domingo, 28 de febrero de 2016

NEWTON

Newton, el alquimista
La Royal Society descubre un manuscrito del científico sobre el antiguo sueño de la transmutación del plomo en oro
ALICIA RIVERA - Madrid - 02/07/2005

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Isaac Newton fue, indudablemente, uno de los más importantes científicos de la historia y su afilado ingenio revolucionó las matemáticas y la física con descubrimientos fundamentales sobre la gravitación, las leyes del movimiento, el cálculo o la óptica, entre otros.














































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Isaac Newton fue, indudablemente, uno de los más importantes científicos de la historia y su afilado ingenio revolucionó las matemáticas y la física con descubrimientos fundamentales sobre la gravitación, las leyes del movimiento, el cálculo o la óptica, entre otros. Pero además de explicar por qué una manzana cae al suelo, según la famosa leyenda sobre la ley de la gravedad, Newton (nacido en 1643) era alquimista. Precisamente de este antiguo sueño sobre los secretos para intentar convertir los metales vulgares como el plomo en plata y oro, trata un manuscrito del genial británico redescubierto ahora en una colección de la Royal Society británica.
Son unas notas que se conocieron después de la muerte de Newton, en 1727, pero que nunca fueron catalogadas debidamente y que se perdieron tras ser subastadas en julio de 1936 por Sotheby's y vendidas a un particular. Se pagaron entonces por el manuscrito 15 libras, luego se le perdió la pista. Casi setenta años después, el documento ha vuelto a la luz, debidamente identificado por el Proyecto Newton del Imperial College de Londres. La Royal Society anunció ayer que el manuscrito será presentado al público por primera vez la semana próxima en su Exposición Científica de Verano, en Londres.
El manuscrito contiene notas de Newton sobre alquimia y la mayor parte del texto se refiere al trabajo de otro alquimista del siglo XVII, el francés Pierre Jean Fabre. Pero también recoge, de su puño y letra, lo que seguramente, serían sus propias ideas sobre alquimia.
"Es un descubrimiento muy emocionante para los estudiosos de Newton y para los historiadores de la ciencia en general", afirma John Young, del Proyecto Newton. El manuscrito "proporciona pruebas esenciales sobre los autores de alquimia que Newton estaba leyendo y las teorías de alquimia que estaba investigando, en las últimas décadas del siglo XVII".
El manuscrito, que consta de 22 páginas de tamaño folio, fue adquirido en la subasta de 1936 por Francis Edwards, a quien se lo compró la Royal Society después, en fecha y por un precio desconocidos. Y ha sido redescubierto e identificado como obra manuscrita de Newton durante las labores de catalogación de la Colección de Miscelánea de Manuscritos de la Royal Society.
"No es extraño que en sus consejos nos planteen la regla de la naturaleza para conocer el gran secreto tanto para la medicina como para la transmutación", escribe el gran científico, con un lenguaje enrevesado, en el manuscrito redescubierto. El texto está escrito en inglés, explican los especialistas, pero no es fácil averiguar qué es exactamente lo que dice Newton. "Los alquimistas eran famosos por registrar sus métodos y teorías en lenguaje simbólico o en código para que los profanos no lo entendieran", recuerda la Royal Society.

NEWTON ALQUIMISTA

Pocos hombres han existido cuya biografía necesite menos de una justificación. Isaac Newton fue uno de los más grandes científicos de todos los tiempos. Representó la culminación de la revolución científica de los siglos XVI y XVII, la transformación intelectual que creó la ciencia moderna y, como representante de esa transformación, ejerció influencia en la configuración del mundo del siglo XX -para bien y para mal-, superior a la de cualquier otra persona, considerada individualmente. (Richard S. Westfall, Isaac Newton: una vida)

Valgan estas palabras del más autorizado de los actuales biógrafos de Sir Isaac Newton como introducción a este breve artículo, que pretende arrojar algo de luz sobre los aspectos más desconocidos, controvertidos y polémicos de este gran hombre. No hay tiempo ni espacio (en el sentido newtoniano) para abarcar en pocas líneas las enormes contribuciones que legó a la ciencia moderna. Mas bien habría que decir que él creó sus cimientos, su metodología, su verdadero alcance y entrevió sus limitaciones y sus fronteras. Realmente fue el «inventor» de la ciencia moderna, a la que legó decenas de capitales descubrimientos y herramientas, en matemáticas, óptica, mecánica y astronomía. Cualquiera de sus contribuciones por sí solas habrían bastado para conferirle un lugar privilegiado en la historia de la ciencia.

Lo asombroso, al contemplar el conjunto de su vida y obra, es que no se limitaba solamente al campo científico. Es más, su actividad científica fue solamente una de sus facetas, y no precisamente a la que dedicó más tiempo y energía. Fue a raíz de la subasta de su legado en 1936 cuando empezó a saberse que Sir Isaac Newton se había dedicado durante toda su vida a la Alquimia y que ésta no había sido el capricho o pasatiempo de un hombre senil, como se había pensado hasta entonces. Lo curioso es que hasta hace diez o veinte años, cuando se «confesaba» que Newton se había dedicado a la Alquimia, solamente se reconocía que había escrito unas cien mil palabras sobre este tema. Hoy en día se sabe ya que escribió al menos 1,2 millones de palabras sobre ella, mucho más que la totalidad de toda su obra científica. Esto evidentemente hace replantear el conjunto de su obra, que acaso fue fruto de unas investigaciones hasta hoy insospechadas y que sobrepasan el marco de la mera ciencia mecanicista. Como decía el economista John Maynard Keynes, a quien se debe el logro de poner al alcance de la investigación dicho legado: «Newton no fue el primer representante de la Era de la Razón. Fue mas bien el último de los magos. Consideraba el conjunto del universo como un arcano, un secreto que podía ser desvelado mediante la pura razón aplicada a determinados signos místicos que Dios había ocultado en la Naturaleza. Él pensaba que dichos signos podían ser encontrados en la construcción del cielo y en la del mundo elemental (y de ahí su dedicación a la filosofía natural y a la experimentación), pero también en determinados documentos y tradiciones legados por una fraternidad de sabios depositarios de determinados tesoros filosóficos, mantenidos en secreto, cadena que se habría continuado de manera ininterrumpida desde su revelación en Babilonia. Consideraba el universo todo como un criptograma del Todopoderoso.»

Podríamos aceptar en Newton inquietudes filosóficas, artísticas o históricas. Pero que precisamente el padre de la moderna ciencia se ocupara de Astrología, Alquimia y profecías, es algo que no cuadra con la imagen de científico mecanicista que conocemos de él.

NEWTON FILÓSOFO HETERODOXO Y ALQUIMISTA

Los primeros biógrafos de Newton, como David Brewster (1781-1868) , mencionaron ya sus ocupaciones alquímicas, y las atribuían a una especie de derrumbamiento psicológico que sufrió debido al tremendo esfuerzo desarrollado en sus investigaciones científicas. Los datos que tenemos actualmente de su vida indican que era capaz de resolver los más arduos problemas matemáticos y físicos sin apenas esfuerzo, restando incluso importancia a algunas fundamentales soluciones matemáticas que logró para la ciencia física. Fue precisamente su creciente interés por «otros» experimentos lo que le hizo desinteresarse de las matemáticas, la óptica y la filosofía natural en general. Llegó incluso a cortar toda correspondencia con los científicos más importantes y a interrumpir la redacción de sus tratados sobre física óptica porque «algunos asuntos propios ocupan casi todo mi tiempo y atención» (carta al presidente de la Royal Society). En la segunda carta a Leibniz, que fue de hecho la última que le escribió, afirma que «teniendo otras preocupaciones en la cabeza, considerar estas cosas, en este momento, representa una molesta interrupción para mí.» «Sir -terminaba la carta-, tengo mucha prisa. Suyo..» No hay constancia de cuales fueron estas ocupaciones, pero todo parece indicar que se centró en prácticas alquímicas. Cuando posteriormente ocupó el cargo de Intendente en la Casa de la Moneda, describió un proceso para refinar oro y plata con plomo que había registrado en aquel tiempo. (Ya en su época se decía, medio en serio, medio en broma, que su pelo prematuramente plateado se debía a sus experimentos con sales de plata).

Otro motivo que se solía alegar para justificar su dedicación a la Alquimia era que se trataba de una de las «supersticiones» de la época, olvidando, al parecer, que otros brillantes pensadores y científicos como Gotfried W. Leibnitz, Boyle y John Locke se ocuparon también de esas «supersticiones». Al propio Robert Boyle, uno de los iniciadores de la moderna ciencia química y con quien se carteaba Newton, se le suele mencionar como uno de los detractores de la antigua alquimia, al afirmar que no había, hasta el momento, comprobación experimental de la existencia de los cuatro Elementos Alquímicos. Esto se ha tomado durante mucho tiempo como una negación de los principios de la Alquimia, cuando, en todo caso, no hace más que plantear una evidencia: que los postulados alquímicos no debían tomarse al pie de la letra. El propio Boyle estaba convencido de la posibilidad de la transmutación de los metales y relata incluso un caso de transmutación real de oro realizado por él, mediante un extraño material que le proporcionó un «desconocido» (Historical Account of a Degradation of Gold, made by an Anti-Elixir, a Strange Chemical Narrative).El relato concluye con las siguientes aleccionadoras palabras que deberían hacer reflexionar a cualquier verdadero científico: «De este experimento debemos concluir que, en contra de lo que hacen tantas respetables personalidades, que se precipitan poniendo estrechos límites a la Naturaleza y al Arte, no debemos burlarnos de aquellos que creen en resultados extraordinarios dentro de la Química.»

Se sabe que con veinticinco o veintiséis años, precisamente la época dorada en que eclosionó su genio científico, se dedicó a la Alquimia y no abandonó estos experimentos durante el menos treinta años. Ya con veintitrés había descubierto las matemáticas de Euclides, curiosamente al realizar determinados cálculos astrológicos, y en cuestión de un año, se convirtió de humilde estudiante en el matemático más famoso del mundo. Con veinticinco años dominaba la química de la época y empezó a usar sus conocimientos de metales y sales, de sublimación, filtración, disolución y reducción, en un esfuerzo que duraría toda su vida: descifrar el proceso de la Alquimia. Su laboratorio colindaba con la capilla del Trinity College (ironías del destino) de Cambridge, no lejos de la puerta principal.

Newton había sido siempre muy habilidoso con las manos. De la misma manera que diseñó, fabricó y montó aparatos como el primer telescopio reflector, que causó sensación en la Royal Society, fabricó también los hornos de su laboratorio alquímico. Además de los experimentos prácticos, leyó, asimiló y reseñó de modo concienzudo y exhaustivo toda la literatura alquímica que cayó en sus manos, escribiendo más de mil páginas de notas propias. Reunió una enorme colección de manuscritos sobre Alquimia, la mayoría escritos por él.

Muchos son los hechos de su larga y fructífera vida que cobran sentido sólo a la luz de esta perspectiva diferente, heterodoxa de Newton. Resulta llamativa su afirmación de que había podido ver tan lejos porque había podido encaramarse a los hombros de gigantes. ¿A qué gigantes se refería? No serían, desde luego, las eminencias científicas y filosóficas de su tiempo con las que tuvo un trato de altivo desdén desde su primera juventud (sus primeras indagaciones y estudios iban dirigidos ya a cuestionar y rebatir los postulados del gran artífice de la filosofía mecanicista, Descartes) ¿Se refería quizás a los clásicos filósofos grecorromanos? Nunca lo especificó. Lo que sí se sabe es que mantuvo apasionadamente la tesis de una sabiduría primitiva y secreta (prisca sapientia) que la Divinidad reveló a unos pocos elegidos y que a su vez la transmitieron de manera ininterrumpida a lo largo de los siglos...

No es este el momento de desarrollar las implicaciones de sus trabajos alquímicos sobre sus descubrimientos científicos. Pero visto el panorama descrito no es de extrañar que un concepto hoy en día tan común como «fuerza», fuera tan virulentamente combatido por los máximos exponentes de la ciencia positivista, quienes consideraron la teoría de la gravitación universal como un «cuento de hadas» (Leibniz) o algo «repulsivo» (Bernouilli), es en el mejor de los casos como algo más propio del hermetismo renacentista que de la ciencia del siglo XVII. El sólo hecho de que pudiera haber «algo» obrando a distancia entre los cuerpos era visto como una vuelta a supersticiones medievales. Sólo la comprobación experimental y el éxito práctico de su teoría obviaron esas dificultades e implicaciones filosóficas. Pero el fundamento mismo de su teoría gravitatoria descansa sobre principios no mecánicos sino propios de la Alquimia y el Hermetismo: la simpatía entre los seres naturales, el principio secreto de afinidad. Esto lo menciona claramente el mismo Newton en unos pasajes muy ilustrativos: «¿No poseen las pequeñas partículas de los cuerpos ciertos poderes, virtudes o fuerzas, con las que actúan a distancia unos sobre otros para producir una gran parte de los fenómenos de la Naturaleza? Es bien sabido que los cuerpos actúan unos sobre otros, como por medio de la atracción de la gravedad, el magnetismo y la electricidad; y estos ejemplos muestran el talante y el curso de la Naturaleza y hacen que no sea improbable que existan más poderes atractivos que éstos, pues la Naturaleza es muy consonante y conforme consigo misma.» Esta es una nueva formulación de los tradicionales principios herméticos, tal como fueron ya explicados en el primer Renacimiento.

Por mencionar sólo una de sus conclusiones: afirmó la posibilidad de la transmutación no sólo de unos elementos en otros, sino incluso de la luz en materia, cosa que científicamente sólo pudo ser constatado en el siglo XX por otro genio, Albert Einstein (principio de equivalencia de energía y materia).

Más allá de todo nos queda su ejemplo como auténtico filósofo, incansable buscador de la verdad, a la vez que plenamente consciente de las limitaciones humanas (creía que la Naturaleza, en último término, era impenetrable a la razón humana y que la ciencia sola no podía aportar un conocimiento cierto acerca de su esencia.) Replicando a la acusación de que creía en cualidades ocultas, afirmó que sólo había formulado «leyes generales de la Naturaleza, según las cuales se forman las cosas, y su verdad se nos aparece por los fenómenos, aunque sus causas no hayan sido aún descubiertas».

Extraño ejemplo es este que nos ofrece Newton, aunando las virtudes del verdadero científico -honestidad, humildad, racionalidad y capacidad deductiva y experimentadora-, con las del mago alquimista -voluntad, perseverancia, concentración y capacidad inductiva, todo ello imbuido de una profunda religiosidad-. En los albores del siglo XXI estos siguen siendo los pilares para llegar a descubrir la verdad a la que puede aspirar el filósofo científico. Como dijo el propio Newton a un amigo desconocido poco antes de morir: «No sé qué podré parecerle yo al mundo, pero tengo para mí que no he sido más que un muchacho que juega a la orilla del mar, que se distrae de cuando en cuando al encontrar un guijarro más liso o una concha más bella que las habituales, mientras el gran océano de la verdad se extendía ante mí aún por descubrir».

Alquimia, una ciencia sospechada

A modo de pequeña aclaración, no está de más recordar que por Alquimia no debemos entender solo la ciencia de la transmutación de los metales, sino una más profunda ciencia global que trata de poner en concordancia y armonía el Macrocosmos (universo) y el Microcosmos (hombre). Podríamos emparentarla, de alguna manera, con la moderna Ecología filosófica, pero basada en principios de correspondencia hoy apenas conocidos. La transmutación de los elementos con la Piedra Filosofal no sería sino un reflejo, una proyección de la propia transmutación interna del hombre. Dado lo amplio de sus presupuestos filosóficos y su capacidad de adaptación a cualquier tiempo y lugar, esta antigua disciplina filosófica no sólo no declinó en los albores de la Era de la Razón sino que se desarrolló y fue motivo de intensas investigaciones por parte de los más avanzados pensadores en los siglos XVI y XVII. Solo en Inglaterra cabe mencionar a hombres como John Dee, Henry More y Elias Ashmole, este último a su vez cofundador de la ilustre Royal Society y autor de una monumental obra alquímica (Theatrum Chemicum Brittanicum). Pero a pesar de la notoriedad de los hombres dedicados a su estudio, dichas ocupaciones fueron siempre consideradas heterodoxas, rayando en lo condenable y peligroso, en Inglaterra y en toda Europa. Además suponía asumir posturas filosóficas en franca oposición a los dogmas y a la intolerancia vigente. Es conocida la postura de Newton contraria al dogma de la Santísima Trinidad, y le costó mucho mantener una necesaria discreción en estos temas. El acta, curiosamente llamada «de tolerancia», de 1688, excluía explícitamente de su protección a los que se manifestaban en contra de dicho dogma. Un acta del año siguiente los excluía de todo cargo público... Esto hizo inevitable una actitud de extraordinaria discreción, sigilo y cuidado, y más en el caso de Newton que llegó a ocupar los más altos cargos públicos. No obstante, no podían pasar del todo desapercibidas sus actividades alquímicas.

La Vida Oculta de Sir Isaac Newton

Newton… último de los magos… la última de las grandes mentes que contempló el mundo visible e intelectual con los mismos ojos de aquellos que empezaron a construir nuestro conocimiento hace casi diez mil años… porque contemplaba el universo… como un enigma, como un secreto que podía leerse aplicando el pensamiento puro… a ciertos indicios místicos que Dios había diseminado por el mundo para permitir una especie de búsqueda del tesoro filosófico.
John Maynard Keynes
Trasiego de papeles
A la muerte de Sir Isaac Newton, en 1727, todos sus documentos fueron heredados por su sobrina Catherine Barton, varios miles de papeles que encerraban todo el mundo interior de uno de los mayores genios de la humanidad. Actualmente considerado padre de la investigación científica racional es normal pensar que la mayor parte de esos escritos versan sobre cuestiones físicas o matemáticas. Pero, sorpresa, solamente una pequeña parte tratan de ciencia, tratando el resto de este legado asuntos como la alquimia, las profecías bíblicas y otros muchos asuntos teológicos. La mayor parte de estos trabajos nunca se vieron publicados ni en vida de Newton, ni tras su muerte y esperan aun un análisis en profundidad. Muchos fueron escritos solamente para estudio personal, ya que su publicación hubiera condenado sin duda a su autor por hereje, con temas tan delicados como la búsqueda de la piedra filosofal, las interpretaciones del Apocalipsis o la negación de la trinidad, llegando a identificar a la Iglesia católica con la Bestia del Apocalipsis. En los años posteriores a su muerte se publicaron las partes consideradas útiles y el resto, la mayor parte de los documentos, fueron olvidados ya que se consideró que podrían manchar el buen nombre y la fama intachable del gran sabio. La Universidad de Cambridge se quedó con los papeles científicos en 1872, el resto lo subastó Sotheby´s, sin mucha publicidad ni interés en 1936, quedando desperdigado por el mundo. Gran parte de estos escritos malditos los adquirió en esta subasta el gran economista John Maynard Keynes, quien tras estudiarlos los donó al Kings College de Cambridge, universidad a la que perteneció Isaac Newton. Multitud de otros manuscritos se encuentran en diferentes bibliotecas de Inglaterra y Estados Unidos, y los de temática teológica, muy denostados, se localizan principalmente en Israel, ya que fueron adquiridos por el erudito A.S. Yahuda quien los cedió, tras el rechazo a hacerse cargo de ellos de varias universidades norteamericanas,a la Universidad de Jerusalén. A pesar de que es ahora cuando comienza e investigarse seriamente este legado ya nos podemos hacer una nueva idea de quién fue realmente Newton, un heterodoxo, bastante alejado de la visión racionalista idílica que nos dibujaron sus biógrafos y científicos de siglos pasados, sobre todo del XVIII.

Newton, hombre de Ciencia

Desde el siglo XVIII se toma a Newton como a un padre para la ciencia moderna y como apóstol del método científico y a pesar de que sus descubrimientos en los campos de la mecánica y la óptica, la llamada física clásica determinista, han sido superados en el siglo XX con Einstein, Planck y toda la física cuántica no determinista, se le sigue considerando la mente científica mas portentosa de todos los tiempos. Y no es para menos. Lector compulsivo, inconformista total, buscador de la verdad en sus últimas manifestaciones, aprendió a aprender sin necesidad de maestros, preguntándole a la naturaleza. El periodo de 1664 a 1667, considerado por el propio Newton como anni mirabiles, es pródigo en descubrimientos trascendentales: el cálculo diferencial e integral, las primeras leyes de la óptica, el descubrimiento de las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos y la gravedad. Por estímulo de Edmund Halley redactó entre 1685 y 1687 la que es considerada la mayor obra científica de la historia, la síntesis en la que expone, entre otros hallazgos, la teoría de la gravitación universal. Es el libro llamado Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, eje central de la física desde su publicación. Uno de los grandes enigmas en la vida de Newton es el porqué esperó casi veinte años entre su descubrimiento de las leyes que rigen la gravitación y la publicación de las mismas en los Principia. El análisis de sus manuscritos parece indicar que durante ese gran espacio de tiempo se centró en los estudios de la alquimia y la teología, manteniendo en un segundo orden los asuntos de la ciencia física.
Newton alquimista
La dedicación al estudio de la alquimia y a la teología ya no pueden tenerse hoy día como algo menor, o la otra cara de la vida de Newton. El estudio de sus manuscritos nos revela que el verdadero Newton es el alquimista y teólogo ya que de estas disciplinas nacieron los métodos y motivaciones que luego utilizó para producir los Principia. Newton dedicó grandes esfuerzos a la alquimia, como medio para entender y explorar el mundo natural y descubrir los entresijos del proyecto cósmico divino dejado por Dios y como llave para unir ciencia y religión. Esta inclinación por la alquimia formaba parte de la convicción de Newton de la existencia de un plan maestro en la naturaleza, pensando que la vía alquímica defendida por los rosacruces podía conducirle a desvelarlo, utilizó para ello muchos de los conceptos del Themis Aurea del adepto rosacruz Michael Mayar. El mismo copió personalmente multitud de textos alquímicos antiguos, entre los que destaca el Theatrum Chemicum Britannicum de Ashmole y el ideario hermético John Dee. En los manuscritos guardados en el Museo Británico se puede ver que la dedicación de Newton a la alquimia fue muy grande, muy poco compatible con lo que hoy día llamamos ciencia. Su propio descubrimiento de la fuerza de la gravedad no constituía para el una explicación final, buscaba mas allá, siempre mas allá, causas y efectos, y por eso no se conformaba con una sola vía de investigación. Por medio de la alquimia buscaba la iluminación para descubrir las fuerzas que gobiernan a todos los cuerpos, mayores y menores. Newton estaba seguro de que Dios había guardado la llave de la sabiduría que da a conocer los secretos de la naturaleza en textos antiguos, pero ese conocimiento se había perdido con el paso de los milenios guardandose solo rastros y restos en las tradiciones y mitos del pasado. Era pues necesario buscar los mensajes y sabidurías ocultas. Su método para volver a recuperar el antiguo saber perdido se basaba en la experimentación y a la vez en el análisis de textos de la antigüedad, tanto alquímicos como teológicos. Al menos desde 1675, toda la investigación de Isaac Newton se basó en un esfuerzo por integrar el conocimiento alquímico en la filosofía mecanicista. De sus papeles personales se desprende que tuvo su propio atanor, en el que trabajaba con asiduidad e incluso practicaba ritos propiciatorios en los equinoccios y los solsticios.
Newton teólogo
Newton no era sino un hombre de su tiempo, estudiaba la naturaleza muchas veces a través de los ojos de la religiosidad, identificando Dios y naturaleza. Para el la verdadera religión se encontraba corrompida por el tiempo y los hombres y solo podía volver a encontrarse explorando el mundo de la antigüedad, incluyendo en esta búsqueda de la fe original las investigaciones de la naturaleza. Tenía acceso a la biblioteca privada de Isaac Barlow, su predecesor en la Cátedra Lucasian, y a todas las bibliotecas de la Universidad de Cambridge, que contenían gran número de libros de ciencia. Puede ser este el motivo de que la biblioteca privada de Newton estuviera centrada en libros no científicos. De el total de volúmenes de esta biblioteca personal, solamente el treinta y uno por ciento son libros de ciencia, siendo el resto volúmenes de teología, veintisiete por ciento o literatura, ocho por ciento, y ciento treinta y ocho libros exclusivamente sobre alquimia, contados dentro del grupo de libros científicos. En un texto inédito, Theologiae gentilis origines philosophicae, expresa Newton los rasgos principales de esa fe original en la que el creía. Afirma que en la antigüedad todos los pueblos adoraron a doce dioses bajo diferentes nombres, identificados con elementos, planetas o antepasados, siendo realmente los descendientes de Noé divinizados. La fe inicial en un solo Dios creador había sido corrompida pues por la tendencia a la idolatría de los hombres. Newton consideraba al pueblo hebreo como al elegido por la divinidad para volver al monoteísmo, enviando a Moisés. Pero volviendo a caer de nuevo en la idolatría fue necesario un nuevo enviado, Jesucristo, que para él no era consustancial con Dios. Así, el estudio de los documentos escritos dejados por las antiguas culturas serviría para definir la fe original y restaurarla. Solamente un hombre con unas cualidades especiales, un elegido, podría ser capaz de desentrañar los mensajes que Dios había dejado encriptados en los textos sagrados antiguos, en el lenguaje de los profetas, y Newton se sentía seguro de ser ese hombre. Su estudio favorito se centró en los libros de Daniel, en el Antiguo Testamento, y en el Apocalipsis, del Nuevo Testamento, aunque prácticamente analizó, casi desmenuzó, filológica e históricamente todos los textos sagrados que pudo encontrar, ya fueran hebreos, egipcios o babilonios. Como base para sus estudios teológicos buscó la exactitud de las fechas y los textos originales, analizando largas cronologías y comparando diferentes escritos en griego, latín o diferentes escrituras de la antigüedad. Newton afirma que la Biblia es la fuente documental más antigua y fiel que tenemos, a pesar de las muchas corrupciones que el tiempo y los hombres han introducido en ella. Con todos estos análisis estaba seguro de descubrir el secreto plan que Dios tenía reservado para la humanidad y que permanecería oculto en los textos del Antiguo Testamento, algo así como el tan de moda hoy día Código de la Biblia, a Newton le hubiera venido muy bien la ayuda de un ordenador. Intentó demostrar que muchos hechos sucedidos en la historia ya se habían descrito con anterioridad, de forma encriptada, en la Biblia, dejando así constancia de la presencia de una mano divina en los textos sagrados e invulnerable a la corrupción de los textos con el tiempo. Mas el plan maestro no podría desvelarse hasta el apocalipsis, ya que Dios quería que se reconociese su mano en los textos pero no hacer posible el predecir sucesos futuros, solamente se localizarían las descripciones a posteriori, Newton no creía que fuera posible leer el futuro en la Biblia, pues iría en contra de los designios divinos. En cuanto al Nuevo Testamento Newton era totalmente herético, proponía que el texto estaba muy contaminado por las creencias trinitarias. Newton negaba el dogma de la trinidad, tomaba a Cristo como enviado de Dios pero no consustancial con el. Llegó a esta conclusión al estudiar la evolución del cristianismo en el Bajo Imperio Romano. La creencia trinitaria y la consustancialidad de Cristo con la divinidad se estableció en el año 325 d.C. en el Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino. San Atanasio asistió al concilio, y años después, siendo Obispo de Alejandría luchó contra la creencia de Arrio que sostenía que Jesús no era consustancial con Dios. Las creencias arrianas estaban muy extendidas y San Atanasio las declaró heréticas bajo pena de muerte, cometiéndose muchas atrocidades por ello y casi eliminando de la historia a los no trinitarios. A pesar de pertenecer al Trinity College, Newton era un “arriano”, un antitrinitario. Se conserva un manuscrito suyo para el proyecto de un libro en contra de San Atanasio por sus atrocidades contra los seguidores de Arrio. Naturalmente estas creencias las mantuvo en lo mas profundo de su ser sin comentarlas mas que con unas pocas personas de confianza como en sus cartas con John Locke. Otra de la fijaciones de Newton era el estudio de la cultura egipcia antigua, pues consideraba que sus templos reflejaban grandes conocimientos astronómicos ya que los sacerdotes egipcios leían con acierto el libro de las obras de Dios, esto es, la naturaleza.

Newton y el Templo de Salomón

El estudio de los antiguos templos era en tiempos de Newton un tema de gran importancia. Sobre todo fueron los templos egipcios y de oriente los que llamaron mas la atención, por su función como encarnaciones del cosmos o lugares reservados solo a la elite sacerdotal, centros de los misterios religiosos. Eran tenidos por ser lugares de contacto con dios, centros de la creación o puntos de descanso para la divinidad. Ademas solían representar en su interior las concepciones sobre la estructura del universo de la cultura que los construía. En Jerusalén , ideado por el Rey David y construido por Salomón, se erigía el templo que mas interesó a Newton y a muchos estudiosos de los siglos XVII Y XVIII y que incluso en la actualidad continúa siendo motivo de sesudos y, generalmente, muy densos discursos. Este templo realmente se construyó mas por motivos políticos que religiosos, queriendo legitimar a Jerusalén como centro religioso de Israel, porque políticamente y económicamente ya era la capital. Era un lugar de misterio, el pueblo solamente podía acceder al patio exterior y en su interior se celebraban los rituales por la elite sacerdotal. La roca sobre la que se erigía el Templo se consideraba el punto central a partir del que Dios había creado el mundo, la piedra de la fundación. Se construyó en el siglo X a.C. , Primer templo, destruido posteriormente por Nabuconodosor y reconstruido cerca del año 500 a.C., Segundo Templo, nuevamente destruido y vuelto a reconstruir por Herodes el Grande en el siglo I a.C. Finalmente este Tercer Templo fue arrasado en el 70 d.C. por los legionarios romanos. Actualmente el lugar se encuentra ocupado por la mezquita de la Cúpula de la Roca. El interés de Newton por el Templo de Salomón surgió en la década de 1680 de sus análisis de las profecías bíblicas. Consideró a partir de entonces al Templo como una pieza fundamental de la historia sagrada y fuente de iluminación para comprender el plan de Dios. Preparó diferentes escritos, que nunca fueron publicados ya que hubieran sido considerados heréticos , en los que analizó minuciosamente la geometría y medidas del templo. En uno de estos textos utiliza multitud de fuentes, bíblicas e históricas, para mediante análisis filológicos y cálculos matemáticos descubrir las verdaderas funciones olvidadas del templo y sus medidas exactas, descripciones, planos y comentarios históricos.
El abismo de la memoria
Las certidumbres religiosas de Newton no influyeron grandemente en el desarrollo y estructura del minucioso trabajo científico de los Principia, aunque sí lo alentaron. A partir de la Ilustración se comenzó a considerar a Newton como el mas grande de los genios de la ciencia, tomando por aberrante cualquiera de sus otras facetas, con lo que sus posiciones teológicas y alquímicas se olvidaron. Gran parte de este olvido lo motivó la reserva del sabio sobre sus opiniones, haberlo comentado libremente hubiera significado su expulsión segura de las instituciones académicas y posiblemente perjuicios mayores. Existe en los últimos tiempos, de redescubrimiento de la personalidad oculta de Newton, una tendencia a explicar su compulsivo ansia de conocer culpando de ello a ser hijo póstumo. Su padre murió meses antes de su nacimiento y en su niñez se vio obligado a llamar padre a un odiado padrastro. La búsqueda del padre, divino en este caso, quién sabe si impulsó su interés por las antiguas cronologías, la alquímia, el mundo natural y su amor por la verdad, donde quiera que esta se encontrara.
Para tirar del hilo:
- Yates, Frances A. The Occult Philosophy in the Elisabethan Age. Routledge&Kegan Paul, 1979.
- Manuel, Frank E. A Portrait of Isaac Newton. Cambrige U.P, 1968.
- Harrison, John. The Library of Isaac Newton.
Cambridge U.P. 1978.
- Newton, Isaac. El Templo de Salomón. Morano, Ciriaco ed.
CSIC 1996.
- Westfall, Richard S. Newton´s Theological Manuscripts. Reidel/Dordrecht, 1982.


Newton y el ocaso de la Alquimia

  
Corresponde a esta etapa un momento singular dentro de la actividad científica: la fundación de las Sociedades que institucionalizan la profesionalización del hombre de Ciencia, posibilitan el intercambio y divulgación de los resultados, e intentan hacer coherente y uniforme el lenguaje naciente de las ciencias.
En 1662, se inicia la Sociedad Real  (Royal Society), la Academia inglesa de las Ciencias, que tendría como su presidente  a partir de 1703, durante 24 años  a sir Isaac Newton.

Descartes, fundador de la Geometría Analítica y considerado también fundador de la filosofía moderna, estudió y llegó a graduarse de Derecho para jamás ejercer como jurista.   En el ámbito de la Química hace resurgir el atomismo para explicar mecánicamente ciertas propiedades exhibidas por las sustancias como un reflejo de la forma y geometría de los átomos.
  

  
Robert Hooke (1635 – 1702, discípulo de Boyle, contribuyó a la construcción de la primera bomba de vacío.
Su extraordinaria capacidad inventiva lo hacen  el fundador de la meteorología científica, pues ideó los instrumentos usados para registrar los cambios de las condiciones del tiempo y perfeccionó los métodos para registrar sistemáticamente la información obtenida. La supremacía sobre los mares, que conservaría Inglaterra en las generaciones futuras, debió mucho al genio inventivo de Hooke.



Discípulo de Galilei, fundador de la Academia de Cimento en la Florencia del siglo XVII, Evangelista Torricelli (1608 – 1647) inventó el barómetro de mercurio. Con este instrumento se realizaron los experimentos  que echaron por tierra la noción aristotélica vigente durante más de 2 000 años sobre el horror de la naturaleza al vacío. Al liberar a la ciencia del falso principio
del “horror vacui” se estimularon las tentativas por producir una bomba de vacío.

  
 
En medio de la epidemia de la peste de 1665, que condujo a la clausura de la Universidad de Cambridge, apenas con  23 años, Newton comprendió que la fuerza responsable de la caída de la manzana era la misma que obligaba a la Luna a girar alrededor de la Tierra: la gravitación universal. Fue sin embargo una personalidad inestable que mostró un enfermizo recelo a la crítica que podrían recibir sus trabajos, motivo por el cual se retrasaba en publicar sus resultados. Ya con 45 años desde su cátedra universitaria se opuso a los designios del Rey Jacobo II  por convertir Cambridge en una institución católica. Esta posición le brindó relaciones con los dirigentes del régimen que sucedió a la Revolución Gloriosa de 1688, y ocupó durante los últimos 24 años de su vida la presidencia de la Royal Society.
  

 
R. Boyle, el primero en suprimir el prefijo  al- en su obra "El químico escéptico", no solo propone un cambio ortográfico,  sino abre las puertas a una nueva concepción del elemento químico. Es uno de los iniciadores del estudio experimental de los gases, descubriendo la llamada ley de Boyle - Mariotte. En su época abre las puertas la Sociedad Real de Londres de la cual  fue uno de sus fundadores y a la cual entrega, en sobre lacrado, el método de obtención del fósforo. Sólo después de su muerte este secreto sería publicado.   


La Europa que sirve de escenario al despegue de las ciencias y más particularmente a la Revolución de la Física en la Inglaterra de Newton, conformó un complejo panorama político, económico y social.
Domina el acontecer político de la primera mitad del siglo, la guerra de los 30 años, (1618 – 1648) resultado de choques de intereses religiosos, políticos y económicos. A partir de la paz de Westfalia, Europa se convierte en un mosaico de estados nacionales que representan el fin del poder del Imperio y del Papado. A la secularización del estado correspondió una secularización del pensamiento que impulsó el progreso de las ideas científicas.
Hacia la segunda mitad se destacan los desarrollos de dos modelos políticos:
·        El esplendor de la monarquía absoluta de Luis XIV (1643-1715) que cristaliza el liderazgo francés.
·        El agitado paisaje de las sociedad inglesa con la guerra civil (1642) que conduce a la instauración y vida de la República de Cromwell (1649-1660), la posterior restauración de los Estuardos, y finalmente la abdicación de Jacobo II (1660 –1688) mediante la Revolución pacífica de 1688.  Esta revolución se considera el hito histórico que inaugura el dominio inglés de los mares, del comercio y de la Revolución industrial. 
En lo económico se producen zigzageos pero la tendencia expresa un incremento del comercio colonial reflejado en la constitución de las grandes compañías de la Indias en las tres potencias que emergen  como líderes, Holanda, Inglaterra y  Francia. Aparecen las instituciones que prefiguran el naciente capitalismo como la Bolsa de Amberes y la Banca nacional. El transito de la producción artesanal, doméstica, a la manufactura se traduce en la creación de instalaciones,  se incuban novedosas técnicas y proliferan las profesiones que gestan las propias instituciones de nuevo tipo.
No se puede decir que los científicos del siglo mostraron indiferencia por los reconocidos movimientos sociales que bajo el término de Reforma tuvieron lugar. Desde Neper en Escocia hasta Newton en Inglaterra tomaron partido ante los acontecimientos que adoptaron un ropaje religioso. 
Es hacia mediados de este siglo que se crean, en los grandes polos de Europa, las primeras sociedades científicas. En 1662 abre sus puertas la famosa sociedad londinense “Royal Society”, cuya presidencia ocupará décadas más tarde el insigne Isaac Newton; poco después, en la próspera Florencia del Ducado de Toscana, comienza sus actividades la Academia de Cimento, actuando como su fundador el célebre Evangelista Torricelli; en 1666 se inaugura la Academia de Ciencias de París, contando entre sus primeros secretarios al afamado Louis Pasteur; y cierra el período la fundación de la Academia de Ciencias berlinesa, bajo la inspiración del pionero del cálculo, Gottfried W. Leibniz.
La aparición de grandes obras filosóficas en el siglo XVII,  repercuten en el camino que toman las Ciencias Naturales. En este marco es necesario destacar la obra del filósofo inglés Francis Bacon  (1561 - 1626). F. Bacon reclamaba para el trabajo científico la aplicación del método inductivo de investigación en lugar del viejo método deductivo en que se basaba la escolástica. El procedimiento fundamental para conducir la investigación propuesto por Bacon lo constituía el experimento organizado y planificado. Sus ideas tuvieron una amplia repercusión, primero en Inglaterra y luego en otros países.
La etapa de naciente formación en las Ciencias tal vez explique la inclinación abarcadora de los científicos de la época. Los grandes matemáticos incursionan con frecuencia en el campo filosófico, se esfuerzan por explicar los fenómenos en su totalidad, e intentan construir los instrumentos matemáticos requeridos para la formalización de los experimentos en el campo de la Mecánica.  
La Historia reconoce que es la Física, la Ciencia que en todo este período impulsa el desarrollo de la formalización matemática para describir las leyes de los objetos que estudia, en particular el movimiento de los cuerpos bajo un enfoque dinámico. No es casual que como veremos a continuación el nacimiento del Cálculo Diferencial estuviera vinculado con necesidades del propio crecimiento de las Ciencias Físicas. 
Es también a partir del siglo XVII que se introduce sólidamente en las prácticas de las investigaciones el método experimental, con el cual se conducen una serie de grandes descubrimientos. 
El propio diseño del experimento físico impulsó el desarrollo de los instrumentos de medición. El más notable de los mecánicos fue sin dudas el inglés Robert Hooke. En la lista de instrumentos que inventó figuran el microscopio, el barómetro de cuadrante, un termómetro de alcohol, un cronómetro mejorado, el primer higrómetro, un anemómetro y un “reloj” para registrar automáticamente las lecturas de sus diversos instrumentos meteorológicos. A ellos han de sumarse en este siglo, el reloj de péndulo y el telescopio. 
Las ideas desarrolladas por Copérnico y Galilei fueron las premisas científicas básicas con las que contó Isaac Newton (1642 – 1727) para su trabajo de axiomátización de la Mecánica en su famosos “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica” publicados en 1687. En esta obra, dividida en tres libros, Newton hace una exposición detallada de la Mecánica.
En el tercer libro “El sistema del mundo” presenta sus cuatro reglas para el “razonamiento filosófico” que son:
1.  “No se deben admitir otras causas que las necesarias para explicar los fenómenos.”
2.  “Los efectos del mismo género deben siempre ser atribuidos, en la medida que sea posible, a la misma causa.”
3.  “Las cualidades de los cuerpos que no sean susceptibles de aumento ni disminución y que pertenecen a todos los cuerpos sobre los que se pueden hacer experimentos, deben ser miradas como pertenecientes a todos los cuerpos en general.”
4.  "En la filosofía experimental, las proposiciones sacadas por inducción de los fenómenos deben ser miradas, a pesar de las hipótesis contrarias, como exactas o aproximadamente verdaderas, hasta que algunos otros fenómenos las confirmen enteramente o hagan ver que están sujetas a excepciones.”
Estas reglas tienen un incalculable valor epistemológico para la Ciencia. Las dos primeras están relacionadas con el método de la modelación,  que consiste en esencia en la acumulación de datos de la observación de un conjunto de fenómenos y extrayendo lo esencial de ellos, proponer un modelo físico – matemático de esos fenómenos y de los sistemas donde ellos se producen y luego pasar al experimento, diseñado al efecto, para comprobar la validez del modelo.
Estas dos primeras reglas expresan el pensamiento newtoniano sobre la relación causa – efecto penetrado por el enfoque determinista emanado de su propia descripción de la Mecánica, pero sin dudas, y la Ciencia lo ha demostrado plenamente, son válidas estas ideas para los casos de los sistemas macroscópicos.
La tercera regla avanza un método para la generalización de las conclusiones científicas, lo que ha sido un poderoso instrumento en manos de la Ciencia. Sin embargo debe señalarse que este método, mal aplicado, puede llevar a errores de grandes proporciones. Tal es el caso de intentar aplicar o generalizar los resultados de la Mecánica Clásica al mundo de las micropartículas subatómicas.
Por último, la cuarta regla hace referencia a la objetividad del conocimiento si este es levantado sobre una sólida base experimental y a la vez permite la adecuada combinación entre el carácter absoluto de ese conocimiento en un momento histórico determinado y su carácter relativo en el decursar del tiempo, fertilizando  la idea de lo que más tarde se conoció como el Principio de Correspondencia, que invalida la concepción del relativismo a ultranza. 
Para tener una idea del grado de validez del núcleo teórico newtoniano,   bastará con saber que el diseño, control y corrección de las órbitas de los satélites terrestres y las naves cósmicas que el hombre utiliza en la actualidad, son realizados enteramente con arreglo a las predicciones de estas tres leyes. 
En el ámbito de la Química el siglo XVII marca el inicio de la introducción de la balanza para estudiar las transformaciones químicas y un cambio en el centro de interés del tipo de sustancias objeto de estudio desde los minerales y metales hacia los vapores  o espíritus.
También cabe destacar que el propio Descartes fundador de la Geometría Analítica, hace renacer la atomística antigua. De manera hipotética Descartes planteó la singular idea de que las propiedades de las sustancias dependían de  la forma que adoptaban sus partículas constituyentes. Así el agua debía presentar como corpúsculos elementales partículas largas, lisas y resbaladizas;  partículas puntiagudas debían formar las sales; pesadas y redondas debían ser las del mercurio. Puede considerarse a Descartes el iniciador de la Estereoquímica o Química Espacial, pero sus ideas no podrían tener un ulterior desarrollo en esta época. Debía antes desarrollarse la Mecánica de Newton, para que Dalton, a inicios del XIX, pudiera  atribuir a la masa, la propiedad fundamental de los átomos.    
Pionero de los virajes de este período es el médico flamenco J.B. Van Helmont (1577 –1644). Si un alquimista al observar la deposición de una capa de cobre sobre un clavo introducido en una solución de azul de vitriolo, creería ver la transmutación del hierro en cobre, Van Helmont estudia la disolución de los metales en los tres ácidos minerales fuertes y la recuperación de los metales de estas disoluciones. Se enfrasca también Van Helmont en la penosa tarea de atrapar las sustancias  escurridizas que se escapan en numerosas transformaciones a las cuales bautizó con el término de gases, derivado del griego “chaos”. Así aísla el gas liberado en la fermentación del vino que identifica con el gas desprendido en la reacción  entre el carbonato de calcio y el ácido acético, al cual llama gas silvestre.
Una tendencia observada durante el siglo XVII, relacionada con el desarrollo de la manufactura, centraba su interés en mejorar los procedimientos para obtener sustancias de aplicación práctica como los salitres, ácidos, bases y colorantes. Para cumplir estos propósitos se necesitó perfeccionar los útiles, y en particular los medios de calentamiento, hornos y equipos que aumentaron el arsenal de los laboratorios de la época.
Johann Rudolph Glauber  (1604 – 1668) fue el más eminente representante de esta dirección. Glauber elaboró un nuevo método para producir los ácidos clorhídrico y nítrico. Una vez destilados los ácidos trató el residuo que quedaba en la  retorta y al recristalizar obtuvo un producto que exhibía una fuerte acción laxativa. El sulfato de sodio, conocido en la Farmacopea como sal de Glauber, llega hasta nuestros días. 
Pero fueron los trabajos del químico irlandés Robert Boyle (1627 – 1691)  los que marcaron una nueva pauta. En 1622 descubre, al estudiar el comportamiento que experimenta el  volumen de los gases con las variaciones de la presión, la ley que llega a nuestros días como ley de Boyle. En su libro “El químico escéptico” se suprime el prefijo de la vieja alquimia pero la verdadera ruptura que propone con el pasado no se reduce a un cambio ortográfico. A partir de él, los elementos no resultan deducidos del razonamiento especulativo, sino del criterio experimental de carácter primario en el sentido de no admitir una ulterior descomposición. El término elemento, en este contexto, tiene un significado derivado de la práctica y un sentido de provisionalidad que no sería superado hasta el siglo XX cuando se descubriera la naturaleza íntima de los elementos químicos.  
Aunque la actividad en este siglo está  pautada por la reestructuración hacia el estudio de los gases y el enfoque experimental ausentes de conjeturas y falsas expectativas, el mérito por el descubrimiento de un tercer no-metal, el fósforo, corresponde al último alquimista, Henning Brand (¿ – 169? ). En 1669, calcinando los residuos de la destilación de la orina, obtuvo en la retorta un polvo luminiscente que consideró un fuego elemental.  
Se ha repetido que Newton dedicó ingentes esfuerzos a ensayos de transmutación alquimista, justamente cuando tales ideas estaban en pleno decaimiento a fines de este siglo XVII. Pero en rigor histórico publicó un ensayo en 1700 "On the nature of acids" y dejó incompleta una teoría "de la fuerza química" que vino a conocerse un siglo después de su muerte, ambos privados del tinte alquimista  y en plena  correspondencia con su regla de oro para el razonamiento filosófico: "No se deben admitir otras causas que las necesarias para explicar los fenómenos".  
Con la Revolución Científica inaugurada por Newton se abría paso el paradigma mecánico,  mientras, al finalizar esta centuria, agoniza la Alquimia.  
El siglo XVIII sería testigo de un avance extraordinario de las Matemáticas; el inicio de la expansión de nuevas áreas del  conocimiento físico, y en la Química nacía un proceso revolucionario al debutar como ciencia asentada en el tratamiento cuantitativo de los resultados experimentales.
    

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Los apuntes de Isaac Newton sobre la "alquimia" escaneados


manuscrito de Newton
Por medio de la National Science Foundation están disponibles las fotografías escaneadas en alta resolución de los manuscritos que Isaac Newton tenía sobre sus esperimentos en el campo de la alquimia.
The Chymistry of Isaac Newton está produciendo una “edición online para eruditos” de los manuscritos sobre la alquimia de Isaac Newton integrados en los nuevos estudios de La química de Newton. Por ahora se han escaneado a formato TEI/XML 500 páginas, o lo que es lo mismo, la cuarta parte del proyecto que consta de unas dos mil páginas.
De todas ellas unas 200 páginas ya están disponibles para ver online en The Chymistry of Isaac Newton.
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Publicado el April 5, 2006
Categorías: Ciencia, Recursos
Alquimistas, ¿brujos o científicos?
La alquimia aparece popularmente vinculada a rituales mágicos y hechicerías, pero ha sido también una precursora de la ciencia moderna que al fin empieza a ser rehabilitada
DIEGO MERRY DEL VAL// MADRID




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CUANDO se pronuncia la palabra «alquimista», las imágenes que aparecen en la mente suelen asociarse con los cuentos de nuestra infancia o, para los más jóvenes, con la serie de Harry Potter: hechiceros de largas barbas y mirada enloquecida, rodeados de calderos burbujeantes y libros llenos de extraños signos cabalísticos, que buscaban la fórmula para producir oro o la famosa piedra filosofal que explicaría los secretos de la naturaleza. El tópico refleja una parte de la realidad, pero ésta va mucho más allá. Algunos investigadores modernos tratan de rehabilitar a los alquimistas en lo que tuvieron de precursores para la ciencia, ya que sus experimentos dieron como resultado no pocas aportaciones a la Medicina, la Química, la Toxicología u otras ramas del saber. No todo el mundo está al corriente de que el mismísimo Isaac Newton se consideraba a sí mismo ante todo un alquimista.

La alquimia es tan vieja como el hombre. Todas las culturas la han practicado, desde la antigua Mesopotamia al mundo clásico y hasta hoy. Sin embargo, habitualmente se asocia con la Edad Media europea y los primeros siglos de la Edad Moderna y esto se debe al auge que estas prácticas adquirieron en el orbe occidental después de que la caída del Imperio Romano provocara la pérdida de gran parte del saber científico acumulado durante el milenio que duró la civilización grecolatina clásica.

En qué consistían exactamente las prácticas de los alquimistas es algo que permanece envuelto en el misterio, al menos en una gran parte, ya que los adeptos de estos saberes mantenían un estricto secreto sobre los mismos y elaboraban todo tipo de códigos simbólicos para proteger sus arcanos. El propio Isaac Newton escribió una carta a otro conspicuo alquimista de su época, Robert Boyle, en la que le instaba a mantener «un profundo silencio» en público sobre los asuntos de su especialidad. Sin embargo, hay una serie de trazos comunes que permiten a la historiografía orientarse en este complejo mundo.

Hermes y los árabes

La palabra «alquimia» no es en realidad más que la forma árabe de «química», que procede del griego «jiméia», mezcla. La alquimia occidental proviene en buena medida del hermetismo, un sistema espiritual y filosófico que hunde sus raíces en el culto a Hermes Trimegisto, una deidad sincrética greco-egipcia a la que se atribuye la fundación de este saber oculto. En la Edad Media, la alquimia fue incorporando más y más elementos esotéricos y espirituales, sin renunciar a los elementos de base experimental.

En general los alquimistas creían que la materia ocultaba una serie de «principios» que podían ser revelados y manipulados mediante determinados procedimientos, algo en lo que no andaban muy descaminados si se consideran por ejemplo los descubrimientos de la Física nuclear. Los principales objetivos eran la transmutación de metales en oro y plata, la prolongación de la vida humana y el descubrimiento de una «panacea» que curase todas las enfermedades. Aunque el gremio de los alquimistas se viera engrosado por una gran cantidad de charlatanes, y seguramente también de perturbados mentales que se creían sus propias fantasías, algunos de ellos fueron los auténticos fundadores de no pocas especialidades científicas modernas. Los investigadores actuales subrayan su pasión por la experimentación práctica, por la mezcla de sustancias, que darían una primera base a lo que posteriormente sería el método científico.

El nombre más importante cuando se habla de alquimistas científicos es el del suizo Teofrastus Bombastus von Hohenheim (1493-1541), quien adoptó el sobrenombre de Paracelso para subrayar que había superado a Celso, famoso médico romano del siglo I de nuestra era. Formado como médico en la Universidad de Basilea desde los 16 años y gran viajero por tierras de Oriente, Paracelso se enfrentó a los doctores de su época al introducir nuevos tratamientos para las heridas, como el drenaje y la antisepsia, en lugar de la extendida cauterización mediante agua hirviendo o la simple amputación.

Paracelso y la farmacia

Aunque toda su vida fue un apasionado creyente y practicante de la astrología, Paracelso está considerado como uno de los fundadores de la Farmacología y la Química, que surgieron de la aplicación de prácticas alquimistas. Este suizo genial ideó, entre otras cosas, el uso de diversos metales para la curación de enfermedades, como el mercurio para la sífilis; descubrió el papel de determinadas toxinas en algunas dolencias y puso nombre al zinc, inspirándose en la palabra alemana 'zinke' (agudo, afilado), que le sugería la forma de los cristales de este elemento. Entre sus más famosos asertos se incluye el de que «todas las cosas son veneno y nada existe que carezca de veneno: sólo la dosis hace que algo no sea veneno».

Caso no menos llamativo es el de Isaac Newton, quien escribió un millón de palabras sobre alquimia, aunque la Real Sociedad Británica determinó que no eran aptas para ser publicadas y tuvieron que esperar hasta mediados del siglo XX para ser redescubiertas. Innumerables experimentos llevados a cabo por este genio científico se basaron en conceptos alquimistas. Newton creía que la luz era una sustancia única para la explicación de la realidad, ya que materializaba la palabra de Dios, tal y como sugiere la Sagrada Escritura y también la Tabla Esmeralda, base de los saberes herméticos que él tradujo al inglés.


Isaac Newton

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Sir Isaac Newton
Sir Isaac Newton
Isaac Newton en 1702 por Geoffrey Kneller
Nacimiento
Muerte
Residencia
Nacionalidad(es)
Campo(s)
Alma mater
Conocido por
Sociedades
Premios destacados
Nombrado caballero por la Reina Ana I (1705)
Firma
Firma de Isaac Newton
Sostuvo conflictos con Gottfried Leibniz y con Robert Hooke por la paternidad del cálculo y de la Ley de gravitación universal, respectivamente.
Sir Isaac Newton, (4 de enero, 1643 NS31 de marzo, 1727 NS) fue un científico, físico, filósofo, alquimista y matemático inglés, autor de los Philosophiae naturalis principia mathematica, más conocidos como los Principia, donde describió la ley de gravitación universal y estableció las bases de la Mecánica Clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Entre sus otros descubrimientos científicos destacan los trabajos sobre la naturaleza de la luz y la óptica (que se presentan principalmente en el Opticks) y el desarrollo del cálculo matemático.
Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes son las mismas. Es, a menudo, calificado como el científico más grande de todos los tiempos, y su obra como la culminación de la Revolución científica.
Entre sus hallazgos científicos se encuentran los siguientes: el descubrimiento de que el espectro de color que se observa cuando la luz blanca pasa por un prisma es inherente a esa luz, en lugar de provenir del prisma (como había sido postulado por Roger Bacon en el siglo XIII); su argumentación sobre la posibilidad de que la luz estuviera compuesta por partículas; su desarrollo de una ley de conducción térmica, que describe la tasa de enfriamiento de los objetos expuestos al aire; sus estudios sobre la velocidad del sonido en el aire; y su propuesta de una teoría sobre el origen de las estrellas.
Newton comparte con Leibniz el crédito por el desarrollo del cálculo integral y diferencial, que utilizó para formular sus leyes de la física. También contribuyó en otras áreas de las matemáticas, desarrollando el teorema del binomio. El matemático y físico matemático Joseph Louis Lagrange (1736–1813), dijo que "Newton fue el más grande genio que ha existido y también el más afortunado dado que sólo se puede encontrar una vez un sistema que rija el mundo."

Tabla de contenidos

Biografía

Nació el 25 de diciembre de 1642 (correspondiente al 4 de enero de 1643 del nuevo calendario) en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra; fue hijo de dos campesinos puritanos, aunque nunca llegó a conocer a su padre, pues había muerto en octubre de 1642. Cuando su madre volvió a casarse, lo dejó a cargo de su abuela, con quien vivió hasta la muerte de su padrastro en 1653. Realizó estudios en la Free Grammar School en Grantham y a los dieciocho años ingresó en la Universidad de Cambridge para continuar sus estudios. Su primer tutor oficial fue Benjamín Pulleyn. Newton nunca asistió regularmente a sus clases, ya que su principal interés era la biblioteca. Se graduó en el Trinity College como un estudiante mediocre debido a su formación principalmente autodidacta, leyendo algunos de los libros más importantes de matemáticas y filosofía natural de la época. En 1663 Newton leyó la Clavis mathematicae de William Oughtred, la Geometría de Descartes, de Frans van Schooten, la Óptica de Kepler, la Opera mathematica de Viète, editadas por Van Schooten y, en 1664, la Aritmética de John Wallis, que le serviría como introducción a sus investigaciones sobre las series infinitas, el teorema del binomio y ciertas cuadraturas.
En 1663 conoció a Isaac Barrow, quien le dio clase como su primer profesor Lucasiano de matemáticas. En la misma época entró en contacto con los trabajos de Galileo, Fermat, Huygens y otros a partir, probablemente, de la edición de 1659 de la Geometría de Descartes por Van Schooten. Newton superó rápidamente a Barrow, quien solicitaba su ayuda frecuentemente en problemas matemáticos.
Réplica de un telescopio construido por Newton.
Réplica de un telescopio construido por Newton.
En esta época la geometría y la óptica ya tenían un papel esencial en la vida de Newton. Fue en este momento en que su fama comenzó a crecer ya que inició una correspondencia con la Royal Society (Sociedad Real). Newton les envió algunos de sus descubrimientos y un telescopio que suscitó un gran interés de los miembros de la Sociedad, aunque también las críticas de algunos de sus miembros, principalmente Robert Hooke. Esto fue el comienzo de una de la muchas disputas que tuvo en su carrera científica. Se considera que Newton demostró agresividad ante sus contrincantes que fueron principalmente, (pero no únicamente) Hooke, Leibniz y, en lo religioso, la Iglesia de Roma. Cuando fue presidente de la Royal Society, fue descrito como un dictador cruel, vengativo y busca-pleitos. Sin embargo, fue una carta de Robert Hooke, en la que éste comentaba sus ideas intuitivas acerca de la gravedad, la que hizo que iniciara de lleno sus estudios sobre la mecánica y la gravedad. Newton resolvió el problema con el que Hooke no había podido y sus resultados los escribió en lo que muchos científicos creen que es el libro más importante de la historia de la ciencia, el Philosophiae naturalis principia mathematica.
En 1693 sufrió una gran crisis psicológica, causante de largos periodos en los que permaneció aislado, durante los que no comía ni dormía. En esta época sufrió depresión y arranques de paranoia. Mantuvo correspondencia con su amigo, el filósofo John Locke, en la que, además de contarle su mal estado, lo acusó en varias ocasiones de cosas que nunca hizo. Algunos historiadores creen que la crisis fue causada por la ruptura de su relación con su discípulo Nicolás Fatio de Duillier; la mayoría, sin embargo, opina que en esta época Newton se había envenenado al hacer sus experimentos alquímicos. Después de escribir los Principia abandonó Cambridge mudándose a Londres donde ocupó diferentes puestos públicos de prestigio siendo nombrado Preboste del Rey, magistrado de Charterhouse y director de la Casa de Moneda.
Entre sus intereses más profundos se encontraban la alquimia y la religión, temas en los que sus escritos sobrepasan con mucho en volumen sus escritos científicos. Entre sus opiniones religiosas defendía el arrianismo y estaba convencido de que las Sagradas Escrituras habían sido violadas para sustentar la doctrina trinitaria. Esto le causó graves problemas al formar parte del Trinity College en Cambridge y sus ideas religiosas impidieron que pudiera ser director del College. Entre sus estudios alquímicos estaba interesado en temas esotéricos como la transmutación de los elementos, la piedra filosofal y el elixir de la vida.

Primeras contribuciones

Desde finales de 1664 trabajó intensamente en diferentes problemas matemáticos. Abordó entonces el teorema del binomio, a partir de los trabajos de John Wallis, y desarrolló un método propio denominado cálculo de fluxiones. Poco después regresó a la granja familiar a causa de una epidemia de peste bubónica.
Retirado con su familia durante los años 1665-1666, conoció un período muy intenso de descubrimientos, entre los que destaca la ley del inverso del cuadrado de la gravitación, su desarrollo de las bases de la mecánica clásica, la formalización del método de fluxiones y la generalización del teorema del binomio, poniendo además de manifiesto la naturaleza física de los colores. Sin embargo, guardaría silencio durante mucho tiempo sobre sus descubrimientos ante el temor a las críticas y el robo de sus ideas. En 1667 reanudó sus estudios en Cambridge.

Desarrollo del Cálculo

De 1667 a 1669 emprendió investigaciones sobre óptica y fue elegido fellow del Trinity College. En 1669 su mentor, Isaac Barrow, renunció a su Cátedra Lucasiana de matemáticas, puesto en el que Newton le sucedería hasta 1696. El mismo año envió a John Collins, por medio de Barrow, su "Analysis per aequationes numero terminorum infinitos". Para Newton, este manuscrito representa la introducción a un potente método general, que desarrollaría más tarde: su cálculo diferencial e integral.
Newton había descubierto los principios de su cálculo diferencial e integral hacia 1665-1666 y, durante el decenio siguiente, elaboró al menos tres enfoques diferentes de su nuevo análisis.
Newton y Leibniz protagonizaron una agria polémica sobre la autoría del desarrollo de esta rama de las matemáticas. Los historiadores de la ciencia consideran que ambos desarrollaron el cálculo independientemente, si bien la notación de Leibniz era mejor y la formulación de Newton se aplicaba mejor a problemas prácticos. La polémica dividió aún más a los matemáticos británicos y continentales, sin embargo esta separación no fue tan profunda como para que Newton y Leibniz dejaran de intercambiar resultados.
Newton abordó el desarrollo del cálculo a partir de la geometría analítica desarrollando un enfoque geométrico y analítico de las derivadas matemáticas aplicadas sobre curvas definidas a través de ecuaciones. Newton también buscaba cómo cuadrar distintas curvas, y la relación entre la cuadratura y la teoría de tangentes. Después de los estudios de Roberval, Newton se percató de que el método de tangentes podía utilizarse para obtener las velocidades instantáneas de una trayectoria conocida. En sus primeras investigaciones Newton lidia únicamente con problemas geométricos, como encontrar tangentes, curvaturas y áreas utilizando como base matemática la Geometría Analítica de Descartes. No obstante, con el afán de separar su teoría de la de Descartes, comenzó a trabajar únicamente con las ecuaciones y sus variables sin necesidad de recurrir al sistema cartesiano.
Después de 1666 Newton abandonó sus trabajos matemáticos sintiéndose interesado cada vez más por el estudio de la naturaleza y la creación de sus Principia.

Trabajos sobre la luz

Opticks
Opticks
Entre 1670 y 1672 trabajó intensamente en problemas relacionados con la óptica y la naturaleza de la luz. Newton demostró que la luz blanca estaba formada por una banda de colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta) que podían separarse por medio de un prisma. Como consecuencia de estos trabajos concluyó que cualquier telescopio refractor sufriría de un tipo de aberración conocida en la actualidad como aberración cromática que consiste en la dispersión de la luz en diferentes colores al atravesar una lente. Para evitar este problema inventó un telescopio reflector (conocido como telescopio newtoniano).
Sus experimentos sobre la naturaleza de la luz le llevaron a formular su teoría general sobre la misma que, según él, está formada por corpúsculos y se propaga en línea recta y no por medio de ondas. El libro en que expuso esta teoría fue severamente criticado por la mayor parte de sus contemporáneos, entre ellos Hooke (1638-1703) y Huygens, quienes sostenían ideas diferentes defendiendo una naturaleza ondulatoria. Estas críticas provocaron su recelo por las publicaciones, por lo que se retiró a la soledad de su estudio en Cambridge.
En 1704 Newton escribió su obra más importante sobre óptica, Opticks, en la que exponía sus teorías anteriores y la naturaleza corpuscular de la luz, así como un estudio detallado sobre fenómenos como la refracción, la reflexión y la dispersión de la luz.
Aunque sus ideas acerca de la naturaleza corpuscular de la luz pronto fueron desacreditadas en favor de la teoría ondulatoria, los científicos actuales han llegado a la conclusión (gracias a los trabajos de Max Planck y Albert Einstein) de que la luz tiene una naturaleza dual: es onda y corpúsculo al mismo tiempo. Esta es la base en la cual se apoya toda la Mecánica Cuántica.

Ley de gravitación universal

Los Principia de Newton.
Los Principia de Newton.
Bernard Cohen afirma que “El momento culminante de la Revolución científica fue el descubrimiento realizado por Isaac Newton de la ley de la gravitación universal.” Con una simple ley, Newton dio a entender los fenómenos físicos más importantes del universo observable, explicando las tres leyes de Kepler. La ley de la gravitación universal descubierta por Newton se escribe
\vec F = -G \frac {m_{1}m_{2}} {r^{2}}\vec u,
donde F es la fuerza, G es una constante que determina la intensidad de la fuerza y que sería medida años más tarde por Henry Cavendish en su célebre experimento de la balanza de torsión, m1 y m2 son las masas de dos cuerpos que se atraen entre sí y r es la distancia entre ambos cuerpos, siendo \vec uel vector unitario que indica la dirección del movimiento.
La ley de gravitación universal nació en 1685 como culminación de una serie de estudios y trabajos iniciados mucho antes. En 1679 Robert Hooke introdujo a Newton en el problema de analizar una trayectoria curva. Cuando Hooke se convirtió en secretario de la Royal Society quiso entablar una correspondencia filosófica con Newton. En su primera carta planteó dos cuestiones que interesarían profundamente a Newton. Hasta entonces científicos y filósofos como Descartes y Huygens analizaban el movimiento curvilíneo con la fuerza centrífuga, sin embargo Hooke proponía “componer los movimientos celestes de los planetas a partir de un movimiento rectilíneo a lo largo de la tangente y un movimiento atractivo, hacia el cuerpo central.” Sugiere que la fuerza centrípeta hacia el Sol varía en razón inversa al cuadrado de las distancias. Newton contesta que él nunca había oído hablar de estas hipótesis.
En otra carta de Hooke, escribe: “Nos queda ahora por conocer las propiedades de una línea curva... tomándole a todas las distancias en proporción cuadrática inversa.” En otras palabras, Hooke deseaba saber cuál es la curva resultante de un objeto al que se le imprime una fuerza inversa al cuadrado de la distancia. Hooke termina esa carta diciendo: “No dudo que usted, con su excelente método, encontrará fácilmente cuál ha de ser esta curva.”
En 1684 Newton informó a su amigo Edmund Halley de que había resuelto el problema de la fuerza inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Newton redactó estos cálculos en el tratado “De Motu” y los desarrolló ampliamente en el libro “Philosophiae naturalis principia mathematica”. Aunque muchos astrónomos no utilizaban las leyes de Kepler, Newton intuyó su gran importancia y las engrandeció demostrándolas a partir de su ley de la gravitación universal.
Sin embargo, la gravitación universal es mucho más que una fuerza dirigida hacia el Sol. Es también un efecto de los planetas sobre el Sol y sobre todos los objetos del Universo. Newton intuyó fácilmente a partir de su tercera ley de la dinámica que si un objeto atrae a un segundo objeto, este segundo también atrae al primero con la misma fuerza. Newton se percató de que el movimiento de los cuerpos celestes no podía ser regular. Afirmó: “los planetas ni se mueven exactamente en elipses, ni giran dos veces según la misma órbita”. Para Newton, ferviente religioso, la estabilidad de las órbitas de los planetas implicaba reajustes continuos sobre sus trayectorias impuestas por el poder divino.

Las leyes de la Dinámica

Artículo principal: Leyes de Newton
Otro de los temas tratados en los Principa fueron las tres leyes de la Dinámica o Leyes de Newton, en las que explicaba el movimiento de los cuerpos así como sus efectos y causas. Éstas son:
  • La primera ley de Newton o ley de la inercia
"Todo cuerpo preservará en sus estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado por fuerzas impresas a cambiar su estado"
En esta ley, Newton afirma que un cuerpo sobre el que no actúan fuerzas extrañas (o las que actúan se anulan entre sí) permanecerá en reposo o moviéndose a velocidad constante.
Esta idea, que ya había sido enunciada por Descartes y Galileo, suponía romper con la física aristotélica, según la cual un cuerpo sólo se mantenía en movimiento mientras actuara una fuerza sobre él.
  • La segunda ley de Newton o ley de la interacción y la fuerza
"El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime"
Esta ley explica las condiciones necesarias para modificar el estado de movimiento o reposo de un cuerpo. Según Newton estas modificaciones sólo tienen lugar si se produce una interacción entre dos cuerpos, entrando o no en contacto (por ejemplo, la gravedad actúa sin que haya contacto físico). Según la segunda ley, las interacciones producen variaciones en el momento lineal, a razón de
\vec F= \frac {d{\vec p}}{dt}
Siendo \vec Fla fuerza, d{\vec p}el diferencial del momento lineal, dt el diferencial del tiempo del tiempo.
La segunda ley puede resumirse en la fórmula
\vec F = {m} \vec a,
siendo \vec Fla fuerza (medida en newtons) que hay que aplicar sobre un cuerpo de masa m para provocar una aceleración \vec a.
  • La tercera ley de Newton o ley de de acción-reacción
"Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria; las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentidos opuestos"
Esta ley se refleja constantemente en la naturaleza: la sensación de dolor que se siente al golpear una mesa, puesto que la mesa ejerce una fuerza sobre ti con la misma intensidad; el impulso que consigue un nadador al ejercer una fuerza sobre el borde de la piscina, siendo la fuerza que le impulsa la reacción a la fuerza que él ha ejercido previamente...

Actuación política

En 1687 defendió los derechos de la Universidad de Cambridge contra el impopular Rey Jacobo II, que intentó transformar la universidad en una institución católica. Como resultado de la eficacia que demostró en esa ocasión fue elegido miembro del Parlamento en 1689 cuando aquel fue destronado y obligado a exiliarse. Mantuvo su escaño durante varios años sin mostrarse, no obstante, muy activo durante los debates. Durante este tiempo prosiguió sus trabajos de química. Se dedicó también al estudio de la hidrostática y de la hidrodinámica, además de construir telescopios.
Después de haber sido profesor durante cerca de treinta años, Newton abandonó su puesto para aceptar la responsabilidad de Director de la Moneda en 1696. Durante este periodo fue un incansable perseguidor de falsificadores, a los que enviaba a la horca, y propuso por primera vez el uso del oro como patrón monetario. Durante los últimos treinta años de su vida, abandonó prácticamente toda actividad científica y se consagró progresivamente a los estudios religiosos. Fue elegido presidente de la Royal Society en 1703 y reelegido cada año hasta su muerte. En 1705 fue nombrado caballero por la Reina Ana, como recompensa a los servicios prestados a Inglaterra.

Alquimia

Newton dedicó muchos esfuerzos al estudio de la alquimia. Escribió más de un millón de palabras sobre este tema, algo que tardó en saberse ya que la alquimia era ilegal en aquella época. Como alquimista, Newton firmó sus trabajos como Jeova Sanctus Unus, que se interpreta como un lema anti-trinitario: Jehová único santo, siendo además un anagrama del nombre latinizado de Isaac Newton, Isaacus Neuutonus - Ieova Sanctus Unus.
El primer contacto que tuvo con la alquimia fue a través de Isaac Barrow y Henry More, intelectuales de Cambridge. En 1669 escribió dos trabajos sobre la alquimia, Theatrum Chemicum y The Vegetation of Metals. En este mismo año fue nombrado profesor Lucasiano de Cambridge.
En 1680 empezó su más extenso escrito alquímico, Index Chemicus, el cual sobresale por su gran organización y sistematización. En 1692 escribió dos ensayos, de los que sobresale De Natura Acidorum, en donde discute la acción química de los ácidos por medio de la fuerza atractiva de sus moléculas. Es interesante ver cómo relaciona la alquimia con el lenguaje físico de las fuerzas.
Durante la siguiente década prosiguió sus estudios alquímicos escribiendo obras como Ripley Expounded, Tabula Smaragdina y el más importante Praxis, que es un conjunto de notas de Triomphe Hermétique de Didier, libro francés cuya única traducción es del mismo Newton.
Cabe mencionar que desde joven Newton desconfiaba de la medicina oficial y usaba sus conocimientos para auto recetarse. Muchos historiadores consideran su uso de remedios alquímicos como la fuente de numerosos envenamientos que le produjeron crisis nerviosas durante gran parte de su vida. Vivió, sin embargo, 84 años.

Teología

Newton fue profundamente religioso toda su vida. Hijo de padres puritanos, dedicó más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia, escribiendo más de 1.400.000 palabras sobre teología. Se conoce una lista de cincuenta y ocho pecados que escribió a los 19 años en el cual se encuentra "Amenazar a mi padre y madre Smith con quemarlos y a la casa con ellos".
Newton era arrianista y creía en un único Dios, Dios Padre. En cuanto a los trinitarios, creía que habían cometido un fraude a las Sagradas Escrituras y acusó a la Iglesia de Roma de ser la bestia del Apocalipsis. Por estos motivos se entiende por qué eligió firmar sus más secretos manuscritos alquímicos como Jehová Sanctus Unus: Jehová Único Dios. Relacionó sus estudios teológicos con los alquímicos y creía que Moisés había sido un alquimista. Su ideología antitrinitaria le causó problemas, ya que estudiaba en el Trinity College en donde estaba obligado a sostener la doctrina de la Trinidad. Newton viajó a Londres para pedirle al Rey Carlos II que lo absentara de tomar las órdenes sagradas, y su solicitud le fue concedida.
Cuando regresó a Cambridge inició su correspondencia con el filósofo John Locke. Newton tuvo la confianza de confesarle sus opiniones acerca de la Santísima Trinidad y Locke le incitó a que continuara con sus manuscritos teológicos. Entre sus obras teológicas, algunas de las más conocidas son An Historical Account of Two Notable Corruption of Scriptures, Chronology of Ancient Kingdoms Atended y Observations upon the Prophecies. Newton realizó varios cálculos sobre el "Día del Juicio Final", llegando a la conclusión de que este no sería antes del año 2060.

Relación con otros científicos contemporáneos

En 1687, Isaac Newton publicó sus Principios matemáticos de la filosofía natural. Editados veintidós años después de la Micrografía de Hooke, describían las leyes del movimiento, entre ellas la ley de la gravedad. Pero lo cierto es que, como indica Allan Chapman, Robert Hooke “había formulado antes que Newton muchos de los fundamentos de la teoría de la gravitación”. La labor de Hooke también estimuló las investigaciones de Newton sobre la naturaleza de la luz.
Por desgracia, las disputas en materia de óptica y gravitación agriaron las relaciones entre ambos hombres. Newton llegó al extremo de eliminar de sus Principios matemáticos toda referencia a Hooke. Un especialista asegura que también intentó borrar de los registros las contribuciones que este había hecho a la ciencia. Además, los instrumentos de Hooke —muchos elaborados artesanalmente—, buena parte de sus ensayos y el único retrato auténtico suyo se esfumaron una vez que Newton se convirtió en presidente de la Sociedad Real. A consecuencia de lo anterior, la fama de Hooke cayó en el olvido, un olvido que duraría más de dos siglos.

Últimos años de su vida

Estatua de Newton en el Trinity College.
Estatua de Newton en el Trinity College.
Los últimos años de su vida se vieron ensombrecidos por la desgraciada controversia, de envergadura internacional, con Leibniz a propósito de la prioridad de la invención del nuevo análisis. Acusaciones mutuas de plagio, secretos disimulados en criptogramas, cartas anónimas, tratados inéditos, afirmaciones a menudo subjetivas de amigos y partidarios de los dos gigantes enfrentados, celos manifiestos y esfuerzos desplegados por los conciliadores para aproximar a los clanes adversos, sólo terminaron con la muerte de Leibniz en 1716.
Padeció durante sus últimos años diversos problemas renales, incluyendo atroces cólicos nefríticos, sufriendo uno de los cuales moriría -tras muchas horas de delirio- la noche del 31 de marzo de 1727 (calendario gregoriano). Fue enterrado en la abadía de Westminster junto a los grandes hombres de Inglaterra.
«No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte buscando de vez en cuando una piedra más pulida y una concha más bonita de lo normal, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido.»
Fue respetado durante toda su vida como ningún otro científico, y prueba de ello fueron los diversos cargos con que se le honró: en 1689 fue elegido miembro del Parlamento, en 1696 se le encargó la custodia de la Casa de la Moneda, en 1703 se le nombró presidente de la Royal Society y finalmente en 1705 recibió el título de Sir de manos de la Reina Ana.
La gran obra de Newton culminaba la revolución científica iniciada por Nicolás Copérnico (1473-1543) e inauguraba un período de confianza sin límites en la razón, extensible a todos los campos del conocimiento.

Escritos de Newton

Referencias

  • Christianson, G.E. (1984): In the Presence of Creator, Isaac Newton and His Times. The Free Press. ISBN 0-02-905190-8 [Newton (2 vol.). Salvat Editores, S.A. Biblioteca Salvat de Grandes Biografías, 99 y 100. 625 págs. Barcelona, 1987 ISBN 84-345-8244-9 e ISBN 84-345-8245-7]
  • Gardner, M. (2001): Isaac Newton, alquimista y fundamentalista. En: Did Adam and Eve Have Navels?: Debunking Pseudoscience W.W. Norton & Company. 333 págs. ISBN 0-393-04963-9 [¿Tenían ombligo Adán y Eva?. Editorial Debate. 384 págs. Barcelona, 2001 ISBN 84-8306-455-3]
  • Westfall, R.S. (1980): Never at Rest. Cambridge University Press. 908 págs. ISBN 0-521-27435-4
  • Westfall, R.S. (1993): The life of Isaac Newton. Cambridge University Press. 328 págs. ISBN 0-521-43252-9 . [Isaac Newton, una vida. Cambridge University Press. 320 págs. Madrid, 2001 ISBN 84-8323-173-5] Versión resumida de Never at Rest, centrada en la biografía más que en la obra.
  • White, M. (1997): Isaac Newton: The Last Sorcercer. Addison-Wesley, Helix books. 402 págs. Reading, Mass. ISBN 0-201-48301-7

Véase también

Enlaces externos

Wikiquote
En español:
En inglés:

Isaac Newton


Matemático y físico británico



“Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”
Isaac Newton


Nació el 4 de Enero de 1643 (año de la muerte de Galileo) en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra. Aunque haya nacido el 25 de diciembre, la fecha dada aquí es en el calendario Gregoriano, que adoptamos hoy, y que fue adoptada en Inglaterra en 1752. Hijo póstumo y único de una familia de agricultores. Su pequeño tamaño y delicado estado hacen temer sobre su suerte, pero finalmente sobrevive. Perteneciente a la joven generación de Fellows de la Royal Society. Desde joven apareció como "tranquilo, silencioso y reflexivo" aunque lleno de imaginación. Se entretenía construyendo artilugios: un molino de viento, un reloj de agua, un carricoche que andaba mediante una manivela accionada por el propio conductor, etc. Cursó estudios en la escuela primaria en Grantham. En 1661, ingresó en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, allí estudió matemáticas bajo la dirección del profesor Isaac Barrow. En 1664, se declara una plaga en la población y la universidad fue clausurada; esto fue sin duda alguna lo mejor que le pudo suceder a Newton, pues durante este tiempo su inventiva y preocupación por las matemáticas y la filosofía estaban en un punto máximo. Recibió su título de bachiller en 1665. Regresó al Trinity College, donde le nombraron becario en 1667. Desde 1668 fue profesor. Newton se dedicó al estudio e investigación de los últimos avances en matemáticas y a la filosofía natural. Realizó descubrimientos fundamentales que le fueron de gran utilidad en su carrera científica. Consiguió en el campo de la matemáticas sus mayores logros. Generalizó los métodos que se habían utilizado para trazar líneas tangentes a curvas y para calcular el área encerrada bajo una curva, descubriendo que los dos procedimientos eran operaciones inversas. Uniéndolos en lo que llamó el método de las fluxiones, desarrolló en 1666 lo que se conoce hoy como cálculo, un método nuevo y poderoso que situó a las matemáticas modernas por encima del nivel de la geometría griega. En 1675 Leibniz llegó de forma independiente al mismo método, al que llamó cálculo diferencial; su publicación hizo que Leibniz recibiera los elogios por el desarrollo de ese método, hasta 1704, año en que Newton publicó una exposición detallada del método de fluxiones. En 1669 obtuvo la cátedra Lucasiana de matemáticas en la Universidad de Cambridge. La óptica también fue del interés de Newton. Llegó a la conclusión de que la luz del Sol es una mezcla heterogénea de rayos diferentes -representando cada uno de ellos un color distinto- y que las reflexiones y refracciones hacen que los colores aparezcan al separar la mezcla en sus componentes. Demostró su teoría de los colores haciendo pasar un rayo de luz solar a través de un prisma, el cual dividió el rayo de luz en colores independientes. En el año 1672 envió una breve exposición de su teoría de los colores a la Sociedad Real de Londres. En 1704, publicó su obra Óptica, en donde explicaba detalladamente su teoría. En 1684 recibió la visita de Edmund Halley, un astrónomo y matemático con el que discutió el problema del movimiento orbital. Durante los dos años y medio siguientes, estableció la ciencia moderna de la dinámica formulando las tres leyes del movimiento. Aplicó estas leyes a las leyes de Kepler sobre movimiento orbital y dedujo la ley de la gravitación universal.Publicó su teoría en Principios matemáticos de la filosofía natural (1687), obra que marcó un punto de inflexión en la historia de la ciencia. En 1687 apoyó la resistencia de Cambridge contra los esfuerzos del rey Jacobo II de Inglaterra para convertir la universidad en una institución católica. Tras la Gloriosa Revolución de 1688, la universidad lo eligió como uno de sus representantes en una convocatoria especial del Parlamento británico. Ese mismo año Newton conoce al filósofo Jhon Locke, entre los dos dedican bastantes horas a la discusuón de temas teológicos, en especial el de la Trinidad, Newton canaliza sus esfuerzos en los problemas de la cronología Biblica. En 1693 Newton mostró síntomas de una severa enfermedad emocional. Aunque recuperó la salud, su periodo creativo había llegado a su fin. Fue nombrado inspector y más tarde director de la Casa de la Moneda en Londres, donde vivió hasta 1696. En ese año participa en un desafío matemático propuesto por Jacob Bernoulli, su contendor era Leibniz el cual no logra superar en prontitud las soluciones presentadas por él. En 1703 fue elegido presidente de la Sociedad Real, un cargo que ocupó hasta el final de su vida. Además de su interés por la ciencia, también se sintió atraído por el estudio de la alquimia, el misticismo y la teología. Sus años de madurez y vejez transcurrieron al cuidado de una sobrina, Cátherine Barton, hija de una hermanastra y casada con John Conduit, que se convertiría en su más ferviente apologista. Algunos biógrafos corrigen que Isaac Newton murió absolutamente virgen. Su evidente misoginia, unida a un puritanismo extremo, le impedía acudir a los burdeles. Falleció el 31 de marzo de 1727 en Londres tras un brusco empeoramiento de su afección renal. Reposa en la abadía de Westminster. Dejó una cuantiosa colección de manuscritos. Los investigadores descubrieron miles de folios conteniendo estudios de alquimia, comentarios de textos bíblicos, así como cálculos herméticos oscuros e ininteligibles.




*buscabiografias.com

Una grieta en la fuerza de la gravedad
Juan Antonio Ruiz
23-01-2008

CAMINEO.INFO.- Esperaba el abrazo de la muerte tumbado en la cama. A su lado sólo le franqueaban Catherine y John Conduit. Éstos le sugirieron, en un momento dado, llamar a un sacerdote y el moribundo, en lo que fue tal vez su acto más significativo antes de morir, dijo sólo una palabra: No. ¡Cuántas veces se repite esta escena sin que, por desgracia, nos impresione! Pero el hecho de que el moribundo no fuera otro que el gran físico inglés Isaac Newton, hace aflorar inmediatamente el estupor.

Muy consciente de ello era Richard S. Westfall al escribir su bien documentada biografía “Never at rest. A biography of Isaac Newton” (“Sin descanso: una biografía de Isaac Newton”) (Cambridge University Press, 1980). A través de sus líneas se puede tomar nota de esta personalidad única. Sin embargo, quisiera fijarme en un aspecto que pocos resaltan de Newton y que Westfall pone a la luz: la pérdida sistemática de sus raíces cristianas y la caída lógica e irreversible en la superstición, consecuencia inmediata de la pérdida de la fe.

Newton no era sólo matemático y físico. Tuvo numerosas incursiones en el campo de la filosofía y la teología. Para poner un ejemplo, baste mencionar una de sus tesis en la que comentaba que todas las religiones antiguas tenían su propia teología, que él llamaba “teología astronómica”. En su obra Theologiae gentilis origines philosophicae (“Los orígenes filosóficos de la teología de los gentiles”), Newton afirma lo siguiente: «No se puede creer, por otra parte, que la religión comience con la doctrina de la transmigración de las almas y con la adoración de los astros y de los elementos: existió, en efecto, otra religión más antigua que todas éstas, una religión en la que un fuego de sacrificio ardía perpetuamente en el interior de un lugar sagrado. El culto a la diosa Vesta fue el más antiguo de todos». Para probar esta afirmación, Newton comenta que cuando Moisés colocó en el tabernáculo un fuego perpetuo, restauró el culto originario «purgado de todas las supersticiones que habían sido introducidas anteriormente». Éste era el culto practicado por Noé y sus hijos, y Noé lo había aprendido de sus antepasados. Era el culto auténtico instituido por Dios. En otras palabras, lo que Newton está diciendo era que la verdadera religión era la pagana.

Pero Newton no llegó a esto de la noche a la mañana. Antes, había negado la Trinidad y la divinidad de Cristo. En uno de sus cuadernos de apuntes puso la voz De Trinitate (“Sobre la Trinidad”), llenando nueve páginas enteras de comentarios. Mientras escribía, poco a poco se hizo camino en él la convicción de que la herencia de la Iglesia primitiva fue adulterada por un fraude gigantesco, comenzando en el siglo IV y V, con Atanasio y sus discípulos. En el centro de este fraude estaban las Escrituras, que Newton creyó que fueron alteradas para sostener el Trinitarismo. De esta manera, Newton se nos muestra como un auténtico arriano.

Negando la Trinidad, Newton rechaza también la divinidad de Cristo, que pasa a ser un profeta como Moisés, mandado entre los hombres para recordarles cuál era el estado originario y auténtico del culto a Dios, del que ya hemos hablado antes. De hecho, un título de uno de sus libros rezaba así: «Cuál era la verdadera religión de los hijos de Noé, antes que fuese corrompida por la adoración de falsos dioses. La religión cristiana no es más verdadera de aquélla, ni se ha corrompido menos». De esta manera puede concluirse que el trinitarismo, con su impulso a la adoración de santos y mártires, así como la adoración de Cristo como Dios, asumía para Newton un nuevo y definitivo resultado. ¿Qué era sino la última manifestación de una tendencia universal de la humanidad a la superstición y a la idolatría? Pero esta superstición que atribuía a los “trinitarios” tocaría las puertas de su corazón muy pronto, pues ya el alma se le agrietaba y rompía a pedazos.

En julio de 1672, apenas seis meses después de que la Royal Society le hubiera descubierto como un extraordinario estudioso en el campo de la óptica, él le escribía al secretario de la Royal Society llamado Oldenbourg diciéndole que muy difícilmente podría seguir con otros experimentos con el telescopio, «pues deseo continuar con otros argumentos». Era tal la obsesión que obligó a Newton incluso a interrumpir un tratado general sobre los colores, pues aquellos argumentos, según el físico inglés, «absorben actualmente todo mi tiempo y todos mis pensamientos». ¿De qué se trataba? No era otra cosa que la alquimia. Lo raro en Newton era que, en vez de empezar a estudiar la alquimia y terminar llegando a un estudio serio de la química, fue totalmente lo contrario: empezó a estudiar la química y terminó en la superstición absoluta de la alquimia.

Algunas de las afirmaciones del Newton alquimista nos dejan estupefactos: la piedra está compuesta de cuerpo, alma y espíritu, según la tesis del alquimista Effarius el Mónaco; los metales vienen generados y corrompidos en las vísceras de la Tierra; el magnesio (también llamado Icono verde, promoteo o camaleonte) es andrógino y de tierra virgen y verdeante, en la que el sol no ha hecho penetrar jamás sus rayos, aunque es su padre y la luna su madre.

Al morir, se descubrió que su biblioteca estaba repleta de libros de alquimia, como el Theatrum chemicum, muchos documentos alquímicos que recibía y copiaba de su puño y letra, entre los que se pueden leer Regimen per ascensum in Caelum & descensum in terram (“Dirección para un ascenso al cielo y un descenso a la tierra”), Conjunctio et liquefactio (“Unión y fundición”), Multiplicatio (“multiplicación”); en total el diez por ciento de todos sus libros.

Él lo resumió así: «la alquimia no tiene nada que ver con los metales, como piensa el vulgo ignorante… Esta filosofía no es de aquellos que tienden a la vanidad y al engaño, sino a la ventaja y edificación, pues procura, en primer lugar, el conocimiento de Dios y, en segundo lugar, el modo de encontrar la medicina en las creaturas.. Su fin, por lo tanto, es el de glorificar a Dios en sus maravillosas creaturas y de enseñar al hombre a vivir bien, como un ser caritativo, ayudando al prójimo». Pero ya vimos qué dios glorifica y cómo Newton no tenía tiempo para otra cosa que para sus experimentos. De esta forma, aquel joven cristiano y fervoroso que era, pasó sus últimos años viviendo en la superstición de la alquimia. No resulta pues extraño que le haya dicho “no” al sacramento de la penitencia.

Newton, sin embargo, no es más que un triste botón de muestra. Numerosas han sido las personas que caen en la superstición por el rigor racional de no creer lo que no pueden ver, llegando a rayar a veces en lo ridículo. Afloran nombres como Toland, pensador inglés posterior a Newton, que tras burlarse del cristianismo y todo tipo de religión, funda la Sociedad Druídica, que hoy aún existe; como Bodin, religioso que abandonó el convento y que, tras varias incursiones filosóficas, acabó creyendo en la Astrología como solución de su vida.

Al cortar las bases de toda vida de contacto con Dios, poco a poco el hombre busca algo que llene el hueco dejado aparte. En Newton fue la alquimia; en Toland, los druidas... Ojalá el hombre actual no agriete más su alma.
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Isaac Newton » últimas frases
La naturaleza es verdaderamente coherente y confortable consigo misma.
Si he visto más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes.
No se lo que pareceré a los ojos del mundo, pero a los míos es como si hubiese sido un muchacho que juega en la orilla del mar y se divierte de tanto en tanto encontrando un guijarro más pulido o una concha más hermosa, mientras el inmenso océano de la verdad se extendía, inexplorado frente a mi.
A falta de otra prueba, el dedo pulgar por sí solo me convencería de la existencia de Dios.
Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano.
Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.
El tacto es el arte de hacer un punto sin hacer un enemigo.
La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo.
Encuentro más indicios de autenticidad en la Biblia que en cualquier historia profana.
Puedo calcular el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de la gente.
Dios es capaz de crear partículas de materia de distintos tamaños y formas...Y quizás de densidades y fuerzas distintas, y de este modo puede variar las leyes de la naturaleza, y hacer mundos de tipos diferentes en partes diferentes del universo. Yo por lo menos no veo en esto nada contradictorio.
Este bellísimo sistema compuesto por el Sol, los planetas y los cometas no pudo menos que haber sido creado por consejo y dominio de un ente poderoso e inteligente... El Dios Supremo es un Ser eterno, infinito, absolutamente perfecto.
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contexto histórico
Isaac Newton e historia > Centuria del genio
Influencias Isaac Newton
Esto no es sino una imitación insignificante de un sistema mucho mayor cuyas leyes tú conoces, y yo no puedo convencerte de que este simple juguete no tiene diseñador y hacedor. ¡Sin embargo, tú afirmas creer que el gran original del cual se tomó este diseño ha llegado a existir sin diseñador o hacedor!
He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mi.
Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento.
Para mí nunca ha habido un mayor fuente terrestre de honor o distinción que la relacionada con los avances de la ciencia.
 LA ALQUIMIA

Es el origen de la Química. Los alquimistas surgieron en la Edad Media y, aunque hubo mucho de charlatanería y muchos charlatanes, lo cierto es que basaban sus trabajos en la experimentación. Pero tenían curiosas teorías. Ellos creían que las propiedades metálicas de una substancia se conseguían agregándole mercurio y que la combustibilidad de una materia dependía del azufre. Además, pensaban que todas las substancias eran susceptibles de ser transformadas, según variaran la cantidad de sus componentes. Por cierto, soñaban con fabricar oro algo que, por cierto, nunca consiguieron. Pero con sus experimentos lograron obtener materiales que fueron mucho más trascendentes para las ciencias y para el progreso.
            Los alquimistas fueron los que descubrieron los ácidos nítrico, clorhídrico y sulfúrico, cuya importancia es tal en nuestro siglo XX, que su consumo anual sirve como medida del desarrollo económico de un país.
            Resulta curioso consignar que antes y durante el siglo XVII, algunos célebres hombres de ciencia fueron alquimistas. Un caso de gran relieve es el de Isaac Newton. Considerado como fundador de la Ciencia Moderna, Newton, el autor de la Ley de la Gravitación Universal, dedicó muchos años de su vida a la alquimia: No creía que el oro fuera un elemento y especulaba con la posibilidad de elaborarlo a partir de otras substancias. Otra curiosidad relativa a la vida de Sir Isaac Newton: en 1696, renunció a su cátedra en la Universidad de Cambridge al ser nombrado Inspector de la Casa de Moneda, función que consistía en perseguir y hacer encarcelar a los falsificadores de moneda. Desempeñó esta tarea con gran eficacia y energía enviando a la cárcel a más de una veintena de falsificadores. Tres años más tarde, fue nombrado Director de esa institución, cargo que desempeñó durante 28 años, hasta su muerte.
            Cuando la alquimia se había convertido en una nueva ciencia - la Química - Boyle, otro ilustre del siglo XVII, autor del libro El químico escéptico, publicado en 1661, no dejó de creer en ciertos puntos propios del alquimismo, pese a que en su libro estableció un criterio moderno para definir los elementos. Pero, todavía, debían transcurrir bastantes años para determinar qué substancias eran susceptibles de descomponerse y cuáles no.
            Cavendish, por entonces, demostró que el agua nacía de la combinación del oxígeno con el hidrógeno y, así, probó otro error de Aristóteles, quien consideraba el agua como uno de los cuatro elementos fundamentales del Universo. Lavoissier había establecido su Tabla de 33 elementos, cuando el inglés Davy descompuso la cal - calificado elemento por Lavoissier - y obtuvo calcio, otro elemento; lo mismo hizo con el magnesio. Davy demostró que el gas verde que emitía el ácido clorhídri- co no era un compuesto de éste más oxígeno, sino que era otro elemento, al que llamó cloro.
            Posiblemente, los alquimistas tuvieron un fundamento para sus prácticas. El griego Demócrito que, 250 años a.C., denominó átomo al punto en el cual la materia ya no admitía más divisiones
            Demócrito, por esos años, afirmó:"La materia está compuesta de átomos o combinaciones de átomos, y una substancia puede convertirse en otra, si se ordenan sus átomos en forma distinta."

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