido- dolía decirle al señor Rojas, quien
era el director general de las Industrias Cactus, en las raras ocasiones en que
el señor Rojas visitaba Cactus Inc.
-Debe salir
usted de casa demasiado temprano
–comentaba el señor Rojas.
-Esta mañana estuve hablando
con el lechero en las escaleras de la oficina.
-Bueno, bueno, señor
Mendizábal, ya esta bien. ¿Me consiguió el boleto de avión para Chicago para ir
a ver el partido entre los Bears y los Packers?
-Cuando
llegaron los otros yo ya tenía toda la oficina iluminada.
-O sea que se dedica a gastar
la energía eléctrica. Mantenga las luces apagadas, ya que no se encuentra nadie
laborando a estas horas.
-Esta mañana, en el tiempo que
pasé aquí solo, antes de que llegaran los demás, hice dos páginas del libro de
contabilidad. Mire, cacé una rata, además, junto al refrigerador. Debió pensar
que aún no había nadie en la oficina y le aticé con un pisapapeles.
-Quíteme de delante esa
maldita rata. Este lugar ya es bastante deprimente. Coja ese teléfono y
resérveme ahora mismo hotel para el autódromo.
No se era muy exigente en
Cactus Inc.. La puntualidad era motivo suficiente para el ascenso. El señor
Mendizábal se convirtió en jefe administrativo de sistemas y pasó a controlar a los pocos y alicaídos
oficinistas. El ambiente en las oficinas
era muy tenso, ya que la señorita Herrera se la pasaba todo el día
maquillándose su cutis bastante maltratado, y el señor Morales les deba la
buena cara a todos sus compañeros, pero a sus espaldas hablaba muy mal de
ellos.
Realmente era un ambiente
hostil y bastante aburrido ya que la convivencia laboral no era la óptima.
En ese momento el señor
Mendizábal se encontraba a punto de empezar su monótono trabajo de creación de
páginas de Internet, ya que le daba flojera automatizar el proceso, tenía que
hacer el mismo trabajo diario.
Apareció de repente la señorita Herrera, que se encontraba afuera
de la entrada de cristal de la oficina.
-Bueno días señorita
Herrera –dijo el señor Herrera, con su tono efervescente de tenor-. ¿Qué tal
estamos esta mañana?
-¿Qué? Ah, hola, Méndez
–dijo débilmente la zonita Herrera, y se encaminó hacia el lavabo de señoras,
como si la arrastrase un vendaval. En realidad todo el día se la pasaba
maquillándose, ya que aunque estuviera frente a la computadora capturando
datos, tenía su estuche de maquillaje junto al teclado, el cual habría en
promedio dos aberturas del estuche por cada palabra que escribía o cada dato
que capturaba. La señorita Herrera nunca adoptaba una verticalidad perfecta;
ella y el suelo formaban siempre un ángulo inferior a noventa grados, su cutis
se parecía a una de esas piedras con varios agujeros pequeños, que aparecen en
el campo, y que tienen un color oscuro.
El señor Mendizábal vio la visera roja al otro lado de la
puerta. ¿Habría salido la señorita Herrera por la fábrica y habría decidido
volver a entrar por la puerta principal?, la señorita Herrera hacía cosas cada
día más raras, el señor Mendizábal llegó a pensar que estaba perdiendo el
juicio.
Era propio de ella. En
una ocasión, se fue al lavabo de señoras por la mañana por la mañana y el señor
Mendizábal se la encontró a última hora de la tarde dormida sobre un montón de
monitores y desechos de computadoras en el taller. Luego, la puerta se abrió y entró en la
oficina el hombre más extraño que el señor Mendizábal había visto. Se quitó su gorra roja y reveló
una mata densa de pelo negro aplastada contra el cráneo con gel, estilo años
sesenta. Cuando se quitó la chamarra, el señor Mendizábal observó la densa capa
de grasa que aparecía en la cadera de Bill, la grasa estaba apretada en una
ceñida camisa blanca, dividida en vertical por una ancha corbata de flores. Y
luego, aquellas gafas gruesas tras de las cuales se apreciaban aquellos ojos
increíbles, azules, con un finísimo encaje de venillas rojas. El señor
Mendizábal rezó casi audiblemente para que aquel nerd viniese a pedir trabajo. El
señor Mendizábal estaba impresionado y sobrecogido.
Bill se encontraba en
lo que quizá fuese la oficina más espantosa que había visto en su vida. Las
desnudas bombillas que colgaban irregularmente del techo tiznado arrojaban una
luz débil, en la pared del fondo se encontraba un pizarrón mal borrado. Unos archivos viejos dividían la
estancia en varios cubículos, en cada uno de los cuales había un escritorio
pintado con un extraño barniz naranja, en cada uno de los cuales había
computadoras bastante viejas. En la parte central de la oficina aparecía un
monte de partes de computadoras, viejos y gastados; junto a los cuales aparecía
otra montaña de manuales computacionales, los cuales son como tabiques, grandes
y pesados. Una mujer muy vieja entró vacilante en la estancia y tropezó con una
hilera de archivadores. La atmósfera de aquel lugar le recordó a Bill su propia
habitación, ya que el desorden reinante era clara en la oficina y en su cuarto.
Bill rezó casi
audiblemente para que aceptaran su candidatura. Estaba impresionado y
sobrecogido.
-¿Sí? –pregunto animoso
el hombrecillo tras el escritorio.
-¡Oh!. Creí que era la
señora la que estaba al cargo. Vengo por el anuncio del empleo.
-Ah, estupendo. ¿Cuál
de ellos? – Exclamó entusiasmado el hombre-. Hemos puesto dos anuncios en el
periódico, uno para un hombre y otro para mujer.
-¿Y por cuál cree que
vengo yo? – dijo Bill.
-¡Oh! –dijo muy turbado
el señor Mendizábal-. Lo siento mucho. Lo dije sin pensar. En fin el sexo es lo
de menos, podría usted coger cualquiera de los dos trabajos. Quiero decir, a mí
el sexo no me importa, en realidad tampoco me importaría si usted estuviera
enfermo con alguna enfermedad, lo que necesito es que capture datos, entiende.
-Olvídelo,
por favor –dijo Bill. Advirtió con interés que la vieja empezaba a cabecear
frente a la computadora. Las condiciones de trabajo eran excelentes.
-Venga,
siéntese por favor. La señorita Herrera le quitará la chamarra y el sombrero y
los pondrá en el perchero de los empleados. Queremos que se sienta aquí como en
su casa.
-Pero
si aún no he hablado con usted.
-No
se preocupe por eso. Estoy seguro de que nos pondremos de acuerdo en todo.
Señorita Herrera, ¡ Señorita Herrera!.
-¿Qué?
–gritó la señorita Herrera, tirando al suelo su atiborrado cenicero.
-Traiga,
yo me encargaré de sus cosas –el señor Mendizábal recibió un manotazo en la
mano cuando la dirigía a la gorra roja, aunque se le permitió coger la
chamarra. –Menuda corbata lleva usted. Se ven muy pocas de esas.
-Perteneció
a mi difunto padre.
-Cuánto
lamentó oír eso -dijo el señor Mendizábal y colocó la chamarra en un viejo
armario metálico. Por cierto, ésta es la señorita Herrera, una de nuestras
empleadas más antiguas. Verá como le resulta muy amigable.
La
señorita Herrera se había quedado dormida, la cabeza rubia entre los periódicos
del escritorio.
-Sí
–suspiró al fin la señorita Herrera-. ¡Oh! Es usted, Méndez.
¿Es
ya hora de salir?
-Señorita
Herrera, éste es uno de nuestros nuevos empleados, espero que puedan llegar a
ser buenos amigos.
-Un
chico grande y apuesto –dijo la señorita Herrera, alzando hacia Bill sus ojos
reumáticos-. Bien alimentado.
-La
señorita Herrera lleva en la empresa unos 25 años. Esto le dará una idea de la
satisfacción que crea en sus empleado la empresa Cactus Inc. La señorita
Herrera trabajó para el difunto padre del señor Rojas, que era todo un
caballero.
-Sí, todo un caballero – dijo la
señorita Herrera, incapaz de recordar ya al señor Rojas-. Me trataba bien,
siempre había una sonrisa amable en su cara, y un comentario que a uno lo ponía
de buen humor.
-Gracias,
señorita Herrera –dijo rápidamente el señor Mendizábal, sintiendo pena ajena
por la señorita Herrera.
-La
empresa dice que va a darme un jamón cocido para Navidad –dijo la señorita
Herrera a Bill-. Espero que me lo den, el año pasado no me dieron nada en
Navidad.
-
La señorita Herrera lleva muchos años en Cactus Inc., -explicó el jefe
administrativo, mientras la señora capturista de datos balbucía algo más sobre
el pavo.
-Llevo
años esperando la jubilación, pero siempre me dicen que me falta un año. Te
hacen trabajar hasta que te desplomas–
la señorita Herrera jadeó; luego, perdiendo interés en la jubilación, añadió-
Con lo bien que me habría venido aquel pavo.
Abrió su caja de maquillaje.
-¿Puede usted empezar a trabajar
hoy? – preguntó el señor Mendizábal a Bill.
-Creo
que no hemos hablado aún respecto al salario y prestaciones. ¿No es ése el
procedimiento normal en esta época?. Además le necesito comentar que voy a
necesitar la mitad del tiempo que pase en esta empresa para la creación de
programas de uso personal –preguntó condescendiente Bill.
-Bueno,
el trabajo de capturista de datos, que es el que usted hará, porque nos hace
mucha falta alguien que capture todo lo que tenemos en estos archivos, tiene
asignado un salario de 600 pesos a la semana; los días que no venga usted por
enfermedad, etc., se deducirán de su salario semanal. Por otro lado usted
tendrá todo el tiempo libre para dedicarlo a lo que usted quiera.
-Desde
luego, es muy inferior al salario que yo esperaba. Pero como voy a tener
facilidades de tiempo, no hay ningún problema.
-El
tono de Bill era descomunalmente enojado- Tengo una jaqueca que me da
frecuentemente, la cual puede obligarme
a guardar cama por algunos días. Además, solicitan mis servicios en este
momento varias organizaciones más atractivas. Debo considerar primero esas
posibilidades.
-Pero,
escuche –dijo confidencialmente el jefe administrativo-, la señorita Herrera
sólo gana 400 pesos a la semana, y no me negará que tiene cierta antigüedad en
la empresa.
-Parece
muy antigua, sí –dijo Bill, viendo a la señorita Herrera esparcir los
contenidos de su caja de maquillaje sobre la mesa y sobre el teclado de la
computadora-. ¿No tiene ya la edad de la
jubilación.
-Schisss-dijo
el señor Mendizábal-. La señora Rojas no nos deja jubilarla. Cree que lo mejor
para la señorita Herrera es mantenerla activa. La señora Rojas es muy culta, y
es una mujer contemporánea. Ha hecho un curso de psicología por Internet.
-Lamento
desilusionarle, caballero, pero me temo que no es el salario adecuado. Un
magnate de la industria computacional está pasándome por la cara miles de pesos
con el propósito de tentarme para que acepte ser su secretario personal.
Sospecho que al final acabaré dándole el sí.
-Incluiremos veinte centavos al día para transporte –suplicó el señor
Mendizábal.
-Bueno, eso cambia las cosas
–concedió Bill-. Aceptaré el trabajo provisionalmente. He de admitir que el
plan Cactus Inc. Ejerce sobre mi un encanto especial.
-Oh, eso es maravilloso –exclamó
el señor Mendizábal-. Le encantará trabajar aquí, ¿verdad que sí, señorita
Herrera?
La señorita Herrera estaba
demasiada ocupada con sus maquillajes para contestar.
-Me parece raro que no me haya
preguntado usted siquiera el nombre-masculló Bill.
-Ay, Dios mío. Se me olvidó por
completo. ¿Quién es usted?
Aquel día apareció otro
administrativo, la otra capturista de datos. Una mujer telefoneó para decir que
había decidido dejar el trabajo y seguir en el paro. Los otros ni siquiera
llamaron a Cactus Inc..
5
Bill se acomodó en el taxi y le
dio la dirección de la Calle Picacho. Del bolso de su chamarra sacó una hoja de
papel con membrete de Cactus Inc. Y, tomando prestada la tablita sujetapapeles
del taxista a modo de mesita, comenzó a escribir mientras el taxi se adentraba
en el denso tráfico de la avenida Insurgentes.
Estoy verdaderamente fatigado al
final de mi primer día de trabajo. No quiero decir, sin embargo, que me sienta
descorazonado o deprimido o derrotado. Me he enfrentado al sistema cara a cara
por primera vez en mi vida, plenamente decidido a actuar dentro de su marco
como observador y crítico de incógnito.
El señor Mendizábal, mi “jefe”,
aunque sea bastante cretino, resulta, sin embargo, bastante agradable. Parece
que siempre está atemorizado, demasiado, desde luego, para criticar la tarea de cualquier
trabajador. En realidad es capaz de aceptar casi cualquier cosa, y es, por
tanto, atractivamente democrático, a su modo subnormal.
Como ejemplo de esto, la
señorita Herrera, nuestra Madre Tierra
del mundo mercantil, incendió involuntariamente unos importantes pedidos cuando
pretendía encender una estufa. El señor Mendizábal fue muy tolerante con este
error si tenemos en cuenta que la empresa recibe últimamente menos pedidos de
computadoras cada día y que esos pedidos venían directamente de San Luis Potosí
y significaban unos 50 000 pesos de nuestros productos.
Por este hecho creo que la
empresa se identifica con los trabajadores ya que no hay represalias de ningún
tipo, esto me parece muy democrático, de acuerdo con el espíritu nacional de estos tiempos.
Además el señor Mendizábal ha
sido muy cortes conmigo, permitiéndome hacer mi voluntad en las bases de datos
de la empresa. Me propongo sonsacar dentro de poco a la señorita Herrera;
sospecho que esta Medusa del capitalismo tiene muchas ideas valiosas y puede
proporcionarme más de una observación básica.
La única desavenencia que tuve
en mi trabajo de oficinista, fue ( y
aquí voy a expresarme con cierta vulgaridad, de esta manera me adaptaré al
carácter de la persona que voy a hablar) fue Claudia, la diseñadora, una
putilla descarada y sin seso. Que se la pasaba hablando mal de mi trabajo y de
mi estilo. Con la cabeza llena de ideas erróneas y de juicios de valor
totalmente fuera de lugar Tras de que
hiciese uno o dos comentarios descarados y no solicitados sobre mi persona y mi
porte, llamé aparte al señor Mendizábal y le dije que Claudia estaba pensando
en dejar el trabajo al final del día sin notificarlo. Todo el día se la pasaba
hablando por teléfono, de esta manera descuidaba constantemente sus quehaceres
del trabajo. El señor Mendizábal que simpatizaba con Claudia debido a que le
gustaba su forma de ser y sobre todo su figura, solamente le llamó la atención.
En realidad, lo que me impulsó a hacer esto, fue el espantoso rumor de los
tacones como estacas en los tacones de esa chica. Además toda aquella máscara
de maquillaje y aquellos labios pintados y otras vulgaridades que prefiero no
enunciar. Nota: estoy terminado uno de mis códigos fuente para revolucionar la
Industria de Software una vez más. Este software será capaz de encontrar el
código fuente de cualquier programa compilado, lo cual me haría dueño
prácticamente de todo programa en el planeta.
Los leves ronquidos de la
señorita Herrera y el furioso teclear del señor Mendizábal proporcionaban un
agradable contrapunto a mis reflexiones, por momentos parecía estar escuchando
la tocata y fuga de Bach.
El señor Rojas visita muy poco
el negocio, que se está como dice el señor Mendizábal <<a punto de
hundirse>> y por lo tanto está tratando de venderlo cuanto antes. Tengo
algunas ideas excelentes que trataré de comentarle al señor Rojas para ver sí
de una vez por todas el señor Rojas se
decide a poner su corazón y su alma en la empresa.
Bill dio al taxista la tablilla
sujetapapeles, así como una serie de instrucciones sobre el itinerario que
debía seguir y la velocidad de crucero conveniente.
Finalmente Bill llegó a su casa
y se sintió incomodo al tener que bajarse del taxi, debido a su voluminosa
figura, llego a la casa, abrió la puerta y se quitó la chamarra y su gorra y se
dirigió a su madre.
-¡Madre!
-¿Bill?,
eres tú.
-Tengo
una noticia que darte. Soy ya un empleado de Cactus Inc.
-¡Bill!
-exclamó su madre; a la señora Hates se le llenaron los ojos de lágrimas-. Que
orgullosa estoy, hijo mío.
-Pues
yo estoy completamente cansado. En esa oficina hay un ambiente hipertenso.
-Sabía
que lo conseguirías.
-Gracias
por tu confianza.
-¿Cuánto
te va a pagar Cactus Inc., querido?
-Seiscientos
pesos a la semana, ¿qué te parece?
-¿Cómo?
¿Sólo? Quizá debieses mirar algún otro trabajo, creo que es un salario que no
es adecuado a todo lo que has estudiado, a todos tus conocimientos.
-Hay
maravillosas oportunidades de ascenso, planes maravillosos para un joven
despierto y entusiasta como yo. El salario puede cambiar enseguida.
-¿De
veras? Bueno, de todos modos me siento muy orgullosa, hijito. -la señora Hates
abrió una lata de frijoles La Sierra y lo echón en la cacerola-. ¿Hay alguna
chiquilla bonita trabajando ahí?
Bill
pensó en la señorita Herrera y dijo:
-Sí,
una.
-¿Soltera?
-Eso
parece.
La
señora Hates hizo un guiño a Bill y le dijo:
-Eres
un pillo. Mira querido, he puesto estos frijoles a calentar. Abre tu mismo una
lata de carne cocida, y en la alacena hay pan. Traje también un pastel de El
Globo pero no recuerdo donde lo puse. Mira por la cocina. Yo tengo que irme.
-¿Dónde
vas ahora?
-El
señor Romo y su tía pasarán a recogerme dentro de unos minutos. Vamos a ir a
jugar billar.
-¿Qué?
-gritó Bill-. ¿De verdad?
-Volveré
tempranito. Le dije al señor Romo que no puedo quedarme muy tarde, ya que mi
hijo Bill se siente celoso.
-Que
magnífica recepción después de mi primer día de trabajo, yo me la paso
rompiéndome el lomo todo el día y tu te vas y me abandonas sin dejarme nada de
comer, realmente no entiendo nada -dijo Bill furioso-.
-Bueno
nos vemos después y cuídate.
-Sí,
sí nos vemos.
Bill
cerró la puerta de la casa y revisó el buzón del correo, donde con gran
sorpresa encontró una carta de Cynthia una exnovia que había tenido hace algún
tiempo.
Cynthia
se dedicaba a escribir poesía, y en sus ratos libres actuaba, además se acababa
de recibir de contadora.
La
costumbre de Cynthia de escribir más a editores que a los amigos, siempre se
reflejaba en el encabezamiento:
Señores:
¿Pero
que carta tan odiosa me has escrito, Bill?
¿Cómo
voy a ponerme en contacto con los derechos humanos con las escasas pruebas que
me has dado? No puedo creer que la policía trató de detenerte. ¡Pero si no sales
de tu cuarto!
Seamos
sinceros el uno con el otro, Bill. No creo una palabra de lo que me dices, y
creo que te estas volviendo loco, tienes los típicos rasgos de paranoia.
Supongo que sabes perfectamente que Freud relacionaba la paranoia con las
tendencias homosexuales.
-¡Depravada!
-gritó Bill
Es muy probable que sufras sentimientos de fracaso. Tienes
que identificarte con algo, y dejar de estar todo el día frente a la
computadora, Bill, te lo he dicho muchas veces, tienes que participar en los
problemas cruciales de estos tiempos.
-Huaff - bostezó
Bill.
De manera inconsciente crees que debes intentar explicar tu fracaso,
como intelectual y como soldado de las ideas, en participar activamente en
movimientos de crítica social. Te la pasas todo el día quejándote de todos y de
todo y creo que nunca vas a encontrar la paz interior que tanto te hace
falta. Por otra parte, una experiencia
sexual satisfactoria purificaría tu mente y tu cuerpo. Tu continencia sexual va
a terminar en locura. En realidad me refiero a locura extrema, ya que tu estas
lo suficientemente loco.
-
Que
inexplicablemente ofensiva -señaló Bill.
No siento simpatía por ti. Has
cerrado tu inteligencia a vivir todo el día encerrado frente a la computadora.
Bill, te he mimado bastante en
nuestra correspondencia pero esto termina aquí, no vuelvas a escribirme hasta
que no te comprometas con los problemas del mundo, y que te unas a mi causa,
que te vuelvas radical en combatir a los burgueses y a los monopolios, odio a
los cobardes.
Cynthia Escobar.
-
Ya
le enseñaré yo a esta bruja creída- dijo para sí Bill, echando la carta al
fuego, bajo la cazuela de los frijoles.
Bill prendió su computadora y
comenzó a escribir un manual de Java para
principiantes, el cual podría vender posteriormente cobrando las
apropiadas regalías.
Abrió su procesador de palabras
favorito y comenzó, con fuente arial 13 puntos:
EL PASADO,
PRESENTE Y FUTURO DE JAVA
El lenguaje Java
fue desarrollado en Sun Microsystems en 1991 como parte de un proyecto de investigación
para el desarrollo de software para el desarrollo de software para dispositivos
electrónicos de consumo. El objetivo de Java en ese tiempo era ser pequeño,
rápido, eficiente y fácilmente transportable hacia un amplio rango de
dispositivos de hardware. Es este mismo objetivo el que hace que Java sea un
lenguaje de programación de propósito general para el desarrollo de programas
de fácil uso y transportación a través de plataformas diferentes, así como un
lenguaje ideal para la distribución de programas ejecutables por medio de World
Wide Web.
Actualmente,
Java a tomado al mundo por sorpresa. Hay una inundación de libros tutoriales y
de referencia en el mercado. Los últimos navegadores de Netscape y Microsoft
tienen capacidad Java. Abundan nuevas revistas y conferencias relativas a Java.
Cada vez que se vuelve a visitar una página Web, más cosas danzan, saltan,
cantan y quieren interactuar con usted.
Como ve, el
interés está realmente ahí. Con todo este soporte y la actividad de desarrollo,
es seguro que Java tiene un futuro brillante.
¿POR QUÉ
APRENDER JAVA?
Java
tiene muchas cosas a su favor. No es solamente un tema principal de discusión,
sino que también tiene lo siguiente:
- Tiene un soporte considerable de un
fabricante importante.
-
Se basa en una plataforma de desarrollo común.
-
Es portable a través de plataformas operativas.
-
Es fácil integrar applets en Web y en intranets
corporativas.
-
Reemplaza el aprendizaje de los detalles de varias
herramientas como HTL, CGI y C++
De todos estos
beneficios, sin duda el más importante es que Java se usa para crear applets.
Debido a que los applets se ejecutan dentro de un navegador Web, tiene una
independencia superior a muchos otros
Programas
ejecutables o lenguajes de creación de scripts.
JAVA ES INDEPENDIENTE
DE LA PLATAFORMA
La independencia
de plataforma es una de las ventajas más significativas que tiene Java sobre
otros lenguajes de programación. A diferencia de otros lenguajes con
independencia de plataforma, como
ANSI C, Java tiene independencia de plataforma tanto
a nivel fuente como binario.
Bill
terminó de escribir el inicio de manual y se desplomó sobre su cama para dormir
profundamente.
6
Componían
Cactus Inc. un edificio de dos pisos amplio.
Con una entrada principal donde se
atendía a las personas que iban a comprar computadoras. Dentro del centro
cerebral reinaba un ritmo de actividad superior al habitual. Bill estaba
fijando con chinches a una columna próxima a sus archivos un gran letrero de
cartón que decía en azules letras góticas:
DEPARTAMENTO
DE PROGRAMACIÓN AVANZADA
BILL J. HATES , CUSTODIO
Había
aplazado el trabajo de captura de datos aquella mañana para hacer el cartel,
haciéndolo en el piso, de una manera tan meticulosa que parecía que iba a
llevarlo a un concurso de carteles. La
señorita Herrera había pisado el cartel
sin darse cuenta siquiera de lo que había hecho, Bill terminó tratando de
borrar la huella sin conseguirlo.
-Que
bonito- dijo el señor Mendizábal, cuando Bill dejó de dar martillazos-. Le da
cierto aire de importancia a la oficina.
-¿Qué
significa? -preguntó la señorita Herrera, plantándose bajo el cartel y
examinándolo cuidadosamente.
-Es
sólo un cartel, dijo orgulloso Bill.
-No
entiendo lo que pasa aquí-dijo la señorita Herrera- Méndez, ¿quién es este
individuo?
-Señorita Herrera, ya conoce
usted al señor Hates. Lleva un mes trabajando con nosotros.
-¿Hates?, creí que era Claudia.
-Ande, vuelva con sus cuentas-le
dijo el señor Mendizábal- Tenemos que enviar la declaración al banco antes del
mediodía.
-Si, si claro, tenemos que
enviar esa declaración-masculló la señorita Herrera, y se alejó apresuradamente
hacia el baño de señoras.
-Señor Hates, no quiero
presionarlo, pero últimamente no lo he visto capturar datos en absoluto.
-Bueno, esta mañana, cuando abrí
el primer cajón del archivo, apareció una rata de gran tamaño que parecía estar
devorando varios expedientes. Me pareció conveniente dejarla en paz, ya que no
quisiera contraer la peste bubónica.
-Ha hecho usted muy bien -dijo
nervioso el señor Mendizábal, temblando ante la perspectiva de un accidente
laboral, que pudiera descontar una buena cantidad de dinero de las precarias
finanzas de Cactus Inc. En ese momento hizo acto de aparición el señor Rojas,
el cual no se había parado por las
oficinas de Cactus Inc. hacía mucho tiempo.
-Buenas días - Dijo el señor
Rojas.
-Buenos días, señor Rojas -dijo
el señor Mendizábal - ¡Qué alegría verle!
-Sólo viene a ver si había
alguna carta personal. Me vuelvo a
Acapulco inmediatamente. ¿Qué es ese descomunal letrero?, Alguien puede
accidentarse con él.
-¿Es ése el señor Rojas?
-preguntó Bill desde el suelo- Ya tenía ganas de conocerlo.
Apoyándose en la señorita
Herrera, que se desplomó en el suelo. Bill contempló a una persona vieja, de
atuendo deportivo, con una mano en la manilla de la puerta, para huir tan
rápidamente como había entrado.
-Hola -dijo el señor Rojas con
indiferencia-. ¿Un nuevo empleado, Mendizábal?
-Sí, sí, señor. Señor Rojas,
este es el señor Hates. Es muy eficiente,
es una persona que nos evita el sueldo de varios empleados.
-Oh sí, es el nombre del cartel.
El señor Rojas dirigió a Bill
una mirada extraña.
-Me he tomado un extraordinario
interés por su empresa- dijo Bill al señor Rojas- El cartel que está viendo
usted es sólo una de las muchas modificaciones que pienso hacer en la empresa,
vera usted que van a mejorar al 100% las utilidades de la empresa. No olvide lo
que le digo.
-¿De veras? -el señor Rojas
examinó a Bill con asiduidad y curiosidad- ¿Qué hay de esa correspondencia que
esperaba, Mendizábal?
-No
mucho. Llegaron sus nuevas tarjetas de crédito. Las líneas aéreas
Intercontinentales le enviaron un certificado nombrándolo viajero frecuente,
premiándolo con dos boletos gratis a los parajes que usted desee-el señor
Mendizábal abrió el escritorio y entregó el correo al señor Rojas-. También hay
un folleto de un hotel en Grecia.
-Sería mejor que me preparara
unas reservaciones en el Caribe, en el hotel Camino Real de Cancún estaría
mejor.
-Sí, señor. Por cierto, hay algunas
cartas que tiene que firmar. Tuve que escribir a la distribuidora Compumex.
Siempre tenemos problemas con ellos, escribieron que las computadoras que les
enviamos tenían el MODEM de 56K,
defectuoso, y no se podían conectar a Internet.
-¿Sí? En fin, cosas aún más
raras han pasado -dijo rápidamente el señor Rojas. La oficina empezaba ya a
deprimirle; tenía que marcharse antes de que la depresión fuera imposible de
soportar-. Lo mejor será que lo compruebe con el técnico de la fábrica ¿Cómo se
llama? Mire, lo mejor es que firme usted mismo esas cartas como siempre. Yo
tengo que irme urgentemente -el señor Rojas abrió la puerta- No haga trabajar
demasiado a esos chicos, Mendizábal. Hasta luego señorita Herrera. Mi esposa
preguntó por usted.
La señorita Herrera seguía en el
suelo, ya que no se había podido levantar desde que Bill hizo que se cayera.
-¡Señorita Herrera!- gritó el
señor Mendizábal-. El señor Rojas está hablando.
-¿Quién? -rezongó la señorita
Herrera- ¿No dijo usted que se había muerto?
-Espero que la próxima vez que
venga a visitarnos, pueda corroborar los
grandes cambios que hemos efectuado sobre Cactus Inc., me esmeraré y trabajaré
si es necesario horas extras para que Cactus Inc. Sea la mejor empresa en su
ramo.
-De acuerdo. Tómeselo con calma
-dijo el señor Rojas, y se fue dando un portazo.
-Es un hombre maravilloso, todo
un hombre -dijo el señor Mendizábal fervorosamente a Bill. Desde una ventana,
los dos vieron salir al señor Rojas en uno de sus varios coches lujosos y
deportivos, los cuales incluían un Alfa Romeo, un BMW modelo 1965, dos Mercedes
Benz, y un Ford último modelo Grand Marquis. En esta ocasión llevaba el Alfa
Romeo rojo, con rines cromados. Rugió el motor y el señor Rojas desapareció en
unos segundos, dejando una nube azul de gases.
-Tal vez fuera mejor que me
ponga a capturar datos de esos archivos -dijo Bill cuando cayó en cuenta que
estaba mirando fijamente hacia la ventana vacía-
Bill prosiguió con el manual de Java que
había iniciado en su casa:
A nivel fuente,
los tipos de datos primitivos de Java tienen tamaños consistentes a través de
todas las plataformas de desarrollo. Las bibliotecas de clases fundamentales de
Java facilitan la estructura de código que puede ser movido de plataforma a
plataforma sin necesidad de volver a escribirlo.
Sin embargo, la
independencia de plataforma no se detiene a nivel fuente. Los archivos binarios
de Java también son independientes de la plataforma y se pueden ejecutar en
varias plataformas sin necesidad de volver a compilar el código fuente. ¿Cómo
funciona esto? Los archivos binarios de Java se encuentran, de hecho, en una
forma llamada código de bytes (bytecodes).
Nota: El código
de bytes (bytecodes) es un conjunto de instrucciones que se parece mucho al
código máquina pero no es específico para ningún procesador.
Normalmente,
cuando compila un programa escrito en C++, o en la mayoría de los demás
lenguajes de programación, el compilador traduce el programa a código de
máquina o instrucciones del procesador.
Estas
instrucciones son específicas del procesador que está ejecutando en la
computadora, y así, por ejemplo, si compila el código para que se ejecute en un
sistema 80x86 basado en un procesador Intel, de 32bits, el programa resultante
se ejecutará solamente en otros sistemas 80x86.
Si quiere usar
el mismo programa en otro sistema, tiene que regresar al código fuente
original, obtener un compilador para ese sistema y volver a compilar el código.
Esto se debe a
que el programa ejecutable creado por el compilador tiene instrucciones
específicas para el sistema de cómputo para el que fue diseñado el compilador.
El resultado de este sistema es: varios programas ejecutables para varios
sistemas.
Las cosas son
diferentes cuando se escribe código en Java. El ambiente de desarrollo de Java
tiene dos partes: un compilador Java y un interprete Java. El compilador Java
toma el programa Java y, en vez de generar código de máquina a partir de los
archivos fuente, genera código de bytes.
Finalmente Bill se canso de
escribir y se paró de su lugar, fue caminando hacia el cubículo de Mendizábal.
Bill espió mientras el señor
Mendizábal falsificaba trabajosamente la firma del señor Rojas en las cartas.
-Señor Bill -dijo el señor
Mendizábal, enroscando cuidadosamente la tapa de su pluma de 10 pesos-. Voy a
bajar a la fábrica para hablar con el técnico. Vigile usted la oficina, por
favor.
-Seguro -dijo Bill, y sonrió-.
En cuanto el jefe administrativo
cruzó la puerta, Bill introdujo una hoja con membrete de Cactus en la impresora
voluminosa del señor Mendizábal. Para lograr que Cactus Inc. Triunfase, el
primer paso sería aplicar mano dura contra sus detractores. Cactus Inc. tenía
que ser más firme y autoritaria para sobrevivir en el capitalismo salvaje, para
llegar a ser la cumbre de las empresas tecnológicas de todo el mundo. Había que
tomar medidas. Bill empezó a escribir la primera medida.
Compumex
México D.F.
Señor Carlos Sliin, caballero
mongoloide:
Hemos
recibido por correo sus absurdos comentarios fuera de la realidad sobre
nuestras computadoras. Comentarios que revelan claramente su total falta de
cordura. Si tuviera un poco de razón sabría que nosotros enviamos las
computadoras con el defecto del MODEM.
<<¿Por qué?, ¿Por qué?>> ustedes con sus comentarios
incomprensibles, son incapaces de asimilar conceptos mercantiles progresistas a
su visión del mundo, lamentable y obsoleta, no es posible que asuman esa
actitud retrograda.
Las computadoras que les
enviamos (1) eran un medio de comprobar su espíritu de iniciativa, una empresa
mercantil más inteligente y más despierta sería capaz de hacer que las
computadoras sin MODEM o con MODEM defectuoso se convirtieran en prototipo de
la moda de Internet. (Es evidente que tienen programas de publicidad y
comercialización muy deficientes) y (2) son un medio de poner a prueba su
capacidad para cumplir con los requisitos básicos del distribuidor de un
producto de tanta calidad como nuestro equipo. (Nuestros leales y diligentes
distribuidores pueden vender cualquier computadora que lleve la etiqueta Cactus
Inc., por muy abominable que sea su diseño. Al parecer, ustedes son gentes sin
fe.)
No
queremos que nos molesten en el futuro con quejas tan insulsas. Por favor,
limitan su correspondencia simplemente a pedidos. Somos una organización activa
y dinámica, no necesitamos de este tipo de comentarios que lo único que buscan
es manchar nuestra reputación. Si vuelve usted a molestarnos, señor, sentirá el
morder del látigo en sus hombros repugnantes.
Coléricamente
suyo,
Mike
Rojas, Presidente
Pensando muy satisfecho en que
el mundo sólo entendía la presión y la fuerza, Bill copió la firma de Rojas en
la carta, con la pluma del jefe administrativo, rompió la carta que había hecho
el señor Mendizábal, dirigida a Compumex, y en su lugar puso la que acababa de
escribir. Posteriormente rodeó el cuerpo de la señorita Herrera, teniendo
cuidado en no despertarla, se dirigió a su cubículo, tomo todo el material de
archivo que tenía que capturar y lo tiró al bote de basura.
7
La señora Hates no podía creer
que le hubiera pasado a ella, era demasiado bueno para ser verdad. No había
televisión. No había quejas. El baño estaba vacío. Hasta los ratones parecían
haberse largado. El olor era tan sofocante como siempre, pero aquel aroma peculiar
y personal de su hijo, que a ella siempre le recordaba el olor a cebo, parecía
haberse esfumado. Se preguntó sí en Cactus Inc. Empezaría a oler también así.
Bill llegó pasada la tarde a su
casa, entró sin saludar a su madre y prendió su computadora, había iniciado una
idea en el metro que la fue desarrollando y que era menester plasmarla en el
manual de Java:
Para ejecutar un
programa Java, se ejecuta un programa llamado interprete de código de byte, que
a su vez ejecuta el programa Java. Usted mismo puede ejecutar él interprete o
-para los applets- un interprete de código de bytes (llamado máquina virtual de
Java), integrado en los navegadores con capacidad Java, puede ejecutar el
applet por usted.
El hecho de que
los programas Java se encuentren en forma de código de bytes significa que en
vez de ser específicos para algún sistema, los programas pueden ejecutarse en
cualquier plataforma y en cualquier sistema operativo o de ventana, siempre y
cuando se disponga del interprete Java.
La desventaja
del uso de código de bytes está en la velocidad de ejecución. Debido a que los
programas específicos de un sistema se ejecutan directamente en el hardware
para el que fueron compilados, su ejecución es mucho más rápida que el código
de bytes de Java, ya que este último tiene que ser procesado por él interprete.
También tenga en
cuenta al futuro: Con el desarrollo de compiladores justo a tiempo, el tema de
la velocidad puede llegar a ser menos importante.
JAVA ES
ORIENTADO A OBJETOS
El trabajar con
un lenguaje de programación orientado a objetos (OOP) y un ambiente de
programación real permite que se aproveche completamente la metodología
orientada a objetos y sus capacidades para la creación de programas modulares y
flexibles, y se reutilice el código.
Muchos de los
conceptos orientados a objetos de Java son heredados de C++, el lenguaje sobre
el que está basado, pero también toma prestados muchos conceptos de otros
lenguajes de programación orientados a objetos, Java incluye un conjunto de
bibliotecas de clase que proporcionan tipos de datos básicos, capacidades de
entrada y salida del sistema y otras funciones de utilería
JAVA ES FACIL DE
APRENDER
Además de su
portabilidad y su orientación a objetos, uno de los objetivos de diseño
iniciales de Java era ser pequeño y simple, y por lo tanto, fácil de escribir,
compilar y depurar. Sin embargo, a pesar de su tamaño y diseño simple, Java
tiene gran potencial y flexibilidad.
Java está basado
en C y C++, y mucha de la sintaxis y estructura orientada a objetos se tomó de
este último. Si usted ya está familiarizado con C++, el aprendizaje de java le
será particularmente fácil, debido a que ya tiene la mayor parte de las bases.
Aunque Java
parece similar a C y C++, la mayoría de las partes más complejas de esos
lenguajes han sido excluidas de Java, simplificando de esta manera el lenguaje
sin sacrificar demasiado su potencia.
En Java no hay
apuntadores ni aritmética de apuntadores. Las cadenas y los arreglos son
objetos reales en Java. El manejo de memoria es automático. Puede ser que a un
programador experimentado le cueste trabajo acostumbrarse a estas omisiones,
pero para los principiantes o los programadores que han trabajado en otros
lenguajes eso hace que el lenguaje sea mucho más fácil de aprender.
JAVA ES MÁS
FÁCIL DE APRENDER A TRAVÉS DE JAVA
Si usted ya sabe
cómo usar los IDEs, el usar el java Development Kit y su propio editor de
programación para crear applets y aplicaciones Java puede parecerle algo
anticuado. Pero incluso con los principios tan simples del JDK, Java esta
ganando gran popularidad. Es tan popular y similar a Visual C++ que, de hecho,
Microsoft creó el JAVA como el IDE para el desarrollo de programas Java. Si ya
está familiarizado con el Microsoft Developer Studio, la plataforma de
desarrollo sobre la que esta basada el JAVA, el uso del IDE de JAVA le será muy
sencillo.
EL IDE DE JAVA
¿Qué es un IDE?
Un IDE es un ambiente de desarrollo de aplicaciones integrado, que contiene
todas las herramientas que se necesitan para escribir, compilar, probar y
depurar las aplicaciones. JAVA también incluye al InfoView (un sistema de ayuda
en línea expandido que incluye vínculos a ejemplos de código y clases), visores
de objetos, acceso a paquetes de control de código fuente y asistentes, que son
aplicaciones de ayuda que lo llevan a través de la creación de determinados
objetos.
UN VIAJE
ILUSTRADO POR JAVA
El Microsoft
Developer Studio para JAVA es una herramienta muy poderosa para el desarrollo
de programas Java.
El área de
trabajo está dividida en dos secciones. El panel de la izquierda es el de
Project Workspace (Área de trabajo del proyecto). El panel de la derecha
muestra los detalles relativos al elemento de índice seleccionado en el lado
izquierdo.
JAVA se adhiere a los fundamentos del
JDK original, ya que ninguna de sus bibliotecas de clase originales ha sido
cambiada. Sin embargo JAVA va más allá. El Microsoft Developer Studio facilita
el desarrollo y despliegues de los programas Java. El ambiente de desarrollo
también incluye herramientas para inspeccionar clases y objetos OLE. Microsoft
también ha añadido asistentes para hacer más fácil la creación de applets y
aplicaciones básicos.
Las extensiones
COM y las clases java de Microsoft añadirán automatización OLE, Actives y Java
ODBC a sus aplicaciones. JAVA le permitirá la creación sencilla de programas
Java portables y estándares dentro de la industria, así como añadir las nuevas
extensiones de Microsoft.
¡Viva Sun Microsystems, Muera
Microsoft!
Bill se aburrió de escribir y se
puso a ver la tele.
8
LAS
VACACIONES de aquel verano le estaban dando el resultado que el señor Rojas
esperaba. Todo sucedía como debía ser. Cielos azules sobre las montañas, días
cálidos y límpidos uno tras otro, interrumpidos de vez en cuando por una
pasajera tormenta; este ambiente le permitía programar por más tiempo y de
manera tranquila, sin los gritos de su madre atosigándolo todo el tiempo. Las aguas del río, a pesar de que se
deslizaban entre riscos y estrechos desfiladeros, siempre bajo la sombra de
setos de pino y abetos eran tan templadas que podía uno zambullirse en ellas
hasta ya entrada la noche. El aroma del
heno e la segunda cosecha se dilataba por todo el pueblo; los sembrados de los
escasos trigales adquirían tonalidades pardas y doradas; las rosas, a la orilla
del agua, lucían sus blancas flores y sus hojas cubiertas siempre de diminutos
insectos. Largas hileras de gordolobo de vellosas y blanquecinas hojas
abrillantaban los bordes de los bosques; los claveles silvestres y otras
herbáceas con sus tallos inhiestos, convertían las faldas de las colinas en
tallos multicolores. Bajo la sombra de los pinos, se hallaban toda clase de
hongos, el rojo y brillante agárico, la
carnosa seta, el aventurado hongo garra de oso, el nudoso hongo de coral, y el
raro e incoloro nido de pájaro.
El hogar de los Rojas se alzaba
entre cipreses en una pequeña elevación que dominaba las aguas azules del
puerto de Veracruz. El exterior era un ejemplo de elegancia rústica, tenía un
jardín bastante amplio, el interior, una tentativa, coronada por el éxito, de
eliminar por completo lo rústico; un claustro con temperatura constante
controlada por 20 computadoras que se ocupaban del más mínimo detalle, mediante una red de ventiladores y tuberías que
llenaban silenciosamente la habitación con brisas del Golfo de México filtradas
y reconstruidas, y exhalaba el dióxido de carbono, el humo de cigarros y el
tedio de los Rojas.
Los Rojas no reparaban en
gastos, la casa era tan sensualmente confortable como lo es teóricamente el
claustro materno. Todos los asientos se hundían varios centímetros al más
mínimo contacto, forrados con la más fina piel de cebú, la gomaespuma y el
relleno de sometían abyectamente a la menor presión. Los mechones de las alfombras
de nylon acrílico cosquilleaban los tobillos de todo el que fuese tan amable
para caminar sobre ello, también había tapetes persas bordados a mano, con hilo
de oro. Junto al bar, lo que parecía un
regulador de volumen, permitían suavizar o intensificar la luz, mediante
pequeñas variaciones de voltaje en los focos de halógeno, según el humor de sus
habitantes. Cuando alguien entraba a una habitación, inmediatamente se prendían
las luces, y cuando alguien abandonaba la habitación se apagaban automáticamente.
Localizados por toda la casa a una distancia cómoda a pie entre ellos, había
sillones anatómicos automáticos, una mesa de masajes y un tablero de ejercicios
cuyas numerosas secciones estimulaban el cuerpo con un movimiento suave e
incitante a un tiempo. También contaba con una sala de cine para 50 personas,
una alberca olímpica, y varias opciones de lujo con las cuales uno podía
divertirse por horas sin pensar en los problemas del mundo moderno. La Mansión
Rojas (eso decía el cartel de la carretera costera) era un nirvana de los
sentidos. Tras sus paredes acolchonadas todo era gratificante.
El
señor y la señora Rojas, que se consideraban mutuamente los únicos objetos no
gratificantes de la casa, estaban sentados en el televisor viendo una serie de
televisión estadounidense.
-La
cara de Brandon está toda verde-dijo la señora Rojas en tono muy hostil y hasta
enojado-. Parece un cadáver. Será mejor que devuelvas el televisor a la tienda
y exijas que te devuelvan uno nuevo.
-Pero
si lo traje de Estados Unidos esta semana -dijo el señor Rojas con aire de
displicencia.
-Bueno,
pues devuélvelo. No estoy dispuesta a quedarme ciega por culpa de un televisor
estropeado, y sobre todo por tu pereza de no querer cambiar el televisor, si me
quedo ciega va a ser por tu culpa, y no te lo perdonaré Mike, ¡no te lo
perdonare!.
-Cállate
ya, por Dios. Se ve perfectamente.
-No
se ve bien. Mira, tiene los labios verdes.
-Es
del maquillaje que usa esa gente.
-¿Quieres
convencerme que el maquillaje que le ponen a los actores es de color verde?.
-Yo
sé lo que hacen esas gentes.
-¡Claro que no! -dijo la señora
Rojas, dirigiéndose a su marido, que estaba sumergido en el sofá amarillo, muy
quitado de la pena, y sin importarle lo que le estaba comentando su esposa.
-No
me molestes, ¿quieres?-dijo él-. Vete a jugar con tu gimnasio.
-Esta
noche no puedo. Me han arreglado el pelo -se acarició los rizos rubios
plastificados por el calor y el vapor -. La peluquera me dijo que debía de
tener puesta una peluca-añadió.
-¿Para
qué quieres una peluca? Tienes mucho pelo.
-Quiero
una peluca negra, de esta manera puedo cambiar mi personalidad, aunado a mis
pupilentes negros también, además la semana que entra tengo programada una
liposucción de cadera.
-Escucha,
en realidad tu ya tienes el pelo negro, simplemente deja tu color original, y
cómprate una peluca rubia. Por otro lado, ten cuidado con las operaciones de
liposucción, recuerda lo que le pasó a Lucha Villa, por andarse haciendo esa
dichosa liposucción termino como un
vegetal.
-No
se me había ocurrido lo de la peluca, pero lo de la liposucción ni hablar, la cita está
programada, tengo unas longas que no las aguanto, que van a decir mis
amistades-comentó la señora Rojas al tiempo que se contemplaba en un espejo de
tocador-.
-Bueno,
piénsalo un rato y quédate callada, estoy bastante cansado y con tu perorata no
me puedo dormir. Hoy cuando fui a la ciudad de México, paré en la fábrica. Eso
siempre me deprime, no soporto la idea de permanecer ahí más de 15 minutos.
-¿Y
qué pasa allí?
-Nada,
absolutamente nada.
-Eso
me imaginaba -dijo con un suspiro la señora Rojas-. Has tirado a la coladera el
negocio de tu padre. Esa es la tragedia de tu vida.
-Dios
santo, ¿quién quiere esa fábrica vieja? Nadie compra ya las computadoras que fabricamos.
Todo por culpa de mi padre. Cuando llegaron las computadoras con sistema
operativo MS-DOS, él pasó a utilizar sistemas MAC. Era el Steve Jobs de la
industria de la computación. Luego, cuando volvieron a utilizar las
computadoras sistemas operativos MAC, él les instaló el sistema operativo MS-DOS. Tendrías que ver
lo que Mendizábal llama <<la nueva línea de colores y sabores para
computadoras>>. Son como esas maquinas de escribir viejas, pintadas de
colores pastel, con una manzana en la parte superior.
-Cuando
nos casamos, te adoraba, Mike. Creía que tenías empuje. Podrías haber
convertido a Cactus Inc. En la empresa del siglo. Podrías haber tenido una
oficina en Sillicon Valley, incluso. Lo tenías todo en tus manos y lo desperdiciaste todo, eres un looser un
fracasado.
-Deja
ya de decir tonterías, ¿quieres? No tienes motivos para quejarte.
-Tu
padre era un hombre de carácter. Yo le respetaba.
-Mi
padre era un miserable, avaro y mezquino, un pequeño tirano. De joven sentí
cierto interés por la empresa. Pues bien, él lo destruyó todo con su tiranía.
Para mí Cactus Inc. es su empresa. Que se hunda. El se dedicó a matar mi
interés, las cosas se tenían que hacer siempre a su manera, si yo decía MS-DOS
es el futuro, él decía: <<no, MAC es el mejor sistema operativo del
universo>>, si yo le comentaba que era momento de instalar MAC él gritaba
<<ni hablar MS-DOS es lo mejor>>.
-Empezó
vendiendo máquinas de escribir en un carro. Y fíjate lo que logró construir.
Podrías haber convertido a Cactus Inc. en una empresa de nivel internacional.
-No
sabes ni de lo que hablas. Gaste mi niñez en esas computadoras. Pero, en fin,
ya estoy harto de tu charla, se acabó.
-Bueno.
Tranquilidad. Mira los labios de Brandon se están volviendo de color rosa.
-Nunca
has sido una imagen paterna para Britney y Cristina.
-La
última vez que Britney estuvo en casa, abrió el bolso para sacar cigarrillos y
se le cayó al suelo enfrente de mí un paquete de condones, esto sin tomar en
cuenta la vestimenta que usan.
-Eso
es precisamente lo que pretendo decirte. Nunca has dado a tus hijas una imagen.
No es raro que estén tan confusas. Yo por lo menos lo intente.
-Escucha,
no hablemos de Britney y Cristina. Están en la universidad. Suerte tenemos de
no saber lo que pasa allí. Cuando se cansen, se casarán con un pobre chico, al
cual yo tendré que mantener seguramente.
-¿Y
qué clase de abuelo serás tú entonces?
-Yo
qué sé. Déjame en paz. Vete a tu gimnasio, date un baño de remolino. Déjame ver
este programa, ya no te soporto.
-¿Cómo
puedes verlo si todas las caras están descoloridas?
-No
empecemos otra vez…
-¿Iremos
a Miami el mes que viene?
-Quizá. Quizá debiésemos
instalarnos allí.
-¿Y renunciar a todo lo que
tenemos?
-¿Renunciar a qué? Tu gimnasio
particular puede trasladarse en un camión de mudanzas.
-Pero la empresa…
-La empresa ha dado todo el
dinero que podía dar. Ahora es tiempo de vender.
-Menos mal que tu padre está
muerto, aunque ahora deberá estarse retorciendo en su tumba. Ojalá hubiera
vivido para ver esto -la señora Rojas lanzó una mirada trágica al cielo, como
si quisiera implorar misericordia-. Ahora, supongo que dedicarás todo tu tiempo
a las series mundiales, o al Derby o a las 500 millas de Indianápolis, sin
mencionar a las mujerzuelas con las que te gusta revolcarte. Es una verdadera
tragedia Mike, una verdadera tragedia.
-No intentes convertir Cactus
Inc. en una gran obra de Arthur Miller.
-Gracias a Dios que yo estoy
aquí para vigilarte. Gracias a Dios yo me intereso por la empresa. ¿Qué tal la
señorita Herrera? Espero que siga relacionándose y funcionando perfectamente.
-Aún sigue viva, y eso es mucho
decir.
-Menos
mal que yo me intereso por ello, tú la habrías arrojado a la calle desde hace
mucho tiempo.
-Esa
mujer debía de haberse jubilado desde hace mucho.
-Te dije que la jubilación la
mataría. Lo que ella necesita es actividad que la mantenga viva. Esa mujer es
un verdadero ejemplo de rejuvenecimiento psíquico. Quiero que la traigas un
día. Me gustaría darle terapia.
-¿Traer aquí a ese vejestorio?
Estas loca. No quiero tener un recordatorio de Cactus Inc. roncando en mi casa.
Se mearía en tu sofá, además. Puedes jugar con ella a larga distancia.
-Muy propio de ti -suspiró la señora Rojas-. Nunca sabré como
he podido soportar tu falta de conmiseración durante tantos años, eres una
persona cruel y abominable.
-Te he dejado que la tengas en
la oficina, donde estoy seguro que vuelve loco a ese Mendizábal. Esta mañana,
cuando fui, los encontré a todos en el suelo. Mendizábal está en la luna, como
siempre. Pero tendrás que ver al otro personaje que está trabajando allí. No sé
de donde lo habrán sacado. Es un milagro que no haya pasado algo de que
lamentarse.
9
El señor Mendizábal estaba sentado junto a su
pequeño calentador eléctrico, sus pensamientos se encontraban más allá de las
instalaciones de Cactus Inc., se imaginaba reposando en una playa lejos de toda
civilización.
En
ese momento la puerta se abrió lentamente para dar paso a la señorita Herrera,
precedida de una gran bolsa.
-¡Señorita
Herrera! -dijo el señor Mendizábal en lo que era para él, un tema muy agudo.
-¿Qué?
-gritó frenéticamente la señorita Herrera.
Luego, bajó la vista hacia su camisón
andrajoso y su bata de franela.
-Oh,
Dios mío -murmuró- Por eso notaba tanto frío en la calle y la gente se me
quedaba viendo más de lo normal.
-Váyase
a casa ahora mismo.
-Hace
frío en la calle, Méndez.
-No
puede estar así en Cactus Inc. Los siento.
-¿Estoy
jubilada? -preguntó esperanzada la señorita Herrera.
-¡No!
-gritó el señor Mendizábal. Sólo quiero que vaya a casa y se cambie. Vive usted
aquí a un lado, dése prisa.
Cuando una hora después Bill llegó la señorita
Herrera aún no había vuelto. El señor Mendizábal escuchó el rumor lento y
pesado de los pasos del señor Hates por las escaleras. La puerta se abrió de
golpe y apareció Bill Hates.
-Buenos
días, señor -dijo majestuosamente.
-Buenos
días -dijo encantado el señor Mendizábal-. ¿Ha tenido usted un buen viaje hasta
aquí?.
-Sólo
aceptable. El taxista era un corredor de formula 1 en potencia, tuve que
reconvenirle varias veces que bajara la velocidad. ¿Y la señorita Herrera?.
-Tuve
que mandarla a casa. Se presentó a trabajar en camisón.
-No
entiendo por qué tuvo que mandarla a casa de nuevo. En realidad aquí no hay
ninguna etiqueta, somos una gran familia. No debe sorprenderse si una mañana me
ve aparecer a mí en camisón. Tengo uno muy cómodo.
-No
pretendo dictar lo que ha de vestir la gente, desde luego-dijo el señor
Mendizábal con cierta ansiedad.
-Eso
espero. La señorita Herrera y yo no lo consentiríamos.
Bill estaba terminando una cruz
de papel para la oficina, la cual según Bill serviría para cultivar su sentido
espiritual.
-Terminaré la cruz -dijo al fin
Bill, sacando dos tarros de pintura de sus bolsos de la chamarra.
-Magnífico,
magnífico.
-la
cruz es la máxima prioridad en este momento. El archivar y capturar datos… todo
eso debe esperar hasta que haya terminado esta tarea. Luego, cuando termine la
cruz, tendré que visitar la fábrica. Sospecho que esa gente está ávida de un
oído compasivo, un guía leal. Quizá yo pueda ayudarles.
-Por
supuesto. No deje que le digan ellos lo que tiene usted que hacer.
-No
lo haré.
-Entonces
debe usted ir a la fábrica hoy -convino con entusiasmo el jefe administrativo.
Bill archivó su gorra y su bufanda y
empezó a dar la primera mano de pintura a la cruz.
A mediodía, el señor Mendizábal miró por
encima de la pila de papeles en los que trabajaba y dijo:
-Me
pregunto dónde podrá estar la señorita Herrera.
-Probablemente
la haya precipitado usted en la depresión profunda -respondió fríamente Bill;
estaba repasando con pincel los bordes irregulares del cartón-. Ya me esta
dando hambre, traigo dos sándwich, le ofrecería uno a usted, pero
desgraciadamente sólo hay para la señorita Herrera y para mí.
Bill prendió su computadora
y se dedicó a proseguir con su manual de
java:
PREPARACIÓN DE JAVA EN JAVA
RESUMEN
Hoy obtuvo una
introducción básica a los objetivos y características del lenguaje Java y a
Microsoft JAVA. Java es un lenguaje de programación similar a C o C++, en el
que se puede desarrollar un amplio rango de programas. El uso más común de Java
por el momento es la creación de applets para navegadores Web con capacidad
Java, tales como el Microsoft Internet Explorer 3.0 y el Netscape 2.0x o
superior.
Los applets son
programas Java que se bajan y ejecutan como parte de una página Web. Los
applets pueden crear animación, juegos, programas interactivos y otros efectos
multimedia en páginas Web.
La fuerza de
Java se encuentra en su portabilidad -tanto a nivel de código fuente como a
nivel binario- en su diseño orientado a objetos y en su simplicidad. Cada una
de estas características hace posible la creación de applets, pero también hace
que Java sea un lenguaje excelente para la escritura de programas de propósito
general que no requieren navegadores con capacidad Java para ejecutarse.
Estos programas Java de propósito general son llamados aplicaciones.
El Hotjava mismo es una aplicación Java.
EL MICROSOFT DEVELOPER STUDIO
El Microsoft
Developer Studio le da todas las herramientas que se necesitan para escribir,
compilar, probar, depurar y refinar los programas JAVA, y todo ello en una
interfaz fácil de usar.
LA VENTANA DEL
AREA DE TRABAJO DEL PROYECTO
Para las
personas que son nuevas ante un IDE, la ventana de área de trabajo del proyecto
(Project Workspace) será la mejor bienvenida de todas. La ventana que está
anclada al lado izquierdo de la pantalla.
Bill terminó de escribir su
manual de java y le comentó al señor Mendizábal que no le iba a dar de sus
emparedados.
-No
se preocupe por mí- el señor Mendizábal esbozó una lánguida sonrisa y vio a
Bill abrir su grasienta bolsa de papel marrón-. De todas maneras no tengo
tiempo para comer porque tengo que terminar estos informes y estas
facturaciones.
-Sí,
será mejor que lo termine. No podemos permitir que Cactus Inc. quedé rezagada
en la lucha por la supervivencia del más apto.
Bill mordió su primer emparedado, arrancando la
mitad, y mascó un rato muy satisfecho.
-Espero que aparezca la señorita
Herrera -dijo cuando terminó el emparedado, tras emitir una serie de eructos
que sonaron como si todo un tracto digestivo se estuviera desintegrando.
Mientras se comía el relleno del
segundo emparedado, arrancándolo del pan con los dientes, entró la señorita
Herrera, con una visera verde en la nuca.
-Aquí
está -dijo Bill al jefe administrativo, mientras masticaba parte del
emparedado.
-Oh
sí -dijo débilmente el señor Mendizábal-. Señorita Herrera. Tardó usted mucho
en cambiarse.
-¿Quién?
-preguntó la señorita Herrera.
-Decía
que tardó mucho en cambiarse.
-¿Yo?
Pero si acabo de irme.
-¿Quiere
dejar de molestarla por favor? -exigió Bill irritado.
-El
retraso no tiene explicación. Vive usted a la vuelta-dijo el jefe
administrativo, y volvió a sus quehaceres.
Bill volvió al trabajo de pintar
la cruz. La cruz estaba ya terminada en sus dos tercios. Faltaba sólo la
inscripción DIOS Y COMERCIO, que Bill
había decidido colocar en la parte inferior de la cruz. Tras colocar las letras, Bill se hizo hacia
atrás y le dijo a la señorita Herrera:
-Ya
está terminada.
-Oh,
Claudia, es maravillosa -dijo sinceramente la señorita Herrera-. Mire esto
Méndez.
-Que
bonita -dijo el señor Mendizábal, examinando la cruz con los ojos cansados.
-Ahora,
a archivar y capturar -dijo diligente, Bill-. Luego, a la fábrica, no puedo
tolerar las injusticias sociales.
Bill era un convencido de que
las diferencias sociales conllevarían a la destrucción del Estado de Derecho.
Bill fue detrás de los
archivadores, cogió el material acumulado sin capturar en la computadora y lo
echó al bote de basura. Al advertir que el jefe administrativo estaba sentado
en su escritorio con la mano sobre los ojos, Bill sacó el primer cajón del
archivador y, dándole vuelta, vertió su contenido en el bote de basura.
10
Bill se encontraba programando,
encontrando la posibilidad de crear un virus poderoso que pudiera invadir hasta
el último rincón de Internet. Lo estaba desarrollando en un lenguaje de
programación nuevo diseñado por Bill.
Estaba concentrado en su
computadora cuando se oyó un batacazo del cepillo de pelo al caer sobre el
lavabo, el ruido de una caja de polvos al dar contra el suelo, las súbitas
exclamaciones de confusión y caos.
-¡Uff!-gritó su madre en
determinado momento.
El estruendo solitario y apagado
del baño le resultaba irritante y estaba deseando que su madre acabara ya que
no le permitía concentrarse para programar. Por fin, oyó el clic de la luz. Su
madre llamó a su puerta.
-Bill,
cielo, ya me voy, vuelvo al rato.
-Muy
bien-replico fríamente Bill.
-Abre
la puerta, cariño, ven a darme un beso de despedida.
-Madre,
estoy muy ocupado en este momento.
-No
seas así, Bill. Abre, anda.
-Lárgate
con tus amigos, por favor, y no me estés molestando.
-Oh,
Bill, vamos.
-Tienes
que distraerme a todos los niveles. Estoy trabajando en un programa que
revolucionará la vida tecnológica de este planeta, algo sumamente comercial.
-Bill,
¡abre ya! No te hagas el gracioso que mi paciencia se está terminando.
Bill despejó sus ojos del
monitor y se levantó pesadamente para abrir la puerta. El pelo castaño de su
madre se convirtió en rubio, tenía las mejillas embadurnadas de colorete que se
había dado precipitadamente y que le llegaba a los ojos. Se le había caído la borla de la polvera y le
había blanqueado la cara, el vestido y algunos mechoncitos rubios.
-¡Oh,
Dios mío! Pero que te ha sucedido, ¿Puedo creer lo que estoy viendo? Por favor,
lárgate con tus compañeros mal vivientes y déjame en paz.
-No
trates de ese modo a tu pobre madre.
-¿Pobre?
¿He oído pobre? ¿Cuándo en esta casa están literalmente afluyendo los pesos,
gracias a mis desvelos? Y saliendo de ella con más rapidez aún.
-No
empieces de nuevo Bill. Esta semana sólo me diste doscientos pesos y casi tuve que pedírtelos de rodillas.
Mira todas las cosa que te has comprado. Esta nueva computadora laptop
(computadora pequeña) que trajiste hoy.
-Esta
laptop tendrá en breve un uso práctico. La video casetera fue más barata.
-A
este paso nunca llegaremos a pagar la hipoteca de la casa.
-Eso
no es problema mío, yo no la hipotequé.
-No
claro, a ti te da igual. Tú nunca te preocupas de nada, a ti te vale todo.
-Debería darme cuenta de que
cada vez que abro la puerta de mi dormitorio, estoy abriendo una autentica Caja
de Pandora. -Bill eructó debido a que se
levantó de su asiento después de haber estado sentado por largo tiempo frente a
la computadora-. Otórgame un poco de paz. ¿No es suficiente que me acosen
durante todo el día de trabajo?, ¿Soportar los malos humores de mis superiores
y tener que servir a diestra y siniestra ante sus caprichos? Creía haberte
descrito adecuadamente los horrores que he de afrontar a diario.
-Sabes que te quiero hijito
-gimoteó la señora Rojas-. Ven y dame un besito de despedida, sé un buen
muchacho, sabes que todavía eres mi chiquito.
Bill se inclinó y le dio un
ligero beso en la mejilla.
-Santo
cielo -dijo, escupiendo polvos- ahora tendré toda la noche mis labios con sabor
a polvos.
-¿Crees
que me he puesto demasiado polvos?
-No.
Está muy bien. Cabe comentarte que a tu edad no es para que estés fuera de la
casa a altas horas de la noche.
-Creo
que el ejercicio me está ayudando mucho. Me siento más joven.
Sonó
un bocinazo en la calle.
-Los
modales de tus amigos dejan mucho que desear.
-Volveré pronto, cariño -dijo la
señora Hates, cerrando la minúscula puerta de la entrada de la casa.
-¡Lo más probable es que me
maltrate algún intruso!
Tras esto, echó el cerrojo a la
puerta de su habitación, cogió un tintero vacío y abrió las persianas de la
ventana. Asomó la cabeza y miró por el callejón hacia donde se veía, perfilado
en la oscuridad, en la esquina, un Gran Marquis viejo color azul marino. Lanzó
con todas sus fuerzas el tintero y lo oyó golpear el techo del coche con
efectos sonoros superiores a lo que habría esperado.
Rebosando malévola satisfacción,
activó nuevamente su computadora y abrió su procesador de textos, donde
escribió en ALGERIAN.
Querido lector:
Un gran escritor es el amigo y
benefactor de sus lectores.
Macaulay
En cactus Inc. se ha preservado
para la posteridad la cárcel-fábrica de inicios de la era industrial. Sentí que se sublevaban mis profundas y
enérgicas convicciones respecto a la injusticia social. No sé cuanto tiempo
podré soportar esta rutina diabólica.
En la tarde fui a visitar a los
obreros de la fábrica para contemplar sus condiciones laborales. Pese a lo que
han estado sometidos, los obreros son una gente bastante agradable en general.
Yo había tenido poca relación con ellos, no me había sentido con la confianza
de hablar directamente con ellos, pues sólo me relaciono con mis iguales, y
como no tengo iguales, no me relaciono con nadie. Al hablar con algunos
obreros, los cuales al parecer sentían una necesidad imperiosa de hablar
conmigo, descubrí para mi sorpresa que cobraban aún menos que la señorita
Herrera.
Siempre me he sentido de alguna
manera identificados con la gente indígena, porque su situación es igual a la
mía: nos hallamos fuera del círculo de la sociedad. Mi exilio es voluntario,
por supuesto. Es evidente, sin embargo, que muchos indígenas desean convertirse
en miembros activos de la clase media. La verdad es que no puedo entender por
qué. Es verdad que el acceso a la educación es algo sumamente importante, pero
si quieren integrarse a la burguesía, no es asunto mío en realidad. Yo soy feliz programando todo el día en la
computadora y por lo tanto me exilio voluntariamente de la sociedad. Aunque de
alguna manera coopero involuntariamente al desarrollo de la misma.
Si yo fuera un indígena creo que mi madre y yo viviríamos muy agradablemente en alguna choza mohosa de los suburbios, en un estado de paz sin ambiciones, comprendiendo satisfechos que no se nos quería, y que luchar y esforzarse no tendría sentido. Tengo ya en mis archivos una colección bastante nutrida de notas y apuntes en la que se analiza el mundo contemporáneo con una cierta perspectiva.
Pasé entonces a preguntarles
sobre la fábrica, pues tal era el propósito de mi visita. Se mostraron muy dispuestos
a hablar conmigo y parecieron interesarse aún más en mí como persona. Ellos se dedicaban a ensamblar las partes de
las computadoras a cargar los camiones para llevar las máquinas a vender, en
fin a hacer todo el trabajo rudo de la empresa. Cuando les pregunte por sus
salarios, descubrí que la paga semanal media es de menos de 300 dólares a la semana.
Mi opinión es que un individuo se merece más que eso como salario por el
simple hecho de estar en una fábrica cinco días por semana sobre todo si la fábrica
es como Cactus Inc., donde el techo agujereado amenaza con caerse en cualquier
momento. No era extraño que reinara tanta apatía en la fábrica. Si yo hubiera
sido uno de los obreros, habría irrumpido mucho antes en la oficina y exigido
un salario decente.
Cabe
hacer la siguiente anotación, un día conocí en la cafetería de la facultad a la señorita Escobar, joven
posgraduada, una escandalosa y ofensiva doncella de Xochimilco. Ella se sintió atraída a la mesa en la cual
tenía yo mi corte, por la singularidad y el magnetismo de mi ser. Cuando la
magnificencia y la originalidad de mi visión del mundo se hizo patente a través
de la conversación, la señorita Escobar comenzó a atacarme a todos los niveles,
llegando incluso, en determinado momento, a darme patadas, bastante vigorosas,
por debajo de la mesa. Yo la fascinaba y la confundía al mismo tiempo; era, en
suma, demasiado para ella, se sentía ante mí como que achicada y buscaba
cualquier pretexto para tratar de competir, cuando se daba cuenta de que era
demasiada pieza para ella, simplemente se quedaba estupefacta ante mi
sabiduría.
Los modales brutales de Cynthia pronto alejaron a mis cortesanos de la mesa, teniendo que soportar cortésmente su perorata, nos quedamos solos, todo era café frío y palabras ardientes. Cuando manifesté mi desacuerdo con sus rebuznos y parloteos, me dijo que yo era evidentemente un antisemita. Ella se dedicaba al movimiento social en todas sus fases, desde los pequeños semilleros de manipulación, hasta la manipulación en masa de organismos sindicales. Era miembro activa de diversas organizaciones: Estudiantes por la libertad, Juventud por el sexo, Los musulmanes negros, Amigos de la guerrilla chiapaneca, Los hijos del mestizaje, Consejos de ciudadanos blancos. Cynthia estaba, en fin, terriblemente comprometida con su sociedad, yo, por mi parte, más viejo y más sabio, estaba terriblemente descomprometido.
Había conseguido sacarle dinero
a sus padres y de sus propios ahorros consiguió venir a la universidad.
Desgraciadamente me encontró a mí. El trauma de nuestro primer encuentro
alimentó el masoquismo y el pesimismo mutuo. A ella le encantaba los movimiento
sociales y por lo tanto la sociabilidad, sin embargo a mí me seducía la vida
ermitaña del programador de tiempo completo, yo era un nerd que trataba de
trabajar en lo suyo. Sólo era feliz cuando
un perro policía hundía sus colmillos en su pierna, o cuando la
arrastraban de los cabellos escaleras abajo
los policías que se ocupaban de reprimir las manifestaciones estudiantiles.
Cynthia estaba interesada en mí
sensualmente; mi actitud rigurosa hacia el sexo la intrigaba. Logré, no
obstante, desbaratar todos sus intentos de asaltar la fortaleza de mi
cuerpo y mi inteligencia.
Para Cynthia el sexo era la
panacea de todos los males del mundo, y profesaba esta teoría a diestra y
siniestra sin importarle la consecuencia de sus actos. Llegando a pervertir a
varias mentes virginales de la Universidad. Para Cynthia la mayoría de las
chicas de la universidad, eran demasiado reaccionaria; y predicó con renovado
vigor la libertad sexual en todas las aulas y pizarrones, logrando que casi la
violase un empleado de intendencia de la Facultad de Sociología. Yo, por mi
parte trataba de guiarla por el camino de la verdad. Le indicaba lecturas que
volverían su espíritu enfermo en un espíritu libre y renovado. En primer lugar
le sugerí los diálogos de Platón, sobre todo el episodio del banquete, y
también le indique que leyera La última tentación de cristo de Nikos
Kazantzakis.
Tras unos cuantos semestres,
Cynthia desapareció de la universidad, diciendo, en su modo ofensivo que
<<Este lugar ya no tiene nada que enseñarme>>. Cynthia era muy
sincera. Por desgracia, también era muy ofensiva.
Mantenemos una correspondencia
regular, y el tema habitual de sus cartas es el de urgirme a participar en
manifestaciones, desfiles y ocupaciones, sentadas y cosas de ese género. Algún
día, las autoridades de nuestra sociedad la detendrán simplemente por ser quien
es. La cárcel dará al fin sentido a su vida y acabará con sus frustraciones.
Hay que tratar con ella a su
propio nivel, y así pensé en ella cuando examinaba las condiciones ínfimas de
la fábrica. En este momento ha llegado la hora de actuar y de plantar en estos
trabajadores la semilla de la rebelión y la insurrección contra el
capitalismo salvaje de la sociedad en
que estamos inmersos. Hemos de enfrentarnos a ese enemigo. Una de esas
organizaciones de derechos civiles, una de las más poderosas, me cubrirá, con toda
seguridad, de laureles.
Bueno es hora de regresar al
entorno de programación de MS-DOS por hoy es suficiente de escritos, necesito
proseguir con la construcción del virus.
11
El señor Mendizábal llegó a
Cactus Inc. temprano, como siempre. Encendió la computadora y un cigarrillo.
Luego, aplicó su ingenio a las meditaciones trascendentales que lo llevaban
fuera de Cactus Inc. Mientras cavilaba sobre sus pensamientos exóticos, le
sorprendió ver al propio señor Hates irrumpir como un torpedo en la puerta.
-Qué temprano llega usted hoy,
señor Hates, es realmente un milagro verlo aparecer por aquí a estas horas de
la madrugada.
-¿Qué
quieres decir? Yo siempre llego a esta hora.
-Claro,
claro, por supuesto -dijo mansamente el señor Mendizábal.
-¿Acaso
cree usted que he venido temprano con algún propósito?
-No,
no, que va. Yo…
-Hable
claro caballero. ¿A que viene esa suspicacia tan extraña? Uno no puede acudir
diligentemente a sus deberes porque empiezan a sospechar o ¿de qué se trata?-le
brillan los ojos de paranoia.
-¿Cómo
dice señor Hates?
-Ya
oyó bien lo que dije -contestó Bill, y se encaminó hacia la puerta de la
fábrica.
El
señor Mendizábal intentó reponerse, pero sus intentos fueron en vano, ya que de
la fábrica llegaba un vitoreo generalizado. Pensó que se trataba de una fiesta
que tenían los obreros, ya que eran gente que se la pasaba haciendo fiestas por
todo. Para él, los obreros eran simplemente parte de la estructura física de
Cactus Inc., no relacionada con el "centro cerebral".
En ese momento Bill se había
parado sobre una mesa que se encontraba en la fábrica. Y empezó su discurso
incendiario:
-¡Amigos!
-dijo grandilocuente- Nuestro día ha llegado al fin. Es hora de sublevarnos
contra la opresión de los ricos. Espero que hayan traído las armas de batalla
que les comente.
Riéndose a coro, los obreros
esgrimieron postes de vallas, palos de escoa, cadenas de bicicleta y ladrillos.
-¡Dios
santo! No hay duda de que han reunido un terrible y muy diverso armamento.
Arrasemos la oficina enseguida, sorprendiendo así al enemigo. -Sacó
teatralmente de encima de su pelvis la sábana, abriéndola de golpe. Entre las
manchas amarillas estaba escrito en letras grandes de molde, con tinta roja,
ADELANTE. Bajo de esto en letras más pequeñas: Cruzada por la dignidad moral.
Bill se bajó de la mesa y se
lanzó rápidamente hacia la entrada de las oficinas de Cactus Inc., seguido de
varios obreros. Dos mujeres desplegaban débilmente la parte posterior de la
manchada sábana ante el señor Mendizábal, que estaba confundidísimo.
La señorita Herrera le vio y
pregunto:
-¿Qué pasa, Claudia? ¿Qué hace
aquí la gente de la fábrica?
-Corra
ahora que puede, señorita Herrera -dijo Bill muy serio.
-No
puedo oírte, Claudia- gritó la señorita Herrera, agarrándole del brazo-. ¿Se
trata de una representación teatral?
-¡Vaya
a colgar sus carnes flácidas en el retrete! Y deje de molestar. -gritó brutal
Bill.
La señorita Herrera desapareció.
-¿Bien?
-preguntó Bill al señor Mendizábal, resituando a las dos damas, para que el
jefe administrativo pudiera ver la inscripción de la sábana.
-¿Qué
significa esto?-preguntó el señor Mendizábal, leyendo la pancarta.
-¿Se
niega usted a ayudar a estas personas humildes?
-¿Ayudarles?
-preguntó el jefe administrativo-. ¿De qué habla usted, señor Hates?
-Hablo
de la explotación casi animal a la que están sujetas estas personas. Hablo de
ese pecado contra la sociedad del que usted es culpable.
-¿Qué?-
al señor Mendizábal le sudó la frente.
-¡Acaben
con él!, ¡Al ataque!- gritó Bill- Este hombre se niega a ayudarnos.
-No
le ha dado la oportunidad de hablar-comentó una de las mujeres que sujetaban la
sábana-. Deje hablar al señor Mendizábal.
-¡Al
ataque!, ¡Al ataque!-gritó de nuevo Bill, con mayor furia aún.
Bill se percató de que nadie le
hacía caso y terminó por desistir, el señor Mendizábal percatándose de la
situación le pregunto a Bill.
-No
entiendo lo que hace, señor Bill -dijo el jefe administrativo a Bill.
-Cierra
la boca, inútil.
En ese momento todos los obreros
regresaron uno a uno a la fábrica. Bill terminó por resignarse a quedar solo
frente al señor Mendizábal, quien le pidió inmediatamente la renuncia
definitiva. De esta manera termino una de sus varias aventuras por el mundo
empresarial de Bill. De alguna manera u otra siempre lograba que lo echaran y el
no sabía por qué, siendo que él era una fina persona, digna de todo respeto.
Bill salió inmediatamente de
Cactus Inc. y no volvió a pararse por ahí.
12
Bill llegó a su casa un poco
cabizbajo y uno de sus consuelos era programar en su siempre fiel amiga, la
computadora. Para relajar sus sentidos empezó con una aplicación sencilla para
Windows la cual contenía un botón y una ventana gris típica de Windows, cuando
apretaban el botón aparecía una caja de mensaje que decía: "Bill eres el
número uno", este tipo de aplicaciones hacía que levantara el ánimo de
Bill. Había sido un día difícil y era hora de dormir.
Al otro día su mamá le importunó
temprano en su recámara, había encontrado la hoja de renuncia de Bill a Cactus
Inc., que Bill había dejado olvidado sobre la mesa de la entrada antes de que
despertara la señora Hates le gritó a Bill:
-¡Bill!,
¡Bill!, ¡Levántate!, ¡Por fin lograste que te echaran!
-Por
favor, madre, déjame en paz, que estoy al borde del derrumbe, además es muy
temprano para que vengas a importunarme de esta manera, déjame dormir y
lárgate.
-Un
trabajito de nada en una oficina de cuarta y no eres capaz de conservarlo. De
que te sirvieron todos tus estudios.
-Me
odiaban, me envidiaban -dijo Bill, mirando con cara compungida a su madre-.
Siempre pasa lo mismo, solamente llegó a un lugar y las envidias corroen a las
personas que están a mí alrededor.
-A
no pero esto no se va a quedar así. ¡Ahora mismo de me vas a conseguir
trabajo!, ¡Levántate! ¡Holgazán!.
-Mi
magnificencia y mi gran espíritu los perturbaba.
-Dame
ese periódico, Bill. Vamos a echar un vistazo a las ofertas de trabajo.
-¿Es
cierto lo que oigo?, necesito al menos un mes en cama para recuperarme.
-Ahora
mismo cogerás el metro hacia el centro, entiendes, así es que rápido,
levántate.
-¿Eh?
-pregunto Bill con aire ausente. -¿Qué decías madre mía?
-¡Digo
que te levantes en este preciso momento! Y que te largues a conseguir trabajo,
¡¡entendiste!!.
-Muy
razonable, tienes razón en este momento me voy a conseguir trabajo.
-Y
no volverás a casa hasta que encuentres trabajo.
-Creo
que la suerte me ha dado la espalda.
-¿Qué?
-Nada,
no me hagas caso.
Bill
se apresuró a continuar con su manual de programación, el cual lo había
descuidado últimamente.
Llegó
a su cuarto encendió su computadora y de manera apresurada decidió abrir su
procesador de palabras favorito Kword, y comenzó a escribir:
NAVEGACIÓN EN LA
VENTANA DE ÁREA DE TRABAJO DEL PROYECTO.
Todos los
elementos desplegados en la ventana de área de trabajo del proyecto están en
forma de una lista jerárquica basada en un índice. Si un elemento que está en
la lista de la ventana tiene elementos que dependen de él (esto es, sus hijos)
en la jerarquía, se desplegará un + a la izquierda de su icono. Simplemente
haga doble clic en el elemento, o haga clic en el +, para expandirlo y ver sus
elementos hijos.
JAVA 1.1
InfoView
Cuando se
selecciona la lengüeta InfoView en la ventana de área de trabajo del proyecto,
se presenta una lista de todo el material en línea disponible. Esta información
incluye la guía de usuario de JAVA completa, la guía de la API, ejemplos de
errores de construcción. También se puede buscar un tema determinado haciendo
clic en cualquier lugar de la ventana InfoView con el botón derecho del ratón y
seleccionando Search.
Archivos
Una vez que haya
creado un área de trabajo del proyecto, la selección de la lengüeta Files
desplegará una lista de todos los archivos de código fuente que están incluidos
en el proyecto. Estos incluirán todos los archivos *.java de los que depende la
aplicación. Se puede abrir cualquiera de estos archivos haciendo doble clic en
el archivo o usando el botón derecho del ratón para que aparezca el menú
emergente y se seleccione Open.
Un área de
trabajo del proyecto, que es guardado como un archivo *.MDP, es una
configuración para un proyecto dado. Especifica cuál es el archivo *.MAK y cuál
es la configuración actual de la pantalla del Microsoft Developer Studio. El
archivo *.MAK ha sido tomado de C/C++, y especifica todos los archivos que están
incluidos en un proyecto así como la manera de compilarlos para que tenga su
forma final.
Clases
Las clases son
la parte medular del JAVA, y la ventana de área de trabajo del proyecto las
despliega en el formato más lógico. . Mediante la selección de la lengüeta
Classes, el Microsoft Developer Studio desplegará todas las clases que están en
el proyecto. Se puede abrir fácilmente el archivo que contiene un método de
alguna de las clases haciendo simplemente doble clic en el elemento o usando el
botón derecho del ratón para seleccionar Open.
PERSONALIZACIÓN
DEL ÁREA DE TRABAJO
Una de las
ventajas del uso de un IDE es la habilidad para personalizar el área de trabajo
a la forma en que uno trabaja. Supongamos que se acostumbra mirar siempre al
lado izquierdo de la pantalla para ver el código en que se está trabajando
actualmente. A primera vista podría ser desconcertante que esté ahí la ventana
de área de trabajo del proyecto. No hay que preocuparse. Microsoft ha hecho
extremadamente fácil no sólo el mover la ventana de área de trabajo del
proyecto a cualquier lugar de la pantalla que se desee, sino que también ha
dado la habilidad para personalizar casi cualquier aspecto del Microsoft
Developer Studio. Ahora veamos algunas formas en las que se puede personalizar
el área de trabajo.
BARRAS DE
HERRAMIENTAS Y VENTANAS ANCLABLES
Las dos cosas
más útiles y fáciles de modificar en el Microsoft Developer Studio son las
barras de herramientas y las ventanas anclables. Recuerde que estos son
simplemente un par de los numerosos parámetros personalizados del Microsoft
Developer Studio.
BARRAS DE
HERRAMIENTAS
Para modificar
(mover, crear, cambiar) cualquier cosa acerca de una barra de herramientas
seleccione Tools|Customize desde el menú del Microsoft Developer Studio.
Aparecerá la ventana Customize.
Bata
por hoy es suficiente se dijo Bill para sus adentros, es hora de proseguir con
la programación de mi obra maestra de la programación.
13
Bill
Hates era un experto en sistemas computacionales, pero pensó que sería una
buena idea cambiar de giro y dedicarse a algo un poco más relajado, algo en lo
que se pudiera pasar más tiempo relajado. Y sin las presiones constantes de una
oficina con un jefe que te estuviera presionando todo el tiempo.
Sus
últimas experiencias laborales habían sido lo suficientemente desagradables
como para tomar esta decisión. Siempre había tenido problemas laborales por una
razón u otra. Bill sentía que las demás personas le tenían envidia y rencor,
por el simple hecho de no pensar como ellos. Desde que estaba en la Facultad
siempre había querido sobresalir por todos los medios a su alcance, y esto le
había acarreado inconvenientes con sus compañeros, seguramente este era el
motivo principal de los conflictos que surgían con sus compañeros.
Hamburguesas
Panchito, se albergaba en un local ubicado en la plaza Pino Suárez. El intenso
olor de Hamburguesas Panchito, llevaba a
veces al hambriento transeúnte que salía de la estación Pino Suárez a mirar el
local y a comprar una hamburguesa. Allí, sus ojos se topaban con varios
carritos de venta de hamburguesas, los cuales son comunes en la capital, sobre
todo en el centro de la ciudad de México.
Varios
de los carritos estaban llenos de abolladuras.
Entre
los transeúntes vespertinos que salían de la estación Pino Suárez, pasó
arrastrándose lentamente una figura impresionante: Bill. Se detuvo frente al
local y aspiró el olor a hamburguesas de
Hamburguesas Panchito con gran placer sensorial. Aquellos aromas intrigantes
estaban haciéndole salivar intensamente.
En el rincón del local había un viejo que estaba hirviendo las
hamburguesas y las papas en una enorme olla, cuyo tamaño empequeñecía la estufa
de gas sobre la que se colocaba.
-Disculpe, caballero -dijo Bill- ¿Vende
usted al menudeo?
-¿Qué quiere usted?
-Me gustaría comprar una de sus
hamburguesas. Tienen un aroma delicioso y me ha abierto el apetito.
-Desde luego.
-¿Puedo elegirla?
-Tome, sáquela con este tenedor -dijo el
hombre, entregándole a Bill una lanza vieja y corroída-. Y tenga cuidado de no
quemarse.
-Caramba, saben muy bien -dijo Bill-.
Son fuertes, eh. ¿Qué ingredientes tiene?
-Caucho, cereal, tripa. ¿Quién sabe? Yo
no me atrevo a comerlas la verdad.
-Resultan muy apetecibles, creo que son
excelentes.
Bill
masticaba con una ferocidad, estudiando la cicatriz que el viejo tenía en la
cara, y oyéndole silbar de manera bastante desagradable.
-No recuerdo haberme sentido tan
satisfecho en mucho tiempo. He tenido suerte en encontrar este lugar. Usted es
un empresario en potencia. Se puede usted volver millonario vendiendo estas
hamburguesas. Me espera un día difícil ya que estoy en busca de trabajo y
francamente no tengo muchas perspectivas de empleo.
-No tiene suerte ¿eh?
-Bueno, pues en realidad apenas voy a buscar
mis primeras ofertas de empleo.
El
viejo miró a Bill y luego miró aquella olla llena de hamburguesas, los carros
abollados. Al fin dijo:
-Yo puedo darle trabajo aquí.
-Muchísimas gracias -dijo Bill en tono
condescendiente- Pero yo aquí no podría trabajar, ya que soy muy susceptible a
altas temperaturas, y para freír hamburguesas se necesita ser resistente a las
altas temperaturas.
-Pero no trabajaría usted aquí, hijo. Yo
le ofrezco trabajo como vendedor de hamburguesas, en uno de estos carritos ambulantes.
-¿Qué?-se sorprendió Bill-. ¿Todo el día
en la calle, expuesto a la lluvia y el Sol?
-Pruebe un día -suplicó el viejo- ¿Qué
le parece? Necesito vendedores.
-¿Un día? -repitió incrédulo Bill- ¿Un
día, dice? Yo no puedo desperdiciar uno de mis valiosos días, sabe que yo soy
una persona importante, que tengo estudios, y tengo que visitar a gente
importante. Le agradezco de antemano su propuesta pero no puedo aceptar.
-De acuerdo -dijo con firmeza el viejo-.
Entonces, págueme los diez pesos que me debe por la hamburguesa.
-Me temo que tendrán a cuenta de
Hamburguesas Panchito, o del local o de lo que sea, ya que mi madre sólo me dio
lo necesario para el pasaje. Así es que estoy apenado pero no puedo pagarle.
-Llamaré a la policía.
-¡Oh Dios mío!, no sea así mire que no
puedo pagarle, sea un buen samaritano y déjeme ir.
-¡Págueme! ¡Págueme o llamo a la
policía!
El
viejo agarró el largo tenedor y colocó sus afilaos dietes en el cuello de Bill,
sin darle tiempo a escapar.
-Está usted agujereando mi bufanda
importada-gritó Bill
-Deme
el dinero del pasaje, ándale págame ya, no tengo tiempo para perder.
-No
puedo ir andando hasta mi casa, está muy lejos de aquí.
-No
estoy dispuesto a dejar que me roben más-gritó el viejo rociando a Bill con
saliva- Nadie respeta a un vendedor de hamburguesas, uno como vendedor
ambulante, se tiene que sobar el lomo todo el día, bajo los rayos del Sol,
nosotros los vendedores ambulantes y la gente de las gasolineras somos los que
pero la llevamos. Robos y asaltos todo el tiempo, ¡Ya basta!.
-No
es un robo provocado por avaricia, sino más bien por deseos de humillar al
vendedor. Pero yo no le estoy robando simplemente le digo que ya no tengo
dinero.
-Cierre
de una vez la boca y págueme. Estoy hablando en serio, no haga que me enoje más
de lo que ya estoy, porqué lo lamentará.
-Es
usted muy obstinado para ser tan viejo. Pero no estoy dispuesto a caminar 20
kilómetros para llegar hasta mi casa, prefiero morir atravesado por un tenedor.
-Mire
amigo, vamos a hacer un trato, sale usted a vender una hora hamburguesas con
uno de estos carritos, y queda pagada la hamburguesa, que le parece.
-Tengo
la impresión de haber sido victima de un reclutamiento forzoso. Pero ¿no es
necesario tener algún tipo de permiso del departamento de salud pública, o de la Secretaría de salud? .
Me da miedo preguntarle como despide a sus empleados.
-Mire,
nunca vuelva a intentar robarle a un vendedor de hamburguesas.
-Acaba
usted de convencerme que robarle a un vendedor de hamburguesas puede resultar
muy peligroso.
-Bien
-dijo el viejo, tras ver a Bill quitarse la chamarra y arremangarse la camisa
para sacar el carrito de hamburguesas, y ponerse a trabajar-. En una hora no
perjudicará usted mucho a Hamburguesas Panchito.
-Ni hablar estoy entre la espada y la pared.
Aunque no puedo predecir lo lejos que puedo llegar.
-No
me interprete mal, hijo. Yo no soy una mala persona, pero no me queda más
remedio de hacer lo que hago. Llevo diez años intentando convertir a
Hamburguesas Panchito en una empresa respetable, pero no es nada fácil. Trabajo
todo el día, pero siento que no avanzo mucho que digamos. Creen que este es un
negocio de vagabundos y borrachos de gente que no encontró nada más que hacer.
Es difícil encontrar vendedores decentes. Luego, cuando finalmente encuentro un
vendedor decente, van y lo asaltan. Esto no me parece justo. ¿Por qué Dios se
habrá encolerizado con los vendedores de hamburguesas ambulantes?-dijo el viejo
mirando al cielo y abriendo los brazos lo más que pudo.
-No
debemos de poner en entredicho sus acciones señor-dijo Bill en tono solemne.
-Puede
que no, pero no consigo entender sus acciones la verdad.
-Puede
que las obras de Boecio le diese alguna idea.
-Leo
Carlos Cuahutemoc Sánchez, y las obras selectas del Libro Vaquero.
-¡Oh
Dios mío! - masculló Bill_ No me extraña que se sienta usted tan perdido en sus
consideraciones filosóficas del destino y de Dios.
-Tome-dijo
el viejo abriendo un armario metálico oxidado-. Póngase esto.
Saco
del armario una especie de bata blanca y se la entregó a Bill.
-¿Qué
es esto? -preguntó muy feliz, Bill-Parece una bata de médico-.
-Sujéteselo
a la cintura con el cinturón.
-Tome
este gorro, siempre es bueno para las ventas, que el vendedor de hamburguesas
cuente con un gorro.
-¿Qué
es esto? -dijo Bill-. Esto parece una toga académica. Ni hablar no puedo llevar
una gorra de papel. La que tengo es perfecta y mucho más higiénica, no necesito
de su gorro de papel.
-No
puede llevar una gorra de beisbolista. Este es el uniforme de Hamburguesas
Panchito.
-¡No
estoy dispuesto a llevar una gorra de papel entiende! No quiero morir de
neumonía por un capricho suyo. No llevaré esa gorra. Prefiero la muerte, al
deshonor y la enfermedad.
-Está
bien, está bien -dijo irritado el viejo.
Luego
abrió la tapa del pocillo del carrito de
hamburguesas, y fue vaciando de la olla una a una las hamburguesas.
-Bueno, le doy una cadena de
hamburguesas -abrió otra tapa encima del carrito- Aquí le meto un paquete de
panecillos. ¿Entendido?
Abrió
otra cajita metálica y coloco salsa de tomate, mayonesa y mostaza. El viejo
arrastró el carro hasta la puerta del local y dijo:
-Bueno muchacho, adelante, ánimo, a
vender hamburguesas.
-Muchísimas gracias -contestó Bill
saliendo con el gran carrito de hamburguesas a la acera-. Volveré en una hora.
14
Bill
se alejó lentamente de las oficinas centrales de Hamburguesas Panchito. El
carrito de hamburguesas, se paseaba entre los transeúntes que se apartaban del
carrito como olas ante la proa de un barco.
Era
mejor modo de pasar el tiempo que ver a jefes de personal, varios de los
cuales, pensó Bill, le habían tratado bastante malévolamente en los últimos
días. La gente de la calle miraba a Bill, pero nadie compraba. La gente lo veía
con asco, ya que el aseo personal de Bill dejaba mucho que desear. Después de
recorrer media manzana comenzó a gritar:
-¡Hamburguesas!¡
Hamburguesas Panchito!
-Salga
usted de la acera, no deja caminar. -gritó un viejo detrás de él.
Bill
dobló la esquina y aparco el carrito frente a un edificio y comenzó a preparan
una hamburguesa, que devoró ávidamente.
En
cuanto concluyó el primer bocadillo de salchicha, Bill se preparó y consumió
otro. Quince minutos después, percibiendo que la reserva de hamburguesas
disminuía drásticamente, se decidió a favor de la abstinencia, al menos de
momento, y se puso a empujar lentamente el carrito calle abajo, gritando de
nuevo:
-¡Hamburguesas!
Una
persona que iba pasando por ahí, cuando oyó el grito se acercó a Bill.
-Eh, tu, espera. Dame una.
Bill
miro con dureza al jovencito que se había colocado delante del carrito. Sin
embargo su aspecto granoso y de niño tonto, hizo que Bill se encolerizara.
-Lo siento -masculló-. Sólo me quedan
unas cuantas hamburguesas y tengo que reservarlas. Quítese de mi camino, por favor.
-¿Reservarlas?,
¿Para quién?
-Esto
no es asunto tuyo, jovencito. Haga el favor de dejar de molestarme y apártate
de mi camino. Además no tengo cambio.
-Yo
tengo cambio-. Dijo el jovencito.
-No
tengo ganas de venderle a usted una hamburguesa, esta claro.
-¿Pero
que te pasa a ti hombre?, eres un ser desagradable.
-¿Qué
me pasa a mí? ¿Qué le pasa a usted?. Mi conciencia no me permite venderle una
hamburguesa, entiende, no me da la gana venderle una hamburguesa. Esta usted en
pleno desarrollo y su organismo necesita jugo y verduras no alimento chatarra
entiende, cuando crezca me agradecerá que no le vendí la hamburguesa. Yo, por
mi parte, no estoy dispuesto a contribuir a la corrupción de un menor, tus
padres podrían demandarme.
-¿Pero
de que estas hablando? Deme esa hamburguesa, vamos. Tengo hambre, no he comido
en todo el día.
-¡No!-gritó
Bill, furioso-Lárgate de aquí o te atropellaré con mi carrito.
El
joven abrió el compartimiento de las hamburguesas y le dijo a Bill:
-Oiga,
aquí tiene material de sobra. Prepárame un bocadillo, ya no me hagas perder más
tiempo.
-¡Socorro!,
¡Socorro! -gritó Bill recordando de pronto las advertencias del viejo sobre los
ladrones de hamburguesas.-¡Quieren robarme las hamburguesas!, ¡Policía!.
Bill
echó hacía atrás el carrito y luego lo empujó contra el joven, con la intención
de lastimarlo.
-¡Hay!,
cuidado con lo que haces, me vas a lastimar idiota.
-¡Socorro!,
¡Ladrones!
-Cállate,
por amor de Dios-dijo el joven, cerrando la tapa de golpe- Deberían encerrarte,
maricón de mierda, estás completamente loco.
-¿Qué?,
¿Qué tonterías estas diciendo?
-Eres
un maricón y estas chiflado, deberían encerrarte en él la cárcel.-gritó el
joven aun más fuerte, para que toda la gente lo oyera-. ¿Quién va a querer
comer algo que han tocado esas manos mariconas?.
-¿Cómo
te atreves a gritar semejantes indecencias, eres un criminal?, ¡Que alguien
agarre a este muchacho!, es un delincuente juvenil en potencia. ¡A ese rufián
deberían azotarle hasta dejarlo sin sentido!
Una
mujer del grupo que rodeaba el carrito, dijo:
-Hay
que ver. ¿Qué clase de vendedores ponen en estos días a vender hamburguesas?
-Borrachos
y vagabundos son todos iguales -le contestó alguien.
-¿Es
mi paranoia que se ha desbocado o ustedes están hablando realmente de mí?
-preguntó Bill al grupo-.¿O están ustedes mongoloides, hablando todos de mí?
-Es
mejor dejarle en paz, luego estos borrachos se vuelven sumamente agresivos.
-Vámonos
de aquí.
-Sí,
por favor- replicó Bill, con labios temblorosos, y se preparó otra hamburguesa
para tranquilizar su alterado sistema nervioso.
Posteriormente
volvió a las oficinas centrales de Hamburguesas Panchito, las cuales se
encontraban en la plaza Pino Suárez. Cruzó la puerta del local de Hamburguesas
Panchito.
-¡Socorro!
-dijo, y resopló penosamente.
-¿Qué pasa, amigo? ¿No habíamos quedado
que te quedarías una hora entera?
-De usted gracias al Señor de que he
podido llegar todavía sano y salvo aquí. Sepa que han atacado de nuevo.
-¿Quién?
-La unidad de criminales antivendedores
de hamburguesas. Si caigo de pronto en una crisis nerviosa no se extrañe.
-¿Qué
demonios pasa?
-Un miembro del hampa juvenil me
acorraló en Av. San Pablo.
-¿Le robó a usted? -preguntó nervioso el
viejo.
-¿Qué si me robo?, pero en que forma, me
colocó en la cabeza una pistola grande.
-¿En Av. San Pablo a esta hora del día,
y nadie dijo nada?.
-Por supuesto que nadie intervino, la
gente apoya cada día más al hampa juvenil, a esos jóvenes que se dedican a
emborracharse y a drogarse.
-¿Y qué aspecto tenía?
-El
de miles de jóvenes. Granos, acne, pantalones de mezclilla. La verdad es que no
puedo acordarme. Cuando me amenazó con la pistola me gritó que si lo veía a la
cara me mataba.
-¿Cuánto dinero se llevó?
-¿Dinero? No robó dinero. En realidad,
no había dinero que robar puesto que no había vendido ni una sola hamburguesa.
Precisamente lo que me robó fueron las hamburguesas. Pero al parecer se
hartaron puesto que dejaron algunas todavía.
-Nunca había escuchado algo parecido.
-Quizá tuviera mucha hambre ese ladrón.
El deseo humano de alimento y sexo es relativamente similar. Si hay violaciones
a mano armada, ¿por qué no habría robos de hamburguesas a mano armada?.
-Todo eso es un cuento. Pero te advierto
que si me estas mintiendo, lo vas a pagar muy caro.
-¿Un cuento?, ¿Mintiendo?. La culpa la
tiene nuestra sociedad. Imagínese toda el hambre que sufren esos niños y
jóvenes de la calle que no tienen una mano dadivosa que les invite una
hamburguesa. Los jóvenes, enloquecidos por sugestivos programas de televisión,
páginas de Internet pornográfica y publicaciones lascivas se han dedicado, al
parecer, a asociarse con ciertas adolescentes más bien convencionales que se
niegan a participar en sus imaginativos programas sexuales. Sus deseos físicos
insatisfechos, han de buscar, en consecuencia, una sublimación con la comida, y
harán cualquier cosa por conseguir una hamburguesa. Podemos dar gracias a Dios
de que el muchacho haya recurrido a la comida como vía de desahogo. De otra
manera, podría haberme violado allí mismo en plena calle.
-Sólo ha dejado cuatro -dijo el viejo,
abriendo el pocillo de hamburguesas-. El muy hijo de puta… y cómo habrá podido
llevárselas todas.
-No sé, la verdad -dijo Bill acongojado.
-Hubieras
llamado a la policía, gritado ¡auxilio!, algo hubieras hecho-dijo el viejo que
estaba muy enojado.
-Lo
intente, pero estaba tan atemorizado que no podía hablar.
-¿Qué
le parece si hace otro intento?
-¿Qué?
¿En mi actual estado?. No de ninguna manera pienso volver a exponerme a la
mafia, en la jungla de asfalto. No de ninguna manera. Además pienso pasar el
resto del día en una bañera de agua caliente intentando recuperar algo de
tranquilidad.
-¿Y
qué le parece si vuelve usted mañana, amigo, y vuelve a intentarlo?-preguntó
animosamente el viejo-. Necesito realmente de sus servicios, en este momento no
hay mucha gente que desee ser vendedores.
Bill consideró la propuesta
detenidamente, y se quedó pensando por unos minutos, al final de sus profundas
meditaciones, volvió a eructar.
-Si estoy en condiciones de funcionar por
la mañana, quizá vuelva por aquí. No puedo especificar la hora en que llegaré,
pero, yo creo que si voy a venir a
trabajar. Tengo que trabajar en algo, de otra manera mi madre o va a parar de
reconvenirme todo el día.
-Esto esta muy bien hijo -dijo el
viejo-. Puedes llamarme don Panchito.
-Así lo haré. Por cierto Don Panchito,
puedo llevarme la bata de vendedor, para demostrarle a mi madre que ya conseguí
trabajo. La verdad es que llevo una vida bastante triste. Me enfrente a los
grandes monopolios de la computación y salí un poco maltrecho, sin embargo mi
espíritu de lucha sigue inquebrantable.
Quizá algún día le cuente con detalle don Panchito, sé que es usted una
persona de confianza.
-Bueno muy bien hijo, mañana te espero
Temprano-dijo don Panchito.
-Bien, hasta luego.
Bill
se alejó del local, mientras don Panchito se decía:
-Este tipo esta realmente chiflado.
15
Bill
llegó a su casa, se sorprendió de ver un sobre dirigido a él, lo tomó y en lo
primero que pensó fue en darse una ducha de agua caliente, y quedarse en la
tina de baño varias horas, y eso fue precisamente lo que hizo.
Tras
la puesta del cuarto de baño, Bill estaba pasivamente sumergido en el agua
tibia, sumergiendo una y otra vez su patito de hule amarillo, y escuchando de
vez en cuando a su madre hablar por teléfono. A veces, sostenía bajo el agua el
patito de hule bajo el agua, lo soltaba y salía rápidamente del agua,
salpicando todo el baño con el agua. Sus ojos azules descansaban sobre un sobre
de papel sin abrir que estaba encima del lavabo. Estaba dubitativo en abrir o
no abrir el sobre, sus ultimas experiencias laborales habían debilitado su
carácter a tal grado que le faltaba valor para afrontar la situación de poder
abrir el sobre.
Sin
embargo recordó que el empleo que había conseguido en la mañana le podía
infundir valor. El señor Panchito tenía un aire paternal que a Bill le
agradaba. El viejo, el marcado y enjuto magnate de la hamburguesa, sería un
nuevo personaje muy atractivo para sus archivos de escritos. Cuando terminara
de bañarse encendería la computadora y empezaría a escribir en su procesador de
palabras favorito sus andanzas laborales.
Bill se sintió lo suficientemente
relajado y, alzando su goteante miembro fuera del agua, cogió el sobre.
Abrió
el sobre mojado de papel, y sacó una carta, la carta era de Cynthia E. lo cual
le sorprendió puesto que él había desistido de responderle debido a sus
indolencias y ofensas que el no podía soportar. Se dispuso a leer lo que
Cynthia había escrito:
Señores:
¿Qué
pasa Bill? No sé nada de ti. En fin, no es que extrañe que no me escribas.
Supongo que te ofendí de más en la última carta, pero fue porque tu
comportamiento me irrita bastante, sobre todo tu actitud patológica con
respecto al sexo. Respeto tus ideas y he aceptado siempre tus tendencias
excéntricas y todo ello porque me preocupas bastante y quiero que encuentres un
equilibrio entre mente y sexo. No te enfades conmigo por esta carta.
-Sal
de la bañera, Bill-oyó gritar Bill a su madre a la puerta del baño.
-Madre, has el favor de dejarme en paz.
¿Vas a utilizar tú el baño?-preguntó.
-No.
-Entonces, déjame tranquilo por favor.
-Llevas demasiado tiempo ahí dentro, te
van a salir hongos en la piel o algo parecido.
-¡Por favor! Estoy tratando de leer una
carta.
-¿Una
carta?, ¿Quién te escribió una carta?, ojalá no te hayan escrito de la
penitenciaría.
-Nada de eso madre, me escribió mi
amiga, la señorita Escobar.
-Lo ultimo que me comentaste de ella fue
que por su culpa te corrieron de Cactus Inc., que es lo que te comenta.
-Bien, Bien, así es. Sin embargo, quizá
me haya hecho un favor, en el fondo, Cactus Inc. No era la empresa idónea para
desarrollar mis actitudes. Mi nuevo trabajo puede resultar muy agradable.
-Oh, que horror -dijo la señora Hates-.
Te han echado del trabajo de una oficina de una fábrica de computadoras y ahora
andas vendiendo hamburguesas por la calle. Oye por cierto ¿Qué anda haciendo ahora esa Cynthia?
-preguntó con suspicacia la señora Hates- ¿Cómo es que escribe tanto? Ella sí
que necesita un buen baño, que chica aquella, Dios.
-La psique de Cynthia solamente puede
tener contacto con el agua en un sentido oral.
-¡¿Qué?!
-¿Querrías tener la bondad de dejar de
gritar como una lavandera y largarte? Vamos, vete y déjame en paz. Estoy muy
nervioso.
-¿Nervioso? Si llevas en esa agua
caliente más de dos horas, ¿cómo puedes estar nervioso?
-Apenas si se ha empezado a calentar el
agua.
-¡Entonces sal de la tina!.
-No entiendo por qué tienes que
molestarme de esta manera, yo estoy tratando de relajarme un poco y tu vienes a
gritarme y no me dejas en paz. Todo el día me la paso trabajando, vendiendo
hamburguesas, luchando en la selva de asfalto, y tu que haces, solo me molestas
y molestas. ¡Déjame en paz!. Haz algo. Échate y duerme, estas muy nerviosa
últimamente.
-Pues claro que lo estoy, hijo mío.
Estas destrozándole el corazón a tu pobre madre-dijo la señora Hates en tono
melancólico-. Yo, que desde siempre te he cuidado y he visto por tu bienestar,
siempre he satisfecho tus más mínimos caprichos. ¿Qué harías tú si me muriese
de repente?
-En fin, no estoy dispuesto a participar
en esta estúpida conversación. Lánzate a un monólogo si quieres, puedes
convertirte en la loca del barrio, ponte hablar con las paredes, ¡pero ya basta!
Pero en voz baja. He de concentrarme en
las nuevas ofensas que a hecho en mi contra la señorita escobar.
-No puedo soportarlo más, Bill. Un día
de estos me dará un ataque cardiaco por tu culpa, y tu te morirás de la pena al
ver a tu pobre madre caída en el suelo. Te quedarás solo en el mundo. Entonces,
caerás de rodillas y rezarás a Dios implorándole misericordia por el trato que
le diste a tu pobre madre. Eres un mal hijo Bill.
Del
baño sólo llegaba silencio. La señora Hates esperaba oír la respuesta de su
hijo, pero no escuchó absolutamente nada, al cabo de dos minutos de estar
esperando se fue a la cocina, cerro la puerta de la cocina, y hasta entonces
Bill pudo proseguir con la lectura de su carta.
Me
encuentro de nuevo con el hecho de que mi cuerpo atrae a algunas personas más
que mi inteligencia. Espero que estés trabajando en la resolución de tus
problemas personales, Bill. ¿Se ha agudizado tu paranoia? La base de tu
paranoia es, según mi opinión, el hecho de que te la pases todo el día encerrado
en tu casa frente a esa odiosa computadora. Y en estas circunstancias, estás
destruyéndote y destruyendo tu inteligencia. La última vez que te vi, estabas
muy mal. Probablemente hayas empeorado viviendo en esa vieja casa miserable con
tu madre como tu única compañía. No has superado tu trauma de tu
encarcelamiento y de la quiebra de Nerdsoft, este trauma a desembocado en una
total abstinencia sexual. ¿Es que tus impulsos naturales no te piden a grito un
desahogo?. Una aventura amorosa bella e importante te transformaría y te
ayudaría a superar tus traumas existenciales. Bill, estoy segura. Las grandes
ataduras edípicas que no has podido superar impiden tu desarrollo, y de la
misma manera impiden que te sobrepongas a tu pasado. Hace unos día tuve una revelación
de tipo espiritual creo que Dios se posesionó de mi pluma y me obligo a
escribir, por lo que te envío una copia de lo que mis manos santas plasmaron en
el papel, estoy convencido de que si la
recitas mañana y noche, Dios se apoderará de ti y eliminará todos tus traumas y
vicisitudes.
El rezo es el siguiente:
Padre eterno,
hoy estoy aquí pidiendo y suplicando que llenes mi corazón de tu infinita
bondad y buenaventuranza.
Padre eterno, te
suplico que me ayudes a no sentirme mal, que me ayudes a quitar el dolor de mi
corazón, solamente tu tienes el poder de hacerlo.
Dios, aquí
estoy, tu hijo pidiendo tu misericordia y tu perdón, sé que si tú estas en mi
corazón, ningún dolor puede ser tan grande como
para quitarme las esperanzas en el porvenir.
Padre sé que
estas a mi lado y siento una vez mas tu bondad y tu amor junto a mí.
Padre sé que
nunca te iras de mi lado, y sé que toda la eternidad estarás junto a mí.
Dios Santo, tu
que estas en mi corazón ayúdame a no sentir miedo, a no sentir tristeza, a no
sentir dolor, a no sentir incertidumbre, tu tienes el poder de apaciguar la
tormenta de mi alma.
¡Dios!, dame
fuerzas para seguir adelante siempre.
Dios cada vez
que pronuncio estas palabras benditas siento que mi corazón se llena de
felicidad y que todo vuelve a la normalidad en mi ser, siento como tu fuerza y
tu bondad llenan mi corazón y mi mente y nada puede destruir este sentimiento
tan bello.
Cada vez que
pronuncie tu nombre estarás junto a mí dándome fuerza, valor y sabiduría para
afrontar el presente y ver la llama de la esperanza en el futuro.
Recita constantemente esta oración y será
salvo. En fin, he de dejarte. Espero que consigas reponerte y dejes de estar
encerrado con tu computadora todo el día. Sal de esa casa, Bill, por favor, y entra
en el mundo que te rodea. Vence tus fantasmas. Me preocupa tu futuro. Has sido
siempre una parte importante de mis pensamientos, tengo mucho interés en saber
tu estado mental actual, así que, sal de esa cama y escribe. Por favor reza y
cuida tu espíritu.
C.
Escobar
Más
tarde, la arrugada piel de Bill salió de la bañera, Bill se sentó en la mesa de
su cuarto y encendió su computadora, experimentó un gozo infinito al oír la
canción de bienvenida del sistema operativo, posteriormente abrió su procesador
de palabras favorito. Su madre hablaba por teléfono con alguien en el pasillo,
y decía:
-Me gaste hasta el último centavo del dinero del seguro de su
pobre abuela Hates para que pudiera seguir en el Tecnológico. ¿Verdad que es
deprimente? Todo ese dinero tirado a la basura, ahora Bill vende hamburguesas
en un carrito ambulante, ¿puedes creerlo?
Bill
no puso atención en lo que seguía hablando su madre y comenzó a escribir en
letra gothic 12 puntos:
Querida
Cynthia:
He
recibido tu ofensivo comunicado. ¿Crees en serio que tengo interés en leer
tus estupideces? En todas tus cartas
parece haber alguna referencia a las ruindades de tu vida personal, siempre
haciendo alusión a tus atavismos mongólicos. Limítate, por favor, a tratar
problemas y temas de interés, no me abrumes con tus visiones sobre
consideraciones morales sobre mi persona. Así me ahorrarás, al menos, las cosas
indecentes y ofensivas.
Con
respecto a Nerdsoft te comento que esta empresa va a resurgir de las cenizas,
como el ave fénix, revitalizada y renovada en su totalidad, luchando sin cesar
como el viejo Quijote contra los molinos de viento, Nerdsoft luchará sin cesar
contra el totalitarismo nazi de las empresa monopolio, que controlan el mundo
de la computación.
Los
comentarios sobre mi vida personal ha experimentado una metamorfosis. En la
actualidad, estoy relacionado de un modo vital con la industria de la
comercialización de alimentos, y dudo, en consecuencia, muy seriamente, que
tenga mucho tiempo en el futuro para mantener una correspondencia contigo.
Así
es que te ruego atentamente que me dejes en paz, y que no vuelvas a
importunarme con tus escritos maquiavélicos y ofensivos. Respecto a la oración
déjame comentarte que es de muy mal gusto y que por nada del mundo me rezaría esta
blasfemia.
Solícitamente
Bill
16
Bill
se presento al mediodía en el local de Hamburguesas Panchito, el señor Panchito
lo estaba esperando:
-¡Qué horas son estas de llegar!, este
no es una cantina, tienes que llegar más temprano -dijo furioso Don Panchito-
-Buenos días, Don Panchito, fíjese que
en la mañana tuve una jaqueca insoportable, la cual me impidió llegar a buena
hora a este local.
-Cállese de una vez, por favor. En la
mañana vino la un comité de la secretaría de salubridad y me cobró una multa
debido a que lo vieron a usted levantó un gato callejero en la calle Isabel la
Católica y posteriormente comenzó a preparar una hamburguesa.
-¡Pero que mentira tan absurda! -dijo
Bill, y comenzó a ponerse la bata blanca que era el uniforme oficial de
Hamburguesas Panchito.
-¿Y qué estaba haciendo usted haciendo
en Isabel la Católica? Allí no hay gente, ni siquiera figura en nuestras rutas.
-Bueno, yo no lo sabía. La verdad es que
entré a esa zona debido a que hay aparadores
de computadoras, además hay un parque cerca de ahí, donde me detuve a descansar
un momento.
-Así que estaba usted allí, con razón no
vende usted ninguna hamburguesa, además no me extrañaría que agarrara a ese
gato.
-Ahora que lo dice, creo recordar que
había un gato blanco, parecía siamés, tenía los ojos azules, era un animal muy
amigable realmente.
-Así que estaba usted jugando con el
gato.
-No, yo no estaba jugando con el gato.
Yo sólo lo cogí para acariciarle un poco. Le ofrecí una hamburguesa, pero el
gato la rechazó, la verdad es que era un animal fino.
-¿Se da usted cuenta de que eso es una
infracción grave, pedazo de idiota?
-No, me temo que no -dijo furioso Bill-.
Pero ya basta. Mis nervios están al borde del colapso total. No me gustaría
nada tener que demandar a Hamburguesas Panchito, para que me abonase las
facturas del psiquiatra. Quizás ignore usted que no estoy amparado con un
servicio médico. En realidad, Señoría, estoy cada vez más insatisfecho con las
condiciones laborales que imperan en esta dudosa empresa.
-¿Por qué, que es lo que está mal?-
preguntó Don Panchito.
-Todo, me temo. Y además, tengo la
sensación de que no se me aprecia, y si me llegase a suceder un accidente, cosa
muy probable en esta época en que todo el mundo asalta, no creo que usted pague
mis gastos médicos mayores.
-Bueno, al menos viene usted todos los
días, eso ya es admitirlo.
-Eso significa que yo no puedo quedarme
un minuto más en casa en presencia de mi madre, ya que me golpearía con una
botella de vino en la cabeza. No crea que vengo a trabajar a este tugurio por
gusto.
-Mire, Hates, yo no quiero correrlo
-dijo Don Panchito en tono paternal.
-Mire, voy a asignarle a usted una ruta
nueva y a darle otra oportunidad. Tengo ciertos trucos comerciales que le voy a
enseñar. Pero necesito que usted haga un esfuerzo para vender las hamburguesas,
se necesita de su parte para el desarrollo de
Hamburguesas Panchito.
-Espero que haya elegido usted una ruta
panorámica, por una zona de parques donde haya asientos amplios en donde pueda
sentarse los trabajadores ambulantes. Mis pies necesitan un descanso varias
veces al día.
-Pare ya de una vez, gordinflón. No está
usted tullido ni inválido.
-Aún no del todo, pero con este ritmo de
trabajo no tardaran mis pies a sufrir graves daños irreversibles.
-Le voy a poner a usted en la Alameda
central.
-¿Qué?-protestó Bill- ¿Cree que voy a
deambular en ese festín del vicio? No, lo siento, pero la Alameda queda
descartada. En ese ambiente mis valores
morales sufrirían un grave atentado.
-Lo toma, o lo deja, gordo cabrón. Es la
última oportunidad que le doy. -la cicatriz de Don Panchito se estaba poniendo
blanca nuevamente.
-¿De veras? Bueno, esta bien, pero no se
altere, no ve le que le puede hacer daño. Podría usted caerse en la olla de
hamburguesas y sufrir graves quemaduras. No me queda más remedio que pasear mis
hamburguesas por Sodoma y Gomorra.
-De acuerdo. Entonces, quedamos en eso.
Viene usted por la mañana y empezará a trabajar en su nueva ruta.
-No puedo prometer que venderé muchas
hamburguesas en La Alameda.
-Lo que más hay en La Alameda es mercado
turístico.
El
señor Panchito hundió el tenedor en la bufanda de Bill y le ordeno salir
inmediatamente del local, amenazándole con el despido si no aparecía temprano
para empezar a trabajar en La Alameda central.
Bill
salió rápidamente Hamburguesas Panchito.
17
Bill
llegó a su casa después de un largo camino en el metro. Cuando entró en la
cocina, su madre le recibió poniéndose de rodillas y diciendo:
-¡Señor!,
¿Por qué me hiciste cargar con esta cruz terrible?, ¿Qué hice yo para merecer
este castigo?. Yo he sido buena.
-Deja
de blasfemar inmediatamente. Vaya recibimiento después de una jornada
extenuante en las calles de la ciudad.
-¿Qué
te ha pasado en la mano?
Bill
miró los arañazos que había recibido del gato cuando intentaba cargarlo.
-Tuve
una batalla casi apocalíptico con una prostituta. De no ser por mi fuerza
superior, habría asaltado mi carro, pero le di su merecido a la infeliz.
-¡Bill!
-gritó trágicamente la señora Hates- Cada día estas peor. Todo el dinero que he
gastado en tus estudios, se ha ido por el caño.
-Si
no dejas de molestarme, bautizaré la proa de tu ruinoso Dodge, con la botella de vino que está sobre la mesa.
-Peleándose
con una prostituta- dijo la señora Hates- que cosa tan horrible.
-Voy
a ver la televisión, y espero que me dejes en paz.
-Espera
un momento hijo-la señora Hates sacó de su bolso, un sobre color marrón
arrugado, y una carta blanca -. Esto llegó hoy para ti.
-Vaya-dijo
Bill con cierto interés
-Será
mejor que te laves con alcohol las manos para desinfectar los arañazos, ve a
saber que cantidad de porquería tenían las uñas de esa mujer.
-Puede
esperar-dijo Bill; abrió el sobre-. C. Escobar ha respondido, al parecer, a mi
misiva, con una urgencia casi frenética diría yo. La trate bastante mal.
Bill
se sentó en un sillón de la pequeña sala, para sentirse más cómodo al leer la
respuesta de la señorita Escobar.
Señores:
Bueno, al fin
tengo noticias tuyas, Bill. Una carta terrible.
Por fin, tu carta me permitió enterarme de que
aún sigues vivo, si es que se puede llamar a eso "vivir". ¿Qué
mentiras son esas de renovar a Nerdsoft, y lo de la industria de
comercialización de alimentos?. Admitámoslo, Bill, desde que te ví por última vez, lo único que has hecho es
estar tumbado en tu habitación pudriéndote.
-A una mujerzuela liberal habría que lapidarla al
estilo árabe.
-¿Qué?
¿Qué dices, hijo?
Bill,
te acecha una crisis muy grave, estoy segura de que no has podido escribir
siquiera unan línea de código para "revivir" a Nerdsoft. Tienes que
hacer algo. Sal de esa casa claustro una hora al día por lo menos. Da un paseo,
Bill. Contempla los árboles y los pájaros. Comprueba que la vida palpita a tu
alrededor. Aguanta hasta que nos veamos de nuevo.
C.
Escobar
Bill
dobló el sobre y la tiró al bote de la basura. La señora Hates contempló el
rostro desencajado de su hijo y preguntó:
-¿Qué quiere esa chica?
-Cynthia se dispone a violar un
desdichado negro garañón en público.
-Ay, Dios mío. Vaya amistades las tuyas
Bill, esa mujer esta completamente chiflada. Los pobres negros ya sufren
bastante. También ellos tienen una buena cruz. Ya verás, ya.
-Muchísimas gracias-dijo Bill en tono
profesional.
Posteriormente
Bill abrió el sobre de la carta blanca y para su sorpresa se dio cuenta que se
trataba de su amigo Jonathan, antiguo conocido programador que se dedicó a
trabajar en las empresas de comunicación de México:
Hola hermano.
Te escribo porque me han estado sucediendo
cambios radicales en mi existir y quiero compartirlos contigo.
Ayer termine una relación que había
durado casi 4 meses y fue algo natural para mí que esto pasara ya que la
joven y yo éramos completamente
distintos, pero eso no fue lo trágico sino que conocí a alguien que me hizo
sentir muy bien, y que desgraciadamente no voy a poder ver hoy por motivos
laborales, su nombre es Gina y me encantaría que pudiera estar junto a ella
siquiera un momento.
Hoy estoy en Televisa Santa Fe, no
sé si has venido por estos lugares, yo estoy seguro que sí, y la atmósfera es
tan relajante y tan relax que me pareció que en ningún lugar hubiera caído
mejor que aquí, realmente Dios mi gran Señor nunca me abandona y siempre esta
junto a mí para seguir adelante y alcanzar mis objetivos.
Estoy trabajando aquí impartiendo
algunos cursos de Office e Internet, la arquitectura es modernista y he pensado en algo así para algún terreno que
tengo en Oaxaca que con el tiempo sé que lo podré conseguir, mi mente esta
limpia y sana y sé que esta por conseguir su mejor potencial para despegar como
un cohete directo a las estrellas.
Mi potencial superior esta a punto
de surgir y quiero que estés junto a mí para apoyarme y escucharme, puesto que
también tengo momentos de tristeza y gran melancolía, cuando me siento
deprimido me gusta salir a manejar, me gusta ir al rancho en Michoacán y a
Oaxaca, pero últimamente no he tenido tiempo, puesto que necesito trabajar
algunos proyectos de programación y creación de páginas de Internet.
Me encantaría verte, si quieres
hablarme después de las 10 yo te contesto sin ningún problema, he estado a
punto de hablarte pero a veces pienso que has de estar ocupado y eso me ha
detenido.
Tu presencia junto a mí hace que
las cosas complicadas sean sencillas, y sé que vas a estar ahí para apoyarme
cuando te necesite, porque tu sabes que yo estoy aquí para apoyarte cuando tú
lo requieras nada mas es cuestión de pedirlo y estaremos ahí como dos aves que
están alzando el vuelo y necesitan ayudarse para conseguir llegar al horizonte.
Te quiere tu hermano Jonathan
P.D. Ojalá y vuelvas a hincar
Nerdsoft, estoy ávido de programar con tu estilo único. Nunca nos separaremos,
nuestra amistad es lo más limpio y bello que existe sobre la Tierra y quiero
que siempre exista y siempre perdure más allá de la muerte.
Bill
rompió inmediatamente la carta y dijo:
-Este tipo se volvió homosexual.
Se
dirigió rápidamente a su cuarto y prendió rápidamente la computadora, quería
proseguir con su manual ya que las cartas que había leído lo habían atribulado
notablemente. Abrió el Kword y comenzó a escribir casi frenéticamente:
OBJETOS
Y CLASES
La
programación orientada a objetos proporciona muchos otros conceptos y
características que hacen que la creación y uso de los objetos sea mucho más
fácil y más flexible; la más importante de estas características es la de las
clases.
Una
clase es una plantilla para crear varios objetos con características similares.
Cuando
se escribe un programa en un lenguaje orientado a objetos no se definen los
objetos en sí. Se definen clases de objetos.
Por
ejemplo, se podría tener una clase Árbol que describiera las características de
todos los árboles (tienen hojas y raíces, crecen, producen clorofila). LA CLASE
Árbol sirve como un modelo abstracto para el concepto árbol. Para llegar a un
árbol y tocarlo -o interactuar con él o talarlo-, se debe tener una instancia
concreta de ese árbol.
Por supuesto, una vez que se tiene una clase
Árbol se pueden crear muchas instancias diferentes de ese árbol, y cada
instancia de Árbol diferente puede tener diferentes características (chaparro,
alto, frondoso, etc.) y al mismo tiempo sigue comportándose y siendo
inmediatamente reconocido como un árbol.
Una
INSTANCIA de una clase es otra palabra
usada para un objeto real. Si una clase es la representación general (genérica)
de un objeto, una instancia es su representación concreta.
En
un ejemplo más adecuado al tipo de cosas que se deben hacer en la programación
Java, se podría crear una clase para el elemento de interfaz de usuario llamado
"botón". La clase Button define las propiedades de un botón (su
rótulo, su tamaño, su apariencia) y la manera en que se comporta. Una vez
que se define la clase Button se pueden crear fácilmente instancias de
ese botón-esto es, objetos botón-, que toman todas las características básicas
de un botón tal como es definido por la clase, pero pueden tener diferentes
apariencias y comportamientos en base en lo que se quiere que haga un botón
particular. Mediante la creación de una clase Button no se tiene que volver a
escribir nuevamente el código para cada botón individual que se quiere usar en
el programa, y se puede volver a utilizar la clase Button para crear diferentes
tipos de botones conforme se les necesite en este programa y en otros.
Si
ya está acostumbrado a la programación en C, puede pensar sobre una clase como
una forma de creación de un nuevo tipo de dato compuesto usando struct y
typedef. Sin embargo, las clases pueden proporcionar mucho más que un simple conjunto
de datos, como lo descubrirá en el resto
de la lección de este día.
La
tarea de usted como programador Java es crear el conjunto adecuado de clases
que realicen lo que el programa necesite.
El
ambiente Java contiene una biblioteca de clases que implementan gran cantidad
del comportamiento básico que se necesita, no sólo para las tareas de
programación básicas (clases para proporcionar las funciones matemáticas
básicas, arreglos, cadenas, etcétera) sino también para el comportamiento
gráfico y de red.
Para
programas Java complejos, tal vez tenga que crear un conjunto completo de
clases con interacciones definidas entre ellas.
Estas
clases son las que precisamente voy a ocupar para entrar en los sistemas de
seguridad casi infinita. Esto lo voy a conseguir gracias al bendito JAVA.
Ya
no aguanto las ganas de terminar mi programa.
Bill
terminó de escribir y se dedico a dormir profundamente.
18
Bill
prendió su computadora, cuando llegó de trabajar, y empezó a escribir en su
diario electrónico:
La
mente pervertida (y excesivamente idiotizada) de Don Panchito ha ideado un
método para empequeñecer mi autoestima. Pensé al principio que podría haber
hallado un padre en el zar de las hamburguesas, en el magnate de la carne. Pero
el sentido de envidia que le inspiro aumenta cada día, hasta volverse la
convivencia diaria insoportable. La complejidad de mi visión del mundo, mis
estudios y mis lecturas, todo esto confunde y asombra al mismo tiempo a Don
Panchito.
Este
cambio de rumbo que es totalmente opuesto del devenir tecnológico de la
actualidad me ha servido de reflexión profunda. ¿Habrían sido capaces de
superar tales obstáculos Edison, Ford y Rockefeller?
La mente diabólica de Don Panchito ha
hecho que deambule en el limbo de las almas perdidas, no sé si soy capaz de
volar por el pantano sin mancharme.
Sin embargo, espero que mi senectud no
tenga que depender de las hamburguesas para sobrevivir, me aterra la idea de
tener que depender todo el tiempo de vender hamburguesas. La venta de mis obras
tecnológicas quizá aporte algún beneficio. Actualmente estoy dedicando mi
tiempo libre a escribir un programa decriptador que me permita entrar a la
página de un banco y de esta manera poder obtener recursos para mi vejez. En caso necesario, siempre podría recurrir al
circuito de la enseñanza de programación, sin embargo mis experiencias en este
campo no han sido gratificantes.
Personalmente, he descubierto que la falta de comida y de comodidades,
en vez de ennoblecer el espíritu, crea sólo ansiedad dentro de la psique
humana, debido a la tendencia del capitalismo salvaje de vender hasta la alma
al diablo si es necesario para conseguir un poco de bienestar material. Aunque
tengo una Rica Vida Interior, preciso tener también algo de comida y alguna que
otra comodidad.
Por
mi madre recé una oración a Santa Zita de Lucca, que se pasó la vida trabajando
de criada y practicando muchas austeridades, y pedí a la santa que ayudase a mi
madre a combatir el alcoholismo y las juergas nocturnas.
En
ese momento Bill cerro el archivo del diario del trabajador, y comenzó a
proseguir con el manual de Java, como preámbulo de la creación de su obra
maestra de programación:
Métodos.
Los métodos
(comportamiento) de una clase establecen los procesos que las instancias de una
clase pueden llevar a cabo. Los métodos son la única forma en que los objetos
pueden realizar alguna acción que les afecte a sí mismos o a otros objetos. Por
ejemplo, regresando a la clase motorcycle teórica, los siguientes son algunos
métodos que podrían tener dicha clase:
·
Encender el motor
·
Apagar el motor
·
Acelerar
·
Cambiar marcha
·
Detenerse
Para definir el
comportamiento de un objeto se emplean métodos que se ven y comportan como las
funciones de otros lenguajes, pero se definen dentro de una clase. Java no
tiene funciones definidas fuera de las clases (como sucede en C++).
Los METODOS son
funciones definidas en el interior de las clases que operan sobre instancias de
esas clases.
Los métodos no
siempre afectan a un solo objeto; los objetos también se comunican entre ellos
usando métodos. Una clase u objeto puede llamar a métodos de otra clase u
objeto para comunicar cambios en el ambiente o para pedirle al objeto que
cambie su estado.
CONJUNCIÓN DE
LAS PROPIEDADES Y LOS MÉTODOS.
Liz es un objeto del tipo de clase persona.
Ella es una mujer (propiedad) y habla (método). La camioneta de Liz es un
objeto de la clase Vehículo. Es azul (propiedad) y su motor se enciende y se
apaga (método).
La PC de José es
un objeto de la clase Computadora. Es una SMP-P990 (propiedad), toca un CD de
música (método) y puede imprimir un documento (método).
Piense sobre
estos objetos de la vida real (que no
estén relacionados con la programación o las computadoras) y vea si puede
describirlos como los ejemplos anteriores.
CREACIÓN DE UNA
CLASE
Hasta este
momento la lección de hoy ha sido bastante teórica. En esta sección se creará
un ejemplo funcional de la clase Motorcycle para que pueda ver cómo se definen
los datos miembro y los métodos de una clase. También creará una aplicación
java que produce una nueva instancia de la clase Motorcycle y muestra sus datos
miembro.
Antes de
comenzar, abra una nueva área de trabajo del proyecto en el Microsoft Developer
studio y abra una nueva ventana fuente. Teclee lo siguiente:
Class Motorcycle
{
}
!Felicidades¡ Ya
ha creado una clase. Por supuesto, por el momento no hace gran cosa, pero es
una clase Java de lo más simple.
Primero cree
algunos datos miembro para esta clase -tres, para ser específicos.
String m_Make;
String m_Color;
Boolean m_EngineState;
NOTA TECNICA:
Boolean en Java es un tipo de dato real que puede tener valores true o false.
Ahora añada
algunos métodos (comportamientos) a la clase. Hay todo tipo de cosas que puede
hacer una motocicleta, pero para mantener sencillas las cosas añada solamente
un método, uno que arranque el motor. Agregue las siguientes líneas debajo de
los datos miembro en su definición de clase:
Void startEngine()
{
if (m_EngineState==true)
System.out.println("The
engine is already on.");
Else
{
m_EngineState
= true;
system.out.println("The
engine is now on.");
}
}
El método
startEngine prueba si el motor ya está encendido (en la línea
m_EngineState==true) y, de ser así, simplemente imprime un mensaje. Si el motor
no está encendido cambia el estado del motor a true y luego imprime un mensaje.
Con los métodos
y propiedades en su lugar, guarde el programa en un archivo llamado
Motorcycle.java (Recuerde que recomendamos que nombre a los archivos Java con
el mismo nombre que el de la clase que define.) Así es como debe verse el
programa hasta el momento.
Class Motorcycle
{
Void startEngine()
{
if (m_EngineState==true)
System.out.println("The
engine is already on.");
Else
{
m_EngineState
= true;
system.out.println("The
engine is now on.");
}
}
}
Antes de que
compile esta clase añada un método más. El método showAtts imprime los valores
actuales de los datos miembro de una instancia
de la clase Motorcycle. Así es como se ve la función:
Void showAtts( )
{
System.out.println("This motorcycle is a "
+
color + " " + make);
if (m_EngineState == true)
System.out.println("The engine is
on.");
Else System.out.println("The engine is off.");
}
El método
showAtts imprime dos líneas en la pantalla: los m_Make y m_Color del objeto
Motorcycle y si el motor está encendido o pagado.
¿Qué pasa si
ahora usamos el intérprete JVIEW para ejecutar esta clase compilada? Haga la
prueba, JAVA supone que esta clase es
una aplicación y busca un método main. El intérprete JVIEW le da un error como
el siguiente:
In class Motorcycle: void
main(String argv[ ]) is not defined
Cada
día se acerca más el día en que ejecute mi programa y pueda solucionar de una
vez para siempre mis problemas económicos. Bill apagó la computadora y se
concentró en la meditación trascendental.
19
Bill
se sentía cada vez peor. Sus jaquecas habituales habían comenzado nuevamente a
importunarle. De las grandes bolsas de gas que tenía en el estómago salían
descomunales eructos que iban abriéndose paso a través del tracto digestivo.
La causa de su mala salud, era, estaba
convencido, el consumo excesivo de productos Panchito. Pero había otras
razones. Su madre se mostraba cada día mas desagradablemente hostil; empezaba a
resultarle imposible controlarla. Luego estaba Cynthia, que le escribía
constantemente, contándole su vida como si fueran sucesos de telenovela, tanto
era su agobia por las cartas de Cynthia que llegó incluso a tener pesadillas
cuya protagonista era la señorita Cynthia.
De
noche le asediaban los sueños y de día le esperaba la ruta absurda que Don
Panchito le había asignado. Nadie en la Alameda parecía interesado en las
Hamburguesas Panchito, y por lo tanto no podía llevar un salario decente a casa
y su madre se mostraba más hosca cada día.
Había
leído en el periódico que habría una exposición
de pintores contemporáneos en la calle Allende, Bill se sintió atraído
por esta exposición y en su intento por atraer a la clientela, Bill había
fijado una hoja en la parte delantera del carrito de hamburguesas, la cual
decía DOCE PULGADAS (12) DE PANCHITO. Hasta el momento, nadie había atendido su
mensaje.
-Hamburguesas,
hamburguesas -decía Bill, algo irritado ya-Manjares de las higiénicas cocinas
de Don Panchito.
-¡Oh
Dios! -gritó Bill después de haber peregrinado arriba y debajo de la calle
Allende-¿Cómo se atreven a presentar estos abortos al público?-dijo Bill al
contemplar uno de los cuadro de la exposición.
-Siga
su camino señor, tenga la bondad -dijo una señora a Bill
-Las
magnolias no son así-dijo Bill-. Ustedes necesitan urgentemente un curso de
botánica.
-Usted
no tiene porque mirar nuestras pinturas- dijo una voz irritada del grupo.
-¡Por
supuesto que sí! -gritó Bill- ¿Quién de ustedes hizo estas camelias?, están
horribles.
-Déjenos
en paz dijo una voz aguda.
-Deberían
aprender a dibujar antes de presentar este tipo de exposiciones que son una
ofensa al buen gusto.
-Váyase
usted.
-No
estamos dispuestas a dejarnos insultar por un vendedor sin educación-dijo
altaneramente una señora mayor.
-¡Comprendo!
-gritó Bill- Ya veo que son ustedes las que calumnian a los vendedores de
hamburguesas, han de saber que cualquier trabajo es honrado.
-Está
loco
-Que hombre
tan ordinario.
-¡Que grosero!
-¡No hay que
rebajarnos a su nivel!
-No le
queremos aquí.
-¡Es natural!
-dijo Bill-. Es evidente que temen a alguien con cierto contacto con la
realidad.
-Váyase
por favor.
-Lo
haré, si -Bill cogió el carrito de Hamburguesas Panchito y se alejó con él-.
Deberían todas ustedes estar pidiendo perdón de rodillas por lo que he visto
aquí.
-No hay duda
de que esta ciudad cada vez está peor, con esta clase de gentuza vagando por
aquí.
Bill regreso
al local de hamburguesas Panchito, donde ya lo estaba esperando don Panchito,
quien le dijo:
-Por que tardaste tanto- dijo don Panchito en un
tono de pelea.
-He tenido que caminar todo el día,
trabajando varias horas de Sol a Sol, y no he logrado vender una sola
hamburguesa.
-¿Qué?, ¿Cómo es posible que no hayas
vendido ni una sola hamburguesa?
-Pues así es don Panchito, lamentablemente
no pude conseguir el propósito de llevar a la empresa Hamburguesas Panchito a
competir con Mac Donalds o Burger King, pero lamentablemente he fracasado.-dijo
Bill visiblemente atribulado.
-¡Pues ya basta! No puedo creerlo, ¡Estas
despedido!
-No estoy dispuesto a soportar un día más su
mal humor, me largo de aquí.
-¡Largo!, ¡Largo!-gritó don Panchito-
Bill salió
rápidamente de hamburguesas don Panchito, para no volver jamás.
20
Querido
lector:
La naturaleza hace a veces un tonto;
pero un fanfarrón siempre es obra del hombre.
Bismark
Cuando
estaba gastando las suelas de mis tenis hasta convertirse en una simple lengua
de caucho sobre las viejas baldosas de la Alameda , en el febril empeño de
ganarme la vida en una sociedad despreocupada e indiferente, me saludo un
apreciado y viejo conocido (un homosexual), que no había visto desde que me
ayudo a programar un reproductor virtual de DVD. Tras unos momentos de
conversación en los que yo dejé demostrada fácilmente mi superioridad ética y
moral sobre aquel degenerado, me quedé cavilando una vez más sobre la crisis de
nuestra época.
Mi inteligencia claramente superior a la suya,
indomable y exuberante como siempre, me susurró un plan tan majestuoso y audaz
que me estremecí ante la idea misma de lo que estaba oyendo. Se me ofrecía la
oportunidad de salvar al mundo a través de la degeneración. Allí, a través de
las piedras gastadas de la Alameda central, solicite la ayuda de aquella
marchita flor de ser humano, aquella
piltrafa humano, pidiéndole que reuniese a sus compañeros de fatuidad
bajo la bandera de la fraternidad.
Nuestro
primer paso será elegir a uno de ellos para un cargo elevado como la
presidencia, si la suerte nos es propicia. El que al final hagamos jefe del
Estado Mayor, deberá ocuparse sólo de su elegante guardarropa, guardarropa que
le permitiría ser Jefe de Estado en la mañana y tarde, para convertirse en una
dama en la noche. Al ver los éxitos que obtienen aquí sus camaradas
uniformados, los pervertidos del resto del mundo también se agruparan para
controlar las milicias de sus propios países. En realidad este tipo de gentuza
tienen una forma de ver la vida bastante particular, tienen bastante
sensibilidad e inteligencia.
En
aquellos países reaccionarios donde los homosexuales pueden tener problemas
para hacerse del control, les enviaremos ayuda, les enviaremos rebeldes que les
ayuden a derribar sus gobiernos.
Cuando
hayamos derribado todos los gobiernos existentes, el mundo no tendrá ya guerras
sino orgías globales realizadas con todo protocolo y con un espíritu
verdaderamente internacional, pues estas gentes superan las simples diferencias
nacionales. Su inteligencia tiene solamente un objetivo; están verdaderamente
unidos. Piensan como uno solo.
Ninguno
de los pederastas en el poder será, por supuesto, lo bastante práctico para
saber de artilugios como bombas. Esas armas nucleares se pudrirán en sus
lugares de almacenaje. De vez en cuando, el Jefe del Estado Mayor, el
Presidente y demás, vestidos con plumas y lentejuelas, divertirán a los
dirigentes, es decir, a los homosexuales, de los demás países con bailes y
fiestas. Por todas partes florecerán ballets y comedias musicales de Broadway,
y entretenimientos de ése genero, que probablemente hagan mucho más feliz a la
gente común que las proclamas lúgubres, agresivas y fascistas de un anterior
dirigente.
Casi
todos los demás han tenido la oportunidad de regir el mundo. No veo porque
ellos no han de tener también la suya. Es evidente que han sido por mucho
tiempo perseguidos. Su desgracia es una desdicha, nacional, mundial.
La degeneración, más que indicar la
decadencia de la sociedad, como en otros tiempos, indicará ahora paz para un
mundo atribulado. Hemos de dar soluciones nuevas a nuevos problemas.
Yo actuaré como una especie de mentor y
guía de movimiento, pues mis conocimientos, nada desdeñables, de la historia
del mundo, la economía, le religión y la estrategia política constituirán una
reserva. El propio Boecio jugó un papel
Bastante
similar en la Roma degenerada. Sirvió así justamente a muchos cristianos como
guía, filósofo y amigo; precisamente porque si bien su época era corrupta, él
tenía una cultura completa.
Esta vez dejaré pasmada a la Escobar. Es
un plan demasiado sobrecogedor para una mozuela prosaica y liberal enredada en
la trama claustrofóbica de los tópicos.
¿Quiere
Miss Escobar sexo en la política? Pues yo le daré sexo…
¡En abundancia! Se quedará
demasiada apabullada para poder reaccionar ante la originalidad de mi
plan. Se morirá de envidia, estoy seguro.
Nota
social: La tunanta de mi madre se ha ido otra vez, lo que es más bien una
suerte, en realidad. Sus vigorosos ataques y sus agrias arremetidas contra mi
persona afectan negativamente mi salud.
El refinado programa de acceso a los
bancos, lo ejecutaré próximamente en un café Internet del centro. Debo de
compilarlo y ejecutarlo cueste lo que cueste. Necesito un traspaso global a mi
cuenta ficticia en las islas caimán.
El gran día está por llegar, ningún
sistema de seguridad o firewall podrá detenerme, este programa que lo he ido
confeccionando cuidadosamente es infalible.
Ya me imagino disfrutando de las soleadas playas de Cancún con varias mujeres
hermosas a mi lado.
Hasta
luego
Bill,
vuestro Chico Trabajador.
Bill
terminó de escribir este diario del trabajador, y empezó nuevamente a redactar
su manual de JAVA, para esto abrió otro archivo en su procesador de palabras
favorito el Kword:
Para hacer algo
con la clase Motorcycle, por ejemplo crear instancias de esa clase y jugar con
ellas, se necesita crear una aplicación JAVA que use esta clase o añadir un
método main a ésta. Para efectos de simplicidad haga esto último. El listado
3.1 muestra el método main( ) que añadirá a la clase Motorcycle.
Listado 3.1 El
método main( ) para Motorcycle.java
Public static void main (String
args[ ])
{
Motorcycle mMyCycle = new Motorcycle( );
mMyCycle.m_Make = "Harley Davidson Sportcenter";
mMyCycle.m_Color = "yellow";
System.out.println("Calling showAtts…");
MMyCycle.showAtts;
System.out.println("----");
System.out.println("Starting Engine…");
MmyCycle.startEngine( );
System.out.println("----");
System.out.println("Calling showAtts…");
MMyCycle.showAtts( );
System.out.println("----");
System.out.println("Starting Engine.…");
MMyCycle.startEngine(
);
}
Con el método
main( ) la clase Motorcycle es ahora una aplicación, y se le puede compilar
nuevamente y esta vez se ejecutará. Así es como debe verse la salida:
Calling showAtts…
´This motorcycle is a yellow Harley
Davidson Sportcenter
The engine is off.
------
Starting engine…
The engine is now on.
-----
Calling showAtts…
This motorcycle is a yellow Harley
Davidson Sportcenter
The engine is on.
------
Starting engine…
The engine is already on.
Es probable que
el contenido del método main( ) le parezca muy nuevo, así que vamos a revisarlo
línea por línea para que tenga al menos una idea básica de que es lo que hace.
ANÁLISIS: La
primera línea declara al método main( ). Éste siempre se ve de esta forma, y
aprenderá los puntos específicos de cada parte posteriormente en esta semana.
La línea 2,
Motorcycle mMyCycle = new Motorcycle( ), crea una nueva instancia de la clase
Motorcycle y guarda una referencia a ella en la variable mMyCycle. Recuerde que
en realidad no opera sobre las clases en los programas Java, sino que, en vez
de ello, se crea una instancia (objeto) para esas clases y luego se llama a los
métodos y propiedades de esos objetos.
Las líneas 3 y 4
asignan los datos miembro para este objeto de motocicleta: la marca es ahora
Harley Davidson Sportecenter (una de las mejores) y el color es yellow.
Las líneas 5 y 6
llaman al método showAtts( ), definido en su objeto motocicleta. (De hecho,
solamente lo hace la línea 6, ya que la 5 sólo imprime un mensaje que dice que
está a punto de llamar a este método). El nuevo objeto motocicleta imprime
luego los valores de sus datos miembro -m_Make y m_Color-, tal como se asignaron
en las líneas anteriores, y muestra que el motor está apagado.
La línea 7
imprime una línea divisoria en la pantalla, cuyo fin sólo es hacer más
atractiva la salida.
La línea 9 llama
al método startEngine( ) del objeto motocicleta para arrancar el motor. El
motor ahora debe de estar encendido.
La línea 12
imprime nuevamente los valores de los datos miembro. Esta vez el reporte debe
decir que el motor está ahora encendido.
La línea 15
trata de arrancar nuevamente el motor, sólo para divertirnos. Debido a que el
motor ya está encendido esto deberá imprimir el mensaje de error.
HERENCIA
INTERFACES Y PAQUETES
Ahora que ya
tiene un brochazo básico de las clases, objetos, métodos, variables y la manera
de poner todo esto en junto en un programa Java, es tiempo de añadir algunos
cuantos términos más de objetos a su conocimiento. LA HERENCIA, LAS INTERFACES
Y LOS PAQUETES son mecanismos para la organización y el comportamiento de las
clases. Las bibliotecas de clase de Java usan todos estos conceptos, y las
mejores bibliotecas de clases que usted escriba para sus propios programas
también usará estos conceptos.
HERENCIA
La herencia es
uno de los conceptos más poderosos en la programación orientada a objetos, y
tiene un efecto directo sobre la manera en que se diseñan y escriben las
clases.
El concepto de
herencia es que al escribir una clase sólo se tiene que especificar la manera
en que una clase difiere de alguna otra clase, esto es, la herencia le dará
acceso automático a la información que está contenida en la clase original.
Cuando se usa
herencia, todas las clases -aquellas que usted escribe, aquellas de las
bibliotecas que usted use y también aquellas de las utilerías estándar- se
organizan en una jerarquía estricta.
Cada clase tiene
una superclase (la clase que está arriba de ella en la jerarquía) y cada clase
puede tener una o más subclases ( las clases que están por debajo de esa clase
en la jerarquía). Las clases que están más abajo en la jerarquía se dice que
heredan de las clases que están más arriba en la jerarquía.
Las subclases
heredan todos los métodos y variables de sus superclases; esto es, en cualquier
clase particular, si la superclase define un comportamiento que su clase
necesita, usted no tiene que volver a definir o copiar ese código de alguna
otra clase. La clase obtiene automáticamente ese comportamiento de su
superclase, esa superclase obtiene comportamiento de su superclase y lo mismo
sucede en toda la ruta hacia arriba en la jerarquía.
En la parte
superior de la jerarquía de clases de Java está la clase Object, y todas las
clases heredan de esta primera superclase. Object es la clase más general en la
jerarquía, y define el comportamiento heredado por todas las clases en la
jerarquía de clases de Java. Cada clase que está más abajo en la jerarquía
añade más información y llega a ser más adecuado para un propósito específico.
De esta manera,
se puede pensar de una jerarquía de clases como la definición de un concepto
muy abstracto en la parte superior de la jerarquía y luego haciendo más
concretas las ideas entre más abajo va el concepto en la cadena de superclases.
El subclaseado
involucra la creación de una nueva clase que hereda de alguna otra clase en la
jerarquía de clases. Mediante el subclaseado usted sólo tiene que definir las
diferencias entre la clase y su madre, ya que el comportamiento medular (de la
clase madre / superclase) está disponible para la clase por medio de la
herencia.
CREACIÓN DE UNA
JERARQUÍA DE CLASES
-Cuando
desarrolle clases en una jerarquía puede dividir en superclases la información
contenida a varias clases, y luego reutilizar la información de dichas clases
una y otra vez. Cada subclase obtiene esa información común de su superclase.
Bill
terminó de escribir parte del manual de Java, el cual pretendía lanzar a la
venta cuando consiguiera el suficiente dinero para la edición. Bill comenzaba a
sentir una fuerte jaqueca por lo que termino abruptamente la redacción del
manual y se dedicó a darse una larga ducha, esperando que su madre no llegase a
importunarlo como solía hacerlo. Posteriormente se dedicaría a escribir parte
de su programa en Java para hackear páginas de Internet.
21
La
señora Rojas ayudó a subir las escaleras a la renovada señorita Herrera y abrió
la puerta.
-¡Esto es Cactus Inc.! -exclamó la
señorita Herrera.
-Así
es señorita Herrera, está usted donde se le estima, vine a saludarla y a
preguntar por su salud.
-Yo creí que estaba jubilada, ¡Me han
engañado ustedes!-gritó la señorita Herrera.
-¿Ya estás contenta? -Preguntó el señor
Rojas a su mujer-. Lo único que esa mujer desea es jubilarse e irse a descansar
a su casa.
-Fíjate que ardor hay en su voz -dijo el
señor Rojas-. Que vigor. Realmente es increíble.
-Hay
una carta de Carlos Sliin dirigida personalmente a usted-dijo el señor
Mendizábal al señor Rojas.
-¿Que
querrá ahora ese chiflado?-dijo irritado el señor Rojas.
-Quizá
le pregunten que le sucedió a una empresa próspera y floreciente-comentó la
señora Rojas- Quizá le pregunten que pasó después de la muerte de León Rojas.
Quizás ese Sliin tenga algún consejo que darle a un playboy. Léela Mike. Será
tu tarea de la semana en Cactus Inc.
El
señor Rojas miró el sobre en el que se leía "personal" tres veces,
escrito con bolígrafo rojo. Lo abrió y abrió luego una carta que tenía grabado
otro papel adjunto.
Querido
señor Rojas:
Nos
quedamos perplejos y nos sentimos muy ofendidos al recibir su carta adjunta.
Hemos sido fieles agentes de vuestros productos durante treinta años y hemos
demostrado hasta ahora nuestro más cálido afecto a esa empresa. Quizá recuerdes
la corona que enviamos cuando murió tu padre, en la que no reparamos en gastos.
Esto será muy breve. Tras muchas noches
de insomnio, hemos entregado la carta original a un abogado, que ha iniciado un
pleito por calumnias con una indemnización de 5 millones de pesos. Quizá esto
compense un poco el agravio que constituye la carta adjunta.
Vete
a ver a un abogado. Nos veremos ante el tribunal, como caballeros. Basta de
amenazas, por favor.
Muy atentamente
Carlos Sliin
presidente.
El
señor Rojas se quedó helado cuando pasó la página y leyó la copia de la carta
de Sliin. Era algo increíble. ¿Quién se molestaría en escribir semejantes
cosas? "Sr. Sliin mongoloide"; "Su absoluta falta de contacto
con la realidad"; "Su desdichada visión del mundo"; "Puede
usted sentir el morder del látigo en sus hombros despreciables"; y lo peor
de todo era que la firma, Rojas Mike, parecía bastante autentica. En aquellos
momentos, Sliin debía estar acariciando y besando el original y chasqueando los
labios. Para alguien como Sliin, aquella carta era como un bono de ahorro, como
un cheque en blanco.
-¿Quién escribió esto?-preguntó el señor
Rojas, entregándole la carta al señor Mendizábal.
-¿De qué e trata, Mike? ¿Algún problema?
¿Hay algún problema? Ese es uno de tus problemas: que nunca me cuentas tus
problemas, sabes que yo podría darte consejos valiosos para que puedas
resolverlos.
-¡Oh, Dios mío!-gritó el señor
Mendizábal- es horrible.
-¡Silencio!-gritó la señorita Herrera.
-¿De que se trata, Mike? ¿Algo que no hiciste correctamente? ¿Alguna
autoridad que delegaste a alguien?
-Si, es un problema. Es un problema que
significa que podríamos quedarnos hasta sin camisa.
-¿Qué? -la señora Rojas arrebató las
cartas al señor Mendizábal; las leyó, y se convirtió en una arpía; sus rizos
lacados se transformaron en serpientes-. Ahora si que la has hecho buena.. Eres
capaz de cualquier cosa con tal de fastidiar a tu padre y arruinar su negocio.
Ya sabía yo que las cosas acabarían aquí.
-¡Cállate de una vez!. Yo nunca escribo
las cartas de la empresa.
-Britney y Cristina tendrán que dejar la
Universidad. Se venderán a marineros y gangsters. Terminaran muy mal Mike, muy
mal, y todo por tus estupideces.
-Estás enfermo- gritó la señora Rojas a
su esposo.
-¡A callarse!, ¡Déjame en paz! ¡Estas
histérica!
-¿Y acaso será mejor mi situación? -los
párpados color agua marina de la señora Rojas temblaron-.¿Qué será de mí? Mi vida ya ha sido destrozada. ¿Qué me
sucederá ahora? Tendré que dedicarme a rebuscar en los botes de basura. Tenía
razón mi madre. Eres un pobre inútil.
-¡Silencio!-exigió la señorita Herrera,
esta vez con mucha más fiereza-. Son ustedes la gente más escandalosa que he
visto en mi vida, lárguense de una buena vez.
La
señora Rojas se había desplomado en una silla, gimiendo algo relacionado con
salir a vender productos Mary Kay.
-¿Qué sabe usted de esto,
Mendizábal?-preguntó el señor Rojas al jefe administrativo, que tenía los
labios blancos.
-No sé ni una palabra -balbució el señor
Mendizábal-. Es la primera vez que veo estas cartas. Le juro que yo no las
escribí.
-Es usted quien escribe la
correspondencia.
-Yo no escribí eso señor, sé lo
juro-dijo implorante el señor Mendizábal.
-Sí, sé que no lo haría-el señor Rojas
intentaba pensar-. Alguien nos ha jugado una broma de muy mal gusto, y que
podría ser demasiado costosa.
El señor Rojas se dirigió hacia los
archivos. No había ninguna ficha de Sliin. El cajón estaba completamente vacío.
Abrió varios cajones más: la mitad estaban vacíos. Bonito modo de empezar a
prepararse para un juicio por calumnia.
-¿Qué hace usted con el archivo?
-Eso mismo me he estado preguntando yo
-dijo el señor Mendizábal.
-Oiga, Mendizábal, ¿cómo se llama aquel
chiflado tan grandote que tuvo usted trabajando aquí, aquel gigantón gordo de
la gorra roja?
-El señor Bill Hates. El se encargaba de
la correspondencia de salida. ¿Pero quién puede haber redactado esta horrible
carta?. El señor Hates intentó que los obreros me mataran.
-¿El Joven idealista?-gimió la señora
Rojas.
-No sé dónde está-contestó el jefe
administrativo-.
-En fin, sí, eso será -dijo el señor
Rojas-. Estará en este momento intentando ayudar a otros desdichados. Es
alentador saber que su idealismo sigue intacto.
Al señor Rojas se le había ocurrido una
cosa, y preguntó al jefe administrativo:
-¿Cómo se llamaba aquel chiflado?
-Hates. Bill.
-¿De versa? -dijo la señorita Herrera-Yo
pensaba que era Claudia.
-Señorita
Herrera, por favor-dijo irritado el señor Rojas.
Aquel mamarracho de Hates trabajaba para la empresa
en la época en que estaba fechada la carta de Sliin.
-¿Cree usted que Hates sería capaz de escribir una
carta como ésta?
-Puede -dijo el señor Mendizábal-. No sé. Yo tenía
depositado en él grandes esperanzas, hasta que intentó que aquel obrero me
abriera la cabeza con un ladrillo.
-Muy bien.- dijo la señora Rojas-. Eso es, lo mejor
es intentar acusar a un joven idealista. La gente idealista como ese joven no
anda haciendo este tipo de locuras. Veras que te voy a acusar con Britney y
Cristina, te van a aborrecer.
-La señora Rojas hizo un gesto que indicaba que las
chicas se quedarían verdaderamente horrorizadas ante la noticia.
-¿Entonces, quieres que diga que fui yo quien
escribió esto?
-¡Por supuesto que no! -gritó la señora Rojas a su
esposo-. ¿Crees que quiero acabar en un asilo? Si el joven idealista lo
escribió, tendrá que ir a la cárcel por falsificación, no faltaba más.
-¿Te quieres callar? Estás complicando todo- dijo el
señor Hates a su mujer; luego, se volvió al jefe administrativo-: Localíceme el
teléfono de ese Hates.
-El señor Mendizábal despertó a la señorita
Herrera y le pidió una guía telefónica.
-Las guías telefónicas las guardo yo
-masculló la señorita Herrera-. Y no va a usarlas nadie.
-Entonces, búsquenos a un tal Hates en la Calle Picacho.
-Bueno, esta bien Méndez -dijo la
señorita Herrera- pero dejen de gritar.
La
señorita Herrera, examinando la guía con una lupa, y terminó dándoles el número
de Hates.
El señor Rojas marcó el número, y
contestó una voz: <<Buenos días, servicios de limpieza>>
-Deme una de esas guías- gritó el señor
Rojas.
-No-replico la señorita Herrera-. Las
perderán. Yo les encontraré el número. Dejen en paz al señor Hates, ya lo
corrieron a patadas de aquí, que es lo que quieren ahora.
El señor Hates marcó el segundo número
que le dio la señorita Herrera. Contestó una mujer que se oía ligeramente ebria
y le dijo que el señor Hates no llegaría sino hasta entrada la noche.
-Bueno, no está en casa -dijo el señor
Rojas al público de la oficina.
-El señor Hates siempre parecía defender
sinceramente los intereses de Cactus Inc. -dijo, con tristeza, el jefe
administrativo-. Nunca sabré porque inició aquel motín.
-Bueno, hay que tener en cuenta que tenía
antecedentes penales puesto que tenía una pinta de gangster.
-Tengo una idea, podríamos echarle la
culpa a la señorita Herrera-dijo la señora Rojas-. Al fin y al cabo la podemos
acusar de demencia senil.
-Vaya hasta que das una-dijo el señor
Mike Rojas- es una magnífica idea.
-Bueno, vamos a solucionar esto de la
mejor manera- dijo el señor Rojas, no tenemos porqué preocuparnos antes de
tiempo.
22
Al desmoronarse el sistema
medieval, se impusieron los dioses del Caos, la Demencia y el mal Gusto,
escribía Bill en su computadora, para un ensayo de regocijo propio.
Tras el periodo en el que el
mundo occidental había gozado de orden, tranquilidad, unidad y unicidad con su
Dios Verdadero y su Trinidad, aparecieron vientos de cambio que presagiaban
malos tiempos. Un mal viento no trae nada bueno. Los años luminosos de
Abelardo, Thomas Beckett y Everyman se convirtieron en escorio; la rueda de la
Fortuna había atropellado a la Humanidad, aplastándole la clavícula,
destrozándole el cráneo, retorciéndole el torso, taladrándole la pelvis,
afligiendo su alma. Y la Humanidad, que tan alto había llegado, cayó muy bajo.
Lo que antes se había consagrado al alma, se consagraba ahora al comercio.
De la misma manera la rueda de
la fortuna cayó sobre la Humanidad en el siglo XX ya que la industria del
monopolio cayó sobre todas las cabezas, en especial; el monopolio de las
computadoras, encabezado por Microsoft no deja que otras empresas compitan libremente y justamente por
el software de las computadoras.
Estas similitudes hacían que
Bill meditara profundamente, ya que encontraba similitudes entre la Edad Media
y la era actual, sobre todo en cuestiones de comercio absolutista.
-Esto es magnífico –se dijo
Bill, y prosiguió escribiendo apresuradamente.
Desde que llevé a cabo la operación de desarrollo de
software más importante de la historia, las empresas multinacionales de
computación la han adquirido por su gran capacidad de desarrollo y de
aplicaciones denominado MS-DISK, yo Bill Hates, el tullido, el tartamudo, el
tonto de la familia, el nerd en pocas palabras, a quien ninguno de sus
ambiciosos y sanguinarios contendientes de negocios, consideraba digno de la
molestia de ejecutar, accidentar, envenenar, obligar a suicidarse, desterrar a
una isla desierta o matar por falta de ventas de sus empresas respectivas – que
fueron las maneras en que se eliminaron los unos a los otros-, sobreviví a
todos, incluso a mi insano socio Steve Jobs, y de cómo fui aclamado
inesperadamente jefe principal de la mayor empresa de software jamás creada en
todos los tiempos, aclamado por las empresas de tecnología más importantes de
todo el mundo.
Bien, dijo Bill; por ahora se terminan las meditaciones
filosóficas es hora de proseguir con el manual de java.
Bill consideraba seriamente la posibilidad de crear un
manual de Hackeo por Internet, obviamente este manual tendría que editarlo
anónimamente, ya que le podría acarrear varios años de cárcel. En este manual
consideraría los tópicos más importantes de conectatividad, como son las redes
de comunicación de banda ancha, los protocolos de conexión (TCP, IP), y los
programas de desarrollo.
Bill generaba su programa de encriptación en java debido a
que este lenguaje se podía ejecutar en cualquier máquina sin necesidad de
volver a compilarlo.
Bill comenzó a escribir:
COMENZANDO CON
EL JAVA DE MICROSOFT
¡Ya es
suficiente de introducción para el JAVA¡ Terminará hoy creando una aplicación
JAVA (¡y un applet¡), compilándolo y, por último, probándolo. Aunque vaya a construir
el bastante simple programa obligatorio Hello World, éste hará un buen trabajo
para mostrar los puntos básicos del trabajo con el JAVA.
CREACIÓN DE UNA
NUEVA ÁREA DE TRABAJO DEL PROYECTO
Seleccione
Archivo|Nuevo desde el menú del Microsoft Developer Studio. Aparecerá un cuadro
de diálogo pidiéndole que seleccione el tipo de archivo que quiere crear.
Seleccione Aplicación de consola . En este momento no cambie ninguno de los
valores por omisión. Teclee un nombre para la aplicación Hello World en el
campo name. Aunque no es obligatorio, le sugerimos que use el nombre de la
clase de más alto nivel como nombre para el área de trabajo del proyecto, el
cual para este ejemplo sería HelloWorld.
CREACIÓN DE UNA
APLICACIÓN JAVA
Abra una ventana
de nuevo archivo fuente en el área de trabajo. Se puede hacer esto
seleccionando File|New|Text File desde el menú del Microsoft Developer Studio o
haciendo clic en el botón New Source File en la barra de herramientas. Una vez
que esté abierta la ventana de nuevo archivo fuente, teclee el programa del
listado 2.1. Tenga cuidado de incluir todos los paréntesis, corchetes y
comillas.
Para j++
1.1TECLEAR Listado 2.1. La primera
aplicación JAVA
class HelloWorld
{
public
static void main (String args[])
{
System.out.println("Hello
World¡");
}
}
TECLEAR PARA
JAVA 6.0
Public class Class1
{
/**
* The main entry point for the application.
*
* @param args Array of parameters passed to
the application
* via the command line.
*/
public
static void main (String[] args)
{
System.out.println("Hello
World¡");
//
TODO: Add initialization code here
}
}
Este programa
tiene dos partes principales:
-Todo el
programa está encerrado en una definición de clase, y aquí la clase se
llama HelloWorld.
-El cuerpo del
programa (que es solamente una línea) está contenido en un método (función)
llamada main(). En las aplicaciones Java, al igual que como sucede en los
programas C o C++, main() es el primer método (función) que se ejecuta del
programa.
LA PROGRAMACIÓN
ORIENTADA A OBJETOS Y JAVA.
La programación
orientada a objetos (OOP) es una de las mayores ideas de programación de los
últimos años, y puede ser que le preocupe el que deba pasar años aprendiendo
todo lo necesario acerca de las metodologías de programación orientada a
objetos y la manera en que pueden facilitarle la vida en vez de la programación
al estilo antiguo. Todo se refiere a la organización de los programas en formas
que imitan la manera en que las cosas se reúnen en el mundo real.
Hoy obtendrá un
panorama general de los conceptos de la POO en Java y la manera en la que se
relacionan con la forma en que usted estructura sus propios programas:
·
Lo que son las clases y los objetos y la manera en
la que se relacionan entre ellos.
·
Las dos partes principales de una clase: las
propiedades y los métodos.
·
La herencia y cómo afecta ésta la forma en la que
usted diseña sus programas.
·
Información preeliminar acerca de los paquetes y las
interfaces.
Cuando
usa la programación orientada a objetos el programa completo está formado por
muchos componentes diferentes independientes (objetos), donde cada cual tiene
un papel específico en el programa y todos pueden comunicarse entre sí en
formas predefinidas.
UNA
BIBLIOTECA DE CLASES ES UN CONJUNTO DE CLASES.
COMPORTAMIENTO
Y ATRIBUTOS
Toda
clase que se escriba en Java esta formada, por lo general, de dos componentes:
propiedades y métodos. En esta sección aprenderá acerca de cada uno de ellos
aplicándolos a una clase teórica llamada Motorcycle. Para terminar esta
sección, creará el código java para implementar una representación de una
motocicleta.
Propiedades
Las
propiedades son las características individuales que distinguen un objeto de
otro y determinan la apariencia, estado u otras cualidades de dicho objeto.
Ahora creará una clase teórica llamada Motorcycle. Las propiedades de una
motocicleta pueden incluir las siguientes:
·
Color: rojo, verde, plateado, café.
·
Estilo: de carretera, deportiva, estándar
·
Marca: Harley Davidson, BMW, Indian.
Las propiedades
de un objeto también pueden incluir información acerca de su estado: por
ejemplo, se podrían tener propiedades acerca del estado del motor: encendido o
apagado, o el cambio de marcha seleccionado.
Las propiedades
están definidas por variables y, de hecho, se les puede considerar análogas a
las variables globales para el objeto completo. Debido a que cada instancia de
una clase puede tener diferentes valores para sus variables, cada variable se
denomina dato miembro.
Los DATOS
MIEMBRO definen las propiedades de un objeto. La clase define el tipo de
propiedad, y cada instancia guarda su propio valor para esa propiedad.
Cada propiedad,
en el sentido en que se usa aquí el término, sólo tiene un dato miembro
correspondiente; al cambiar el valor de una variable cambia el atributo de ese
objeto. Los datos miembro pueden permanecer constantes o cambiar a lo largo de
la ejecución del programa.
Bill necesitaba
de un descanso puesto que hoy había escrito bastante,
Tenía que
ultimar detalles a su programa puesto que en unos cuantos días lo pensaba
ejecutar, costase lo que costase, ya no iba a estar dispuesto a seguir
soportado los malos humores de su madre, ni tampoco seguir viviendo en la
pobreza.
Por qué los
dueños de los grandes monopolios que un día lo atacaron despiadadamente, eran
merecedores de vivir plácidamente y sin preocupaciones, mientras que él se tenía que conformar con la medianía de la
clase media baja.
Esto no era
justo, estaba dispuesto a entrar nuevamente al juego del capitalismo, pero
ahora lo haría con sus propias reglas, las reglas eran que no había reglas.
23
El día había transcurrido del modo como suelen transcurrir
estos días; lo había malbaratado, lo había transcurrido suavemente con mi
manera extraña de vivir, tras la computadora todo el día, programando horas
enteras para obtener de ella respuestas; había trabajado un buen rato, dando
vuelta a los gruesos libros de tecnología y lenguajes de computación; había
tenido dolores durante dos horas, como suele tenerlos la gente que se la pasa
leyendo y trabajando todo el día; me había dado un baño caliente, absorbiendo
el calorcillo agradable; había recibido tres veces el correo y hojeado las
cartas, todas sin importancia, y los periódicos; había hecho mi gimnasia
respiratoria, dejando hoy por comodidad los ejercicios de meditación. Es por
esto que había salido a caminar un rato con mi madre, con la cual llevo
viviendo hasta mis treinta años.
Cambiando el peso del cuerpo de una cadera a otra a su modo pesado y primitivo. Bill
desplazó oleadas de carne que se ondularon bajo la mezclilla y la franela, olas
que rompieron contra botones y costuras.
Su madre le había llevado al centro en el viejo Ford, y
mientras ella iba a ver al médico por su gastritis que cada día se iba
convirtiendo en ulcera, Bill había comprado en Soft’s un nuevo software que
estaba seguro hará traducciones
automáticas en la computadora.
Esto le ahorraría bastante tiempo a la hora de entregar sus
trabajos. Luego, había entrado en la
sala e juegos de la Calle Royal para ver si habían instalado alguna máquina
nueva. Le decepcionó que había desparecido la máquina computacional de realidad
virtual de las carreras automovilísticas
de Indianápolis. Quizá la estuvieran reparando. La última vez que jugó
con ella, la palanca de velocidades no funcionaba muy bien e hizo que chocara
en tres ocasiones, tras cierta discusión, el encargado le había devuelto el
dinero, pero los clientes habían sido tan ruines como para comentar que la
había roto el propio Bill a patadas.
Concentrándose en el
destino de la máquina de carreras en miniatura, Bill apartaba su ser de la
realidad material y empezó a divagar en sus consideraciones sobre el desarrollo
de software para venderlo a empresas, estaba inmerso en sus meditaciones que no
se percató del par de ojos que le observaban ávidamente desde detrás entre las
columnas del J.C., dos ojos tristes en los que brillaba la ansiedad.
¿Sería posible reparar aquella máquina de carreras?
Probablemente sí. Quizá la llevarían con una empresa especializada en
electrónica y software, tal vez la empresa transnacional NAMCO, la cual estaba
constituida íntegramente por eficientes técnicos japoneses. Bill esperaba que trataran con el cuidado
debido aquel juego de carreras en el transporte, de modo que ninguno de sus
artefactos se rompiese o se estropease más de la cuenta por la brutalidad de
los empleados de paquetería y pedidos, decididos a hundir para siempre las
empresas de paquetería por daños a los expedidores, trabajadores de paquetería
que posteriormente se declararían en huelga y destruirían gran parte de los
vehículos con los cuales hacen su trabajo tan ineficientemente.
Mientras Bill consideraba el placer que aquel pequeño juego
de carreras proporcionaba a la humanidad, los dos ojos ávidos avanzaron hacia
él entre la multitud como torpedos caza dirigidos hacia una aldea árabe donde
se sospechaba estaba Osaba Bin Laden. El policía dio un tirón a la bolsa de
compras de Bill.
-¿Tiene usted algún documento
de identificación, señor? – preguntó el policía, en un tono de voz que indicaba
que Bill fuera oficialmente identificable.
-¿Qué? –Bill bajó la vista hacia la
enseña de la gorra azul.
-¿Quién es usted?
-Enséñeme su licencia de
conducir.
-Yo no conduzco. ¿Sería usted tan amable de dejarme en paz?
Estoy esperando a mi madre.
-¿Qué es lo que cuelga en esa
bolsa?
-¿Qué cree usted que va a ser,
imbécil? Son discos para mi computadora, realmente no se como pueden estar
molestando a gente decente, mientras hay tantos delincuentes asesinando y
matando por ahí, es realmente inconcebible.
-¿Qué es eso? –el policía
retrocedió un poco- ¿Es usted de la ciudad?
-¿Acaso la tarea del
departamento de policía es acosarme a mí cuando esta ciudad es la desvergonzada
capital del vicio del mundo civilizado? – gritó Bill, por encima de la gente
que se había reunido para contemplar el espectáculo que se estaba generando
fuera del almacén comercial-. Esta ciudad es famosa por sus asesinos,
jugadores, narcotraficantes, prostitutas,
exhibicionistas, anticristos, alcohólicos, drogadictos, sodomistas,
fetichistas, pornógrafos, estafadores, pederastas, por la gente que tira la
basura en la calle, por sus lesbianas...
gentes todas que viven en la impunidad mediante sobornos, que hace el
gobierno, y en especial el departamento de policía contra ellos. Si usted gusta
podemos discutir el problema de la delincuencia y de la inseguridad; pero no
cometa la osadía de venir a fastidiarme a mí.
El policía agarró a Bill por el brazo jalándolo bruscamente,
pero fue agredido en la gorra con los discos compactos.
-¡Eh! – protesto el policía
-¡Toma eso! –gritó Bill,
percibiendo que estaba empezando a formarse un círculo de compradores
interesados.
Dentro del J.C. Pelly, la señora Hates estaba en el
departamento de lencería, escogiendo alguna prenda que le agradara. Uno de sus
dedos, gastado de frotar por tantos años los calzones amarillentos de su hijo,
tamborileó en la vitrina para llamar la atención de los vendedores, los cuales
no le prestaban atención.
-Eh, señorita Vicky –dijo la
señora Hates -. Venga, venga aquí, chica.
-Vaya, ¿cómo le va? –preguntó
la señorita Vicky-. ¿Qué tal querida?
-No demasiado bien –dijo,
sincera, la señora Hates.
-Qué lata, verdad – la
señorita Vicky se apoyó en la vitrina y se olvidó de las lencerías-. Tampoco yo
me siento nada bien. Estos pies, ya no los aguanto, estar todo el día parada no
es sencillo...
-Ojalá tuviera yo tanta
suerte. Lo mío son las reumas en el codo.
-¡Oh, no! –dijo la señorita
Vicky con verdadera simpatía- Mi pobre papá también la tiene. Le hacemos
meterse en una tina llena de agua hirviendo.
-Mi hijo se la pasa todo el
día flotando en la nuestra. Yo apenas puedo entrar en el cuarto de baño, cada
vez que le pido que me deje entrar, me dice que no lo moleste que el se siente
mal también.
-Creí que estaba casado...
-¿Bill? Sí, sí, ojalá y así
fuera- dijo, con tristeza la señora Hates-
¿Quiere darme un calzón rojo y un brasiere rojo también
talla L?
-Pues yo creía que me había
dicho usted que se había casado –dijo la señorita Vicky, mientras buscaba en un
locker la talla L.
-Ni siquiera tiene novia. La
que tenía se largó sin decir adiós.
-Bueno, pero todavía está a
tiempo.
-Si, si, claro- dijo con
indiferencia la señora Hates.
Mientras tanto, en
el centro del grupo que se había formado delante de los grandes almacenes, se
balanceaba violenta la gorra de beisbolista, un rojo destello en el círculo de
gente.
El policía estaba decidido en llevarse preso a Bill, debido
a su pinta de mal viviente, sin embargo la gente no le daba permiso al policía
para llevárselo, incluso empezó a tomar
partido por Bill.
-Hablaré con el alcalde-
gritaba Bill.
-Deje en paz al muchacho –dijo
una voz entre la multitud.
-Vaya a detener a esas chicas
que se desnudan de la Calle Borbón –añadió un viejo-. Él es un buen chico, está
esperando a su mamá.
-Gracias –dijo desdeñoso, Bill-. Espero
que todos ustedes den testimonio de este ultraje y de la violación a mis
derechos humanos.
Bill se había espantado bastante, pensaba que era un
policía de la CIA que había descubierto su manual ultrasecreto de Java ó tal
vez y peor aún habrían descubierto su programa con el cual pretendía acceder a
los bancos suizos.
Pero todo fue una falsa alarma, el policía terminó
desistiendo ante el apoyo que estaba recibiendo Bill de la gente a su
alrededor. Mientras el policía estaba discutiendo con un anciano que le había
dado unos garrotazos, Bill emprendió la huída de manera sigilosa.
No cabía duda de que mañana mismo iba a entrar a las
páginas de los bancos, costase lo que costase.
24
Bill se pasó el día durmiendo y dándole a su guante de
caucho durante sus frecuentes y angustiosos momentos de vigilia. El teléfono
había estado sonando toda la tarde en el pasillo, y cada timbrazo le hacía
sentirse más nervioso y angustiado. Arremetía contra el guante, desflorándolo,
apuñalándolo, conquistándolo. Como cualquier celebridad, Bill había atraído a
sus admiradores: los desdichados parientes de su madre, vecinos, gente que la
señora Hates llevaba años sin ver. Habían llamado todos. A cada timbrazo del
teléfono, Bill se imaginaba que era el señor Rojas que volvía a llamar,
su madre le había comentado que lo había estado buscando durante toda la
tarde. Cuando Bill se hartaba de estar encerrado
programando, Bill salía por una Coca Cola. Si encontraba por casualidad a su
madre en el pasillo, ella no le miraba sino que fijaba la vista en las lanudas
esferas de pelusa que se alzaban en el suelo tras la estela de su hijo. Parecía
que Bill no existía. Su madre le había puesto al tanto de lo que el señor Rojas
le había comentado, estaba pensando demandar a Bill por falsificación de firma
y abuso de confianza.
¿Qué haría el señor Rojas?
Sliin, por desgracia era un individuo bastante quisquillosos, un tipo demasiado
mezquino para aceptar una pequeña crítica, una hipersensible molécula de ser
humano. Había escrito al destinatario inadecuado; había lanzado aquella
andanada valerosa y militante a un público inadecuado. En aquel momento, su sistema nervioso no
podía afrontar un proceso judicial. Se desmoronaría ante el juez.
Se preguntó
cuanto tardaría el señor Rojas en caer nuevamente sobre él. El señor Rojas
volvería furioso y confuso, decidido esta vez a meterle en la cárcel de
inmediato. Esperar su regreso era como esperar una ejecución. La intensa
jaqueca persistía. La coca cola le sabía a hiel. Sliin exigía mucho dinero, sin
duda, debía haberse sentido ofendidísimo. Cuando se descubriese al verdadero
actor de la carta ¿qué exigiría Sliin en vez de cinco millones de pesos? ¿Una
vida?
En México uno es
inocente hasta mientras que no se demuestre lo contrario. Quizá la señorita
Herrera hubiera confesado. ¿Por qué no había vuelto a llamar el señor Rojas?
Lo mejor que
podía hacer era ejecutar el programa mágico y huir de su casa, huir lo más
lejos posible para que no lo pudieran agarrar. Prendió su computadora
cuidadosamente e insertó un CD virgen en el quemador. Empezó a copiar cada uno
de los archivos necesarios para compilar el programa. Cuando terminó de copiar
cada uno de los archivos, se puso una gabardina gris, enfundándose en un suéter
color azul marino, se puso sus gafas oscuras, para evitar ser identificado. Se
dispuso a salir de su casa, con dirección al café Internet del centro, llamado
Café Internet Anarquía, cuando estaba a punto de salir de su casa su madre le
grito:
-¡A donde vas!
-A comprar unas golosinas en la tienda-
contestó Bill.
-Es necesario que vayas vestido como un
guarura profesional.
-Necesito un poco de privacidad.
-Cada día estas más loco hijo mío, no lo
puedo creer.
Bill salió
rápidamente de su casa con dirección al
Anarquía.
Bill no se dio
cuenta que lo iban siguiendo dos policías disfrazados de civil.
Bill se pasó varios años en su habitación programando, el
día esperado había llegado, el procedimiento sería rápido y letal, antes de
llegar al café Internet, necesitó infundirse un poco de valor y entró a un bar,
dispuesto a tomar una cerveza.
Entró al bar donde se encontraban varias mujeres camareras,
se sentó en una mesa junto a la barra.
-¿Qué deseas
de tomar, guapo?
-Una cerveza corona fría por
favor-dijo Bill a la mesera-
-Desea algún tipo de compañía-dijo la mesera con cierta
insinuación-
-¡Oh no!,
muchas gracias-contestó Bill.
De repente apareció una muchacha escotada que dejaban ver
sus senos grandes, y de manera vulgar se le repegó a Bill, Bill se sintió
bastante incómodo, la muchacha le comentó:
-Hola guapo,
que deseas.
-Quisiera
tomar mi cerveza en paz, fuera de toda molestia que causa tu presencia -dijo
Bill de manera cortante.
La muchacha le hizo un gesto de desprecio y se alejó lentamente diciendo:
-Maricón de
mierda.
Bill no aguantó más el ambiente de ese bar y se dispuso a
retirarse rápidamente de ese lugar aborrecible.
Posteriormente entró al café Internet, pidió una
computadora y entró directamente a los sistemas del banco nacional suizo,
haciendo un tracert y ejecutando su programa maestro.
El sistema del banco se sintió confundido y no supo que
hacer ante las bombas lógicas que lo amenazaban, en un momento se abrieron las
bases de datos del banco suizo. Hizo una transacción a una cuenta de banco de
las islas caimán, rápidamente ya que él interfaz de conexión se estaba
agotando, pudo transferir cerca de 15
millones de dólares.
En el preciso momento que el programa se estaba cerrando,
entraron los dos policías vestidos de civil.
-Señor Hates queda usted
detenido.
Que importaba, ya tenía los 15 millones de dólares en su
bolsa. Tenía el capital para volver a hacer de Nerdsoft la compañía número uno
del mundo. Estaba feliz.
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